RELACIONES EN LA ORACIÓN
JOB 42:5-10
por Ray C. Stedman
Cuando el gran evangelista D.L. Moody, estuvo en Edimburgo en los años1880, le pidieron en una mañana para que hablara a un grupo en un salón lleno de niños. Para llamar su atención, el comenzó con una pregunta. Le preguntó, “¿Que es oración? De hecho él no esperaba una contestaciónel iba a contestar la pregunta él mismo y para su asombro, se levantaron manos por todo el salón. Él llamó a un joven para que le diera la respuesta, y el joven se levantó y dijo a gran voz: Oración es una ofrenda de nuestros deseos hacia Dios por las cosas que están de acuerdo a su voluntad, en el nombre de Cristo, confesando nuestros pecados y recoconociendo en agradecimiento sus misericordias, “¡Gracias mi niño, que nacistes en Escocia! Eso fué 100 años atrás. Me pregunto ¿cuantos adultos podrían dar una definición de oración como esa hoy?
Hemos estado estudiando la oración mirando al Antiguo Testamento, de personas de valor que aprendieron a como orar a través de muchas dificultades, problemas, presiones, y caídas, pero aún así aprendieron a confiar en Dios en maneras maravillosas. Esta mañana quiero tomar una oración de la experiencia de Job, encontrada en el capítulo 42 del libro de Job.
Job fué un hombre atormentado por una gran aflicción física. Él fué atormentado por tres charlatanes viejos molestos que le dijeron que la causa de sus problemas era su propio pecado. Como resultado, el estubo en gran angustia. Este libro esta lleno de oraciones de Job, pero lo que se hace notar es que Job es el único que ora. No hay oraciones registradas de parte de sus amigos, quienes no sintieron la necesidad de la oración en sus propias vidas.
Ahora, aunque Job estaba siempre orando, sus oraciones no se veían ser contestadas. Uno de sus gran problemas era el silencio de Dios. Aunque Job gemía angustiado en gran manera, Dios parecía no decirle nada a él hasta lo último que Dios le habló de el torbellino, y examinó la aptitud de Job para tratar con él. Después, como saben ustedes, Job se arrepintió en polvo y ceniza. Al final del tiempo, en el verso 7 del capítulo 42, leemos este recuento:
Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras á Job, Jehová dijo á Eliphaz Temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros: porque no habéis hablado por mí lo recto, como mi siervo Job. Ahora pues, tomaos siete becerros y siete carneros, y andad á mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto á él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado por mí con rectitud, como mi siervo Job. Fueron pues Eliphaz Temanita, y Bildad Suhita, y Sophar Naamatita, é hicieron como Jehová les dijo: y Jehová atendió á Job. Y mudó Jehová la aflicción de Job, orando él por sus amigos: y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. (Job 42:710)
Una cosa que sobresale de este pasaje es el hecho de que que es un ejemplo claro de un hombre intercediendo por sus amigos. Este es un ejemplo excelente de lo que llamamos a menudo una “oración intercesora”– orando por otra persona y no por nosotros. Hay mucho material en este pasaje para enseñarnos a como orar por otros. Al yo estar meditando en esto, ha ministrado a mi propio corazón, y veo tres cosas que por lo menos me hacen ver como gran ayuda para entender el papel de un intercesor.
Primero, este pasaje nos revela de que tenemos una relación con otro; pertenecemos el uno a otro. Esto es verdaderamente real en el cuerpo de Cristo. Somos instruidos en en Nuevo Testamento de que somos miembros de unos a otros. Nuestras vidas han sido unidas de alguna forma. Porque compartimos la vida en Cristo, somos miembros de la misma familia; estamos compenetrados los uno a otros.
Pablo dice algo muy notable en 1 Corintios del capítulo 12 , donde él señala que el cuerpo de Cristo esta hecho en tal forma de que si un miembro sufre, todos los miembros sufren. Cuando leemos versos como esos se puede decir uno así mismo, como yo me he dicho a mi mismo, “¿Como puede ser eso? Yo ni siquiera sé acerca de los sufrimientos de millones de miembros de el cuerpo de Cristo. ¿Como puede afectar el sufrimiento de otro a mí? Aún aquí en esta congregación hay muchos de ustedes que podrían pasar a través de pruebas, que puedan se honrosas o deshonrosas, y yo no sé nada al respecto. ¿Entonces como puede eso afectarme? Pero cuando un miembro es honrado todos son honrados, cuando uno es deshonrado todos son deshonrados.
Si piensas al respecto por un momento puedes ver el porque. Cuando un miembro de la comunidad cristiana es honrado, ¿que piensan todos los que oyen acerca de los cristianos? Bueno, piensan mejor de ellos, ¿no es así? Y piensan así porque la gente tiende a pensar de un miembro de un grupo como característica de todos los miembros. Lo mismo se aplica cuando uno deshonra el nombre de Cristo.Todo el que oye se dice así mismo, “Ya veo, de todas formas esto era lo que yo pensaba de estos cristianos. Todos son así.”
Ahora, porque pertenecemos el uno al otro en esta forma y lo que hacemos toca y penetra a otras personas, estamos entonces supuestos a orar por otras personas. Tenemos una relación el uno al otro que no podemos negar. Esto es verdad aún si no fuesémos cristianos. Tenemos una relación con toda persona en el mundo. John Donne, el filósofo inglés dijo; “Ningún hombre es una isla.” Eso es verdad. Uno de los primer retos a esa declaración aparece en el libro de Genesis, cuando Caín le dijo a Dios, “¿Soy yo el guardián de mi hermano?” (Gen 4:9). A través de toda la Biblia esa pregunta ha sido contestada afirmativamente. Si, somos los guardianes de nuestros hermanos. Somos responsables de lo que le pasa a otros. Porque somos miembros de una raza no tenemos el derecho de aislarnos desconectados sin importarnos por lo que otros están pasando. Estamos todos marcados con la misma naturaleza de caídos en el pecado. Todos reaccionamos de la misma forma. Todos contribuímos a las dificultades de otros en muchas formas. Por lo tanto, somos responsables. Esto todo sirve como fondo para la oración intercesora.
Pero este recuento también indica que hay una diferencia entre nosotros. En un sentido todos somos iguales, pero en otro sentido todos somos diferentes. Noten que Dios envió particularmente a los amigos de Job a él para que él orara por ellos y no al revés. Estoy seguro de que esto debió haber sido un choque para estos hombres, porque a través de todo el libro es evidente que ellos se consideran ellos mismos superiores a Job espiritualmente. Ellos han venido a señalar en gran escala y con tremenda palabrerías toda la maldad que Job había hecho en su vida. Ellos pensaron de si mismos como médicos de este hombre adolorido espiritual y físicamente. Pero Dios no piensa de ellos ellos en esa forma. En sus ojos Job ha alcanzado un nivel de conocimiento y entendimiento–y por lo tanto autoridad–que ellos no habían alcanzado. Cuando el tiempo llega para corregirles, Dios envía a los tres hombres para que Job orara por ellos.
Esto refleja la verdad que enseña el Nuevo Testamento que, en el cuerpo de Cristo, hay niveles de conocimiento y crecimiento, y experiencia y autoridad. Primera de Juan dice, “Yo les escribo, hijitos míos, porque ustedes conocen al Padre. Yo les escribo a ústedes jóvenes, por que han superado el enemigo. Yo les escribo a ustedes padres, porque le conocen a Él desde el comienzo,” (1 Juan 2:12-14).
Hay niveles de crecimiento, y de espiritualidad verdadera que son reconocidas en las Escrituras. Algunos son bebés, apenas comenzando su vida cristiana; otros han crecido al nivel de jovenes que están capacitados para batallar con el enemigo y superar los asaltos y batall
as de la vida; y después hay padres que han estado en el camino por mucho tiempo. Su edad y experiencia le han enseñado muchas lecciones profundas y penetrantes que el hombre joven no ha aprendido todavía. Dios reconoce estas diferencias. También nosotros debemos de reconocerlas y aprender el uno del otro, de acuerdo al estado que Dios nos ha puesto en esta área.
Ahora, reconozco que esto tiene poco que ver con la edad cronológica. Un hombre o mujer anciano puede ser un bebé en Cristo. Por otro lugar, uno puede ser joven en años y ser un padre, un gigante espiritual.
Yo estaba en Fresno la semana pasada, en el seminario de esa ciudad, hablando a acerca de 200 pastores de toda la región oeste del país y de Canadá. Llevé conmigo a un joven llamado Kenneth Lee, que está asociado con el ministerio de la prisión en Vacaville. El fué enviado a prisión hace seis años mas o menos por asesinato, y se convirtió al cristianismo al faltarle cuatro años para completar su sentencia. En el ministerio de la prisión que es llevado allí, bajo la dirección de algunos de los hombres que hemos conocido allí, él comenzó a crecer en su conocimiento de las Escrituras y su caminar con el Señor. En cuatro años de estudiar las Escrituras, a veces cuatro o cinco horas al día, él ha crecido a un nivel espiritual que es evidente en todo aquel que le conoce. Yo le dije a los jovenes que están en el seminario en Fresno, ” ¡Yo le recomiendo grandemente que todos ustedes pase un año en la prisión!” Una experiencia así ayuda a madurar a un nivel que no es siempre posible a aquellos que son educados solamente. Así que hay niveles de conocimiento; hay niveles de autoridad. Todos somos iguales como hijos e hijas de Dios en relación del uno al otro, pero no todos son iguales en conocimiento y gracia. Dios escoje a Job, por lo tanto para orar por estos hombres.
Después este ministerio de interceción indica el privilegio que tenemos de compartir nuestra fuerza espiritual con aquellos que están atravesando pruebas. A veces tu eres el que estás fuerte y otros están débiles. Tu puedes orar por aquellos que están luchando, que están bajo gran presión, confundidos, quizás, engañados por el pecado que no pueden ni ver aún sus propios problemas. “Aquellos que son espirituales,” dice Pablo en el libro de Galatás, “deben de restaurar a aquellos en espirítu de humildad, considerándose a ellos mismos no sea que también ellos sean tentados.” (Gal 6:1). En otro tiempo tu puedes ser el que está débil, deprimido, o descorazonado, y uno que tal vez fué débil pero ahora es mas fuerte que tu puede orar por tí.
En mi propia vida han habido veces que he estado bajo tremenda presión, quizás bajo depresiones de espíritu y al punto de desear aún terminar de ser cristaino, y algunos han orado por mí. Eso me ha estabilizado, fortalecido, levantado y capacitado para cumplir con demandas que de otra forma no podía. (El apóstol Pablo dice que el estaba consciente de que muchos estaban orando por él y obtenía la libertad de la prisión a veces como resultado de sus oraciones.) En otras ocasiones he tenido el privilegio de orar por algunos que estaban sufriendo, pasando por tentaciones seductivas por la cuál llamaban a su destrucción propia, y Dios por su gracia le libró y le ayudó en ese momento de problema.
Ahora, hay veces que uno no puede hacer que la gente pare de estar metiéndose en problemas. Jesús oró por Pedro cuando él sabía que pronto lo iba a negar. Pedro, de todas formas le negó. Pero Jesús dijo que el había orado porque cuando Pedro le negó que su fé no decayera, y Pedro fué sostenido en ese momento. Cuando todo terminó, nuestro Señor le restauró en esa escena preciosa en el mar de Galilea, cuando le preguntó, “¿Pedro me amas? (Juan 31:15-19). Por lo tanto, intercesión tiene esa cualidad maravillosa de dejar que compartamos nuestros momentos de fortaleza con aquellos que están en momentos de debilidad, que podamos ser sostenidos en nuestros periódos de debilidad por aquellos que tienen fortaleza espiritual.
Pero hay más que simplemente intercesión aquí. Si miras a este recuento cuidadosamente, verás en el verso 10 algo registrado de el efecto que tuvo también en Job:
Y mudó Jehová la aflicción de Job, orando él por sus amigos: y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. (Job 42:10)
En el libro de Job se nos ha dado evidencia clara de cuando los problemas físicos de él comenzaron. Comenzaron, como nos dicen los primeros capítulos después de haber sido destruída la casa de Job y sus riquezas y sus hijos ser muertos, Satanás obtuvo permiso de Dios para afligirle con un asedio terrible de ansiedad de pies a cabeza. Una serie de dolores terribles, el calor supurando que lo transformaron y lo hicieron verse en una forma terrible. Esto de seguro que afectó su autoestima y él se hizo pedazos. Después él se acostó en el montón de cenizas. El libro completo es un recuento de como Job clama en agonía y desespero semana tras semana por esto. Sus amigos vienen y le tormentaban con acusaciones, hechándole la culpa por todo, para que así él fuera atormentado mentalmente y fisícamente. Pero si te preguntas a ti mismo, “¿Cuando se acabó el dolor de Job?” este verso es el único que te dá esa respuesta. Dios reversó el destino de Job cuando él oró por sus amigos. Entonces terminó su agonía. Aún durante el gran encuentro de Job con Dios, registrado en los capítulos 40 y siguientes, no hay mención de que su agonía cesó. Él fué cuestionado por Dios en todas sus preguntas, pero aún sintiendo el dolor horrible en su cuerpo. Sin embargo, cuando él ora por sus amigos, todo termina.
Esto indica, que para que todo esto pase, Job tenía que enfrentarse con su resentimiento en contra de estos hombres. Si nos ponemos en el lugar de Job, podemos entender como él se debió de haber sentido. Muy posible, que Job vería a estos hombres como un trío de charlatanes haciéndose los buenos que solo se estaban haciendo de alardes. En lo peor, Job los miraría como un grupo de calumniadores que estaban por destruir su reputación porque le acusaron de algo que él nunca hizo, de actitudes que no tuvo, de acciones que nunca soñó haber hecho. Ellos decían que estas fueron las razones de todos sus problemas. Lo agredieron, lo insultaron, lo trataron con atrocidad. Él tenía toda el derecho por normas naturales de estar enojado, disgustado y amargado en contra de estos tres llamados amigos. Pero tu no puedes orar por alguien cuando piensas de esa forma de él. En obediencia a Dios, Job tenía que perdonar estos hombres. El tenía que dejar a un lado la amargura, el resentimiento y el coraje que el pudo haber sentido y enfrentarse a ellos como pecadores igual que él. Eso es lo hermoso de este pasaje, porque en el momento que Job hizo eso empezó su sanación propia.
El corage y el resentimiento siempre nos afecta. El tener rencor en contra de alguien nos destruye. Jesús dijo esto en varias de sus parábolas e historias en el Nuevo Testamento. Él implicó claramente, que si no perdonamos a otros, estamos sujetos a un tormento terrible interno que no cesará hasta que no estemos dispuesto a perdonar. Pablo le dice a los efesios de que “debemos ser tiernos de corazón, perdonándonos unos a otros como Dios por causa de Cristo nos perdonó a nosotros,” (Ef 4:32). En la oración de él Padre Nuestro, Jesús nos enseñó que debíamos perdonar: “Perdonános nuestros pecados como así nosotros también perdonamos a nuestros deudores,” (Mat 6:12, 6:14). En toda la escritura se encuentra este reconocimiento que la sanidad no puede occurir en nuestra vida hasta que perdonemos a aquellos que nos han ofendido, herido o hecho daño.
Todo esto fué hecho más fácil para Jacob debido a un segundo factor, y es que estos hombres fueron intruídos por Dios para que tomaran siete toros y siete carneros y los ofrecieran como sacrificio por ellos mismos. Ese es él lenguage simbólico de el Antiguo Testa
mento que nos dice lo que corría en sus propios pensamientos y corazones cuando hicieran esto. En el libro de Levíticos en las descripciones de las ofrendas de Israel, encontramos que cada uno de estos animales tiene un significado peculiar.
Primero, estos eran animales masculinos–toros y carneros. Los animales masculinos eran tratados diferente a los femeninos en las ofrendas de el Antiguo Testamento. Los masculinos siempre indican liderazgo, así que hay indicación que estos hombres eran líderes espirituales en el pueblo. Pero como líderes, ellos habían hecho algo malo, por lo tanto tenían que ofrecer sacrificios. Una muerte tenía que ocurrir; tenían que morir a aquello que habían hecho, cualquier cosa que fuere. Además, los toros eran siempre el retrato de fuerza en el Antiguo Testamento; pero los carneros eran el retrato de la pasión. Aún en el mundo antiguo de Grecia, estos animales tenían este significado. Lo que estos hombres estaban diciendo con esta ofrenda la cual Dios les ordenaba a ellos a traer, era que como líderes reconocidos, habían mal usado sus fuerzas en un ataque ingrato en contra de Job. Con pasión excesiva, con corage sin ser justificado, ellos le atacaron y le insultaron. Ellos tenían que confesar que por la muerte de estos animales como sus substitutos, hablaba de su propio juicio de estas cosas malas. Ahora estoy seguro de que le ayudó a Job a orar por ellos porque significaba que ellos se habían arrepentido.
Pero hay otro factor que también ayudó a Job, y ese fué el hecho de que él mismo se había arrepentido delante de Dios. En este gran encuentro con Dios el aprendió algo de él mismo que nunca había visto antes. Aunque, al principio de el libro, él es reconocido por Dios como un hombre justo, pero aún había un espíritu de justificación propia en su corazón que el no estaba al tanto. Tomó todo el dolor, toda la angustia, y todas las semanas de tormento para traerle al lugar donde finalmente vió lo que era él realmente delante de Dios. Él no vió eso al principio. A través de todo el libro él discute con Dios, casi al punto de echarle la culpa a Dios por todo. Él no lo dice así en esa forma, pero al final cuando Dios se le aparece y comienza a cuestionarlo acerca de su capacidad de manejar los problemas profundos y complicados de la vidala serie de preguntas más asombrosas en toda la BibliaJob al final se encara con él mismo con estas palabras en el capítulo 42, verso 5:
De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento En el polvo y en la ceniza. (Job 42:5-6)
Es facíl orar por alguien que hos ha herido cuando entendemos cuantas veces hemos herido a otros, cuando nosotros, al igual que Job, vé que hemos estado insultando a Dios. Hemos acusado a Dios de cosas érroneas; le hemos echado la culpa por cosas que Él nos ha enviado como un regalo de amor. Nos hemos quejado y murmurado y criticado y acusando falsamente a Dios, pero Él nos perdonó; Él no lo tomó en contra nuestra. Él nos ayudó a verlo y después lo borra. Job pudo hacer eso con estos hombres porque él mismo había sido perdonado. El resultado fué sanidad inmediata en su vida. Todo el veneno de rencor se terminó; todo su corage acabó. Job comenzó a ser limpiado, su enfermedad sanada, y Dios comenzó a derramar bendición otra vez a su vida”dos veces mas que lo que tenía antes.” Quizas eso no signifique mucho para nosotros porque se refiere a cosas materiales, pero en una epoca cuando la prosperidad y el tener hijos eran símbolos de las bendiciones de Dios, esto fué testimonio de Dios para el mundo que observaba que Job había limpiado un error profundo arraígado en su vida. Dios lo lavó y lo limpió y le predonó; y Job simplemente extendió el perdón a estos hombres quiénes le habían herido severamente.
Hace algunos años un amigo me dijo una historia asombrosa acerca de una experiencia que el tuvo en una conferencia cristiana en las Sierras. Él conoció a un hombre y su esposa en una cena allí, y él notó que este hombre trató a su esposa en una manera no muy caballerosa, hablándole en una forma brusca cuando se dirigía a ella, ignorándola la mayor parte de el tiempo. Mi amigo dijo que al él irse hacia el valle, este hombre le dijo, “¿Le molestaría si puedo ir con usted?” Mi esposa puede irse con otra pareja. Yo quiero hablar con usted.”
Al irse juntos, este hombre le dijo, “¿Notó cuando estabamos juntos esta noche que tuve problemas hablando con mi esposa?” Mi amigo le dijo , “Si.” “Bien, dejeme decirle porque,” dijo este hombre. “Nos casamos hace acerca de diez años. Yo amaba a mi esposa mucho y tuvimos un par de años maravillosos. Después me envolví en el trabajo de la granja. Yo estaban tan ocupado que no pasabamos mucho tiempo juntos. Al prosperar la granja, alquilé a un hombre para que viniera y trabajara para mí, y no pasó mucho tiempo cuando descubrí que él estaba pasando tiempo con mi esposa en mi casa cuando yo estaba en los campos. Cuando supe esto le dije al hombre que no podía ir a mi casa más, y le advertí a mi esposa que no iba a tolerar este comportamiento.”
“Poco después de eso mi esposa se enfermó y tuvo que tener cirugía menor. Fuí al hospital a verla durante una hora que no era la usual de visitas. Para mi gran asombro, caminé adentro del cuarto de el hospital y la encontré en la cama con el empleado. Me puse tan enojado que me fuí otra vez a la granja. No fuí a verla por un par de días porque no podía soportar su presencia. Finalmente me llamaron de el hospital y dijeron que tenía que ir a buscarla para llevarla a la casa, y lo hice. Le pregunté por que ella había hecho eso. Ella lloró y dijo que sabía que estaba mal hecho y me pidió que la perdonara. Pero no puedo. Desde ese tiempo no hemos casi hablado el uno al otro. No puedo soportar su presencia. Ella me hace sentir enojado todo el tiempo que la miro. Estoy seguro que usted puede notar eso cuando estabamos juntos hoy. ¿Que haré? ¿Como puedo arreglar esto?” preguntó él.
Mi amigo que es cristiano le dijo, “¿No ves lo que te estás haciendo tu mismo? Estás en tormento y agonía constante, y se vá a ir poniendo peor, no mejor. Y mira lo que estás haciendo a tu esposa. La tienes en un callejón sin salida. Ella no puede ir a ninguna parte. Ella ha hecho todo lo que ella puede hacer acerca de esta situación. Ella admitió que lo que hizo estaba mal. Ella te ha pedido que le perdones. Ella no puede cambiarlo; ella no puede eliminarlo. ¿Así que, que vas a hacer en el futuro, solo continuar culpándola para siempre? Ellos hablaron más acerca de eso y oraron juntos. Después mi amigo se fué.
Dos semanas mas tarde el vovlió otra vez a las montañas y fué adonde esta pareja de nuevo. Era obvio a primera vista que todo era diferente. Este hombre corrió hacia mi amigo y le dijo, “Quiero darle las gracias por lo que usted me dijo. Después de que hablamos fuí a mi esposa y le dije yo estaba incorrecto por no haberla perdonado. Entonces la perdoné, y le pedí a ella que me perdonara a mi, por las cosas feas, malas y crueles que le había dicho desde aquel entonces. Después nos arrodillamos juntos y le pedimos al Señor que nos perdonara. Ahora es como una segunda luna de miel. Las cosas son muy diferentes.”
Mucha gente mantiene rencor en contra de otros por años. Su propia vida espiritual es envenenada como resultado, y están envenenando otras relaciones en el hogar también. Pero la gracia de Dios nos enseña que la oración intercesora nos ayuda a perdonarnos los unos a los otros.
Perdón siempre quiere decir tres cosas:
- Quiere decir primero que, yo no le diré nada acerca de esto a la persona; él es perdonado. Esto es como Dios nos perdona: “El hecha nuestros pecados en lo más profundo de el mar y no se acuerda más de ellos,” ( Miq 7:19).
- Segundo, quiere decir que no hablaré con nadie más acerca de eso. No me quejaré con nadie; No lo volveré a traer otra vez y repitiéndolo con nadie más.< /li>
- Tercero, quiere decir que no me hablaré a mi mismo nunca más acerca de eso. No lo traeré en secreto todo el tiempo. No pondré el proyector de película en mi mente y lo traeré a relucir hasta que salga y me enfade y me haga enojar de nuevo. Ahora, no podré hacer que pare de venir a mi mente en algunas ocasiones, pero no lo entretendré; no lo escucharé, no lo encenderé otra vez.
Esto es lo que perdonar quiere decir. Eso lo que Dios nos dice que hagamos: “Se gentil, de corazón tierno, perdonándose los unos a otros, así como Dios por causa de Cristo te ha perdonado.” (Ef 4:32). Jesús nos advierte, “Si tu no perdonas a otros, tampoco mi Padre que está en los cielos te perdonará tus ofensas,” (Mat 6:15). No podemos vivir en un espíritu de perdón si no estamos dispuestos a extender el perdón a otros.
Esto ha sido una buena preparación para nosotros en esta mañana al prepararnos para celebrar juntos la cena del Señor. En la noche que Jesús fué traicionado, se reunió con sus discípulos y tomó una toalla y una basija y fué alrededor y les lavó sus pies, limpiandoles de la suciedad y el polvo que ellos acumularon en su caminar por la ciudad aquel día. Esto fué un acto simbólico de perdón. Muchos de nosotros necesita limpieza antes que vengamos a la cena de él Señor; necesitamos perdonarnos los unos a otros. Jesús dijo, “Si tu vienes a traer tu ofrenda al altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo en contra tuya o tu en contra de él, deja tu ofrenda y ve a él [por lo menos mentalmente, sino físicamente] y háblale. Se reconciliado con tu hermano, y después ven y ofrece tu ofrenda,” (Mat 5:23). Algunos de nosotros necesita hacer eso. Debemos ser reconciliados, por lo menos en el corazón, y después en persona.
Oración
Señor, te damos gracias de que tu eres el Dios de verdad y realidad. Tu conoces nuestro interior, como también nuestra vida exterior. No hay nada escondido de tí; todas las cosas quedan al desnudo y abierta delante de aquel de quién debemos de hacerlo. Así que porque no podemos escondernos de tí, Señor ayúdanos a que ni lo intentemos. Ayúdanos para salir fuera de el dolor y la agonía, y recordar de que somos tan culpables como los que sentimos coraje por ellos; que hemos ofendido a otros y ofendido a tí en muchas maneras y tu nos has perdonado. Porque somos perdonados, danos la habilidad de extender un perdón completo y gratis a otros; a nuestros compañeros; nuestros niños, nuestros padres, nuestros maestros, nuestros jefes, cualquiera que fuera. Lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.
Título: Relaciones en la Oración
Serie: Estudios de la Oración de el Antiguo Testamento
Pasaje: Job 42:5-10
Mensaje No: 9
Número de Catálogo: 3743
Fecha: Fecha no determinada del otoño de 1980 a la primavera de 1981
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Vea la serie:
Relaciones En La Oración
JOB 42:5-10
Recursos En La Oración
2 Crónicas 14:2-16:12