¨Porque las armas de nuestra milicia no son carnales,
sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
DERRIBANDO ARGUMENTOS Y TODA ALTIVEZ
que se levanta contra el conocimiento de Dios,
y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”
2 Corintios 10: 4
Amada Iglesia: (escrito en 2008)
Hace unas semanas pude ver al grupo de alpinistas de la iglesia de un país suramericano, incluido el pastor de la misma, coronar la cima de la más elevada montaña de ese mismo país y de las más altas de América.
Aparecían con los atuendos típicos de los escaladores montañistas, gafas negras, guantes, gruesas vestimentas de varias capas e impermeables, bufandas, pasamontañas, etc.
Allí en la cima, en medio de la helada ventisca, hicieron una inusual ceremonia, presidida por el pastor, hicieron “guerra espiritual”, tomando posesión no solo de la cumbre, sino de todo el país que se extendía por debajo de esa altura, para lo cual gritaban exclamaciones de arrebato al dominio territorial del enemigo espiritual, la potestad que gobierna o gobernaba ese país.
Cada uno de los hermanos tenía en sus manos un tanque de un galón, lleno de aceite sagrado o “ungido” (valga la redundancia), pero el tanque del pastor era del doble de tamaño.
A la orden de este, mientras lanzaban los gritos de exclamación o de ataque, con humo saliendo de sus bocas, mejillas chapeadas de rojo y labios pálidos, esparcían o lanzaban hacia las laderas del monte el aceite de los tanques, declarando la toma y la libertad del país que se extendía por debajo de esa montaña. Terminaron el acto de guerra arriando una gran bandera, la cual no pude detallar, tal vez la bandera de esa iglesia o ministerio, en el asta que colocaron en esa cima montañosa.
Viendo asombrado esta extraordinaria conquista, alpinista y espiritual a la vez, no pude menos que hacerme varias preguntas:
¿El subir a una cumbre elevada nos concede la victoria sobre los espíritus inmundos de regiones más bajas?
¿La guerra espiritual se hace por la posesión de territorios físicos o zonas del mapa?
¿Tiene el aceite “consagrado” (“orado”) la propiedad de expulsar de un terreno o de personas, a los espíritus inmundos o potestades espirituales?
¿Por qué entonces no nos dedicamos a mojar con ese aceite a las multitudes y las calles de las ciudades, en lugar de predicar el Evangelio?
¿La respuesta a las anteriores preguntas, dónde está explicada en el Nuevo Testamento bíblico?
“Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la Palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras PARA VER SI ESTAS COSAS ERAN ASÍ” (Hechos 17: 11)
Ese curioso acto religioso, me trajo a la memoria los esfuerzos que hacen muchas iglesias y pastores de mi ciudad, por acabar con la demoníaca fiesta de los carnavales, la cual tiene a mi ciudad sumida en las borracheras, el adulterio, el desorden, el irrespeto y la degradación total de la mayoría de los habitantes.
Pero, como parte de esos esfuerzos, está una “toma” de la ciudad que realizan muchas iglesias y que consiste en una caravana por algunas vías principales, en las cuales oran y derraman aceite “consagrado” sobre el pavimento, colocando manos sobre las aceras y “declarando” que esa avenida, ese barrio y toda la ciudad son conquistadas para Cristo.
Supe que algunos hacen esa travesía de madrugada, para tener mayor libertad en derramar el aceite y pisotear conquistadoramente el pavimento.
¿Será que el diablo y sus demonios
no vuelven a circular por esas calles aceitadas?
En estos dos ejemplos de la nueva “Guerra espiritual” practicada por muchas iglesias y hermanos, vemos por lo menos dos elementos muy equivocados, que han recibido y practicado por simple tradición “evangélica”, pues la “tradición” no solo ha dañado y desviado al catolicismo romano, sino a las propias iglesias cristianas, con enseñanzas sin fundamento bíblico ni teológico, que aún se transmiten bajo amenazas de excomunión y fuego eterno a quienes no las obedezcan a sus líderes. Estos dos elementos sobresalientes son el uso del aceite “consagrado” y la doctrina de los espíritus territoriales.
El aceite consagrado tenía un uso ceremonial en el culto del Antiguo Testamento y la dedicación de los utensilios del templo, como también de los reyes y sacerdotes. En el Nuevo Testamento que nos rige a los cristianos, solo se menciona su uso en (Marcos 6: 13) y (Santiago 5: 14), como elemento simbólico solo al orar por los enfermos. Precisamente el siguiente versículo (Santiago 5: 15) dice que es la oración la que sana o salva al enfermo, no el aceite. Cristo cambió esta tradición del aceite sobre los enfermos, superviviente del judaísmo en esos primeros años del cristianismo, por la imposición de manos sobre los enfermos (Marcos 16:18).
Pero, hoy han convertido el uso del aceite “consagrado” en un nuevo amuleto o aseguranza, para echar fuera demonios y proteger o santificar personas o cosas materiales. Es simplemente un nuevo fetichismo o superstición infiltrada en el cristianismo y transmitida por tradición, similar al uso del “agua bendita” por parte del catolicismo romano.
La doctrina de los espíritus territoriales o territorios pertenecientes a un principado espiritual, es producto de la imaginación o suposición extrabíblica, pues pretenden basarla en un solo versículo bíblico del Antiguo Testamento (Daniel 10: 13), como también pretenden apoyarse en supuestas revelaciones o experiencias personales.
Con esa falsa doctrina han llegado a elaborar planos y coordenadas de la “cartografía espiritual”.
Uno de los objetivos del corriente movimiento de guerra espiritual es identificar y atar poderes demoníacos sobre territorios, aunque el Nuevo Testamento en ninguna parte instruye a los creyentes a intentar una cosa tal.
Permítanme transcribirles las siguientes acertadas declaraciones, tomadas de un artículo del pastor David Cloud:
<< Daniel mismo no estuvo ejercitando guerra espiritual a través de sus oraciones. La guerra estuvo llevándose adelante en el reino angélico de forma totalmente independiente de sus oraciones.
Los proponentes de la guerra espiritual territorial tuercen ese pasaje (Daniel 10: 13) fuera de su contexto y añaden toda clase de imaginativas enseñanzas sobre espíritus territoriales, basadas no sobre las Escrituras sino sobre supuestas profecías, visitaciones de ángeles, y aún conversaciones con demonios. Y nosotros no debemos ir más allá de lo que está escrito (1 Corintios 4: 6).
(Efesios 6: 10-18) describe toda la armadura de Dios contra el diablo, y no dice absolutamente nada sobre atar al diablo o identificar espíritus territoriales o alguna otra práctica propia del movimiento de guerra espiritual de hoy.
Otra práctica que ha sido popularizada por el movimiento de guerra espiritual es marchar alrededor de un edificio o una ciudad, etc., para reclamar autoridad sobre ello.
La práctica de marcha de guerra espiritual se supone estar basada en la marcha de Josué alrededor de Jericó, pero no hay una insinuación en el Nuevo Testamento de que los cristianos deben practicar tales cosas. Además, la marcha de Josué fue mandada por Dios para aquella única ocasión.
Nosotros necesitamos vestir toda la armadura de Dios, sometiéndonos nosotros mismos a Dios y resistiendo al Diablo hoy; pero también necesitamos tener cuidado del actual movimiento de guerra espiritual territorial >>
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del Diablo.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Estad., pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6: 10-18)
Amados, esta labor que hacemos, usted, amablemente leyendo estas líneas y nosotros, derribando argumentos falsos o engañosos, ES TAMBIÉN UNA VERDADERA GUERRA ESPIRITUAL. La guerra de la verdad contra la mentira.
Nos gozamos en ser compañeros de milicia de ustedes, mis hermanos que han pasado de ser observadores y simpatizantes de esta noble causa, para luchar en lo secreto, con oración persistente y levantando valientemente la voz de muchos pequeños, la manada pequeña del Señor Jesucristo, en contra de famosos líderes desviados, que cual lobos rapaces devoran el rebaño.
“No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino” (Lucas 12: 32)
“Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20: 29)
Dios les bendiga.
-Vicente Mercado Santamaría; Cristianos en Acción.
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