Volver a la Guía de estudio Antropología Bíblica Andina – por el Dr. Douglas Smith
Lectura 6: Viracocha, Un Puente Redentor Andino
Por David Miller, 2 de septiembre 2000
Antropología Bíblica Andina
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He trabajado 19 años como evangelista itinerante entre el pueblo andino, predicando en “juntas”, campañas de dos o tres días, organizadas por comunidades rurales de habla Quchua y Aymara.
Lo que me siempre ha impresionado es el cariño con que los hermanos andinos reciben a obreros evangélicos visitantes. Por ejemplo, en las comidas nos sirven el mejor de los platos, en cantidades que son imposibles para un hombre normal consumir. Si nos toca pasar la noche en el pueblo, preparan las mejores camas–si hay camas–en el mejor alojamiento posible. Al momento del mensaje, nos invitan a subir al púlpito, a pesar de que haya, a veces, otro predicador del mismo pueblo nombrado por el programa.
Confieso que estas cosas no me suceden cuando predico en mi país nativo, los Estados Unidos. Allí soy nadie especial para recibir un tratamiento especial.
Mi predecesor, el reconocido antropólogo Dr. Homer Firestone, me orientó al motivo por el cual los pueblos andinos reciben a los obreros religiosos visitantes en esta manera, y no es porque lo merecemos. Mas bien, se debe al fenómeno que el Dr. Firestone identifica como “el Complejo Viracocha.”
En el contexto de una cultura, un complejo es la suma de actitudes psico-sociales presentes en la comunidad. Estas actitudes, en torno, determinan el comportamiento de la comunidad. En el caso de la cultura incaica-andina, el Complejo Viracocha ha determinado que la comunidad estima mucho al mensajero del evangelio, en particular al que llega de afuera para compartir la Palabra de Dios. Esta estimación especial es motivo para mostrarle cariño y prestar atención al mensaje que trae. Es uno de los puentes redentores que Dios ha colocado en las comunidades herederas de la rica cultura incaica.
El Viracocha, o Wira’qocha, fue un ser divino que actuaba en nombre del Creador, Pachakamaj. Según las leyendas, Viracocha fundó Tiawanaku, “Taipi Q’ala” en el dialecto antiguo de Quechua, para enseñar la religión pura a la gente. Cuando los habitantes desobedecieron sus instrucciones, destruyó la ciudad. Luego, crió a los padres de Manco Qapac, el primer Inca, enseñándoles la religión pura y la medicina. En esta leyenda, aprendemos del origen del Viracocha. Emergió del Lago Titicaca (por eso, es el lago sagrado). Fue un hombre alto con vestiduras largas y usaba barba. Al terminar su tarea, se fue hacia el norte. “Amense uno a otro, y algún día, regreseré,” fueron sus palabras de despedida a los Inca. Su parecer fue tan distinto a los hombres andinos y su mensaje semejaba tanto a la Biblia, que al conocer la leyenda de Viracocha, el cura Pedro de Cieza Leon planteó la teoría que un antiguo apóstol cristiano había llegado a Las Américas siglos antes de la conquista español.
Sin especular en su origen, podemos ver en el Viracocha muchos elementos teológicos que forman un puente hacia el evangelio. Por ejemplo, exigía la pureza moral. En su propio carácter, mostraba el amor, la justicia y preocupación por el bienestar del pueblo, (en contraste a los revoltosos demonios vengativos.) Un himno, descubierto por el eminente investigador y escritor Jesús Lara, expresa un entendimiento del Viracocha maravillosamente similar al del Verdadero Creador:
Tijsi Viracocha Raiz del ser, Creador
Qaylla Viracocha Dios siempre cercano
T’ukapu ajnupuyuj Señor de vestidura
Viracocha Deslumbradora
Kamaj, churaj Dios que gobierna y provee
ñispa rura Que crea con solo decir
Qhari Kachun “Sea hombre”
Warmi Kachun “Sea mujer”
Creo yo que estos conceptos del Viracocha representan una revelación natural de Dios al antiguo pueblo andino, preparándole para la revelación especial y completa de la Biblia. Lo que me convence de esto es el cariño de los hermanos Quechuas y Aymaras hacia los que llegamos a sus comunidades con las buenas nuevas del evangelio, mensaje que han esperado tanto tiempo y que reciben con tanto anhelo. A través del Complejo Viracocha, por muchos siglos Dios ha venido preparando el suelo andino para sembrar el evangelio en nuestros días.
– Por David Miller, 2 de septiembre, 2000.
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