LA COMISIÓN DE JESUS EN LUCAS 24
En Una Casa de Emaús
Los tres se sentaron a la mesa. El forastero entre ellos iba a continuar el viaje aun con el día declinando. “Quédate con nosotros,” le dijeron, y por fin él aceptó la invitación. Lavaron sus pies. Las mujeres de casa hicieron los preparativos. Se prendieron las mechas de las lámparas, porque cada vez más se oscurecía. Todo ya estaba listo.
Estando a la mesa, el forastero tomó el pan y lo bendijo. Cuando lo partió y lo dio a los dos, los ojos de estos dos fueron abiertos. ¡Le reconocieron! ¡Era Jesús, sentado con ellos! Sólo por un momento estaba. Mientras que estaban mirando con tanto asombro, Jesús se desapareció de su vista. ¿Cuáles preguntas se hicieran? Una de éstas fue, “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (Lc. 24:32).
“Volvamos rápido a Jerusalén. Tenemos que encontrar a los apóstoles y decirles que le hemos visto a Jesús con vida. Ha resucitado.”
LOS DETALLES DE LA COMISIÓN EN LUCAS
Al buscar la ubicación de la porción de Lucas 24:36-49, el Dr. Robertson ubica los versículos 36 al 43 durante el domingo de resurrección en Jerusalén, cuando Jesús se aparece detrás de las puertas cerradas. Es el mismo lugar de Juan 20:19-25 cuando se manifiesta Jesús con los discípulos, Tomás estando ausente. El Dr. Robertson ubica los versículos 44 al 49 en el tiempo casi al final de los 40 días cuando Jesús está dando sus últimas palabras en Hechos 1:3-8.[1] Notamos de las dos partes unos detalles muy interesantes.
En el Aposento Alto el Primer Domingo
Al verle Jesús en medio y escuchar su voz con “Paz a vosotros, ” Lucas utiliza palabras muy fuertes a describir el espanto de los discípulos. Él dijo: “Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.” (Lc. 24:37). Son palabras muy emotivas expresando pavor y asombro. Lucas también narra la respuesta de Jesús en cuanto a esto de ser “espíritu”. Jesús les animó a palpar sus manos y pies, y además tomó un pez asado con miel y se lo comió en la presencia de ellos, “porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.” (24:39).
Con el Señor Poco Tiempo antes de su Ascensión
Quizás por la frase de Jesús, “Estas son las palabras que os hablé” (Lc. 24:44). se considere lo que sigue como algo muy posterior al primer domingo de resurrección. El énfasis de la enseñanza de Jesús con sus discípulos tenían estos puntos:
- Era necesario del cumplimiento de todo lo que estaba escrito de Cristo del Antiguo Testamento. Jesús usó la forma hebrea para expresar esto del Antiguo Testamento – “en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.” (24:44b).
- Como los discípulos tuvieran una necesidad particular sobre su enseñanza, Jesús “les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras,” (24:45). Hubo necesidad en estos creyentes y seguidoresde la ayuda divina en su comprensión. ¿No será lo mismo para nosotros como misioneros? Gracias a Dios que él nos lo provee esto ahora por el Espíritu Santo.
- ¿Cuáles facetas de su enseñanza necesitaran esta ayuda divina?
- “Que el Cristo padeciese” (24:46). Era tan difícil la aceptación por parte de los discípulos en cuanto al padecimiento de Jesús. Isaías había predicho de que el padecimiento del Siervo de Jehová iba asombrar “a muchas naciones”(Isa. 52:15). ¿Te acuerdas de Pedro cuando había declarado su convicción de que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios viviente? Y enseguida de esa tremenda declaración quiso reconvenirle a Jesús por enseñar sobre su padecimiento y su muerte. Pedro aprendió de los padecimientos de Jesús a través de esa durísima experiencia del Señor y su propio fracaso por la negación. Pedro después se identificó como “testigo de los padecimientos de Cristo,” (1 P. 5:1).[2] Es cierto que no queremos padecer, pero el mismo Pedro advierte que nos tocará entrar en esos padecimientos: “sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (1 P. 5:9-11).
- “Y resucitase de los muertos al tercer día;” (Lc. 24:46b) Los discípulos tenían la necesidad de ayuda divina para entrar en confianza en cuanto a la resurrección. Antes de la resurrección, seguramente estaban perplejos cuando Jesús les hablara de la resurrección. Cuando él les habló a los judíos: “Destruid este templo, y en tres días los levantaré”(Jn. 2:19), la respuesta de los judíos era su incredulidad. “En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? (2:20). Por lo que Juan comenta, cuando Jesús resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de ese confrontación, y se da a entender que recién “creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.” (Jn. 2:22). No les faltamos a los discípulos, sino sentimos el asombro con que estaban viviendo al ver lo sorprendente de Jesús. En las apariencias pos resurrección, Jesús se demostró para ayudarles derrumbar su incredulidad, su falta de fe, su renuencia a una entrega muy rápida. Notemos:
- A María Magdalena – Ella pensaba que hablaba con el hortelano, hasta que Jesús le dijera, “¡María!” (Jn. 20:16).
- A los en el camino a Emaús – No le reconocieron, estando velados sus ojos. A la hora de partir el pan en casa, “Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron;” (Lc. 24:31).
- Con los diez discípulos el primero domingo de resurrección – Ellos “pensaban que veían un espíritu.” (Lc. 24:37). Jesús comió un pescado delante de ellos y ellos pudieron palpar sus heridas.
- Tomás, quién no estaba presente con los diez, dijo: “Si no viere en sus manos la señal de los clavos. . . , y metiere mi mano en su costado, no creeré.” (Jn. 20:25). Ocho días después, Jesús le ayudó a Tomás, apareciéndosele y diciéndole: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.” (Jn. 20:27).
- Cuando los discípulos estaban pescando y Jesús les llamó desde la playa – Él les pidió que pusieran las redes otra vez. No sabían que era Jesús hasta que se llenara la red con una tremenda cantidad de peces. Juan le dijo a Pedro: “¡Es el Señor!” (Jn. 21:17).
- Cuando hubo un grupo de discípulos sobre la montaña en Mateo 28, “Cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban.” (Mt. 28:17). Quizás esta duda fue más un sentido renuente que la pura incredulidad. Sin embargo, Cristo les habló de su potestad y les entregó una hermosa palabra de su comisión. ¡Qué tremendo de Jesús en cada uno de estos casos para afirmar tan bondadosamente los discípulos con este tremendo hecho de la resurrección! Después de la venida del Espíritu Santo el día Pentecostés, no vemos el titubeo en los discípulos en cuanto a afirmar la eficacia de la cruz y la veracidad de la resurrección. Pero sí, los primeros discípulos tuvieron que “aprender” y “tener sus ojos abiertos” con el tercer asunto que enlista Lucas – lo de predicar su nombre en todas las naciones.
- “Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” (Lc. 24:47). La historia de misiones proyecta que no ha sido fácil para personas “dejar” su ambiente cultural y proceder a otro ambiente cultural para entregar el evangelio. El libro de LOS HECHOS comenta lo necesario por parte del Espíritu Santo de Dios en cuanto a iluminar, impulsar y guiar a los discípulos en la expansión del mensaje de Cristo. Nuestro estudio sobre la expansión del evangelio en LOS HECHOS enfocará esta faceta más adelante. Podemos afirmar que nosotros que vivimos en el siglo 21 dependemos del Espíritu para abrirnos la mente y el corazón e impulsarnos a salir en misión.
Examinando la Expresión de esta Comisión de Jesús en San Lucas
La comisión de Lucas tiene facetas adicionales muy interesantes para los misioneros.
- “que se predicase” (khrucqhnai). Es la entrega de la Palabra del evangelio de Cristo. Se liga esta predicación directamente con la vida, ministerio, cruz y resurrección de Cristo.
- “en su nombre.” No es un mensaje nuestro con una garantía nuestra, sino en el nombre de Jesucristo. “Nombre” tiene la idea hebrea de carácter y la autoridad de aquel nombre que Pablo luego comenta que es “sobre todo nombre”. (Fil. 2:9).
- “el arrepentimiento y el perdón de pecados”. Lucas está señalando una respuesta en las personas que escuchan y que se entreguen al mensaje de Jesús. El arrepentimiento nos habla de una tristeza y un dejar el pecado, dándose vuelta hacia Cristo y el nuevo camino. ¡Cuánta falta hace del perdón de pecados!
- “en todas las naciones”. La envergadura geográfica es lo mismo como en la expresión de la comisión en San Mateo. En cada grupo étnico Cristo ha querido que llegue; el conocimiento de su persona y lo que él ha hecho, la invitación de la predicación apelando al arrepentimiento y fe, la bendición del perdón de pecados, la conversión espiritual, la formación de seguidores de discípulos, y la presencia del pueblo de Dios.
- “comenzando desde Jerusalén”. El comienzo que Jesús vislumbraba estaba en Jerusalén. Con la venida del Espíritu Santo en Jerusalén empieza esta tarea encomendada por Jesús a sus seguidores. La visión es para todas las naciones. El comienzo mira hacia esta meta para todo el mundo. ¡Qué tremendo alcance!
- “Y vosotros sois testigos de estas cosas.” La palabra testigo (martureV) es la misma raíz de mártir, o sea, la persona que entrega su vida. Jesús especificó con estos seguidores que iban a ser testigos de esa forma, entregando vida. No es una tarea así no más, liviana, sin importancia, o a medias. No es solamente una entrega verbal sin ningún sacrificio. No, es un testimonio de peso, con una entrega de por vida.
- “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros.” La belleza de Jesús con sus discípulos aflora con estas palabras. No estaba dejándoles ni huérfanos ni sin recursos. El envío del Espíritu Santo con poder, con la capacitación de su propia persona y nombre iba a venir sobre ellos dentro de poco tiempo. Por ello Jesús les dijo: “pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén.” Lo más seguro y lo más normal iba a ser que regresaran a sus casas a Galilea. Pero con esta palabra de Jesús, se quedaron esos días con una expectativa, la expectativa de la venida del Consolador. Jesús les dijo: “hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” (24:49)[3]
Como en las otras expresiones de la gran comisión, la confianza de Jesús en estos seguidores nos asombra. A pesar de sus fallas y debilidades, él les escogió, les enseñó, les dio el ejemplo, murió en sus lugares, resucitó para dar vida, y les envía poder de lo alto sobre sus vidas. Con la llegada del Espíritu el día Pentecostés, los discípulos tenían todo el equipo para el comienzo muy dramático referente al reino de Dios. Viviendo en el Espíritu, viviendo en Cristo, se entregaron sus vidas a la luz de los que el profeta Daniel vislumbraba.
“Y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán.” (Dn. 7:27)
REV – CJL 10/04
[1] A.T. Robertson, op.cit. pp. 245 y 251.
[2] Pedro hizo referencia a los padecimientos y el sufrimiento de Jesús en varias partes de su carta: 1 P. 2:21; 3:18; 4:1; 4:13; 5:1; 5:9.
[3] Miraremos con más atención a la palabra”promesa” e “investidura” en las frases de Jesús referente a la venida del Espíritu en el capítulo sobre Pentecostés y la encarnación.
Fragmento Tomado de: Modelo Supremo de Misión, Dr. Peter Larson, M5 LA GRAN COMISIÓN DE JESUCRISTO.