La Aniquilación
La doctrina del aniquilacionismo enseña que el hombre fue creado inmortal, pero aquellos que continúan en pecado y rechazan a Cristo son, por un acto positivo de Dios, privados del don de inmortalidad y son últimamente destruidos.
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Otra doctrina, llamada “inmortalidad condicional” argumenta que la inmortalidad no es un don natural del hombre, sino un don de Dios en Cristo sólo para aquellos que creen. La persona que no acepta a Cristo es en últimas instancia aniquilada y pierde todo estado de conciencia. Algunos de los adherentes de estas doctrinas enseñan un sufrimiento conciente de duración limitada para el inconverso después de la muerte, y que luego serán aniquilados.
Hay muchos pasajes que refutan el aniquilacionismo. A manera de ilustración seleccionaremos solamente un pasaje fundamental – Mateo 25:46: “E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eternal.”
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No importa cuánto podamos estirar nuestra imaginación, el castigo del que habla Mateo 25:46 no puede ser definido como un extinción de estado de conciencia sin sufrimiento. En verdad, si hay carencia de sufrimiento, también la hay de castigo. Seamos claros en esto: castigo implica sufrimiento, y sufrimiento necesariamente implica estado conciente.
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El erudito bíblico Juan Gerstner nos dice que “se puede existir y no ser castigado, pero no es posible ser castigado y no existir. Aniquilación significa la destrucción de la existencia y todas las cosas que se refieren a la existencia, entre ellos, el castigo. La aniquilación elimina el castigo en vez de constituirlo.
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¿Cómo sabemos que el castigo aludido en Mateo 25:46 no representa una extinción del estado conciente o la aniquilación? Hay muchas evidencias. Por ejemplo, consideremos el hecho de que no hay grados de aniquilación. Una persona es aniquilada o no es aniquilada. Las Escrituras por el contrario enseñan que habrá grados de castigo en el día del juicio (Mt. 10:15; 11:21-24; 16:27; Lu. 12:47-48; Jn. 15:22; Heb. 10:29; Apo. 20:1-15; 22:12).
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El mismo hecho de que la gente sufra varios grados de castigo en el infierno muestra que la aniquilación o la extinción de la conciencia no es lo que Mateo 25:46, ni ningún otro pasaje de las Escrituras enseña. Estos son conceptos incompatibles.
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Más aún, no se puede negar que para la persona que está sufriendo horriblemente, la extinción de su conciencia seria en realidad una bendición, no una pena (Lu. 23:30-31; Apoc. 9:6). Cualquier persona que honestamente busca la verdad debe admitir que no se puede definir “castigo eterno” como “extinción de conciencia”.
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Debemos enfatizar que el tormento, por definición, debe ser tormento conciente. No se puede atormentar un árbol, una roca, o una casa. Por propia naturaleza, ser atormentado requiere un estado de conciencia. El experto bíblico Alan Gomes señala correctamente que “un castigo (tal como tormento) que no es sufrido, no es un castigo. Hablar de un objeto carente de sensaciones siendo castigado es usar un lenguaje muy extraño. Decir ‘Castigué a mi auto por no haber arrancado, quitándole los cables de las bujías uno por uno, provocaría risa”. Repetimos entonces, que castigo involucra un estado conciente.
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Un punto critico relacionado con Mateo 25:46 es que el versículo dice que el castigo es eterno. No hay forma de que el aniquilacionismo o la extinción de la conciencia pueden ser introducidos a fuerza dentro de este pasaje. El adjetivo “aionion” en este versículo significa literalmente “eterno, sin final”. El mismo adjetivo es usado para Dios, el Dios eterno en 1 Timoteo 1:7; Romanos 16:26; Hebreos 9:14; 13:8; y Apocalipsis 4:9. El castigo de los incrédulos es tan eterno en el futuro como nuestro eterno Dios.
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Fuentes:
Apología Cristiana, Vol. 4, Numero 2, Abril-Junio, 2000. CIR, Centro de Investigaciones Religiosas, P.O.Box 846, Montebello, Cal. 90640, EE.UU.
Ron Rhodes es Presidente de Ministerios del Razonamientos de las Escrituras. Es autor de 35 libros
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