La Blasfemia Contra el Espíritu Santo
y su Incidencia sobre la Doctrina de la Trinidad
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. (Mateo 12:31-32)
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En este breve ensayo no elaboraremos en la interpretación del pasaje. Ya se ha especulado bastante al respecto y el material en el tema es más que abundante. Yo creo sinceramente que Dios ha dejado algunos pasajes de la Escritura envueltos en cierta medida de misterio, simplemente para humillar a aquellos que quieren reducir a toda la Palabra de Dios al alcance de la razón. Paradójicamente, este pasaje presenta también una enseñanza clarísima relacionada con la Trinidad, específicamente en lo relacionado con la persona y la deidad del Espíritu Santo. Tan diáfano es el pasaje en este aspecto, que es inconcebible que alguien pueda negar ambos atributos del Espíritu. El tipo de blasfemia al que se have referencia requiere obligatoriamente la personalidad y la deidad del blasfemado. La igualdad ontológica inherente a los Tres mencionados en el pasaje es también más que evidente.
La deidad del Espíritu es fácilmente deducible en el hecho de que si alguien blasfema contra el Padre o el Hijo, puede ser perdonado, pero si blasfema contra el Espíritu Santo nunca le sera perdonado. Es absurdo e irracional que una fuerza o poder pueda ser exaltado por encima del Padre y del Hijo.
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El reclamo arriano/sociniano de que el Espíritu es meramente un atributo o el poder de Dios se derrumba ante la propuesta del pasaje, ya que existe una clara distinción entre el Padre y el Espíritu. Si el Espíritu fuera el poder operacional del Padre, como afirma Mario Olcese, blasfemar al Padre sería equivalente a blasfemar al Espíritu Santo. Pero éste no es el caso. Cualquiera que blasfeme contra el Padre puede ser perdonado, pero no es así cuando se blasfema al Espíritu Santo. Obviamente, son personas diferentes.
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Los modalistas, a su vez, reclaman que el Espíritu es Jesús. Esta proposición también se da de narices contra el suelo. Si los Tres son la misma persona, blasfemar a uno equivale a blasfemar a todos. Para desconsuelo del modalista, blasfemar contra Jesús o el Padre no es lo mismo que blasfemar contra el Espíritu Santo. Conclusión: los Tres son diferentes personas. De lo contrario el pasaje no tiene ningún sentido.<>
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