Cómo Escribir un Buen Artículo
Tengo algo que decir.
Nadie se pone ante una hoja en blanco con idea de escribir algo si previamente no tiene “algo que decir”. Si nos ponemos a escribir sobre muchas ideas al mismo tiempo, lo que vamos a conseguir es que nuestro lector se líe, no sepa de qué estamos hablando y lo deje a media lectura porque no le encuentra un sentido a lo que está intentado descifrar.
Y una vez tenemos clara la “idea central”, el tema sobre el que queremos escribir, la pregunta que surge a continuación es ¿cómo lo hago?
…
El Título. Por eso es tan importante la “idea predominante”, la idea que ha llenado primero nuestra mente sobre lo que queremos comunicar, transmitir a los lectores y que se debe concentrar en el Título, apoyado, si es necesario, por un subtítulo, que, como su nombre indica, va a continuación del título porque consideramos que ayudará a la comprensión de la “idea predominante” que hemos resumido en el Título.
Si el Título representa la idea predominante, la idea central, debe ser claro, sencillo y, sobre todo fácil de recordar. Si escribimos un artículo con un buen título que resuma el contenido, el tema principal sobre lo que vamos a escribir, y dentro de unos meses alguien le pregunta al lector ¿de qué trataba el artículo leído?, seguramente se va a acordar de qué iba porque se le ha quedado grabado en su memoria el título.
Esto aplica igual a las predicaciones, a los sermones. Muchas veces se tratan tantos temas, tantos pasajes, en una predicación, que, al terminar el culto, si alguien se dedicase a preguntarle a los oyentes ¿de qué ha tratado el sermón?, seguramente no tendrían una respuesta clara porque no ha habido una “idea principal” que llenase el Título, que se repitiese en la Introducción, que se oyese varias veces durante el sermón y que fuese la protagonista en la Conclusión.
J.H.Jowett dijo al respecto: “Tengo la certeza de que ningún sermón está listo para ser predicado, ni siquiera para ser escrito, hasta que no pueda expresar su tema en una frase corta, elocuente y tan clara como el cristal.”
Los destinatarios. Dennis pone a los lectores como el paso nº 1 a tener en cuenta. Yo creo que una vez que se tiene elegido “el tema” sobre el que se quiere escribir, posiblemente ya se ha elegido al mismo tiempo a quién va a ser dirigido ese artículo.
Pero si, por ejemplo, se nos encarga un artículo, con un tema prefijado para un público determinado, entonces tendremos que esforzarnos en que nuestro lenguaje y estilo se adapte al público que va a leer nuestro artículo. Por ejemplo, se nos encarga que escribamos un artículo sobre “La Cultura” que va a ser publicado en el Boletín de la Escuela Dominical de los Niños. Tenemos dos puntos muy definidos: 1º el tema, que ya es el título (“La Cultura”) y 2º los destinatarios (niños hasta 12 años). Lógicamente no usaremos palabras muy técnicas o rebuscadas sino que trataremos de usar un lenguaje asequible a su entendimiento, claro, sencillo y ameno para que les “enganche” hasta el final.
Subdivisiones. Dennis define las subdivisiones como “subtítulos”, aunque creo que es más acertado llamarles “subdivisiones”, ya que el subtítulo se pone debajo del título como una ampliación de éste. Por ejemplo en el artículo de Pablo Santomauro “La seguridad de la salvación”, el subtítulo sería lo que pone debajo del título: “¿Podemos tener la certidumbre de que somos salvos?”
En el artículo de Pablo Satomauro titulado “¿Acaso la shema de Israel denota una sola persona en la Deidad?” vemos un claro ejemplo sobre las subdivisiones, o, como diríamos en un libro, los capítulos dentro del artículo: En este caso serían “1. La palabra “echad” (unos)” y “2. La palabra “yachiyad” (uno).”
Dependiendo de la extensión del artículo, a veces será necesario utilizar estas subdivisiones o capítulos para llevar mas claramente y más detalladamente lo que se esta exponiendo. Esto le dará un respiro al lector, y, al mismo tiempo, sirve para poder explicar mejor lo que se quiere transmitir.
La Introducción.
Después del título, la Introducción le presenta al lector la “idea principal” y su desarrollo.
La introducción debe llamar la atención. Si conseguimos atraer al lector en las primeras frases, es seguro que se leerá todo el artículo interesado en saber qué le queremos transmitir y cómo va a acabar aquello que tiene tan buen principio.
Qué errores debo evitar al escribir:
Centrarse en el Tema principal.- Lo he dicho al principio: centrarnos siempre en la idea principal. Podemos tener ejemplos, ilustraciones, comentarios, opiniones, lo que se nos ocurra, pero siempre llevando una línea en la narración, o sea, todos los comentarios, anécdotas, ilustraciones, opiniones, etc., tienen que ir en la misma línea de la idea principal o tema que hemos querido exponer, para no despistar al lector, para que mantenga su interés, para que no deje el artículo por incomprensible por el lío que le hemos hecho en su cabeza.
Saber a quién va dirigido el artículo.- También lo hemos comentado en el apartado “Los destinatarios”. No debemos de perder de vista para quien estamos escribiendo, a menos que, si hemos escogido un tema genérico, algo que puede leer cualquier persona de cualquier edad o cultura, la redacción debe ser lo más entendible posible. Todo depende del tema sobre el que estamos escribiendo. Si estamos escribiendo sobre algo evangelístico dirigido a no creyentes, lógicamente no es lo mismo que si estamos es
cribiendo sobre “Las Verdades que encierra la doctrina del Evangelio” dirigido a creyentes.
Evitar los párrafos muy largos. Si el tema es muy extenso, es mejor subdividirlo en los capítulos que consideremos necesarios. Los artículos muy largos tienden a aburrir, a menos que seamos escritores consagrados y hayamos decidido escribir un libro, pero entonces ya no sería un artículo.
Faltas de ortografía y mala redacción. Una vez terminado el artículo debemos releerlo varias veces para corregir las faltas y la mala redacción, lo que nos “suene mal” al leerlo en alto.
Si es posible, debemos dárselo a leer a otro para que nos ayude con esto. Los escritores profesionales lo hacen para que otros ojos puedan ver lo que él autor no ha visto en una primera lectura.
Evitar las continuas repeticiones. Es una de las cosas que más cansa al leer: repetir lo mismo una y otra vez. Es mejor que el artículo sea más breve y no que nos repitamos hasta cansar al lector. Una cosa es que la idea principal quede bien plasmada y otra cosa es repetirla siempre de la misma manera. Hay que buscar, como dije antes, la “buena redacción”, que nos suene bien lo que leemos, que sea agradable, amena, que denote sinceridad y seguridad en lo que se dice.
Esto estará influido también por nuestro “estilo personal” de escribir, algo que se irá mejorando con los años y con la práctica.
Utilizar los signos de ortografía. Las comas, los puntos y seguido, los puntos y aparte, los dos puntos, el punto y coma…… Todos estos símbolos son muy importantes a la hora de escribir ya que permiten “respirar” al lector. Si escribimos una frase muy larga sin comas, puntos, etc., corremos el riesgo de que el lector se nos asfixie, no tome oxígenos y deje el artículo por estar mal redactado.
Es muy importante aprender a sintetizar, esto es, a decir lo mismo con menos palabras. Al repasar nuestro artículo y encontrarnos con alguna frase excesivamente largo, procuremos sintetizarla.
Evita tu “argot particular”. El “argot particular” me refiero a tu dialecto, o a la forma que uses para hablar con tus colegas, o utilizar palabras que solo tu entiendes.
Para que tu artículo alcance al mayor número posible de lectores, debes tratar de utilizar las palabras que utiliza y usa el mayor número de personas en el idioma que estés utilizando. Escribe para todo el mundo.
Utiliza el diccionario las veces que sea necesario.
Utiliza los procesadores de texto con el corrector ortográfico, si escribes desde un ordenador.
Mejor que hayas escrito algo sobre seguro que no arriesgarte a escribir algo que va a quedar en una incógnita.
Usar el sentido del humor con precaución. Está muy bien un toque de humor si esa sonrisa nos enfoca hacia la idea. Un poco del sentido del humor nos ayuda a crear un puente amigable con el lector.
Pero un exceso de chistes, o de humor, puede hacer pensar al lector que está leyendo algo de un cómico y no valorará la idea que queríamos explicar al principio.
La Conclusión.
Como dice Haddon W. Robinson, “El propósito de la Conclusión es concluir, no solamente parar.”
En la conclusión se tiene que poder ver la idea completa que a la vez es un resumen del artículo, haciendo hincapié en los puntos importantes para que quede la idea definitivamente expuesta y clara.
Un ejemplo de un artículo bueno:
La Seguridad de la Salvación
por Pablo Santomauro
https://diosmiojesus.com/salvacion/1757-la-seguridad-de-la-salvacion
Bibliografía:
“La predicación bíblica” de Haddon W. Robinson
http://www.escribirycomunicar.
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