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Capítulo Dos
ANTIGUO TESTAMENTO: MATERIALES DE APOYO
Dr. Pedro Larson
Tal vez en alguna ocasión ha escuchado lo siguiente: “Seguimos en este lugar las enseñanzas del Nuevo Testamento en nuestra fe y orden”. Con esta declaración surgen unas preguntas. ¿Y qué de lo bíblico que abarca tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento? ¿Al ser cristianos neotestamentarios, acaso tendremos en menos al Antiguo Testamento? ¿No será más correcto afirmar, “somos cristianos bíblicos”?
Si bien los modelos de plantar iglesias afloran en el Nuevo Testamento con más claridad, la base de estos modelos la vemos en la revelación de Dios en el Antiguo Testamento. ¡Y qué hermoso es ese cuadro teológico! ¡Qué bendición tenemos de esa base! Los tremendos temas del Antiguo Testamento contribuyen a un cimiento estable ‑ temas como los siguientes:
‑ Dios en medio de su creación.
‑ Dios con una visión y misión para todas las naciones.
‑ Dios revelándose a los hombres en su creación y en formas especiales por sus grandes hechos.
‑ Dios comunicándose con paciencia y misericordia con el hombre y su pueblo elegido.
‑ Dios en pleito con toda la rebeldía del hombre y su idolatría.
‑ Dios misericordioso, fiel, constante en su amor hacia el hombre.
‑ Dios efectuando una preparación plena para la venida del Mesías, el ungido de Dios.
En medio de las naciones el eterno Dios se interponía con el pueblo de los hebreos. Era su pueblo escogido, para él un tesoro especial. Por medio de ellos la bendición de Dios llegaría a todos. Su ley, la revelación de su persona, su manera de actuar no eran sólo para los hebreos. Era patrimonio de todos los que se acercaran en fe.
Observamos la contra parte humana en el Antiguo Testamento: la de querer andar lejos de este Dios, de desobedecer, de taparse los ojos y oídos a la voluntad divina y de andar errante, enajenado, triste y cautivo. ¡Qué tremendo el endurecimiento del corazón! ¡Qué fatal la incredulidad!
Con todo el marco de revelación divina, tenemos en el Antiguo Testamento un vasto tesoro de materiales de apoyo. El sentido de historia salvífica, los escritos de sabiduría y de profecías tienen una contribución grande para plantar iglesias. Específicamente, nos detendremos en los modelos de la construcción del tabernáculo y del templo y daremos unas observaciones sobre el aporte de la sinagoga.
La Edificación del Tabernáculo
Si bien existen diferencias en plantar iglesias con lo que el pueblo de Israel hizo en la edificación del tabernáculo, también hay similitudes interesantes, especialmente en torno al trabajo de Bezaleel y Aholiab. (Ex. 31:1‑11, 35:30‑36:1). En la edificación del tabernáculo Dios obra con diseño y principios. Será lo mismo en los modelos del Nuevo Testamento y en los modelos del siglo XX.
Los siguientes son principios de la obra de Dios en relación al tabernáculo:
- Dios indica detalles específicos a su siervo Moisés, hombre de visión, obediencia y oración. (Ex. 31:1). Y, ¿no será de la misma manera en lo referente a plantar iglesias? Pensamos que sí, que Dios pone sobre el corazón de su siervo el lugar, las personas y otros detalles.
- El siervo de Dios (en este caso Moisés) comparte su visión y la revelación de Dios con todo el pueblo reunido ahí.
“Y dijo Moisés a los hijos de Israel: Mirad, Jehová. . .” (Ex. 35:30).
No cambia tampoco este principio. Todavía la profundidad espiritual, la visión de Dios y su obra es sumamente necesaria. ¿Dónde están los hombres de visión?
- Dios señala específicamente por nombre a aquellos que podrían hacer tareas específicas en la edificación del tabernáculo.
“Yo he llamado por nombre a Bezaleel. . . Y he aquí yo he puesto con él a Aholiab. . .” (Ex. 31:2, 6a).
Dios conoce los nombres, las relaciones familiares, y las relaciones sociales más allá de la familia. Son personas ubicadas socialmente que viven en su cultura con sus propias costumbres, idioma y cosmovisión. La obra del Señor sigue con personas reales y en circunstancias diversas. Las personas tienen nombres, viven y ministran en determinados lugares.
- La llenura del Espíritu Santo es dada por Dios en la vida de no sólo el dirigente (Moisés), sino en aquellos que son llamados a esta tarea particular. Hablando del Bezaleel el Señor dijo:
“y lo he llenado del Espíritu de Dios” (Ex. 31:3).
Es una de las primeras referencias bíblicas a la llenura del Espíritu de Dios. Es interesante que la Escritura especifica esta llenura para los que tenían un papel especial en la construcción. ¡Cuánta falta hace hoy en día la llenura de Dios para los obreros!
- Dios equipa a los llamados con dones especiales. De Bezaleel Dios dice:
“lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte” (Ex. 31:3).
Si Moisés tenía el don de presidir al pueblo, Dios indicaba que otros miembros del equipo necesitaban dones especiales para cumplir sus tareas. Estos estarían implícitos en las palabras “sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte”. Más adelante (Ex. 35:34) la Escritura menciona otro don ‑‑el de enseñanza‑‑ con la idea que los dones eran compartidos por más de una sola persona. Este principio de dones espirituales tiene su antecedente en el Antiguo Testamento.
- Dios inicia la obra, los llama, los capacita también, pero permite que ellos hagan los diseños, es decir, que inventen los diseños con los materiales a su disposición.
“para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce. . .” (Ex. 31:4).
“para proyectar diseños. . .” (Ex. 35:32).
Dios está otorgando una amplia libertad de trabajo dentro de sus propios propósitos. Aquí vemos la hermosa creatividad humana dirigida divinamente, pero haciendo su contribución en la obra del Señor.
- Dios llama a los hombres a trabajar en equipo. No sólo usa a un Moisés, sino también a un Bezaleel y a un Aholiab. Es interesante que estos dos son de diferentes tribus en Israel, pero Dios los llamó y los unificó para que juntos pudieran trabajar. Estos dos hombres trabajaron en relación con otros del pueblo. La Palabra dice:
“…y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado” (Ex. 31:6).
¡Cuán hermoso es este trabajo en unidad con otras personas llamadas por el Señor!
- Hubo obediencia de parte del dirigente (Moisés), los colaboradores (Bezaleel y Aholiab) y de parte del pueblo de Dios. Leemos en los siguientes capítulos la palabra “hicieron” en repetidas ocasiones en cuanto a todas las labores para edificar el tabernáculo.
“Así acabó Moisés la obra” (Ex. 40:33).
La fe es puesta en práctica. Se traduce en hechos concretos la palabra del Señor. Las indicaciones particulares son llevadas a cabo por parte de los obreros y el pueblo. Esto permitió que el dirigente, Moisés, acabara la obra. Otra vez, ¡qué hermoso principio ‑ el de la obediencia y el cumplimiento!
- El pueblo apoyó y colaboró en la obra con ofrendas voluntarias y abundantes. Esto permitió la terminación del tabernáculo. La abundancia de las ofrendas llegó a un punto que Moisés mandó pregonar:
“Ningún hombre ni mujer haga más para la ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer más; pues tenían material abundante para hacer toda la obra, y sobraba” (Ex. 36:6, 7).
Es un poderoso ejemplo que se ha repetido en muchas ocasiones. La liberalidad, la generosidad y la entrega a cubrir las necesidades materiales son el resultado de una actitud correcta para con Dios mismo. Pero seguramente que podemos aprender cuando lo contrario ocurre, cuando el pueblo de Dios no sostiene, no ofrenda y no cubre las necesidades de la edificación, porque nuestra fe se ve acrecentada.
Bazaleel y Aholiab. Nombres bíblicos no muy conocidos, pero de quienes podemos aprender. Tomemos en cuenta la iniciativa y llamamiento de Dios, la ubicación e importancia de los siervos de Dios con visión e ideas, la colaboración y apoyo del pueblo de Dios en la tarea, los dones del Espíritu Santo, la libertad de inventar diseños, proyectarlos y hacerlos, el trabajo y unidad del equipo y la obediencia y tesón para cumplirlo. ¡Todo esto es un modelo importante!
La Edificación del Templo
El tabernáculo se asociaba con el desierto. El templo se asociaba con la ciudad de David, la ciudad de Jerusalén. Vemos en el templo el problema de la institucionalización del culto y con el tiempo el mal uso político/económico de la que era llamada “la casa de oración de las naciones”. A pesar de esta problemática en la construcción del templo, observamos algunas facetas de interés para el establecimiento de nuevas iglesias.
La importancia de los preparativos y la participación de personas que aún no verían la consumación de la construcción.
David quiso edificar una casa para la glorificación del nombre de Jehová Dios. Dios señaló que no iba a ser él, sino otro el que efectuara dicha obra ‑‑su hijo Salomón. A pesar de este veredicto no vemos un desaliento, una resignación que a David le aplastara completamente. Él, más bien, toma fe y toma esperanza. David dijo:
“. . .la casa que se ha de edificar a Jehová ha de ser magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras; ahora, pues, yo le prepararé lo necesario” (1 Cr. 22:5).
Con esta visión ‑‑”ha de ser magnífica por excelencia”‑‑ David hizo los preparativos. La Escritura dice: “Y David antes de su muerte hizo preparativos en gran abundancia”.
Tomemos conciencia de la necesidad de preparativos, de las personas involucradas y aun de personas que no verán la realidad material de una obra. Éstas, también, se constituyen como piezas fundamentales para dicha obra. La visión que David tenía era más allá que su propia gente. Era para la glorificación de Jehová en todas las tierras.
La comunicación efectiva del dirigente, de aquel que tiene la visión de la obra.
Primeramente esta comunicación se imprimió y ahondó en el corazón de aquel escogido. David quería que Salomón supiese que era Dios quien le había escogido, y que era una promesa segura. Dios afirmaba esto a Salomón por medio de la profecía a David, su padre.
“Él edificará casa a mi nombre, y él me será a mí por hijo, y yo le seré por padre;” (22:10).
L
a comunicación de David se externaba hacia otros en el pueblo para que le ayudaran a Salomón. David les dijo:
“¿No está con vosotros Jehová vuestro Dios, el cual os ha dado paz por todas partes?. . . Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros ánimos en buscar a Jehová vuestro Dios; y levantaos, y edificad el santuario de Jehová Dios,” (22:18a, 19a).
Seguramente el poder del Rey pesaba. No contamos con las circunstancias similares de un rey que delega, pero sí contamos en muchas cosas con ser siervos del Rey, quienes tenemos autoridad y quienes encomendamos la tarea a otros siervos. El cumplimiento y la entrega de los que recibieron la comunicación nos atestigua de la efectividad de la comunicación.
La preocupación de David no sólo estaba en lo material de la construcción, sino también en lo espiritual.
El exhortaba a su hijo:
- “Jehová esté contigo y seas prosperado,” (22:11).
- “Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel, guardes la ley de Jehová tu Dios” (22:12).
- “Serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó. . .” (22:13).
- Reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario;” (28:9a).
David no podría estar contento con un avance material en la construcción si no tuviera una profundidad espiritual. La prosperidad estaba en virtud de poner por obra lo que Dios mismo estaba señalando. David lo evaluaba en base al Señor quien “escudriña los corazones de todo y entiende todo intento de pensamientos”. La advertencia seguía: “Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre” (28:9b).
Una hermosa parte de esta exhortación era la promesa profética de aquel Dios que cumple.
“Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jéhová” (28:20).
La promesa de su presencia se relaciona en este texto con la obra del templo y su terminación. Habla de un servicio que esa casa pudiera rendir, para Dios mismo y seguramente para el ministerio en medio del pueblo. En virtud de esta hermosa promesa, Salomón necesitaba animarse, esforzarse, poner manos a la obra y no temer ni desmayar.
¿No será este principio fundamental en nuestros esfuerzos para plantar iglesias? La presencia de Dios, su promesa de ayuda, y el llamado a animarnos. La parte anímica ‑ ¡qué importante! La motivación para hacer la obra ‑ también, ¡cuán importante!
El ambiente de los preparativos y luego la construcción misma era ambiente de alabanza, cántico y alegría.
En la distribución de los trabajos de los levitas, 4000 eran designados para alabar a Jehová “con los instrumentos”. David dijo: “he hecho para tributar alabanzas”. Sí, eran tiempos de cambio de ministerio del tabernáculo al templo. Pero llama la atención que todo el capítulo 25 de 1ro. de Crónicas es dedicado a los músicos y cantores. Música, canto, alabanza y sus variadas expresiones son parte de los preparativos para el templo. ¿No será para nosotros también en los preparativos para establecer nuevas iglesias?
La forma de ofrendar voluntariamente por parte del pueblo les trajo alegría. “Se alegró el pueblo. . .” (29:9). Y esta manifestación de alegría en el pueblo preparaba a David en su bendición y alegría delante del Señor. Una de las más floridas expresiones de bendición la encontramos justo en los momentos de éxito en los preparativos para el templo. David conduce al pueblo a mirar a su Dios.
“Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyos. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. . . Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.” (29:10b‑14).
¿No será conveniente que en todos nuestros esfuerzos para plantar nuevas iglesias apuntemos a un ambiente similar? Sí, ambiente de alegría, de música, de canto y de alabanza. Lo que sucede en ello es que el enfoque principal está en el Señor, y no en las dificultades que nos rodean. La persona bendita de Dios recibe la mirada y la bendición. Dios eterno, magnífico, poderoso, glorioso, victorioso y digno de todo honor. Él es Dios soberano, siendo que todas las cosas son de él. De él son las riquezas y la gloria. En su mano está la fuerza y el poder para efectuar la obra que él mismo determinara.
¡Qué hermoso cuadro de nuestro Dios! ¿No sería un gusto muy grande para los obreros el estar al servicio de un Dios tan grande, tan excelso, tan poderoso?
El ejemplo de la construcción del templo nos habla de suficiencia.
Trabajaron con la suficiencia de Dios, la suficiencia divina en los obreros y la suficiencia en lo material.
Esto nos enfrenta a cierto dilema. Muchas veces colaboramos en los esfuerzos donde se sienten grandes carencias. Sin embargo, no podemos pensar que la carencia proviene de nuestro Dios. Puede ser que sean carencias en lo material o en los obreros humanos, pero la suficiencia de Dios es un gran aliciente. Dios de magnificencia, poder y victoria es Aquel que domina y tiene en su mano la fuerza suficiente. Habrá para nuestros intentos esa clase de suficiencia en dependencia de nuestro Dios.
Nuestra vida quiere decir: “¡Sí, Señor! Lo mismo que vemos en tu pueblo Israel ‑ motivado a ofrendar con generosidad y alegría. Lo mismo en el sentido de obreros aptos para terminar toda la obra y con el mismo enfoque de adoración y alabanza en tu propia persona”. ¡Bendito sea el Dios tan sufic
iente!
El templo no se levantaba en corto tiempo.
Costaba paciencia y aguante. Siete años se invirtieron en los trabajos. Desgraciadamente, muchas veces queremos una nueva iglesia instantáneamente. Nos resulta difícil trabajar, tener paciencia, no flaquear, cumplir y seguir adelante con el cometido. ¡Quizás lo fuera para el pueblo de Israel! Pero, no tenemos indicación de ello. Al contrario, seguía, trabajaba, persistía y continuaba. Finalmente logró la terminación del templo.
¿No será este principio algo digno de considerar al intentar el establecimiento de iglesias?
Algo tremendo tenemos en este modelo. . . lo hermoso de su reflexión en cuanto a la misma persona de Dios.
Tanto David como Salomón lo expresaban. Para ellos, era el Dios que cumple su promesa. Estas frases son más que meras palabras. Encierran toda una teología de la persona misma de Dios.
- “No hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra,” (1 R. 8:23).
- “Que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos,” (1 R. 8:23).
- “Los cielos de los cielos no te pueden contener;” (8:27).
- “Con todo, tú atenderás a la oración. . .” (8:28).
- “Oirás. . . y perdonarás. . .” (8:34).
- “Actuarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos,” (8:39).
- “Sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres;” (8:39).
- “Harás conforme a todo aquello por lo cual el extranjero hubiere clamado a ti . . . les harás justicia . . . harás que tengan de ellos misericordia . . .” (8:43, 45, 50).
¡Qué grande es nuestro Dios! ¡Cuán preciosos son sus atributos y sus promesas! El Dios que cumple. El Dios que está presente.
En el traslado del arca desde el tabernáculo para el templo, “la nube llenó la casa de Jehová. Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová” (1 R. 8:10, 11). Aunque no vemos la nube hoy, la presencia de Dios permanece entre su pueblo. ¡Esta confianza es nuestra! Su gloriosa persona habita con nosotros.
El clima de fiesta y de celebración involucraba a todo el pueblo.
Tanto en los obreros que hicieron la construcción misma del templo, como en los que tenían ministerios especiales hubo una entrega, consagración y dedicación. La música fue una parte importante. La oración también lo fue. En el tiempo de la dedicación del templo el rey Salomón se puso delante del altar en presencia de toda la congregación. En una postura de humildad y súplica extendió “sus manos al cielo”. Las peticiones de entrega siempre son hermosas. Él pedía con base en la persona misma de Dios. En esta oración el rey reconoce la condición de arrepentimiento, la necesidad de volver al Señor, de confesar su nombre y de entregarle sus peticiones.
El templo, tanto como el tabernáculo, nos presentan un modelo de reflexión y utilidad en plantar iglesias. No sería bueno pasarlo por alto en nuestros propios preparativos.
La Sinagoga
El surgimiento de la sinagoga fue una revolución religiosa para el pueblo de los hebreos y tocaba aún a algunos gentiles. El cautiverio babilónico impulsó la formación de una sinagoga y ésta, la adoración popular de Dios, una liturgia no de sacrificio sino alrededor de la Palabra, y un esfuerzo para la instrucción de Las Escrituras. La sinagoga, además, permitía un lugar de encuentro para los gentiles. Fue útil en el sentido geográfico porque a cambio del templo que solamente estaba en un solo lugar, la sinagoga estaba tanto en Palestina como en otros lugares en el mundo donde se encontraran 10 hombres judíos.
La sinagoga presentaba el modelo y funciones que la iglesia primitiva usaba. Estas funciones eran adecuadas en las primeras comunidades cristianas para sus propios fines. Sin embargo, el modelo es muy importante para nosotros. Señalamos las funciones:
- La predicación de Las Escrituras cada semana.
- La lectura de Las Escrituras.
- La hospitalidad que se brindaba a los viajeros y a los forasteros.
- La promoción de la educación religiosa entre sus familias.
- El lugar de canto, oración y adoración pública.
- El lugar donde los interesados, pero no necesariamente creyentes todavía, podrían escuchar el mensaje.
- El centro de actos de caridad y/o la movilización de estas obras a personas necesitadas.
La Diáspora de los judíos vio la formación de sinagogas en muchos lugares. Estas sinagogas eran puentes para la comunicación del mensaje cristiano. Proveían no sólo el espacio como lugar para la llegada de personas como Pablo y otros discípulos, sino también como lugar apropiado para que los gentiles como prosélitos o como temerosos de Dios pudieran escuchar al mensaje.
Muchas de las formas (lecturas, predicación, cantos, oración y centro de estudios) de las nuevas iglesias que intentamos plantar se deben al modelo de la sinagoga
El Patrimonio Teológico
En base a los temas bíblicos profundos del Antiguo Testamento tenemos un patrimonio teológico para plantar iglesias. Temas como: Dios Presente, Dios Actuando en la Historia, y Dios Teniendo Todas las Naciones en el Enfoque de Su Misericordia y Compasión, nos dan un fundamento sól
ido sobre el cual se edifica todo el Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento nos desafía, además, teológicamente sobre varios aspectos de plantar iglesias.
El sentido de espacio y la relación de Dios con un edificio especial.
Salomón lo reconoció en la dedicación del Templo. ¿Cómo puede el hombre construir una casa material para que habite Dios en ella cuando ni los cielos ni la tierra pueden contenerle? ¿En qué sentido puede ser un edificio algo espiritual y especial cuando los valores espirituales no se miden por lo material?
La nube de la gloria de Dios, el sistema de sacrificios, las ofrendas, el complejo servicio de la tribu de Leví, y la presencia de los llamados sacerdotes ahondaron con el tiempo este “algo especial” relacionado al lugar físico.
Los nombres para el tabernáculo fomentaron este “algo especial”. La “morada”, “la habitación del Señor”, “la casa de Dios”, “el tabernáculo de testimonio” o el lugar de reunión y de congregación enfatizaron este sentido especial.
Positivamente, estas palabras y las experiencias de ministerio en el determinado lugar del tabernáculo/templo permitían una visualización y práctica material de una fe religiosa. El lugar ayudaba a la gente a entender la importancia de su relación para con Dios. Los sacrificios eran un llamado a la reflexión y a una vida de santidad. El lugar fue como testimonio de algo importante en su vida, es decir, su ministerio ante el eterno Dios.
Pero también creaba una tensión. Negativamente, el lugar como un espacio determinado de relación con Dios les afectó. La idea de que era un lugar único y el lugar preferido de encuentro con Dios, les limitaba en su relación con Dios. Al cumplir con algún rito, hubo la tendencia de contentarse aún cuando su conducta injusta ameritaba un profundo cambio. Era demasiado fácil cumplir en una forma externa, sin el cumplimiento de corazón o sin la actuación correcta ante su prójimo. La materialización y la comercialización de la fe llevaba un alto riesgo de desviación. Por lo tanto, tenemos la palabra profética levantada, tales expresiones como:
“¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. . . No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación. . . Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; (Is. 1:11, 13, 16).
“¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:6, 8).
Así que, el lugar del templo presentaba una paradoja: una tensión y un desafío. La santidad de Dios que se relaciona con el lugar desafía a una fe verdadera, interna y profunda. Lo material con sus formas y con sus espacios desafía a una relación espiritual con el eterno Dios.
El desafío sigue para nosotros. Las tendencias humanas de darle demasiado valor a un edificio continúa con nosotros. Somos propensos a fijarnos metas para la construcción material de un templo y no en la actualización de un ministerio de agrado delante de Dios.
Santidad y Belleza
El encuentro de reunión con el Dios tres veces santo es también un desafío. La pureza de santidad, el poder del Santo Dios que trasciende y sobre todas las cosas viene a encontrarse con el hombre en toda su necesidad. ¡Qué hermoso misterio! El Antiguo Testamento vislumbra la realidad del Nuevo. La entrada a esa santidad, hecha perfecta en Cristo, se anticipaba ya en el tabernáculo y el templo. La idea de un encuentro con el eterno Dios es real. Este Dios, que demanda santidad, es el mismo Dios de acercamiento y de encuentro.
La santidad habla de magnificencia y de gloria. Existe para el hombre una percepción de belleza y una apreciación estética. El diseño, los detalles y las formas de arquitectura impactan. Tanto el tabernáculo como el templo proveían una belleza en medio de un mundo hostil. El ambiente hostil del desierto, y el ambiente de conflictos humanos fueron visitados por la belleza de un edificio de Dios, bello y hermoso. Aquí entra el sentido de simbolismo y de prototipo. Los detalles, con su sombra de la realidad salvífica de Cristo, proveían un hermoso simbolismo de la verdad. La forma estética era canal para el mensaje. En sí, aun en medio de las pobrezas de la vida material, el simbolismo conducía al hombre a considerar una riqueza espiritual más trascendente.
Este desafío en la santidad y belleza continúa retándonos. Estamos de acuerdo con el Dr. Bakke quien menciona el hecho de nuestra necesidad humana de esa belleza.
“Dios sabe que personas que viven en la fealdad necesitan belleza tanto como necesitan pan”(1989:12).
¿Cómo se puede en nuestro mundo, en medio de tanta pobreza y miseria, expresar la belleza de la santidad? Al plantar iglesias nuevas la belleza se expresa en personas, personas cambiadas y transformadas. ¿Se expresará materialmente, también, en los usos del espacio y los símbolos que se emplean?
Orden/Ministerio/Movilización
Los detalles y diseño del edificio nos hablan tanto del Dios de orden como del Dios de belleza. ¿Y qué tal si en nuestros esfuerzos se ve tan poco orden, tan poco cuidado con los detalles, y tan poco afecto por el diseño? La combinación entre los detalles expuestos por Dios mismo a sus siervos del Antiguo Testamento y el permiso para que ellos sean creativos también nos presentan un gran reto.
Notamos el orden en el ministerio del pueblo y con la designación en particular de la tribu de Leví. Una paradoja de tensión existe entre el ministerio de todo el pueblo, cada uno ministrando ante Dios, y el ministerio ordenado de personas llamadas al ministerio selecto y particular. Hubo orden, hubo participación, hubo formas correctas de expresión. En medio de ese orden, ¿cómo estaba la espontaneidad y la flexibilidad? En medio de actitudes como la humildad y el quebranto, ¿cómo se entendía la obediencia y la manera de acercarse a Dios?
La movilización del ministerio involucraba a todo el pueblo. Si hubo una participación fuerte del liderazgo y el sacerdocio, también existía la realidad de una movilización de todo el pueblo. Podemos contemplar un ministerio vertical de adoración, alabanza, dedicación, confesión, petición e intercesión. Estaban al servicio del Dios Todopoderoso, honrándole, bendiciéndole y glorificando su santo nombre.
En medio de las naciones el testimonio de ese ministerio vertical podría verse. Esto, pues, implicaba también un ministerio horizontal. El testimonio, la proclamación, la enseñanza, el servicio y la confraternidad están implícitos en ese ministerio horizontal. ¡Llamado como tesoro especial en medio de los pueblos de este mundo para demostrar la belleza de nuestro Dios! ¡Luz entre las naciones! Pero también eran llamados a ministrar a los necesitados, a vivir el shalom de Dios y a extender los beneficios de paz, justicia, verdad y bienestar físico en el mundo.
Contemplamos los avances del pueblo hebreo. Contemplamos los fracazos, desobediencias y rebeldías. No nos toca juzgarles a ellos, sino tomar ejemplo para nuestras vidas. Seremos igualmente juzgados por Dios, el único que juzga justamente.
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