CÓMO CULTIVAR UN AMBIENTE DE GRACIA Y SANTIDAD EN EL HOGAR
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deuteronomio 6:4-9).
Como creyentes, nuestra primera responsabilidad es amar a Dios con toda nuestra vida y con todo lo que somos; entramos en su presencia cada día para cultivar una relación íntima con nuestro Señor. Al mismo tiempo, tenemos la responsabilidad de pasar el conocimiento de Dios a nuestros hijos y a toda nuestra familia, inspirándoles a buscar a Dios, a tener comunión con él y a aprender a ministrar juntos como familia, para la gloria de Dios y el avance de su Reino en el lugar donde estamos. Para poder hacer esto, es muy importante que Dios sea el centro de nuestro hogar. Nuestro hogar necesita ser la morada de Dios, un lugar que atrae su presencia y donde él se siente cómodo y bienvenido. Queremos cultivar un ambiente de gracia y santidad en el hogar que invite la presencia de Dios y que provea protección contra los ataques y la influencia del maligno. ¿Cómo podemos hacer esto? Hay que empezar con el fundamento, que es el Altar Familiar, o el Culto Familiar.
A. ¿CÓMO INICIAR EL CULTO FAMILIAR CON LOS TUYOS?
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Arrepiéntete si por tu ignorancia o negligencia has descuidado la vida de oración y la enseñanza de la Palabra en tu hogar. Pídele perdón al Señor, y pídele su ayuda para poder empezar, o reiniciar.
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Pide perdón a tu familia (esposo/a e hijos) por haberles fallado en tu oficio de sacerdote (intercesor), profeta (guía) y pastor. Ponte de acuerdo con ellos sobre cuándo podéis celebrar el culto familiar junto.
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Podéis empezar orando cada día 10 minutos juntos, y luego un día a la semana tener un tiempo más extenso. El tiempo depende de la edad de los hijos, y de cuánto los tienes acostumbrados a escuchar y participar en actividades familiares.
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Busca un libro o material que te pueda guiar. Haz partícipe a los demás de las decisiones en cuanto a qué hacer; por ejemplo qué pasajes de la Biblia leer.
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No te desanimes si te cuesta empezar o mantener una buena dinámica. Sigue intentándolo.
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Si no todos los miembros de tu familia son creyentes, ora con los que estén dispuestos, y pídele a Dios que te dé maneras creativas de abrirle la puerta de tu casa; como, por ejemplo, dando gracias en la mesa y aprovechando para orar brevemente por la familia, poniendo versículos en diferentes lugares de la casa, poniendo música cristiana, despidiendo a los hijos con un “Que Dios te bendiga”, o diciéndoles que estás orando por ellos en momentos difíciles o de necesidad.
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Si no puedes orar con nadie en tu familia, busca un compañero/a de oración para orar regularmente por vuestras familias.
B. ¿QUÉ SE PUEDE HACER EN EL TIEMPO DEL ALTAR
FAMILIAR?
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Alabar al Señor con cánticos y acción de gracias. Cultivar una actitud de gratitud por las bondades de Dios incentiva la fe. (1 Tes. 5:18, Fil. 4:6)
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Leer un pasaje de la Biblia. Memorizar versículos juntos y repasarlos; como, por ejemplo, la oración del “Padre nuestro”, Los diez mandamientos, el Salmo 23, o los libros de la Biblia. (2 Tim. 3:14-17)
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Orar los unos por los otros, pidiendo la protección de la sangre de Cristo sobre sus vidas. (Apoc. 12:11, Efesios 6:10-20)
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Invocar la bendición
de Dios. Debemos aprender a bendecir y edificar con nuestras palabras, en vez de maldecir y destruir. En Efesios 4:29 dice, “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” Nuestro hablar en la familia debe ser sazonado con gracia para no abrir ninguna puerta al enemigo.
Cuando oramos, podemos bendecirnos mutuamente usando la bendición de Números 6:24-26: “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.” También podemos bendecir a nuestra familia con hambre y sed de Dios, y con el deseo de leer su Palabra y asistir a reuniones cristianas.
Aprendamos a bendecir a nuestra familia proclamando sus dones, en vez de decirles todos sus defectos con ira. Busca al Señor a favor de cada uno de los miembros de tu familia para entender de él cuál es la identidad, el plan y el destino que Dios tiene para cada uno. Luego declara estas cosas sobre sus vidas, para de esta manera bendecirles y encauzarles en los caminos del Señor. Por ejemplo: “Hijo, muchos vienen a ti para pedir consejo porque ven en ti el don que Dios te ha dado de consejero. Cuando tú entregues tu vida a él, podrás bendecir a muchos con este don”. También Jacob (Génesis 49) bendijo a cada uno de sus hijos y les declaró lo que iban a ser. Parte importante de la identidad de una persona es el significado de su nombre. Por ejemplo, “María” significa “amargura”. Pero en Éxodo 15, Dios convirtió las aguas amargas en aguas dulces. Así Dios, a través del sufrimiento en la vida de esta persona, volverá la amargura en la dulzura de un carácter manso y humilde, como el de Jesús, que también fue llamado “varón de dolores y experimentado en quebranto” (Isaías 53).
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Pedir perdón los unos a los otros y perdonarse mutuamente (Mateo 18:23-35).
La gracia es amor incondicional, es perdón y reconciliación.
Alguien dijo que la mejor manera en que un padre puede expresar amor por sus hijos es amando a la madre de sus hijos. Cultivemos un ambiente de perdón y amor incondicional con nuestro cónyuge, en primer lugar.
Como padres, no debemos tener miedo de pedir perdón a nuestros hijos, pensando que no nos van a respetar si ven que no somos perfectos. Si estamos dispuestos a pedirles perdón, será una protección contra la rebeldía en sus vidas, y estarán más abiertos al mensaje del Evangelio (Mateo 5:23,24). Watchman Nee, un conocido líder cristiano de la China, se convirtió al Señor porque un día su madre le pidió perdón por haber sido injusta con él. Watchman Nee reconoció el cambio que Dios había efectuado en la vida de su madre, y esto le impactó, al mismo tiempo que le hizo ver su propia necesidad del Señor.
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Escuchar a Dios juntos para tomar decisiones.
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Animar a todos los miembros de la familia a participar, operando en sus dones, para que entiendan desde una temprana edad cuál es su lugar en el Cuerpo de Cristo, y quiénes son en Dios. Afirmar su identidad – su llamado en Dios – esto es, su misión y propósito en esta vida. Es en el hogar donde esto se descubre y empieza a desarrollarse.
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Como familia orar por otros. Es en el hogar y en la oración donde empieza la compasión por los perdidos. Es aquí donde aprendemos a funcionar como un equipo y a ministrar juntos a favor de las necesidades de otros.
C. ¿CÓMO SEGUIR CULTIVANDO UN AMBIENTE DE GRACIA Y
SANTIDAD EN EL HOGAR?
Una vez que hemos establecido el fundamento del Altar Familiar en nuestro hogar, ¿cómo podemos seguir cultivando ese ambiente de gracia y santidad, para atraer la presencia de Dios, y proveer protección?
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Cultivando una actitud de quebrantamiento, de confesión
ante Dios y ante los demás (Santiago 5:16). -
Limpiando nuestra casa de todo instrumento de Satanás, para que pueda ser la morada de Dios. El enemigo usa cosas para traer depresión, temor, peleas, enfermedad o accidentes a nuestra casa. Pídele a Dios que te ayude a ser sensible a su voz para ser guiado por él en lo que tienes que quitar de tu casa. Si somos celosos en limpiar nuestra casa de la inmoralidad, el ocultismo y la rebeldía que entran por la tele, la música, revistas, y por otros canales, abriremos la puerta a Dios, para que pueda proteger nuestra familia, y para que tengamos más autoridad frente a nuestros hijos (Efesios 5:11; Hechos 19:19).
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Llevando una vida de integridad (Salmo 26). No podemos mentir y creer que estamos siendo íntegros ante Dios y ante nuestra familia (No debemos permitir ni mentirillas, ni medias verdades, ni mentiras “necesarias”). Si hacemos promesas, debemos cumplirlas. Debemos ser hombres y mujeres de nuestra palabra, y ser fiables. No podemos engañar en los impuestos. Tampoco robar a Dios en nuestros diezmos y ofrendas. Cuando diezmamos fielmente, estamos siendo obedientes a Dios, reconociendo que todo lo que tenemos viene de él. Estamos siendo buenos administradores de todo lo que él nos da, y estamos expresando nuestra confianza en él para suplir todas nuestras necesidades (Ef. 4:17-32).
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Andando en humildad. Sacando todo egoísmo de nuestro corazón, para que Dios realmente sea el Señor de toda nuestra vida. Teniendo un celo por la casa del Señor, no por edificar nuestro propio reino. Es importante la motivación de nuestro corazón, y los de nuestra casa lo notarán en lo que decimos y hacemos. Todo lo que hacemos para promovernos a nosotros mismos y para edificar nuestro propio reino es pecado, y no agrada a Dios. También crea conflicto y malestar en las relaciones en casa y en la iglesia.
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Siendo obedientes a Dios (Juan 14:23). Si nos endurecemos contra Dios en las cosas que nos está diciendo, poco a poco nos vamos apartando de él en nuestro corazón, y le vamos alejando de nuestro hogar. No podremos cultivar un ambiente de gracia y santidad en el hogar si no estamos siendo obedientes a Dios. Por lo tanto, respondamos en obediencia al Señor en cualquier área de nuestra vida donde él esté apuntando algo que tenemos que cambiar; sea que nos esté diciendo que tenemos que disciplinarnos en el área de la comida, o que debemos dejar de ver la televisión, o dejar una amistad que está siendo una mala influencia para nosotros.
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Tomando un día de descanso cada semana para dedicar más tiempo a la oración y el estudio de la Palabra, y de esta manera ser un ejemplo de alguien que confía en el Señor y depende de él. En Génesis 6:8 dice: “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. El nombre Noé (en hebreo Noach) significa “descanso”. El descanso, entonces, es lo que encuentra gracia, o favor, con Dios – no el activismo; y el descanso es el fundamento para poder andar en la gracia. En nuestro hogar, debemos ser un ejemplo de descanso y fe en Dios en cada situación.
Hoy puede marcar el comienzo de un cambio radical en nuestro hogar. Para que se lleve a cabo ese cambio, hagamos un compromiso con el Señor como familia. Digamos: Padre Celestial, a partir de ahora nos comprometemos a venir ante tu presencia y a tener comunión contigo, como familia, de una manera regular. Queremos cultivar un ambiente de gracia y de santidad en nuestro hogar, con el deseo de que hagas tu morada entre nosotros. Muéstranos, Señor, lo que esté impidiendo que tú puedas llenar todo nuestro hogar con tu presencia. Queremos que tú estés en el centro de nuestra familia. En el nombre de Jesús, amén.
“Yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).
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