¿Es el cristianismo
una imitación de las religiones paganas?
¿Por qué es importante refutar los desvaríos y falsedades contenidos en el Código Da Vinci? Por varias razones. Muchos dicen que aquellos que se han dedicado a esta tarea, en realidad le están “predicando al coro”, una expresión americana para denotar, en este caso, que solamente logran captar la atención de los seguidores de Cristo. Y en cierta forma puede que tengan razón. Lo que escapa a su comprensión es que el solo hecho de que los cristianos en general pongan atención a sus propios apologistas, es en sí un milagro. Si el Código Da Vinci ha servido para despertar a una masa de cristianos que nunca supo defender su fe y ahora se sienten desafiados cuando alguien los confronta o interroga respecto a algunas de las patrañas de Dan Brown, tenemos que concluir que la novela ha venido a ser una bendición disfrazada. Otra razón es que cuando alguien responde sistemáticamente a los argumentos contra el cristianismo manejados en el libro, no está refutando el Código Da Vinci per se, sino que está refutando los mismos argumentos de los escépticos que son reciclados generación tras generación. Los reclamos son totalmente obsoletos y ya han sido sepultados por la erudición tanto secular como cristiana hace mucho tiempo, pero como las patrañas son repetidas hasta el cansancio y la memoria universal es anoréxica, nos vemos en la necesidad de volver sobre ellas. El Código Da Vinci nos hace el favor de poner todas estas absurdas hipótesis juntas en un solo libro, muchas de ellas compactadas en un solo capítulo, como en el caso del capítulo 55. En este capítulo, por ejemplo, el ficticio historiador del Código Da Vinci, Leigh Teabing, acusa al cristianismo de ser una copia carbónica de las religiones paganas. Veamos sus palabras:
“Constantino el Grande … era pagano. En el año 325 decidió unificar Roma bajo una sola religión: el cristianismo. Constantino era muy buen empresario. Veía que el cristianismo estaba en expansión y, simplemente, apostó por un caballo ganador. Los historiadores siguen maravillándose de su capacidad para convertir a la nueva religión a unos paganos adoradores del sol. Con la incorporación de símbolos paganos, fechas y rituales a la creciente tradición cristiana, creó una especie de religión híbrida que pudiera ser aceptada por las dos partes. Los vestigios de la religión pagana en la simbología cristiana son innegables. Los discos solares de los egipcios se convirtieron en las coronillas de los santos católicos. Los pictogramas de Isis amamantando a su hijo Horus, concebido de manera milagrosa, fueron el modelo de nuestras modernas imágenes de la Virgen María amamantando al niño Jesús. Y prácticamente todos los elementos del ritual católico, la mitra, el altar, la doxología y la comunión, el acto de “comerse a Dios’, se tomaron de ritos mistéricos de anteriores religiones paganas … Nada en el cristianismo es original. El Dios precristiano Mitras, llamado “hijo de Dios y Luz del Mundo”, nació el veinticinco de diciembre, fue enterrado en una tumba excavada en la roca y resucitó al tercer día. Por cierto, el veinticinco de diciembre también es el cumpleaños de Osiris, de Adonis y de Dionisos. Al recién nacido Krishna le regalaron oro, incienso y mirra. Hasta el día del Señor de los cristianos es una idea que tomaron prestada de los paganos … los cristianos respetaban el sabath de los judíos, el sábado, pero Constantino lo modificó para que coincidiera con el día de la veneración pagana al sol.” Hasta nuestros día, la mayoría de feligreses acude a la iglesia los domingos sin saber que están allí para rendir su tributo semanal al dios pagano del sol” (CDV, pp. 288-89).
Leyendo lo anterior, vinieron a mi mente ramalazos de la literatura producida hasta el hastío por grupos como la Iglesia Adventista del Séptimo Día y los Testigos de Jehová, estos últimos una secta seudocristiana y los primeros, un grupo cristiano aberrante. Dan Brown no tuvo que ir muy lejos para encontrar este tipo de argumentos. La similitud en símbolos puede ser interpretada como una copia, y quizá lo haya sido. En ese caso, no se trató de pedir prestado sino de una victoria ideológica. J P. Holding señala acertadamente que lo primero que tenemos que notar en este argumento es que el préstamo de simbología no ocurre en la época del cristianismo primitivo del primer siglo, sino del cristianismo en el tercer y cuarto siglo[1]. Esto por sí solo, planteo yo, hace que el argumento de Dan Brown sea un anacronismo.
J.P. Holding plantea, también, que no fue en realidad una copia o un pedir prestado, sino más bien un tipo de campaña publicitaria, por usar un término moderno. La deidad pagana Mitras era representada dando muerte a un toro mientras lo montaba. La iglesia creó una escena similar con Sansón dando muerte a un león. Mitras lanzó flechas que se inscrustaron en la roca de donde brotó agua, la iglesia cambió eso por una escena donde Moisés hace que el agua fluya de la piedra de Horeb. ¿Por qué lo hicieron? Holding explica que en esos tiempos el arte era, por lo regular, de carácter imitativo. La gente de la época pensaba en términos de probabilidades o de verificación de las experiencias previas. La imitación era una forma de expresar superioridad, más o menos dentro de estos lineamientos: “Mitras no fue un héroe real, Sansón sí lo fue. Ignorad a Mitras.” “Esta religión pagana usaba una mitra como símbolo de poder. Bueno, nosotros tenemos el poder real, por lo tanto, reclamamos la mitra para nosotros.” Note el lector que el préstamo se limitó sólo al simbolismo, o sea, lo ritualístico y el arte, pero nunca comprendió la ideología[2].
En lo que tiene que ver con simbolismos religiosos siempre vamos a encontrar similitudes en todas las religiones del mundo. El sol siempre será el sol. A veces representará al Dios egipcio, pero también puede representar a Cristo, el “Sol de justicia” (Malaquías 4:2). La diferencia está en que el primero es un dios pagano, falso, y el segundo es Dios Hijo, el Dios verdadero. Yo insisto en que imitar un expresión artística o una simbología, así como tomar una práctica cultural, aun con contenido religioso ofensivo, y redimirla para el cristianismo, redefinirla y darle un nuevo significado, es bíblico. Hay un ejemplo en la Biblia. La circuncisión era practicada por los egipcios antes se ser usada por los judíos. Era una práctica cultural con connotaciones religiosas. Dios capturó la práctica si se quiere, la invistió con otro significado y la transformó en un rito religioso por medio del cual Abraham adoró al creador. Hoy en día, cuando manejamos el concepto de la circuncisión no lo conectamos con el antiguo Egipto, sino que le asociamos con el pacto sagrado de Dios con el pueblo de Israel porque Dios puso nueva información dentro del contenedor.
Ahora volvamos a la mención que hace Dan Brown de Mitras, el dios pagano que aparentemente fue llamado hijo de Dios y Luz del Mundo, nació un 25 de diciembre, murió, fue sepultado en una tumba excarvada en la roca y resucitó al tercer día. Usted nunca ha escuchado esto antes, ni yo tampoco. Una tendría que agradecer a Dan Brown porque de no haber sido por él nunca lo hubiéramos sabido. Es más, los expertos en la religión mitraísta tampoco saben nada. Todo es un cuento para hacer dormir a los niños. Mitras nunca fue llamado hijo de Dios ni Luz del Mundo [3]. De acuerdo con la religión del mitraísmo, Mitras sí nació un 25 de diciembre. Esto es absolutamente irrelevante con respecto a Jesús ya que: 1) El Nuevo Testamento nunca asocia a Jesús con el 25 de diciembre; y 2) Cuando la iglesia cristiana decide celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre lo hace en directa confrontación con la fiesta pagana de saturnalia en Roma, no porque Jesús haya nacido el 25 de diciembre.
¿Murió Mitras, fue sepultado en una roca y resucitó al tercer día? No. El erudito mitraísta Richard Gordon, expresa claramente que “no hay muerte en Mitras” [4], lo que indica que tampoco hay entierro ni resurrección en la historia de Mitras. Se trata de otra falsedad, nada más. ¿Le regalaron oro, incienso y mirra al recién nacido Krishna? Uno puede buscar en los escritos sagrados hindúes por este episodio y no lo encontrará.
Sirve a estas alturas, puntualizar que la táctica de acusar al cristianismo de heredar cosas de las religiones paganas es algo que ya está en desuso por parte de los críticos que se consideran serios en cuanto a su trabajo investigativo. La insistencia en el tema no es un recurso aislado, no es una piedra encontrada a la orilla del camino, sino que es el fundamento sobre el cual edifican algunos que afirman que Jesucristo nunca existió. Esto por sí solo ya los desprestigia y los denuncia como individuos deshonestos, o de lo contrario, lunáticos rabiosos con sus correspondientes helicópteros negros persiguiéndolos. Académicos cristianos y ateos, ambos se ponen de acuerdo cuando se trata de refutar los argumentos manejados en la dupla “conexión pagana – inexistencia de Cristo.” La mayoría de estos argumentos no tienen base histórica ninguna más que algunos escritos de los siglos 18 y 19 por parte de especialistas en rumores, algo así como los precursores de los periódicos formato tabloid que se venden hoy en los supermercados. Estas ideas encuentran su más reciente expresión (o repetición) en libros como The Christ Conspiracy (1999) y Suns of God: Krishna, Buddha and Christ Unveiled (2004), por Acharya S. (verdadero nombre: D. Murdock). Tratando de establecer las analogías de la historia de Jesús con las mitologías paganas, Murdock dice que la venida de Osiris fue anunciada a tres hombres sabios; las tres estrellas Mintaka, Anilam y Alnitak en el cinturón de Orion apuntaban directamente a la estrella de Osiris en el oriente, Sirius, marcando su nacimiento. Lamentablemente, ningún erudito en la materia conoce nada de los “tres hombres sabios.” Por otra parte, ¿recuerda el lector las palabras de Leigh Teabing al principio de este artículo acerca de la comunión? Teabing la describe como el “acto de comerse a Dios”, una referencia exclusiva a la doctrina católica de la transustanciación. No siendo católico y entendiendo que esta doctrina no tiene base bíblica, me siento impulsado de todas maneras, a realizar una refutación de las palabras de Teabing. ¿Saben de dónde toma Teabing la analogía? De una idea promulgada en el libro ya mencionado, The Christ Conspiracy, donde se afirma que la carne de Osiris era comida en la forma de obleas de trigo, la “planta de Verdad.” Otra vez, ningún académico jamás ha escuchado esto. Es por estas absurdidades que Robert Price, profesor de teología (no cristiano) y promotor él mismo de la hipótesis del mito de Cristo, al comentar sobre el libro de Murdock, expresa:
“’The Christ Conspiracy’ es una bolsa revuelta de (mayormente recicladas) excentricidades. Algunas vale la pena considerarlas, la gran mayoría son peligrosamente endebles, y muchas radicalmente lunáticas. Si usted tiene el tiempo, es divertido clasificarlas. Pero nadie que tenga dudas de que el cristianismo tradicional está basado en verdades sólidas querrá recomendar este libro, y mucho menos apoyarse en él para justificar sus propias dudas.” [5]
Aquí lo tenemos, palabras de un individuo que sostiene que Cristo nunca existió, pero tiene la decencia, dentro de su propia burbuja ilusoria, de denunciar las falsedades de Murdock y pares. Dan Brown ha tenido mucho más éxito en difundir las mismas falsedades. Lo ha hecho con una novela y cuenta con la ventaja de que para las masas ignorantes, la fuerza de una historia siempre impacta más que la verdad misma, por algo Jesucristo enseñó en parábolas.
Por último, la afirmación de Brown que aduce que los cristianos cambiaron el día sábado por el domingo viene de las tolderías adventistas y otros grupos sabatistas. Es por ello que cuando los adventistas publican artículos refutando el Código Da Vinci, jamás mencionan el tema porque ellos piensan igual que Brown al respecto. Podrán diferir con Brown en lo que toca a la deidad de Jesucristo y la infalibilidad de la Biblia, pero cuando llegan al tema del día de adoración se dan la manito con Dan Brown. Ambos, Dan Brown y los sabatistas, ignoran olímpicamente el peso de la evidencia masiva que muestra que los cristianos adoraron en domingo desde el principio. Una simple recorrida por los caminos de la Internet mostrará algunas citas de los primeros siglos:
La Epístola de Bernabé (100 D.C.)–“Por lo tanto, también nosotros guardamos el octavo día con mucho gozo, es el día en que Jesús resucitó de la muerte.”
La Epístola de Ignacio (107 D.C.)–“Y después de observar el sábado, que todo amigo de Cristo guarde el día del Señor como festivo, el día de resurrección, el día más especial entre todos los días. Los que antes se ocupaban de las cosas viejas han llegado a novedad de confianza, ya no más guardando los sábados, sino viviendo conforme al día del Señor, del cual depende nuestra vida como resucitada a través de Él.”
Justino Mártir (145 D.C.)–“Pero el domingo es el día en que todos nosotros celebramos nuestra asamblea común, porque es el primer día de la semana y Jesucristo, nuestro Salvador, en ese mismo día resucitó de la muerte.”
Tertuliano (200 D.C.)–“Nosotros dedicamos el domingo al regocijo. Guardamos el día de la resurrección de nuestro Señor, dejando a un lado nuestros negocios mundanales.”
Irenaeus (155-202 D.C.)–“El misterio de la resurrección del Señor no puede ser celebrado en otro día que en el día del Señor…”
Cipriano (250 D.C.)–“El octavo día, quiere decir, el primer día después del sábado, y día del Señor.”
La Constitución Apostólica (250 D.C.)–“En el día de la resurrección del Señor, el día del Señor, se reúnen sin falla, dándole acción de gracias a Dios y alabándole por sus misericordias que les ha dado por medio del Señor Jesucristo.”
Anatolio (270 D.C.)–“Nuestro honor es para la resurrección del Señor que sucedió en el día del Señor y que nos guía a celebrarlo.”
Victoriano (300 D.C.)–“En el día del Señor partimos el pan, para no aparentar guardar cualquier sábado con los judíos, el cual Cristo mismo, el Señor del sábado, abolió.”
Pedro, Obispo de Alejandría (306 D.C.)–“Pero celebramos el día del Señor como un día de gozo, porque en éste, Cristo resucitó.”
Los padres de la Iglesia del segundo y tercer siglo estaban prácticamente en unanimidad con respecto al día de reposo. Con algunas diferencias de opiniones respecto a su significado, todos estaban de acuerdo en que no tenía jurisdicción sobre los cristianos. Ignacio, obispo de Antioquía y discípulo del apóstol Juan, dijo en el segundo siglo: “No seáis engañados por doctrinas extrañas ni por fábulas. Porque si aún vivimos de acuerdo a la ley judía, estamos admitiendo que no hemos recibido la Gracia.” Y continúa diciendo: “Aquellos que hemos tomado posesión de una nueva esperanza, ya no observamos el sábado.” (The Ante-Nicene Fathers, Vol. I, pp. 62, 63). La evidencia histórica mostrando que el domingo fue el día de adoración cristiano desde el comienzo es aplastante.
Concluimos, entonces, que el cristianismo no fue una imitación de ninguna mistero-religión pagana ni derivó ninguna enseñanza, ritual o simbología de ellas. Por el contrario, el advenimiento del cristianismo socavó el paganismo existente hasta desmoronarlo completamente, con sus dioses, sus templos, su inmoralidad y sus prácticas. El cristianismo no fue influenciado por ninguna religión pagana ni por ninguna filosofía griega. Si alguien influenció a alguien, ese fue el mensaje de Cristo en boca de los primeros cristianos, quienes influenciaron a los seguidores de las religiones paganas de modo que miles y miles abandonaron sus ídolos para seguir a Cristo. Es por ello que el apóstol Pablo escribe en su carta a los Tesalonicenses: “Porque ellos mismos [otros cristianos] cuentan … cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1 Tes. 1:9). <>
Notas
1] J. P. Holding, Not InDavincible, A Review and Critique of The Da Vinci Code
http://www.tektonics.org/af/davincicrude.htm
2] Ibid.
3} Ver J. P. Holding, “Mighty Mithraic Madness,” http://www.tektonics.org/copycat/mithra.html
4] Richard Gordon, Image and Value in the Greco-Roman World (Variorum, 1996,), 96. Cit. J. P. Holding, Not InDavincible, A Review and Critique of The DaVinci Code
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