TESTIMONIO
Oscar
Vino un día a verme porque tenía muchos problemas en su vida y estaba ya cansado de ir de un lugar a otro sin encontrar solución a su problema. Después de hablar le expliqué que necesitaba sanar su interior y le propuse hacer sanidad interior, pero debíamos tener un tiempo de oración y ayunar el mismo día de la ministración, oramos y pusimos un día para tal motivo.
Junto con otro siervo del Señor, lo recibimos el día acordado, él vino muy tranquilo, oramos y empezamos la ministración cubriéndonos con la sangre de Cristo y pidiendo que el Espíritu Santo haga la obra de sanidad en su vida. Durante la charla, él abrió su corazón y pudimos conocer su infancia, el Espíritu Santo nos dio la clave del concepto que Oscar tenía de Dios, un Dios apático, legalista y castigador. Oscar se descontroló, y empezó a culpar a Dios de todo lo sucedido en su infancia, de sus heridas y golpes recibidos por sus padres, blasfemando el nombre de Dios y preguntando: ¿Dónde estuvo cuándo le pasaba esto? ¿Por qué no lo ayudo?
Y concluyó con esta exclamación ¡Dios no existe! Con la autoridad que Cristo nos dio reprendimos al espíritu que había tomado a Oscar, le hicimos volver en sí. Esa noche hubo sanidad, liberación en su vida, el Espíritu Santo obró con poder sanando cada emoción, herida, pudo perdonar a Dios, pudo perdonar a sus padres y pudo perdonarse a sí mismo. Nunca olvidaré la cara de Oscar al despedirse para ir a su casa, brillaba de alegría y gozo por reencontrarse con Dios y tener un concepto verdadero de Dios. El cambio fue tal en su vida, que su esposa nos vino a ver, preguntándonos qué le habíamos hecho a su esposo, ya que no era el mismo de antes.
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