Hoy en día es muy común el escuchar en las iglesias oraciones “atando y desatando” enfermedades, pobreza, demonios y hasta el diablo mismo. Para apoyar esta práctica se usan pasajes como el siguiente: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo” (Mt. 18:18). Esta declaración del Señor fue dada en el contexto de disciplina dentro de la Iglesia. La palabras “atar” y “desatar” eran populares entre los rabinos de la época y su significado primario era “prohibir” y “permitir”; en Mateo 18 equivalen a “disciplinar” y “restaurar”. Aquel miembro de la iglesia que persiste en pecar debe ser separado [atado] de la congregación (1 Co. 5:5), para luego en amor ser conducido al arrepentimiento y por consiguiente ser restaurado [desatado] (Gá. 6:1). Como vemos. las enfermedades, la pobreza y los demonios son totalmente ajenos al contexto.
Otro pasaje que se usa es Mateo 12:29, donde Jesús dice: “Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.” Esta declaración de Cristo es parte de una ilustración usada para refutar la acusación de los fariseos de que él expulsaba demonios en alianza con Satanás. Jesús expresa en contexto que él es más poderoso que Satán, y establece que sus exorcismos son hechos en el poder de Dios. Sería equivocado concluir desde este pasaje que Cristo estaba estableciendo un patrón universal para ser seguido por los creyentes.
Nosotros alentamos a los cristianos a que se aparten del malentendido tan serio de Mateo 18:18 y 12:29 por las siguientes razones:
1) No es bíblico. La Escritura no enseña que “atar y desatar” es el método para resistir al diablo y sus huestes, sino la comunión con Dios a través de la oración, la lectura de la Palabra y una vida de obediencia.
2) La atención del cristiano se centra en el diablo en vez de Jesucristo; esto reduce la eficacia del creyente en la tarea del Reino.
3) En el terreno práctico no da resultados, como la experiencia lo indica. Alguien dijo una vez: “si en realidad ataron al diablo, debe haber sido con una cadena muy larga”. Y en verdad la experiencia indica que aquellas personas que son supuestamente “liberadas”, deben ser “liberadas” muy a menudo, ya que incurren en las mismas faltas una y otra vez.
4) En cuanto a pobreza o enfermedad, la Biblia contiene principios que pueden gravitar en nuestro bienestar físico y material, pero en última instancia es la soberanía de Dios la que determina nuestra condición. Nosotros no controlamos esos aspectos.
Conclusión
La Escritura enseña que es Dios el que controla y limita los movimientos del diablo y sus huestes; también es él quien guarda a los creyentes del mal (Job 1:12; 2:6; Lc. 22:31,32; 2 Ts. 3:3; 1 Jn. 5:18). Ciertamente llegará el tiempo en que Jesús mismo “atará” al diablo por 1000 años (Ap. 20:1-3); luego del milenio Satanás y sus huestes serán lanzados en el lago de fuego (Ap. 20:10). Jesucristo no necesita la asistencia del ser humano en esta área (o ninguna otra). Entre tanto, el antídoto para combatir al diablo no es “atar”, sino “resistir firmes en la fe” (1 Pe. 5:9). Santiago 4:7 lo expresa claramente: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” <>
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