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Capítulo Ocho
SAMARIA Y HACIA ETIOPIA
Dr. Pedro Larson
Ella llegó al pozo pensando en el calor y su apuro para sacar el agua. Muy lejos fue el pensamiento de que ese día podría ser tan determinante en su vida. Había otros días importantes … algunos en su relación con otros hombres. Cada nueva relación significaba algo diferente, emotivo … pero dejando el mismo vacío.
Ese día fue muy diferente. En medio de sus pensamientos, ella notó la presencia de un hombre que parecía estar muy cansado. Estaba sentado junto al pozo. Era judío por su apariencia. Ella se sorprendió al escuchar la sencilla petición que él le hizo: “Dame de beber”. Con esa tan sencilla petición, (y no sabemos que le hubiese dicho con el “por favor” o en qué tono de voz), ella contestó. “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?” Su sorpresa se debía a que era mujer, y además samaritana. Ella seguía su comentario: “Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.”
La brecha cultural y religiosa era grande entre judíos y samaritanos. El trato entre los grupos era de desdén y disgusto. Como refrán los judíos decían: “¡Qué mis ojos nunca miren a un samaritano!” Esto seguramente era transmitido como un valor social de padres a hijos. Para algunos de los judíos la ciudad de Sicar era un lugar de locos ser escarnecido por todos. El sentido de desvío prevalecía o de haber errado la forma correcta de creer en Dios. Para unos judíos, el participar del pan con los samaritanos era como el comer la carne de los puercos. (Edersheim, 395-403). Para otros, la actitud entre los dos grupos no era tan extrema. Pero de todas maneras, al hablar Jesús con la mujer en público o de pedir su ayuda él estaba rompiendo con las costumbres rabínicas. (Garrett, 17).
¡Qué hermoso encuentro! El encuentro de Jesús con la mujer sigue teniendo su impacto. Rompió unas barreras tremendas, barreras que la gente marginada puede sentir. Al ser rotas las barreras podía fluir una hermosa comunicación. Los temas en esta comunicación fueron: el agua viva, el don de Dios en salvación, el Profeta verdadero, el lugar de adoración, y la verdadera adoración. Nos acordamos de esa hermosa frase que habla de la búsqueda de Dios. Jesús afirmó:
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Jn.4:23).
Uno de los resultados de ese encuentro fue que “muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer” (Jn.4:39). Después de ir y estar con Jesús ellos decían:
“Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo” (Jn. 4:42).
Otro de los resultados fue la enseñanza para con los discípulos. Los discípulos le vieron ministrando a una mujer samaritana y “se maravillaban”. No pudieron reprochar a su Maestro quien había superado la barrera de comunicación con esta persona marginada.
También, al insistirle que comiese, ellos recibieron la enseñanza sobre algo que es aun más importante que la comida – el hacer la voluntad de Dios Padre. Jesús les dijo:
“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Jn. 4:34).
Jesús seguía con la enseñanza sobre el tiempo de la cosecha, indicando que no era bueno postergar o mal interpretar el tiempo de cosecha cuando en realidad ya estaba la siega. El, además, les dijo que tanto el que siembra como aquel que siega recibe el beneficio de la cosecha. La participación de todos era importante.
Preguntamos, ¿Qué habrá pasado con aquella gente que creyó en
Jesús en el intervalo de años hasta que Felipe llegara para su predicación? No sabemos.
Hubo otra mujer importante en la historia de los samaritanos. Tristemente ella se asocia con la maldad y con el hecho de inducir al pueblo y a su esposo a alejarse de Dios. Su pleito con Elías fue documentado en uno de los encuentros entre las fuerzas del mal y el Dios poderoso. (1 R 18). Ella con su intriga, con su astucia y con su afán for la idolatría llegó a ser un símbolo del mal. ¡Qué pena!
La última escena de su vida de Jezabel fue terrible y cumplió una profecía que Elías había anunciado. Ya muerto su esposo (el rey Acab, y también su hijo que reinaba después de Acab), el hombre que tomó fuerza en el reinado venía a Jezreel donde estaba la ex-reina. Ella se pintó los ojos con antimonio y atavió su cabeza. Se asomó a una ventana sobre el muro y con descaro desafío a Jehú. El preguntó, “¿Quién está conmigo? ¿Quién?” Se inclinaron hacia él dos o tres eunucos. Jehú les ordenó: “Echadla abajo”. Así lo hicieron y ella cayó en medio de los caballos donde Jehú con los animales le atropelló. Entrando a la ciudad, Jehú comió y bebió. Después, él mandó a que sepultasen a Jezabel. Cuando fueron a buscar su cadáver no hallaron “Más que la calavera, y los pies, y las palmas de las manos”. Al ser informado de esa condición, Jehú citó la palabra de Dios dicha por Elías quién había afirmado: “En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel.” (2 R 9:36).
Para los judíos y su historia con los de Samaria, el personaje de Jezabel se relacionaba con la idolatría, la corrupción y el torcer la verdadera adoración a Jehová. Uno puede sentir algo de la intensidad de sentimientos y prejuicios entre los dos grupos culturales.
Los eventos de Hechos 8 son una demostración de la superación por parte de Dios de estos problemas raciales/culturales. En ello fue el cumplimiento de Dios para la extensión de su santo evangelio a los samaritanos. No sólo llegó la palabra de Dios para los odiados como mestizos, sino también para los negros africanos y marginados ceremonialmente como el eunuco. Dios aparentemente no tenía problemas para amar y comunicarse con estas personas, aunque los discípulos, sí tenían sus prejuicios.
Persecución
La lluvia de piedras sobre el cuerpo ya inerte de Esteban cesó. El silencio del momento penetró la conciencia de los que buscaban la ropa que habían dejado con Saulo de Tarso. La satisfacción de haber quitado la vida de una persona, que según su pensamiento no merecía vivir, fue de sólo unos minutos para algunos de esos hombres judíos. En otros seguramente continuaba la furia en su corazón.
De estos últimos, la convicción en contra de este “camino” se ahondó en Saulo. El llegó a dirigir una persecución fuerte con tenacidad e intensidad. Por lo que hizo, se extendió una gran persecución en contra de la iglesia de Jerusalén y muchos tuvieron que abandonar sus hogares, dejar la ciudad y salir buscando refugio y seguridad.
Los apóstoles se quedaron. La razón no sabemos con precisión. Tal vez fuera por una indicación específica del Espíritu. Tal vez fuera por el hecho de que la furia de esa persecución fue más bien dirigida en contra de los cristianos helenistas y los apóstoles les ayudaban en la consolación. O en la economía de Dios, el Señor hubiera querido que posteriormente los apóstoles pudieran dar su apoyo al enviar de los suyos gentes que acreditaran los nuevos avances y así expresar que la Iglesia de Cristo es una sola en el mundo.
Las palabras de la persecución de Saulo son muy fuertes. De casa en casa, tanto para mujeres como hombres, él “asolaba”, “arrastraba” y los “entregaba en la cárcel”. Lucas, con estas palabras, presenta mucha violación de los derechos humanos. La idea es de tortura, de degradación, de insultos, y de heridas. En contra de su voluntad, los perseguidos son sometidos a golpes. Con razón muchos quisieron escaparse, huyendo, saliendo a prisa.
Con esta salida forzada y en medio del terror que la persecución provocaba hubo una siembra de la Palabra de Dios. “Esparcidos” como en el boleo de la siembra, estos refugiados iban por todas partes “anunciando el evangelio”. De veras, era una entrega de buenas nuevas, una entrega de lo más precioso que no se guardaban para sí, sino que lo pudieran compartir con otros.
¿Cuántas veces después en la historia del avance del evangelio, vemos lo mismo? Personas refugiadas, marginadas, y perseguidas que perdían sus casas y pertenencias, sin embargo, en su momento de crisis hayan ido a diferentes lugares y hayan compartido no sólo la tragedia de vida personal, sino la bendición del evangelio de Jesús. De veras, en momentos así, el anuncio de las buenas noticias de Aquel que sufrió y murió cobra mucho valor. El testimonio de la resurrección y una profunda esperanza tiene su impacto en labios de personas que han perdido las cosas de este mundo. ¡Cómo es la gracia, y la fortaleza de Dios en esos tiempos! Seguramente, esto resultó en la siembra de iglesias que han seguido. Lucas, mas luego, comentaría de iglesias crecientes, fortalecidas en el Espíritu Santo en Judea, Galilea y Samaria.
Felipe
¿Cómo era Felipe? ¿Qué notamos en la vida de él que nos ilustra las características de una persona que Dios utiliza en la siembra de iglesias?
Felipe era uno de los siervos elegidos por la iglesia de Jerusalén para atender a las viudas que eran desatendidas en la distribución diaria. Aparentemente, era un judío helenista que se prestaba a ese servicio, y reconocido entre los creyentes como una persona servicial. Las características de estos varones eran “de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría”.
Para cualquier persona, discípulo de Jesucristo, estas características son tremendas. Habla de un testimonio de conducta observado en la congregación, conocido por otros hermanos. En el buen testimonio, afloran las ideas de bondad, de gentileza, de una fidelidad y una responsabilidad.
Pienso que es el anhelo de muchos de nosotros que pudieramos vivir llenos del Espíritu Santo. ¡Qué hermoso vivir lleno de Dios, reflejando la vida de Cristo en uno!
El desempeño de este servicio de Felipe era con sabiduría. Podemos pensar, ¡Qué hermoso es trabajar juntos con personas sabias y entendidas con el mismo propósito!
No sabemos si en ese momento de su vida era un hombre casado, aunque sí, después, entendemos que Felipe era un hombre casado y que tenía hijas activas como profetizas en la obra. Esto habla algo de una consideración de Felipe como hombre de buena conducta en su hogar y con su familia.
Felipe es conocido por la evangelización que hubo en su ministerio. Lucas lo llama “el evangelista”. (Hch. 21:8). Aquí está evangelizando los samaritanos, y luego con el etíope y en lugares como Asdod. En Samaria “les predicaba a Cristo”. La palabra “predicaba” habla de una predicación a manera de heraldo. Esta predicación era un pronunciamiento en relación a la persona de Jesús a manera pública. Como tocar una trompeta, o hacer notar con claridad una nota, Felipe predicaba con claridad y con conviccíon. No era con timidez, ni incertidumbre sino lo contrario.
Cuando estaba con el eunuco, Felipe escuchaba, luego dialogaba con el hombre, y finalmente compartía el evangelio. En esta ocasión la palabra “anunció el evangelio” es la misma expresión de compartir las buenas noticias que los esparcidos hicieron. (8:35 con 8:4). Esta palabra enfatiza el traer, o llevar la buena noticia, explicando de tal forma que el oyente pueda comprender el mensaje de la buena noticia.
Las palabras demuestran que Felipe podía comunicarse adecuadamente con las personas. Hubo una forma de comunicación que permitía que la gente estuviese atenta. ¿Qué era el contenido del mensaje que Felipe predicaba en Samaria? Era de Cristo, era de su persona, era en cuanto a la salvación y la liberación que el Señor les brindaba a las personas. Lucas se limita a decirnos “a Cristo” y “el evangelio del reino de Dios”
y “el nombre de Jesucristo”.
En HECHOS hasta este momento del escrito, Lucas utiliza los siguientes nombres al referirse al Señor Jesús. Vemos en los nombres una cristología emergente:
- Jesús, Hch. 1:1,11; 2:32,36; 4:2,11,13,18; 5:30; 7:55
- Señor, Hch. 1:6,24; 2:21,25,34,36,39,47; 3:19; 4:26,29; 5:14,19; 6:7; 7:31,33,60
- El Señor Jesús, 1:21, 4:33; 7:59
- Jesús nazareno, 2:22
- Jesús de Nazaret, 6:14
- Varón aprobado por Dios, 2:22
- Santo, 2:27; 3:14
- El Cristo, 2:30,31,36; 3:18; 4:26
- Jesucristo, 2:38; 3:20; 5:42
- El nombre de Jesucristo de Nazaret, 3:6; 4:10
- El Hijo Jesús, 3:13, 26; 4:27
- El Justo, 3:14, 7:52
- El Autor de la Vida, 3:15
- El profeta, 3:22,23; 7:37
- La piedra reprobada, 4:11
- La cabeza del ángulo, 4:11
- El ungido, 4:27
- El nombre de tu santo Hijo Jesús, 4:30
- Ese nombre, 5:28
- El Nombre, 5:41
- El nombre de Jesús, 5:40
- Príncipe, 5:31
- Salvador, 5:31
- El Hijo del Hombre, 7:56
Nos preguntamos, ¿Qué podemos entender de los nombres de Jesús en cuanto a la predicación de Felipe?
- El mensaje fue arraigado en la persona de Jesús, identificada específicamente con Nazaret. La identificación histórica tenía que ver con su vida de ministerio, los acontecimientos conocidos en el pueblo de Israel, el maltrato que recibió, la oposición de los sacerdotes y su muerte. Seguramente, la afirmación de su resurrección estuvo en los labios de Felipe.
- La importancia del concepto de un nombre era parte del patrimonio hebreo. Con el contexto hebreo, que fijaba un alto valor en cuanto a “nombre/carácter”, vemos por parte de los seguidores de Jesús el uso de estos títulos. Se produjo un choque con la gente. Para los que se oponían, como buenos judíos, el uso frecuente de estos títulos seguramente les molestaba. La prohibición de predicar en “ese nombre” (5:28) refleja el desdén con el cual los religiosos querían apagar la predicación de los discípulos. Podemos imaginar la indignación, la molestia y la ira de aquellos judíos no creyentes al escuchar los títulos como: El Señor, El Cristo, El Ungido, El Santo y El Hijo de Dios cuando le atribuían éstos a Jesús. ¡Cuánta hubiese sido su furia aún en la aseveración de que Jesús era Salvador! Lo chocante seguía en las afirmaciones de que Jesús era “el profeta” prometido por Moisés, o era el “varón aprobado por Dios”, y ¿qué tal con esto de ser “el autor de vida”?
- La centralidad de Jesús en el mensaje de Felipe nos lleva a deducir que él les contaba de la vida y el ministerio de Jesús en cuanto a su compasión con la gente necesitada. Mujeres y niños, igual que hombres, fueron el enfoque de su ministerio. Su manera de ser con las personas, su relación con su familia y con los seguidores, y el gusto de estar en su presencia se comunicó. Pero, ¡qué problema con los que se le oponían! ¿Qué habría enfatizado Felipe, en cuanto a la última semana? Si es que Felipe se acordaba de las palabras de Pedro, les hubiera mencionado lo siguiente:
– a este Jesús, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, fue prendido y matado por manos inicuas. Aunque sufrió la crucificación, era imposible que los dolores de la muerte le retuviesen. ¡Resucitó! ¡Está con vida! (Hch. 2:23,24. Trad. del autor). ¡Qué fantástico – el acontecimiento de la cruz de Cristo con aquella resurrección! Sí, cambió la historia de los hombres. La intervención de Dios mismo, Padre, Hijo, Espíritu Santo, en la resurrección demostró que el cíclo normal de vida que llega a la muerte física no tiene la última palabra. Hay todavía resurrección y vida.
Felipe podría recordar aquella ocasión de aquel gran mensaje de Esteban, y que le llevó a la muerte.
“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis” (Hch. 7:51-53).
- Debemos mencionar la postura de un Cristo exaltado, a la diestra de Dios Padre. La experiencia de Esteban afirmaba el señorío y la participación en la gloria de Aquel que caminaba con sus discípulos. Esteban había dicho:
“He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hch. 7:56).
Cuando Lucas más tarde escribe de la experiencia de Esteban por el Espíritu Santo, él dijo:
“Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,” (Hch. 7:55).
Con tremendo atrevimiento afirmaba Esteban esto en medio de los judí
os incrédulos.
El tema de la exaltación de Jesús fue un tema en el mensaje de Pedro el día Pentecostés. Al afirmar la resurrección de Jesús, “de lo cual todos nosotros somos testigos,” Pedro declaró con denuedo:
“Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y ois” (Hch. 2:33).
No sólo dio esta afirmación personal de la exaltación, sino Pedro usó una cita del Antiguo Testamento para substanciar la exaltación de Jesucristo con su ejemplo de David, quien no subió a los cielos sino dijo:
“Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Hch. 2:34,35).
Con esto tan impactante de la exaltación, de estar a la diestra de Dios Padre, Pedro les dijo:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hch. 2:36).
Con estas palabras, se habían compungido de corazón, y le habían preguntado a Pedro su gran pregunta, “¿Qué haremos?”
Es de suponer, aun en medio de un público samaritano, que las obras de poder efectuadas por Jesús en su ministerio y la misma encarnación del Hijo de Dios tenía su impacto. Su horrenda crucifixión y la noticia de su resurrección llamaba poderosamente la atención. La idea de la diestra de Dios, la exaltación del Mesías, la autoridad misma de dominio que la exaltación implicaba, y el derramamiento del Espíritu Santo podría haber causado sorpresa.
- Junto con la predicación de Felipe, y como una parte integral de su ministerio con los samaritanos, fueron las señales que hacía. Quizás por ello, la gente escuchaba unánime y atentamente.
En estas señales notamos la palabra “muchos” tanto con la mención de personas afligidas con espíritus inmundos como también los paralíticos y cojos. En cuanto a éstos primeros, los espíritus salían “dando grandes voces”. ¿Habría estas grandes voces por motivos de un más amplio anuncio del evangelio? Porque en algunos casos, Jesús, al expulsar los demonios, no les permitía hablar. (Lc.4:35)
En cuanto a los que eran sanados, Lucas menciona a personas que se podría verificar su sanidad – paralíticos y cojos. No sabemos si se incluía otros casos de sanidad. Todo ello nos da la idea de que eran señales con el propósito de que la gente pudiera verificar las obras de poder divino. El resultado fue “gran gozo” en aquella ciudad.
Las palabras de señales(SEMEION), prodigios(TERAS), y diversos milagros(DUNAMESIN) hablan de los resultados del poder divino. En este caso del relato de Lucas, él usa dos veces la palabra de señal y una vez la palabra de milagros.
“Las dos palabras (señales y prodigios) llevan la idea de una manifestación sobrenatural de poder de Dios que pueden ser percibidas por los hombres a través de sus sentidos normales (el ojo, oido, etc.). Dios está detrás de estas manifestaciones, obras, y hechos de poder. Son señales o marcas que se identifican como una manifestación divina con significado para los que estaban verificando o percibiendo su realidad” (Larson 1987:7,8).
Felipe podía ver en Pedro que el nombre de Jesús tenía gran poder. En el caso de la sanidad del cojo que estaba mendigando en la puerta Hermosa del templo, la respuesta de Pedro en el interrogatorio con los gobernantes fue:
“sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano… Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:10 y 12).
El poderoso nombre de Jesús. ¡Qué bello es!
- El nombre de Jesús y los títulos “Salvador” y “el Autor de Vida”, nos hablan directamente de la salvación y la vida eterna que los samaritanos pudieron recibir en Cristo. Ellos creyeron al mensaje de Felipe en cuanto a la persona de Jesús. Se bautizaron hombres y mujeres al haber recibido el anuncio del evangelio del reino de Dios.
Esta frase “el evangelio del reino de Dios” nos sugiere un modelo de la predicación de Juan el Bautista o del mismo Jesús. En ello hay:
– Una claridad de expresión en cuanto al pecado y culpabilidad humana frente a la santidad divina.
– El énfasis sobre la relación de justicia, una relación justa entre Dios y el hombre y entre los hombres.
– La verdadera shalom y la reconciliación.
– El señorío de Jesucristo evidenciado en esa hermosa expresión de Juan al decir: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”.
– El servicio de aquel que es verdadero discípulo del Rey Jesús.
– La bendición del perdón de pecados.
– La invitación a un sincero arrepentimiento.
– La manifestación de fe en la persona de Jesucristo por medio del bautismo en agua.
La buena noticia de Jesús en medio de los samaritanos como en cualquier grupo, puede producir esperanza, liberación y una profunda conciencia de salvación eterna. ¡Cuán importante es el arrepentimiento con fe en Jesucristo! Sólo en Jesucristo existe la Luz del mundo, la salvación eterna, y el poder de la liberación. Felipe lo anunciaba, lo predicaba, lo compartía, lo vivía.
Felipe y la Conexión Africana.
Felipe escuchó (supuestamente en Samaria en el momento oportuno) la indicación del
ángel del Señor de que era necesario salir e ir por el camino que bajara de Jerusalén hacia Gaza. En obediencia se fue.
¿Continúa Dios obrando así con los de nuestra época que abren obra? Por lo menos tenemos el testimonio de Lucas en HECHOS de que esto seguía sucediendo. Le vemos con Ananías (9:10), Cornelio (10:3), Pedro (10:11-20), el liderazgo en Antioquía (13:2), Pablo (16:8,9; 18:9).
El testimonio del avance de la obra misionera a través de los siglos continúa con indicaciones y testimonios de que Dios revela específicamente a sus obreros detalles de avance, sea por una manifestación visual o algo tan interno de corazón que sólo la persona lo percibe y lo escucha como voz de Dios.
¿Cuáles son las enseñanzas de la vida de Felipe en su encuentro con el africano?
- La importancia de ser obediente en el momento de Dios para otra persona, y en lugares que humanamente no son tan favorables. El desierto nos habla de soledad, de falta de gran cantidad de personas, y de las mismas dificultades físicas de poca agua, y de mucho calor. El encuentro con una persona “clave” puede suceder bajo la soberanía de Dios en momentos o lugares insólitos. El desafío para todos los obreros en la apertura de una nueva obra es de tener los oídos espirituales afinados a la voz del Señor y de obedecer con prontitud.
- La percepción de la obra previa de Dios en la vida de una persona, y el momento oportuno en cuanto a cómo entablar el diálogo que le llevaría a la entrega del evangelio. Dios, sí, obraba con este hombre antes de este encuentro con Felipe. Vemos esta obra de Dios en: la creación de este hombre africano, en su situación de vida que le permitía el viaje, en el escrito profético que él estaba realizando en el momento del encuentro con Felipe, y en la inclinación de su corazón de buscar a Dios, yendo a Jerusalén a adorar.
Felipe pudo escuchar al Espíritu de Dios diciéndole: “Acércate y júntate a ese carro” (8:29). Con sus ojos le vió, con sus piernas caminó o corrió, y con su voz preguntó sobre el del pasaje bíblico: “Pero ¿entiendes lo que lees? (8:30).
- Felipe no le menospreció ni por ser un hombre rico, importante como una persona viajando en carro de caballos, ni después cuando supo que era un hombre “eunuco”. Para los judíos esto implicaba la impureza ceremonial en la adoración. Además de estos aspectos, tenemos una brecha superada por Felipe al dar testimonio adecuado a una persona de raza y cultura muy diferente. Es de suponer que era un hombre negro de Etiopía, tal vez alto, bien vestido de ropas elegantes de esa cultura. Pero, nada de esto, que tantas veces hace más difícil el acercamiento, le detuvo a Felipe. Tenemos el desafío de superar las barreras culturales. Muchas veces es muy difícil.
- ¡Cuánta bendición existe cuando hay conocimiento e interés en la Palabra de Dios! Generalmente la apertura es más cuando de la persona misma haya una invitación a que uno le aclare lo que esté leyendo de la Palabra del Señor. El eunuco dijo: “Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro?” (8:34). Vemos la importancia del diálogo y del acercamiento a la Palabra. “Entonces, Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.” Hubo una adecuada comunicación. Hubo el enfoque en Cristo con base del Antiguo Testamento. Aquí está la idea de un desarrollo del mensaje con claridad.
- ¿Qué fuente de información le inspiró al eunuco a hacerle la pregunta a Felipe en cuanto al bautismo? ¿Era por su entendimiento sobre el hecho de ser prosélito judío? ¿O era de que Felipe le hubiera compartido la idea de arrepentimiento y fe en Cristo ligado al testimonio de bautismo? De todas formas, vemos con esta experiencia la cercanía del depósito de fe personal en la persona de Jesucristo como Hijo de Dios con el acto físico del bautismo en agua. La respuesta que Felipe le dió al eunuco nos ilustra que para ser bautizado no debe de haber impedimiento alguno más que la fe, la confianza y la entrega a la persona de Jesús. Felipe le dijo: “Si crees de todo corazón, bien puedes” (8:37).
- “Cuando subieron del agua” nos habla del bautismo en agua por inmersión. Ya había terminado el trabajo de Felipe con el eunuco. Esto nos llama la atención por el énfasis en el discipulado que muchas veces tenemos, de poder continuar con el nuevo discípulo más tiempo. No era la voluntad de Dios que este hombre tuviera a Felipe a su lado por más tiempo. El Espíritu le arrebató a este siervo, pero el hombre continuaba su viaje “gozoso”. Felipe, por su parte, continuaba entregando el evangelio en Azoto, y en todas las ciudades hasta llegar a Cesarea. Años después encontramos a Felipe en el ministerio de Pablo, también en Cesarea. Con sus hijas dio albergue en su casa al apóstol. Para la vida ministerial de Felipe, aun en el silencio relativo de la Escritura, esa referencia nos permite considerar una continuidad y fidelidad personal en la obra. (21:8-10).
Entendemos que Dios siguió obrando en la vida del eunuco con la indicación de la recepción del Espíritu que produjo gozo.
Aparte de la Escritura tenemos el testimonio de Irenaeus quien menciona que el Espíritu Santo le dio al eunuco valor y poder a predicar en su propio país de lo que él mismo había creído (Stott 1990:162). Otro testimonio en cuanto al eunuco fue de Eusebius quien le da al eunuco el nombre de Indich, el primer predicador cristiano en su país de las buenas nuevas de gran gozo. Según Eusebius hubo el establecimiento de la iglesia en la Isla de Meroe (Knowling 1961:227).
La Recepción del Espíritu Santo
La noticia del gran avance de la Palabra de Dios en Samaria llegó a los oídos de los hermanos en Jerusalén. Personalmente, creo que la motivación de enviar de los suyos fue una motivación sana y de parte del Espíritu de Dios, y no en el sentido de buscar “el control” de la obra.
Pedro y Juan fueron enviados por parte de la Iglesia de Jerusalén. Lucas no nos dice cómo llegaron o cuáles fueron sus observaciones. Lo único (y lo tremendo) que menciona Lucas fue que ellos oraron por los creyentes samaritanos “para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.” (8:15,16). El Dr. Marshall dice: “Esta frase es la más extraordinaria en todo el libro de los Hechos.” (157).
Quizás la razón pri
ncipal por la sorpresa que nos puede causar la frase sobre la recepción del Espíritu en Samaria se ve en las mismas palabras de Pedro en su mensaje el día Pentecostés. Pedro dijo:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” (2:38,39).
En esto no hubo una indicación que fuese necesario ni la presencia de uno que hubiese estado el día de Pentecostés, ni la presencia de un “apóstol”, ni la necesidad de la imposición de manos, ni la señal visible y manifiesta como fue el hablar en lenguas. No. Secillamente, Pedro estaba indicando que la recepción del Espíritu es ligada a un verdadero arrepentimiento y confesión a Cristo. Hay certeza en la recepción del Espíritu para “cuantos el Señor llamare”. No dijo Pedro que “ojalá” lo reciba, o que algunos pudieran recibir como creyentes y otros no. Sino, Pedro afirmó lo contrario, con la palabra certera “recibiréis.”
Por ello, ¿cómo podemos entender la recepción del Espíritu entre los samaritanos o entre los romanos en el capítulo siguiente? ¿Quiere Lucas o quiere Dios que entendamos que la experiencia cristiana realmente es dividida entre la fe/el bautismo en agua y luego en una segunda etapa la recepción del don del Espíritu?
¿Son estas circunstancias en Samaria y Cesarea típicas y normativas en la recepción del Espíritu Santo como afirman muchos hermanos? ¿O son muy especiales por razones de la evangelización del mundo según las palabras de Jesús en Hechos 1:8?
Aceptamos el hecho de que nuestra interpretación de la Palabra pueda ser demasiado influenciada por nuestros prejuicios o nuestros sistemas. Aquí está uno de estos lugares. Si bién, tomamos una postura diferente a la clásicamente católica/anglicana o la postura de muchos de nuestros hermanos pentecostales, lo hacemos con humildad y respeto por su postura de entendimiento.
El Dr. Juan Stott presenta una explicación de las diferentes posturas, que a mi juicio está muy claro. (1990:151-159). En resumen:
- Las interpretaciones pueden calificarse en dos: El primero es que la vida cristiana con la plenitud del Espíritu Santo es de dos etapas que se divide entre el arrepentimiento/fe en la conversión a Cristo y el bautismo en el Espíritu Santo posterior a la conversión a Cristo. Esta interpretación la afirman los católicos y unos anglicanos por un lado y los pentecostales/unos carismáticos por otro lado. Stott menciona “Es verdad que hay diferencias entre los dos grupos, en el hecho de que lo católico es ceremonial y para el exterior mientras que lo pentecostal es de adentro y espiritual.” (152).
Para el católico se inicia con el bautismo y la segunda etapa está en la confirmación. Para el pentecostal, la primera etapa consiste en la conversión a Cristo en arrepentimiento y fe, y la segunda etapa, el bautismo en o con el Espíritu Santo.
- La segunda interpretación es sostenida por muchos grupos evangélicos por la enseñanza sencilla de los apóstoles en sus epístolas. Nos arrepentimos, creemos en Cristo, somos bautizado en agua como testimonio de nuestra fe en Cristo. Recibimos del Señor Jesús tanto el perdón de pecados como el don del Espíritu Santo en la conversión. Cristo, por su Espíritu vive en nosotros. El mandato es de ser lleno del Espíritu Santo, de vivir y andar en el Espíritu.
- No podemos negar que los samaritanos recibieron la plenitud de la vida cristiana en dos etapas. La primera etapa fue con Felipe en su predicación y en el bautismo con agua. La segunda etapa fue en la imposición de manos de Pedro y Juan. Stott afirma que lo que Dios hizo una vez él podría hacer de nuevo si las circunstancias son similares. (154). Pero, esta forma no es normativa para los creyentes por lo siguiente: Esta fue la primera ocasión que el evangelio se proclamaba fuera de Jerusalén y dentro de Samaria. Fue un momento de avance muy significativo. Para enfatizar la unidad en Cristo y para frenar las tendencias humanas de separación cultural para tener su “propia” iglesia, la situación sin precedentes necesitaba métodos muy especiales. Tanto judíos como samaritanos tenían que pertenecer a la comunidad cristiana sin distinción. La visita de Pedro y Juan fue una excepción histórica y una medida muy especial de Dios para hacernos entender que todo el evangelio es tanto para los samaritanos y los gentiles como para los judíos. Ningún creyente, ningún grupo cultural es de “segundo” rango. La igualdad común del hombre creyente de cualquier grupo queda establecida por Dios. Por el hecho que esta barrera cultural se quedó perfectamente superada en la recepción especial del Espíritu Santo, la forma normal es que al entregarnos al Señor, recibimos el perdón de pecados y el don del Espíritu al momento de creer. (158).
En plantar iglesias, la llegada de Dios, la presencia de Su Espíritu transformando a las personas es esencial. Si no existe esto no hay una nueva iglesia.
La Oposición
Aparte de la persecución frontal que se comenta Lucas en este capítulo de Hechos 9, tenemos los acontecimientos en la vida de Simón que nos ilustra una oposición interna a la obra. La magia, el espiritismo, el sincretismo, las actitudes equivocadas y la carnalidad pueden influir negativamente en la apertura de una obra nueva.
Existen muchas diferencias entre los comentaristas sobre la vida de Simón en cuanto a si él de veras se hubiese convertido al Señor. ¿Qué podemos aprender de esta situación con Simón en cuanto a la obra nueva?
- Habrá ciertas profesiones de fe de personas, con el bautismo y quizás el seguimiento con los hermanos, que posteriormente pueden ser cuestionados por los mismos hermanos. En ello se necesita por parte de la nueva iglesia el don (los dones) de sabiduría o de discernimiento. Habrá momentos cuando el grupo va a tener que dejar la última palabra con el Señor, quien es el juez de los vivos y de los muertos.(10:42)
- Las artes mágicas, y todo el ambiente espiritista y/o animista presentan mucho desafío para las obras nuevas en muchos lugares de nuestro mundo. Lo que hacía Simón era algo muy real. Se lo describe como engaño, haciéndose pasar por algún grande, teniendo mucha atención de la gente tanto de las personas grandes como de las más pequeñas. En el caso de Simón la gente le atribuía un honor grande de Dios. Aparentemente, esta
arte mágica dejó ganancias para Simón.
- Las señales y los milagros de Dios hechos por Felipe produjeron en Simón un profundo sentido de maravilla. “Estaba atónito.” Al llegar Pedro y Juan de Jerusalén les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. Simón ofreció dinero a los apóstoles diciendo: “Dadme también a mí este poder…” (8:19). Muchas otras personas han pensado igual que Simón que el don de Dios, o algún favor de Dios, se puede conseguir a través de dinero. Con la respuesta enérgica de Pedro tenemos la enseñanza que no es por la compra de dinero que uno reciba la gracia del Señor ni el don del Espíritu Santo. Las siguientes frases son durísimas:
– “Tu dinero perezca contigo”
– “No tienes tú parte ni suerte en este asunto”
– “tu corazón no es recto delante de Dios”
– “Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad”
– “porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás” (8:20-23).
¿Había en Simón un verdadero arrepentimiento? Sus palabras dejan cierta duda al respeto, porque él les dijo: “Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.” Para Stott y Harrison las palabras de Simón indican la falta de una petición de arrepentimiento, y aun si en el texto Bezan que menciona sus lágrimas, Stott dice que “eran lágrimas de remordamiento o de ira, no lágrimas de arrepentimiento.” (Stott, 151).
Toda esta experiencia de Simón es una advertencia en contra de una búsqueda de poder fuera de la persona del Espíritu Santo de Cristo. La búsqueda de poder o de milagros con manifestaciones externas, pueda ser muy peligrosa.
LECCIONES DE RETO DE SAMARIA
Los obstáculos para el avance del reino de Dios son muchos. El caso de Samaria nos ilustra como algunos de ellos son superados. La persecución, en vez de ser un obstáculo insuperable, muchas veces, permite un avance del evangelio en nuevos lugares.
Quizás, lo que más frene la obra del Señor en el avance son las situaciones “internas” de la iglesia aunque reconocemos que variables del contexto y la mentalidad religiosa de las personas en sus idolatrías pueden ser de mucho peso en resistir al evangelio. El caso de Simón el mago ilustra un peligro sumamente fuerte, y con su brote y florecimiento, lo podría frenar en gran manera. Es el reto de la magia, del espiritismo, del animismo latente en las personas que les provoca a buscar un poder o las manifestaciones que realmente son ajenas a Dios.
Los dones de sanidad que vienen de parte del Espíritu Santo son preciosos. También, los dones que permiten una clara evangelización y discipulado de las personas. Pero, ¿qué tal todo aquello que tergiversa y tuerce la obra del Señor? Satanás quiere torcer o desviar las cosas para su propio provecho. El diablo con sus huestes puede fingir muchas cosas, o puede efectuar manifestaciones que adelantan la resistencia al señorío de Cristo. La energía de Pedro en combatir ese hecho con Simón nos ilustra el cuidado que debemos tener en cuestiones espiritistas. ¡Cuánta falta hace el don de discernimiento! Y luego, ¡cuánto valor se necesita al encarar situaciones difíciles como fue ese caso de Simón!
Muchos de nosotros quiseramos ser como Esteban o Felipe, con las cualidades de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y sabiduría. Lo que también es de admiración es estar en el lugar exacto y en el momento preciso como fue Felipe para ver una gran obra del Señor. El podía escuchar la voz del Espíritu Santo de Dios, y luego tenía la disposición de corazón para obedecer inmediatamente. ¡Qué hermoso esto en el discipulado! ¿No será esto nuestro mismo anhelo también? Como los Drs. Blackaby y King han enfatizado en sus lecciones, MI EXPERIENCIA CON DIOS:CÓMO SABER Y HACER LA VOLUNTAD DE DIOS:
“Dios siempre está obrando a su alrededor…El Espíritu Santo y la Palabra de Dios le instruirán y le ayudarán a saber cuándo y dónde está Dios obrando. Una vez que usted sepa dónde está obrando, usted ajustará su vida para unírsele allí.” (17,18).
Dios obra. Nuestro desafío es de ser muy conciente de su obra, observando y participando según su voluntad. El caso de Samaria nos habla de como Dios utiliza a personas no tan famosas en su obra. Felipe, aunque conocido en Jerusalén, no fue tan conocido como Pedro, Juan u otro de los apóstoles. Gracias al Señor porque él usa las más pequeñas personas en su obra.
Es maravilloso ver el toque de gozo y la expresión de emoción en un hombre individual, el eunuco, como también en una multitud de las personas de Samaria. En este mundo lleno de penas y tristezas, la llegada de Dios, de Cristo, del Espíritu Santo produce gozo. Para algunos de nosotros que somos más secos y con más dificultad en expresar nuestras emociones, este relato nos debe de animar y advertir que la emoción no siempre es mala en la obra de Dios.
Uno de los más evidentes e importantes resultados de este caso del avance en Samaria ha sido la superación de una barrera muy grande, la barrera puesta entre los hombres por su cultura y raza. El establecimiento de la iglesia entre los samaritanos cumplió lo que Jesús había indicado con sus discípulos. La evangelización con la predicación a Cristo trajo la bendición de la vida espiritual en el Espíritu Santo. La forma de esa llegada da pie a la postura de personas como el Dr. Boer, quien menciona que más allá de la obediencia de los discípulos a la Gran Comisión de Jesús, fue tan necesaria la intervención del Espíritu de Dios. El es quien impulsa para el cumplimiento de la Gran Comisión. El es quien da poder y orientación a los discípulos en todo el avance de su reino.
La obra misionera siguió para Samaria. La bendición de la gracia y la misericordia se extendió para personas consideradas por algunos como marginadas. ¡Gloria a Dios!
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