(El nombre es cambiado pero el testimonio es real)
Este joven tiene 19 años. Llego de México hace 4 años como muchos en esta parte vienen de forma ilegal. Sus vidas en México no tienen mucho sentido sin educación, sin dinero y sin Cristo. Así que llego acá con la esperanza de un mejor futuro y se encontró con la realidad. Apenas puede sobrevivir con un trabajo de obrero donde gana para pagar su renta y su comida. Llegando en su adolescencia a este país se ha relacionado con jóvenes en una situación similar a la de él. Estando sólo sin sus padres y sin una autoridad firme que lo dirija, le fue más fácil involucrarse en las pandillas, en las drogas y una vida desordenada en todos los sentidos.
El pasado 13 de Agosto, andando caminando de noche entre las calles de la ciudad, se topó con pandilleros enemigos que iniciaron un pleito. Parece que había cuentas pendientes así que uno de ellos sacó una pistola, le apuntó en la frente a Manuel.
En el forcejeo, él levantó la cabeza, y el balazo le penetró entre la nariz y el labio superior. Traspasó por su encía y salio por el cuello. El joven quedo muy mal herido y fue llevado al hospital. Tuvo una operación de emergencia y le tuvieron que poner un soporte en su boca.
El dijo haber sentido la muerte cerca y durante los casi 10 días en el hospital sintió que debía haber un cambio en su vida o iba a morir. Un amigo de él que también había estado en drogas, lo invitó a nuestra iglesia el domingo 24 de agosto.
Manuel escuchó el mensaje sobre “El Agua de Vida”, una invitación para recibir a Jesús – el único que puede saciar la sed de vida eterna. Manuel levantó su mano y recibió a Cristo. Al final del servicio me dirigí a él y le pregunté si había tomado la decisión. Me dijo que sí. Le invite al campamento juvenil y me dijo que no estaba trabajando y no tenía dinero. Le ofrecí una beca que cubriría la mitad del costo. Le pregunté si podía conseguir el resto y lo hizo.
En el campamento, después del primer tema donde terminé hablando sobre el destino final de los jóvenes que andan en tinieblas (el infierno), Manuel me dijo que ahora más que nunca entendía que Dios tenía un propósito para su vida al no dejarlo morir. Manuel no quería ir al infierno y por eso, reafirmó su compromiso con Cristo. Me dijo que su deseo más grande, ahora que esta en la luz, es que sus amigos que andan en drogas y pandilla, vengan también a Jesucristo.
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Fecha escrito 5-9-2008, permiso dado por Pastor Armando Reyes