Milagro
Pero era verdad tenía algunos problemas pequeños. Yo despertaba a menudo con dolores de cabeza y sentía mareos. Yo no tenía una historia de esto, pero pensé que estos problemas me venían por estrés en el trabajo. Continuaba con los dolores de cabeza y recuerdo un tiempo de nausea por una mañana cuando fui a la iglesia. Era obvio a mi marido que tenía un problema y me preguntó si lo sintiese bien. Sentí en este momento que no tenía el control de mi misma porque las nauseas y los mareos me controlaban mi cuerpo. El sábado siguiente mí marido y yo estaba haciendo la compra como normal pero yo sentí un poco enferma. El pensó que tenía que ver con el hecho de que yo no comiera nada por la mañana, así que paramos en un lugar para comer. Recuerdo buscando la camarera por un vaso de agua, como las cebollas que comía me daba sed. Pero lo próximo que puedo recordar es el despertarme en la sala de urgencias en el hospital con el suero en mi brazo.
Yo sufría un ataque en mi cerebro y no sabía lo que estaba pasando por casi una hora. No podría imaginar lo que me pasaba a mí. Fui despedida del hospital y fui a mi doctor de familia la semana siguiente. El estaba de acuerdo con que lo que sufría no era normal y me envió a ver un neurólogo. Me mandaba hacer una Resonancia Magnética y la respuesta iba a venir después. Recibí una llamada en casa por la noche de una especialista. Ella decía que yo tenía un tumor de cerebro como 2 milímetros. Estas noticias me desconsolaron. ¿Cómo podría esto pasarme a mí? ¿Cómo voy a superar este problema? Mis pensamientos se enfocaba en Proverbios 3:5-6. Tenía que confiar en el Señor con todo mi corazón, y no apoyarme con mi propia prudencia, sabiendo que Dios estaba en control de todo y El me ayudaría con esto.
El siguiente paso era ver el neurocirujano. Al verle decía a mi marido y yo que yo tenía menos de dos años para vivir, o quizás menos. El querría operarme lo antes posible. Decía que corría el riesgo de cincuenta por ciento en sobrevivir. Yo tenía mi cita por la operación el 22 de abril de 2004. El médico me operó por más de cinco horas. Después de la operación, el médico le dijo a mi esposo que mi tumor era maligno y no pudiéramos esperar por más. El hizo todo lo que podría.
Cuando me desperté en las unidades intensivas, no tenía pelo (esto para mi fue horrible) y mi cabeza estaba en un aparato hecho para mantener mi cabeza y nuca permanente en el mismo espacio sin moverlas. Yo estaba atornillada por mi cráneo que no podía moverse. Tenía una línea marcado en mis brazos por los sueros en tres sitios diferentes y sentía más miserable que he había sentido en toda mi vida. La única cosa que me ayudó fue ver el pastor Jim Ten Bosch que vino a orar mi esposo y yo a pesar de que aún tuviera mucho miedo y estaba con mucho dolor.
El día siguiente el médico vino y me dijo que tenía quizás dos años para vivir pero esto no era seguro. Podría permanecer por quizás un par de meses. Normalmente hay una clasificación en cuanto al cáncer que va de uno a cuatro. Cuatro es la clasificación más mortal y mi cáncer era un cuatro. El tumor se lo llevó a un laboratorio para analizarlo y de allí, nuestros miedos más pesados fueron confirmados. Yo tenía un tumor de “gliobastoma multiforme” que era un cáncer del cerebro que crece rápidamente. Los pocos ánimos que yo sintiera en estos momentos venían de parte de las oraciones y apoyo de mi iglesia y mi familia. El pastor Bob Foyle también venía a mi habitación para orar conmigo y podría ver la iglesia misma desde mi ventana porque estaba solo un bloque de mi habitación.
Nuestra primera raya de esperanza venía más tarde. Después de una operación tan seria, la mayoría de pacientes se quedan por algunas semanas en el hospital. Pero yo salí de ello en tres días. El Señor me llevaba a través de mucho dolor y mucha angustia que yo sufrí y yo tenía el deseo de estar en casa otra vez. Esto es el primer momento en que el médico uso el término “milagro”. El decía, “esto no es muy común”. El no podría creer que bien yo sentía.
Yo estaba tan contenta estar otra vez en mi casa y dejar a tras todos las jeringas. En principio creí que sólo tendría que operarme y volver al trabajo en poco tiempo, pero al contrario, yo fui programado para hacer tratamientos de radiografía con el oncólogo. No esperaba esto. En el principio pensé que todo sería hecho en un santiamén, pero no fue así.
Así empezó un nuevo problema. No podría imaginar más problemas y dolor. Ya no tenía cabello. Y por el tratamiento de la radiación me hacía una mascara que tenía que llevar durante todos los tramites. Y estos tratamientos me han causado más enfermedades que yo he tenido en toda mi vida. Ahora en cuanto a la radiografía, ellos bombardearon las zonas con una dosis de la más alta radiación que es médicamente permitido. Por ocho semanas estaba durmiendo, enfermo, o los dos. Yo perdí mi energía y no podría levantar me de una silla. Sentí enferma cuando estaba despierta y no podría comer lo que mi esposo me hizo. Los mejores momentos fueron cuando recibí tarjetas de personas diferentes. Las venía de gente de la iglesia, mi familia, mis compañeros del trabajo e incluso gente que yo no conocí. ¡Cómo el Señor uso este tiempo en mi vida para que tanta gente orara por mí! ¡Era maravilloso!
Durante al final de mis tratamientos, tenía una Resonancia Magnética para ver el resultado de la radiografía. Pero en vez de ver algo, no había ningún tumor. ¡El tumor desapareció! Otra vez mi médico fue asombrado. No decía la palabra “milagro” pero no podría creer que la única cosa visible era las cicatrizas de la operación, pero no un tumor. ¡Gloria a Dios porque hay nada que El no puede hacer! Estamos realizando esto ahora en nuestras oraciones, en las oraciones de nuestro pastor, en la oraciones de nuestra iglesia, e incluso en las oraciones por personas no conocidos que han sidas contestadas.
¿Es posible que el Señor me haya curado o es sólo una cosa provisional?
Era una cosa extraña. Yo estaba sin pelo, pálida, y tomando esteroides que me inflamaba tanto que yo parecía como dos personas en vez de una. Levaba pañuelos y gorras e incluso una amiga de familia me compró dos peluches para llevar. Y yo decidí no quedarme dentro de casa sólo por mi aspecto físico. No me importaba si alguien me preguntara si tuviera cáncer o no. (Pero es curioso que me preguntara esta cuestión un par de veces). En vez de sentirme mal, yo sentía bendecida a decirles mi testimonio cómo el Señor había cambiada mi situación y me llevaba a través de estos acontecimientos.
Un par de meses pasó y mi mejor amiga vio un artículo en cuanto a un tratamiento nuevo para el cáncer. Era una píldora que tomaba en vez de la quimioterapia convencional. Empecé hace tiempo haciendo esto. Tomé y tomo la píldora por cinco días y después nada por los 28 días seguidos. A pesar que estaba enferma del tratamiento, el “Temador” (la medicina) me ayudó en no pasar más angustias con dolores fuertes y enfermedades. Los médicos no podrían ver un tumor en mi cerebro pero tenían miedo que pudiera aparecer otra vez. Entonces querrían usar todo a su alcance para asegurar mi sobrevivencia. Ellos aún creían que me quedaba poco tiempo pero creían que con este tratamiento podría darme dos años más de vida.
El Señor estaba tan bueno conmigo. El me llevó por circunstancias difíciles que no podría aguantar sin su presencia a mi lado. Empecé a disfrutar cada día y ahora tengo el punto diferente en cuanto la vida. Cada vez que tenía que volver para hacer la Resonancia Magnética tenía el miedo que mi cáncer reapareciera. Pero cada vez al hacerlo, no había nada. Y tenía que afrontar los cambios en mi vida. Pero mi pelo ha vuelto y mi cuerpo es como antes de empezar con todo este proceso. Parezco igual de fuera como antes, pero estoy diferente por dentro. El Señor me ha dado esperanza y un nuevo futuro. En todos los sitios puedo decir a otros del poder de la oración y el poder del Señor para sanar y cambiarnos. Llevo dos años y medio en remisión del cáncer. No puedo decir que estoy sanado para siempre pero sé que el Señor está bajo del control. Somos sus niños y El siempre estará con nosotros incluso en los tiempos cuando creíamos que no existe la esperanza. El Señor no promete que no vayamos a sufrir tiempos sin pruebas. Pero El promete estar con nosotros y llevarnos a través de estos tiempos cuando confiamos en El.
Hay esperanza para las pacientes de cáncer. Nunca echar la toalla. Dad todo al Señor. Hace falta confiar en El. El es nuestro Señor y Salvador. Yo siempre recordaré su promesa en Proverbios 3:5-6, “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y el enderezerará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión. Teme a Jehová, y apártate del mal.” El doctor no dice “milagro” —!Pero yo si!
(Traducido por Dennis Swick)
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