LA ENCARNACIÓN Y LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO
– EL DAR VIDA
La entrega a la muerte significó el dar vida por la resurrección. La encarnación de Jesús no terminó con la muerte. Un acontecimiento formidable y hermoso es la resurrección. Jesús habló con los discípulos en varias ocasiones advirtiéndoles de su muerte, pero señalando su resurrección al tercer día.
Desde una fecha muy temprana en su ministerio, como en la limpieza del templo en Juan 2, Jesús dijo; “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.” (Juan 2:19) Los judíos en esa ocasión extrañados por esta afirmación pensaban de los 46 años para la construcción del templo. Juan comentó, “Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.” (Juan 2:21, 22)
No les fue fácil creer o entender de la resurrección. Y esto, habiendo visto las maravillas en el ministerio de Jesús que incluía el levantar a los muertos. (Ya comentamos el evento en la vida del principal de la sinagoga, Jairo, con su hija que había muerto.) Veamos otros dos casos.
ESCENA UNO
Ella seguía el cajón. Tenía que sacarlo de la ciudad al lugar de entierro. Estaban acompañando muchos de su pueblo. Seguramente algunos estaban allí por haberles conocido como vecinos y otros por ser parientes. Otras personas, de pura lástima estaban, pensando de la tragedia que le había alcanzado a esa mujer. Ya había fallecido su esposo, así que estaba con las desventajas de su viudez. Pero, ahora, con la muerte de su único hijo, sí quedaba muy abandonada. Pensaban, “¿Le habrá castigado Dios por alguna razón? ¿Por qué estas tragedias en algunas familias, mientras otras viven sin tener ninguna situación de pena?
Justo al salir de la ciudad el grupo se encontró con una multitud de gentes que venían de camino. Parecía que estaban siguiendo a algún rabí. El maestro detuvo en su caminar para decir a la viuda, “No llores.” Ella pensó, “pero, como no voy a llorar. Esa tristeza me ha partido el alma. No hay más para mí en esta vida, primero me esposo y ahora mi único hijo.” Pero, ello vio como el Maestro se acercó al féretro, sobre la cual estaba el cuerpo de ese joven. Él tocó la camilla y los que estaban llevando el cuerpo se detuvieron. El Maestro, sencillamente dijo, “Joven, a ti te digo, levántate.” Y para el asombro de todos, el que estaba muerto se incorporó y comenzó a hablar. ¡Qué susto! El Maestro ayudó al joven bajarse y le conducía a su madre.
La reacción de la gente era de glorificar a Dios y a comentar entre sí que un gran profeta había venido entre ellos. Los comentarios acrecentaban, las voces hablando de esto en toda Judea. Estas noticias llegaron a los oídos de un preso de Herodes y él envió unos de sus discípulos a Jesús a preguntar sobre su ministerio mesiánico. Jesús les instruyo decir a Juan el Bautista, quién estaba a poco tiempo de su muerte,
“Id y haced saber a Juan lo que has visto y oído; los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí” (Lucas 7:22,23).
Hasta ese momento en el ministerio de Jesús, sólo hubo el caso de resurrección en este joven de Naín. (Es cierto que en el mismo capítulo de Lucas, Jesús sanó una muchacha que estaba “a punto de morir.” (Lc. 7:2) Pero, Jesús habló de resucitar a los muertos en plural como si fuese una parte normal de su ministerio. ¡El que es el autor de vida, la resurrección y la vida, podía llamar a personas muertas a levantarse con vida nueva!!
ESCENA DOS
Jesús lloró y se estremeció en su espíritu. Él se conmovió al ver a María, la hermana de Lázaro, postrarse a sus píes y decirle, “Si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.” Jesús preguntó, “¿Dónde lo han sepultado?”
En camino a la tumba, que era una cuerva, la gente decía entre sí, “No podía éste, que abrió los ojos al ciego haber hecho también que Lázaro no muriera?”
Llegaron al lugar. Había una piedra cubriendo la boca de la cueva. Se detuvo el Maestro. Cada uno que había acompañado quería verlo. ¿Qué iba a decir? Porque ya no había nada que hacer. Dijo Jesús, “Quitad la piedra.” María, contestó, “Hiede ya, porque ya son cuatro días.” Pero, Jesús se mantuvo en su propósito y les decía, “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Entonces quitaron la piedra. ¡Qué tremendo olor de muerte! Pero, Jesús tomó tiempo para orar. “Gracias, Padre, por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.” Entonces, con una fuerte voz, Jesús clamó, “Lázaro, ven fuera.” ¡Qué silencio seguía por unos momentos! Pero los que estaban de cerca escucharon primero el movimiento de adentro, y para el susto de todos, Lázaro se paró en la puerta de la cueva, todo vendado con el ropaje de la sepultura. Fueron atados sus manos y pies. El sudario cubría su rostro, pero estaba de pie de alguna manera. ¡Cómo una momia! Jesús dijo, “desatadle, y dejadle ir.”
Destaparon su rostro. Sus ojos y su boca se movían. Escucharon sus palabras, “¡Marta, María, Gloria a Dios!.”
ESCENA TRES
Ningún ser humano estuvo presente en el sepulcro al lado de Jesús cuando Cristo se levantó de ese lecho de piedra. No sabemos si los ángeles estuvieran presentes tampoco. ¿Cómo fuera el momento? ¿Cuáles hubieran sido los movimientos iniciales? ¿Qué hubiera sentido Jesús a volver en sí desde la muerte? Sólo nos queda la imaginación, pero algún día hemos de poder preguntarle al Señor de ese momento de resurrección. ¡Qué tremendo hecho, como ninguno en la historia!
Nos imaginamos…
El silencio de la tumba, la ausencia de respiración, ningún movimiento de cuerpo.
La tierra, los lienzos llenándose del polvo.
La falta de aire, el lugar oscuro y cerrado.
Uno y otro insecto, las telarañas y el rastro pequeño de las hormigas
El olor a muerte aun con el incienso y las especias puestas por las mujeres.
La ropa del sepulcro puesta según la costumbre hebrea
El arreglo de cuerpo seguramente no echado así no más, sino demostrando el cuidado de Nicodemo y José de Arimatea.
La piedra grande y pesada sobre la puerta
Afuera las guardas haciendo la vigilancia, esperando que pronto pasen las horas
El sello del gobernador sobre la piedra para que ninguno sacara la roca
TODO CAMBIÓ CON LA RESURRECCIÓN.
Bajó el gran ángel del Señor, removió la piedra y se sentó sobre ella.
Luz como relámpago brillaba a las guardas
Hubo un gran terremoto
Las guardas tuvieron espanto. Temblaron y se quedaron inertes frente a los movimientos de piedra y tierra.
Unos de la guardia fueron a la ciudad y dieron aviso a los principales sacerdotes.
Los ancianos les dieron gran cantidad de dinero para que las guardas dijeran que los discípulos llagaron y hurtaron el cuerpo de Jesús.
Las mujeres recibieron la noticia del ángel, “No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos…”(Mateo 28:5,6)
Tres de las mujeres entraron al sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca y se espantaron. También él dijo, “No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a los discípulos. . . (Marcos 16:6, 7ª)
La ropa de la sepultura se quedó atrás, sin el cuerpo.
Los lienzos sobre el lecho y el sudario enrollado aparte.
Vacía y en silencio estaba la tumba.
OTRA VEZ NOS IMAGINAMOS QUE SI LAS PAREDES DEL SEPULCRO TUVIERAN VOZ NOS DIJERAN:
*de las tinieblas del sepulcro con la puerta totalmente tapada
*del silencio del lugar que cambió con movimientos de vida
*de la posición “correcta” del cuerpo inerte y postrado con sus vendas
*del sacudir tan tremendo del terremoto con el polvo levantado
*de la Luz, del brillo de majestad
*del cuerpo del muerto que se levanta y que es transformado en vida
*de la ropa del sepulcro que cae y que es doblada sobre el lecho
*del ángel que llega todo resplandeciente
*de los primeros movimientos de Jesús, el levantado con respiración
*de cuerpo del muerto que se levanta y que es transformado en vida
*de la ropa del sepulcro que cae y que es doblada sobre el lecho
*del ángel que llega todo resplandeciente.
LA RESURRECCIÓN: LA PIEZA FUNDAMENTAL
¡EL VIVE! ¡EL VIVE! ¡Qué mensaje loco y absurdo fue la determinación de algunos! Pero, para los discípulos el mensaje de la resurrección de Jesús llegó a ser una pieza fundamental. El anuncio fue:
“Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.”(Hechos 2:24)
“A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos” (Hechos 2:32)
“y matasteis el Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos” (3:15)
“Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos”(4:33)
“A este levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano; a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos; y nos mandó que predicásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos” (10:40-42).
“Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción” (13:37).
Al mirar el contexto en los pasajes vemos a confianza apostólica de los resultados en personas que creyeron en la resurrección de Jesús. Estos resultados son:
– El arrepentimiento para el perdón de pecados. (2:38)
– El don del Espíritu Santo (2:38)
– El ser salvo de esa perversa generación (2:40)
– La fe en su nombre que le ha dado completa sanidad (3:16)
– Conversión (3:19)
– Los pecados borrados (3:19)
– Tiempos de refrigerio (3:19)
– Poder y gracia (4:33)
– Todos los que creyeron en él reciben el perdón de pecados (10:43)
– El Espíritu cayó sobre los que oían el discurso (10:44)
– Hablaban en lenguas y magnificaban a Dios (10:46)
– Por medio de Cristo les anuncia el perdón de pecados (13:38)
– Todo aquel que no pudo ser justificado por la ley de Moisés en Cristo es justificado por la fe. (13:39)
El Señor Jesús, habiendo muerto una vez por todas ya no muere sino vive para Dios. El argumento de Pablo es que al identificarnos con Cristo en su muerte y resurrección, nosotros tenemos vida y victoria sobre el pecado. (Romanos 6) Además, el Espíritu que levantó a Cristo mora en nosotros vivificando nuestros cuerpos morales. (Romanos 8) Esperamos la plena salvación. No estamos separados del amor de Jesús aun en las pruebas más difíciles como tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada. Pablo afirma que somos “más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”(Ro. 8:37)
La conclusión del gran capítulo de Pablo sobre la resurrección, 1 de Corintios 15, es que tenemos victoria por medio de Jesucristo. El llamado nuestro, pues es de estar firmes y constantes, “creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (15:58)
La elocuencia apostólica sobre la resurrección destaca:
- Las apariencias de Jesús con sus discípulos
- La vanidad de nuestra predicación y fe si no existe la resurrección de Cristo
- La afirmación de su resurrección siendo él “primicias de los que durmieron es hecho”. (15:20)
- La gloriosa entrada a la resurrección para las personas por medio de Cristo. El atrevido mensaje es: “también en Cristo todos serán vivificados”. (15:22)
- La participación en la resurrección incorruptible, celestial, de poder y transformación. De veras uno se puede gozar en la palabra que ha de cumplirse. “sorbida es la muerte en victoria” (15:54)
Los títulos y la resurrección:
Dirigiéndose a la iglesia de Esmirna, Jesús se identificó con la frase “El primero y el último, él que estuvo muerto y vivió, dice esto… (Apoc. 2:8). Al ver otros de los títulos de Jesús,observamos los siguientes:
- La resurrección – Juan 11:25
- La vida – Juan 11:25, 14:6
- El lucero de la mañana – 2 Pedro 1:19
- La estrella resplandeciente de la mañana – Apoc. 22:16
- El Sol de justicia – Malaquías 4:2
- El primogénito entre los muertos – Apoc. 1:5
- La raíz, el vástago tierno o el renuevo – Isa. 53:2
En estos títulos hay una dinámica y poder. Es el poder de vida. Se contrasta dramáticamente con lo inerte, el estatus quo, y sobre todo con la muerte. Lo nuevo que brota, el levantarse de la muerte, la aurora, el resplandor, la majestad de gloria, la vida misma son características de la persona de Jesús en estos títulos.
El Cristo resucitado da vida.
Otro aspecto de la resurrección es la calidad en Jesús de ofrecer vida eterna a los seguidores. El Evangelio de Juan nos comenta:
- “Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (3:16)
- “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (3:36ª)
- “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De Cierto, de cierto te digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; ” (5:24)
- “Le dijo Jesús, Yo soy la resurrección y la vida; el que creen en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? (11:25,26)
- “Glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna; que te reconozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (17:1b-3)
- “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” (20:31)
Siendo Jesús mismo la vida, él ofrece a los suyos, los que creen en su nombre, una gama grande de beneficio como regalo de esa vida. ¡No es oferta barata! Le costó a Cristo su propia vida, pero al entregar su vida, ahora nos otorga salvación en su nombre, el conocimiento de Dios, su Palabra y palabras, la gracia y misericordia, el gozo y la paz, la herencia eterna, la gloria, la sabiduría, los dones espirituales y el poder. Todo esto se efectúa por su propia persona, viviendo en y con nosotros por su Santo Espíritu. “El don de vida” nos es dado en Jesús. Él nos imparte, nos otorga, nos cuenta, nos atribuye justicia, nos favorece, y nos regala su propia vida de resurrección. ¡Que grande y qué hermoso!
¿Cómo es compartida esta vida en Cristo en el sentido misional? Contestamos, compartiéndoles a todos la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. Esto es una evangelización. Va con ejemplo y presencia, con proclamación de Su nombre, con persuasión e intensidad emotiva de invitación por parte de Cristo, y por una incorporación al cuerpo de discípulos que también están siguiendo al Maestro. No minimizamos el carácter de vida que reproduce vida, ni la calidad de testimonio que va junto con el deseo que las multitudes en nuestro mundo, con sus grupos de familia y culturas, puedan ser impactados con las palabras de Jesús.
Fragmento Tomado de: Modelo Supremo de Misión, Dr. Peter Larson, M 4: Los Acontecimientos de la Encarnación: La cruz, la resurrección y la ascensión con sus posibles pautas para nuestra misión.