El punto de vista de Pablo Santomauro-
¿Existe la música cristiana?
¿O son las palabras las que hacen “cristiana” a la música?
La preguntas del título nos llegaron de parte de un hermano que escribió a nuestro ministerio. Nos pareció a bien publicar ahora nuestra respuesta a fin de que pueda ser de beneficio a nuestros hermanos en Cristo. En primer lugar sugiero leer un artículo de Daniel Dañeiluk titulado ¿Qué es la Música? ¿Existe la Música Inspirada? [1] El artículo fue escrito en profundidad y la información contenida es de mucho valor. Lo que sigue es nuestra contestación.
Estimado hermano:
¿Existe la “música cristiana”? Para contestar esta pregunta, voy a plantear otra de carácter similar. ¿Existe la música budista, musulmana, shintoísta, baha’i, etc.? Es obvio que no. La música en sí consiste de ondas de sonido, nada más. Lo que hoy se denomina “música cristiana moderna” tuvo origen en los EEUU. Comenzó como resultado de personas provenientes de la cultura hippie que se convirtieron al cristianismo. Estas personas valoraban un estilo de música popular que quisieron preservar mediante la incorporación de letras con orientación cristiana. En la cultura latina ocurrió lo mismo. Es por ello que hoy tenemos todo tipo de música folclórica latinoamericana con letras de contenido espiritual. Reitero, desde un punto de vista estrictamente específico, no existe una música cristiana. Sí existe la noción general de que toda música con origen en un artista cristiano y con contenido cristiano-bíblico, puede ser llamada “cristiana”.
En este sentido, sí se puede decir que son las letras las que hacen a la música cristiana, pero esto es muy disputado en nuestros círculos. Todo lo que se pueda decir más allá de lo que he expresado, entra en el terreno de las especulaciones, opiniones y preferencias personales.
Lo anterior contesta a sus preguntas, pero recuerde que es mi criterio. En el tema de la música cristiana existen tantas opiniones como cristianos, y no importa cuál sea nuestra respuesta, siempre habrá alguien que esté en desacuerdo con lo expresado. Por lo anterior es que le pido considere mis comentarios como una opinión personal, nada más.
Lo que escribo de aquí en adelante son sólo comentarios basados en mi experiencia y razonamiento, y en ninguna manera pretendo ser dogmático. Acepto que puedo errar en ocasiones. Consideremos que solamente estoy pensando en voz alta y dejando el tema abierto para futuros comentarios, seguro de que hay quienes podrán mejorar sobre lo dicho y quienes podrán complicar el tema hasta el infinito, como siempre sucede.
Tengamos siempre presente que en última instancia, Dios es el conoce el corazón de la persona que adora por medio de la música y las expresiones del canto. Dios es el que decide aceptar o no aceptar la adoración más allá de nuestras opiniones. Es por ello que a pesar de tener formada mi propia opinión, conservo un criterio amplio y por la naturaleza de mi ministerio visito diferentes iglesias y adoro con mis hermanos, no importa el estilo musical que se utilice.
En mi criterio, como dije antes, no existe algo que se pueda definir como “música cristiana”. Sí existe el consenso general de que cualquier música que contenga letras que sean cristocéntricas, que hablen de Dios y posean un contenido bíblico, no importa el ritmo, cualificaría como música cristiana. Yo considero que hay que ser sumamente cuidadosos aquí. ¿Mis razones? Hay ritmos conocidos que a través del tiempo han llegado a ser identificados con cierta tipo de cultura, mentalidad y conducta.
Tomemos, por ejemplo, el estilo llamado “salsa” y otros ritmos tropicales. Al escuchar el término “salsa”, ¿que es lo primero que una persona piensa? ¿Piensa en Dios, Cristo, o cosas espirituales? Lo primero que viene a la mente es algo asociado con bailes mundanos y sensualidad. El ritmo por cierto invita a mover el “esqueleto”, y si no me cree, observe a la gente en las iglesias donde se usa la música tropical en la alabanza. Lo mismo ocurre con ciertas tonadas típicas de Centro y Sudamérica. La zamba brasilera puede ser incluida también. El ponerle letras cristianas a este tipo de música no cambia el efecto de las reacciones que causan en la gente, porque en la mente colectiva ya está implantado un patrón comportamental afín con la melodía.
El punto es que el 99 % de los cristianos venimos de un transfondo mundano. Dios no nos salvó a los cuatro años de edad a todos y de ahí en adelante vivimos la vida cristiana felices para siempre. ¡No! La salvación vino a nosotros en cierto punto de nuestra vida adolescente o adulta, cuando ya habíamos avanzado hasta cierto grado de deterioración moral y espiritual, unos más, otros menos. Por lo tanto, ya teníamos ciertos patrones mentales y conductuales adquiridos. Así como el perro de Pavlov segregaba saliva al sólo escuchar el sonido de la campana (que sonaba regularmente antes de que se le diera de comer), la reacción condicionada de nuestra naturaleza pecaminosa al escuchar cierta música puede consistir de pensamientos, sensaciones, deseos, etc. asociados con la música y el estilo de vida que disfrutamos antes de ser salvos.
Lo dicho aplica para otros estilos musicales, tales con el rock en sus diferentes categorías. En el contexto de la subcultura rockera encontramos drogas y promiscuidad. Ni que hablar de algunas de las letras que son plenamente inmorales (aun en el rock suave) y por qué no, la adicción a la música. Por más que le pongamos letras de contenido cristiano a este estilo de música, el lastre mundano presente en ella siempre pesará más que las buenas intenciones. Yo sé que en los EEUU hay quienes hacen campañas evangelísticas y en aras de atraer a la juventud usan grupos de rock. Personalmente, discrepo con la idea. Claro que el discrepar puede ganarme la antipatía de los promotores, y por añadidura los motes de “legalista”, “fundamentalista” y “enemigo de la gracia”. Lo cierto es que los analistas sociales están muy preocupados por que parece que sólo a través de un pesado
golpe rockero pulsante es posible alcanzar a los jóvenes. Al parecer, algunos líderes en la iglesia piensan lo mismo. Una vez más, recomiendo, personalmente, ser cuidadoso en ese sentido.
Respecto a las letras, pienso que es un tema muy escabroso y hay mucho para meditar. Lo siguiente no está directamente relacionado con sus preguntas, pero le pido que note la siguiente letra de una artista estadounidense de extracción latina.
La luna fue alguna vez
Roca nada más
Y las estrellas
Lucecitas más allá
Hoy la luna es una
Perla celestial
Las estrellas son las ventanas
A un nuevo despertar
Mira lo que has hecho en mí
Con tu inmenso amor
Tu poesía y tu sentir
Están en mi interior
Danza muy feliz mi corazón
Y es libre mi alma en ti
Mira lo que has hecho en mí
Sé que una vez yo
Respiré tanta soledad
Que no sentía
En mi pecho palpitar
Hoy la vida me da un beso
Al respirar
Siento al fin mil mariposas
Que van volando en mí
Mira lo que has hecho en mí
Con tu inmenso amor
Tu poesía y tu sentir
Están en mi interior
Danza muy feliz mi corazón
Y es libre mi alma en ti
Mira lo que has hecho en mí
Y aún no sé
Si sólo fue un violín
O si tú me hablaste
Si sólo fue un rayo
Que miré
O si fue tu mano
Sujetándome
¿Acaso alguien del público en general puede imaginarse que este canto está dirigido a Cristo? Nadie, en realidad. Aun dentro de una iglesia, una persona perpicaz se da cuenta de que esto está lejos de ser un canto de adoración. Se escucha más bien como la canción de un artista que está tratando de alcanzar a dos audiencias, la cristiana y la mundana. Eso se traduce en dólares. Sin embargo, algunos le llaman música cristiana. Es debido a esta falta de discernimiento en el cristianismo moderno, que se popularizan conceptos como “es la letra la que hace a la música cristiana”. Por supuesto que esto no es cierto.
Con mucho más para decir y pensar, pero conciente de que estoy arando en un terreno muy escabroso, finalizo mi respuesta, no sin antes mencionar que hay quienes clasifican la música, a grandes rasgos, en dos clases: Superior e Inferior.
El Señor le bendiga ricamente. <>
fuente:
[1] http://elojoprotestante.blogspot.com/2008/02/qu-es-la-msica-existe-la-msica_19.html
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