EDUCANDO A MARTIN GIANOLA
Crítica de su artículo
“Los Atributos Teológicos del Dios Judeocristiano – Omnipresencia”
El artículo de Martín Gianola está alojado en: http://www.foroateo.com/estudioateo/etica/omnipresencia.htm
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Una vez más asumo la benévola tarea de corregir a Martín Gianola, que como todo ateo que no es honesto intelectualmente, presenta una perspectiva distorsionada, en esta ocasión, del atributo de Dios conocido como omnipresencia. La tarea de derribar sus argumentos es sencilla. Todo lo que tenemos que hacer es mostrarle que su definición de omnipresencia es errónea. Gianola, como parece ser su costumbre, razona en el vacío de la misma forma que ese “gran pensador” que Gianola cita, Ladislao Vadas. Veamos lo que Gianola escribe:
“Entendemos por omniprescencia de dios que se encuentra en TODAS partes, desde los componentes infinitamente pequeños del nucleo de un átomo, asi como en el aire, el vacio del espacio, el nucleo del sol o de cualquier estrella, en cada pelo del ratón que vive en mi desván o en una hormiga africana recién nacida. En cada fotón, en cada una de las galaxias, no tocando las cosas superficialmente ni adhiriéndose materialmente a los objetos. Dios está en todo Espacio, lugar y cosa, en forma radical ……… Su presencia puede estar en los seres de manera objetiva, como lo amado en el amante, lo conocido en el cognocente, esto es presencia particular. Su presencia puede estar en los seres de manera efectiva por potencia, por conocimiento y por escencia, es decir en forma general”.
Más adelante, Gianola cita a Ladislao Vadas:
“…cada átomo, cada molécula, cada celula viviente, cada organismo vivo o muerto, sano o enfermo, cada cerebro animal, cada conciencia humana, están adosados a su propia conciencia, porque se halla presente en todo [Dios] …. Puesto que, o está en todos los seres o no se halla en algunos. Si se halla presente en todos, tambien lo debe estar en los malignos o los que usan mal el libre albedrio. Si en estos no se halla presente, carece entonces del atributo de omnipresencia…….. ”
Sin perder la oportunidad de insertar en el artículo el gastado argumento ateo de la existencia del mal, que según los ateos prueba que Dios no existe, Gianola agrega:
“Se me ocurre pensar entonces en un dios que estaba presente dentro de ese hermoso niño que luego se convirtió en un violador asesino múltiple”.
Es claro que Gianola, al igual que Davas, tiene una idea totalmente errónea de lo que es la omnipresencia de Dios en términos bíblicos. Ambos conciben la omnipresencia de Dios en términos panteístas/monistas, i.e., Dios siendo todo y uno con la creación. La naturaleza ontológica de Dios, según Gianola, su esencia (su DNA si se me permite), se encuentra en toda materia y organismo viviente en el universo. Esta es una definición panteísta de Dios, i.e., Dios es todo y todo es Dios. Eso no es lo que la Biblia enseña. Es obvio que Gianola, sin saberlo quizá, está tratando con un dios diferente al del cristianismo. Queremos pensar que no lo hace adrede. De lo contrario está levantando un monigote de paja, o sea que comete la falacia de mal representar lo que los cristianos creemos. Esta falacia consiste en crear una versión modificada o débil de la posición del contrario, para de esa forma poder derribarla fácilmente. Veamos ahora, para beneficio de la educación de Gianola, qué es lo que los cristianos entendemos cuando hablamos de la omnipresencia de Dios.
La Biblia establece que Dios es omnipresente, i.e., está presente en todo lugar simultáneamente. Esto no significa que la forma o naturaleza de Dios está dispersa de modo que partes de El existen en todos lados (la crítica de Gianola se basa en esta falsa premisa). Dios es ontológicamente espíritu (Jn. 4:24; Is. 31:3), no tiene una forma física. El está presente en todo lugar en el sentido de que todas las cosas están inmediatamente en su presencia. Al mismo tiempo, El está presente en todo lugar del universo. Nadie pude esconderse de El y nada escapa a su “vista” (Sal. 139; Jer. 23:23-24; Am. 9:2-3).
Dios NO es todo-presente en el sentido de existir dentro o en todas las cosas creadas, visibles y no visibles, Dios no está en las mentes, emociones, plantas, vida, materia inanimada y/o diferentes elementos. Su omnipresencia significa que no está enmarcado por restricciones de ninguna clase y puede realizar un número infinito de cosas sin limitaciones de ningún tipo. Por motivo de su naturaleza eterna y existencia infinita, Dios es inmensurable en conocimiento, sabiduría, santidad y bondad. Es por ello que cuando alguien se acerca al tema de su omnipresencia debe asegurarse de que sabe de lo que está hablando, de lo contrario puede caer en las ideas superfluas y absurdas de Gianola y Vadas.
Quizá lo que vengo diciendo se comprenda mejor cuando estudiamos otro atributo de Dios, Su transcendencia. Esto significa que Dios es enteramente distinto, diferente, y en cierto sentido separado de su Creación, así como el carpintero es diferente de la mesa que construyó. Transcendencia significa que Dios es:
1. Separado deul mundo: Is. 40:22; Hch. 17:24
2. Superior al mundo por contraste: Sal. 102:25-27; 1 Jn. 2:17-17
3. Creador del mundo: Gn. 1:1; Sal. 33:6; 102:25; Is. 42:5; 44:24; Jn. 1:3; Ro. 11:36; He. 1:2; 11:3.
Al mismo tiempo que Dios es transcendente, también es inmanente, o sea, involucrado con su Creación e interrelacionándose continuamente con ella, pero nunca Dios es la Creación y viceversa.
Resumiendo: El argumento de Gianola es estrepitosamente inválido. Le recomendamos que si va a arremeter contra el Dios bíblico, se tome el tiempo de estudiar un poco porque es evidente que está refutando o “analizando” una pantomima de su propia creación, un molino de viento producto de su mente obsesionada, no el Dios cristiano.
Por último, no podía faltar en la diatriba de Gianola el clásico caballito de batalla del ateo, la existencia del mal y el sufrimiento y la acusación de que el Dios cristiano es cruel. Gianola usa las palabras de Ladislao Vadas:
“Y vuelvo a Vadas: ‘…tampoco se explica como estando presente en todos los genes de los seres vivos de la tierra, permite la mutación genética aleatoria que apunta casi siempre hacia el error, cuya acumulación conduce al fracaso de las especies vivientes, ni como permite que un tumor maligno carcoma lentamente un organismo hasta su agonía extrema entre terribles tormentos, estando”Él” infiltrado (según la teología está en todas las “cosas” y los tumores cancerígenos son cosas y no “ausencia de bien”), en cada una de las mitosis equivocadas de estas células degeneradas, como objetos o seres que siguen un curso ciego incontrolado y mortal como si se tratara de otro ser vivo adherido a la victima…’”
Nótese una vez más que el comentario de Vadas está fundado en las arenas movedizas de una definición panteísta de la naturaleza de Dios. Esto de por sí invalida el argumento principal. Pero en el tema del sufrimiento y el mal, la perspectiva calvinista es la más apropiada para neutralizar el monigote de paja de Vadas. Propongo: el pecado es real y terrible. Es necesario conocer la doctrina de la Depravación Total para entender lo grave que es el pecado. Como resultado, el mundo recibe parte de lo que merece. Si lo recibiera todo ya nadie ni nada existiría.
El salario del pecado es muerte, y parte de la muerte es la deteriorización de nuestros cuerpos por medio de la enfermedad. Dios no tiene la obligación de darnos cuerpos sanos de por vida. Tampoco le debe sanidad a nadie. Si lo hace es gracias a su misericordia. La doctrina bíblica de la soberanía de Dios incluye el entendimiento de que Dios no tiene que darle explicaciones a nadie de cómo administra los asuntos del universo.
Concluimos diciendo que el hecho de que halya sufrimiento y maldad en el mundo no constituye ningún desafío para el cristiano informado. La horrenda situación presente es el resultado de la caída en pecado de nuestros antepasados milenarios. Más claro aun, es el hecho de que la existencia del mal no es un argumento que pruebe la no existencia de Dios. Los ateos más inteligentes ya lo han abandonado por inefectivo. <>
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