El Cristo de las Sectas
Como se ha estudiado antes, y expuesto a través de APOLOGIA (Edición de Enero- Febrero de 1992), y se ve en la nueva lista de características de una secta, dada en esta edición en la página tres, una de las mencionadas características es que la sectas tienen una cristología defectuosa; o sea, una doctrina equivocada respecto a la persona de Cristo Jesús el Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad.
Esto no es más que una consecuencia lógica a la que irremediablemente tienen que llegar los que diseñan las doctrinas de las sectas. Ya que en los sistemas doctrinales de esos grupos herejes la salvación se gana por buenas obras; llámese bautismo, llámese guardar los mandamientos, llámese “predicar el evangelio” casa por casa, o total sumisión a la autoridad, la obra de Cristo de redención de la humanidad por Su sangre preciosa, resulta inadecuada, y consecuentemente, la persona misma de Cristo tiene que ser algo menos que perfecta, ya que su provisión de salvación no es suficiente. Algo tiene que haber mal en la persona de Cristo, según las sectas; o es Su divinidad, o su humanidad, pero las sectas siempre sostendrán una doctrina defectuosa de la persona de Cristo.
Breve Reseña Histórica de la Doctrina
La doctrina de la persona de Cristo sufrió ataques desde el primer siglo. Los conceptos heréticos de la persona de Cristo eran el resultado de no tener el concepto bíblico sobre uno de los siguientes cuatro aspectos concernientes a Jesús:
1. Su Divinidad, 2. Su Humanidad, 3. La unión de la divinidad y la humanidad en una sola persona, y 4. La distinción debida de la divinidad y la humanidad en la misma persona.
Las ebonitas, alogis y los monarquianos dinámicos rechazaron la divinidad de Cristo; los docetas, gnósticos y los modalistas rechazaron Su humanidad. Algunos de estos grupos, al querer enfatizar uno de los aspectos de la persona de Cristo, se iban al otro extremo de negar la contraparte de Su naturaleza.
Más adelante, la controversia cristológica llegó a mayores magnitudes. Para el siglo cuarto, Ario, presbítero de Alejandría, junto con sus seguidores, negaban que el Cristo encarnado poseyera absoluta deidad. Su argumento era que sólo podía haber un solo Dios no engendrado, sin principio de su existencia. Hacía distinción entre el Logos (verbo) inmanente en Dios, y el hombre-Logos que se encarnó. Este último tuvo su principio antes de la fundación del mundo, cuando fue creado de la nada por el Padre; por eso no podía poseer naturaleza divina, ni ser eterno.
Atanasio, sumo diácono de Alejandría, fue el hábil oponente de Ario, al enfatizar la unidad de Dios, defendiendo que el Hijo y el Padre son de la misma naturaleza divina, y que no hay división o separación en la Divinidad. Decía que era incorrecto de hablar de Cristo como el Teos Deuteros (Segundo Dios), como la proponía equivocadamente Orígenes. El arrianismo fue condenado por el Concilio de Nicea en el año 325 D.C. Apolinaris, obispo de Laodicea, al querer salvaguardar la divinidad de Cristo de los arrianitas, negó la verdadera humanidad de Jesucristo. Para él, era mejor explicar la esencia del Hijo diciendo simplemente que Cristo no podía poseer, como el ser humano, alma y cuerpo, sino que poseyó un espíritu humano superior al hombre. De acuerdo con él, una completa humanidad implicaría que Cristo tendría pecaminosidad en su naturaleza.
Por supuesto, hubo gran oposición a Apolinaris. Los tres capadocianos e Hilario de Poitiers sostenían que la doctrina doceta (que Cristo sólo parecía humano), no era sostenible porque el sacrificio de Cristo no sería efectivo, pues no habría podido ser tentado realmente en todo según nuestra semejanza (Hebreos 4:15); y por lo tanto no podía haber llevado en su cuerpo sobre el madero, el pecado de todos nosotros (1 Pedro 2:24). Más tarde, los nestorianos, seguidores de Nestorio (431 D.C.), intentando hacer justicia a la humanidad de Cristo, argüían que Cristo tenía el Logos (la naturaleza divina) habitando en él moralmente, pero no esencialmente. O sea, Cristo llevaba consigo a Dios, pero no era Dios. Por ello debía ser adorado, y también por esa razón fue que pudo resistir las terribles tentaciones que sufrió en su humanidad. La diferencia entre Cristo y los creyentes de tener al Logos morando en ellos, es solamente de grado, pero no en esencia. El nestorianismo es deficiente por no poder concluir que en una Persona, Cristo, habitaban dos naturalezas: la divina y la humana.
Poco después, el partido de Eutico tomó una posición fuertemente en contra del nestorianismo. Eutico era de la idea que los atributos humanos de Cristo fueron asimilados en los divinos, de modo que Cristo no podía ser propiamente llamado humano. El cuerpo de Cristo, para Eutico, no era de la misma sustancia del nuestro. Su posición, pues, era de la fusión de dos naturalezas en una. Falló en mantener separadas en la misma persona la naturaleza humana y la divina. Eutico fue condenado por el Concilio de Constantinopla en 448 D.C. (La mayor parte de la información aquí provista ha sido tomada de The History of Christian Doctrines por Louis Berkhof. Baker Book House, Grand Rapids Michigan). Estas posiciones deficientes respecto a la persona de Cristo y su naturaleza, han sido revividas a través de la historia por un sinnúmero de grupos heréticos; y más recientemente en las sectas que a continuación se exponen.
El “otro Jesús” de las Sectas
La persona y obra de Cristo son el fundamento del cristianismo. Sin Cristo, el evangelio queda anulado, y la Palabra de Dios vacía y sin sentido. El tema principal de cada libro de la Biblia es la persona de Cristo. Cristo fue el centro de la predicación de los apóstoles, y ha sido el centro de la predicación de miles de predicadores fieles a través de los siglos, a quienes Dios ha utilizado para alcanzar a muchos y traer gloria a Su nombre. Pablo advierte a los corintios sobre el peligro de aceptar “otro Jesús” cuando dice:
“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis aceptado, bien lo toleráis. . . Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”. (2 Corintios 11:3, 4,13-15).
No es, entonces, exageración decir que las sectas, con sus doctrinas defectuosas y desviadas de la enseñanza de la Palabra de Dios, son inspiradas por Satanás mismo, y necesitan ser denunciadas y puestas en evidencia por aquellos que hemos recibido el alto llamamiento de predicar todo el consejo de Dios y de Su Palabra.
Estos otros “cristos” al ser presentados por las sectas, parecen innocuos (inofensivos) y los ar gumentos para presentarlos como lo hacen, son bastante lógicos; pero al compararlos con las Escrituras, no tiene uno que escudriñarlas mucho sin encontrar que sus enseñanzas no pueden ser compatibles con la de las sectas, no solamente en la doctrina que nos ocupa al presente, sino en cualquiera otra.
La siguiente es una breve descripción del “Jesús” de las sectas más sobresalientes en la actualidad que tienen influencia significativa en el mundo hispano. De ninguna manera pretende ésta ser una exposición exhaustiva de todas las sectas existentes en el mundo. Pues una vez que se expongan las sectas representativas de alguna de las cuatro maneras defectivas en que se puede desviar la doctrina de la persona de Cristo, muchas otras pueden ser expuestas y corregidas siguiendo los mismos argumentos y pasajes bíblicos.
El “Otro Jesús” de los Testigos de Jehová
Los Testigos de Jehová han venido a revivir la antigua herejía nestoriana; o sea, la doctrina de que Cristo Jesús es un ser creado inferior al Padre, y que por lo tanto, no es ni Dios, ni una persona de la Trinidad. Esto es lo que pregonan en su literatura. Niegan la divinidad de Cristo atacando varios de sus atributos. Por ejemplo, en cuanto a la eternidad de Cristo dicen:
La Biblia revela que también hay personas creadas que son espíritus. Después que el Todopoderoso hubo existido en soledad por mucho tiempo, optó por crear a otras personas de espíritu. Primeramente produjo al “primogénito de toda la creación” y “el principio de la creación por Dios.” (Colosenses 1:15; Revelación 3:14) Este primogénito estaba con el Dios Todopoderoso en el principio de la creación. Más Tarde, Jehová lo usaría también como vocero, o Palabra, al comunicarse con otros. (Juan 1:1-3; Colosenses 1:16,17) Con el tiempo este Hijo primogénito fue enviado a la Tierra para que llegara a existir como hombre. Se le conoce como Jesucristo. — Gálatas 4:4; Lucas 1:30-35. (“La Felicidad. Cómo hallarla”. Watchtower Bible and Tract Society of New York, 1980).
Además, el mismo fundador de la secta en cuestión, asevera que Jesús, antes de su encarnación fue el arcángel Miguel (Estudios en las Escrituras, Vol. 5, página 84) Eso es lo que enseñan los Testigos de Satanás, pero lo que la Biblia enseña es que “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8) Si Jesús hubiera sido un ángel, con principio, ¿cómo podría ser el mismo ayer, y hoy, y por los siglos? Además, Él declaró ser el Alfa y la Omega, el principio y el fin en Apocalipsis 1:8, 11, 17,18. En particular, el versículo 8 del pasaje citado, dice además que Él es el Todopoderoso, y los versículos 17 y 18 dicen que Él es el que estuvo muerto, mas ahora vive. En la Biblia de los Testigos, estos versículos han sido manipulados para que digan que Jehová es el Todopoderoso, y no pueda ser Cristo identificado como el Alfa y la Omega. Además, la misma Biblia de los Testigos dice que la Palabra (Verbo en la versión Reina-Valera), era desde el principio, y que estuvo en el principio con Dios (Juan 1:1). Si Cristo fue creado por el Padre, ¿cómo podía haber estado ya desde el principio con el Padre, si Él ya existía? El principio debería entonces trazarse desde el primer ser creado; que según los Testigos, fue Cristo; y de ser así, entonces Juan 1:1 no tendría sentido, o sería mentira.
En cuanto a su omnisciencia, la atacan diciendo que había cosas que el Padre sabía, pero que Jesús no sabía: Cuando Jesús dio su profecía acerca del fin de este sistema de cosas, declaró: “Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre”. (Marcos 13:32, BJ). Si Jesús hubiera sido el Hijo que fuera parte igual de una Deidad, habría sabido lo que el Padre sabe. Pero Jesús no lo sabía, porque no era igual a Dios.
De manera similar, en Hebreos 5:8 leemos que Jesús “aprendió la obediencia por las cosas que sufrió.” ¿Podemos imaginarnos que Dios tuviera que aprender algo? (¿Debería creer usted en la Trinidad? por F.W. Franz. Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania, 1989, página 19).
Los Testigos ignoran voluntariamente que Jesucristo “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. (Filipenses 2:7,8). Note como la frase dice: “a sí mismo”. Cristo escogió voluntariamente renunciar al ejercicio temporal de sus atributos divinos (no a los atributos mismos) que poseía. Era la única manera como podía ofrecer una expiación perfecta por el pecado de la humanidad, habiendo vivido una vida de humillación y sumisión al Padre. Esto explica el el lenguaje en algunos pasajes del Nuevo Testamento que presentan al Hijo como inferior al Padre. Aunque los Testigos creen en la existencia de un solo Dios, son a la vez politeístas, pues para justificar las declaraciones bíblicas de que Jesús es Dios, sin aceptar la doctrina cristiana de Su divinidad, lo hacen a Él otro “dios”: . . .un Dios poderoso, pero no el Todopoderoso que es Jehová. . . en otras palabras, él fue la primer y directa creación de Jehová Dios. . . él fue el principio de la obra creadora de Dios (“The Truth Shall Make You Free”, página 47; The Kingdom is at Hand, páginas 46-49.
Citado por Walter Martin en su The Kingdom of the Cults. Bethany House Publishers; Minneapolis, Minnesota, página 336) La Biblia dice claramente que hay un solo Dios (Gálatas 3:20; Santiago 2:19), pero al mismo tiempo hay declaraciones y evidencias de que Jesucristo es Dios también. La una conclusión deducible de esto es que ambos, el Padre y el Hijo, son uno, tal como lo declaró Jesucristo expresamente en Juan 10:30: “Yo y el Padre uno somos”.
Definitivamente, este “Jesús” de los Testigos no es el Jesús de la Biblia.
El “Otro Jesús” de los Mormones
La cristología de los no muy “Santos de los Ultimos Días”, o mormones, no es deficiente por su falta de reconocimiento de la divinidad de Jesucristo, no obstante, su “Jesús” es aún más distorsionado que el de los Testigos de Jehová. Jesucristo, en la doctrina mormona, es uno de muchos dioses que llegó a ser lo que ahora es por su obediencia al Padre. Los seres humanos, si somos también obedientes, podremos llegar a ser lo que Él es. Las siguientes son citas de fuentes fidedignas mormonas, tal como son citadas en la obra de Walter Martin, citada más arriba, páginas 178, 179:
- “En el principio, el jefe de los Dioses convocó a un concilio de los Dioses; y se reunieron e idearon un plan para crear al mundo y poblarlo” (Journal of Discourses, Vol. VI, Sermón por el Profeta José Smith, página 5).
- “Dios mismo fue alguna vez como somos nosotros, y es un hombre exaltado. . .” (Las Enseñanzas del Profeta José Smith por José Fielding Smith, página 345., Journal of Discourses, Vol. VI, página 3).
- “El Padre tiene un cuerpo de carne y hueso tan tangible como el del hombre: el Hijo también; pero el Espíritu Santo no tiene cuerpo de carne y huesos, sino que es un personaje de Espíritu. . .” (Doctrinas y Pactos, Sec. 130:22).
- “Los Dioses existen, y más nos vale prepararnos para ser uno d e ellos” (Journal of Discourses, Vol. VII, Brigham Young, página 238). “Como es el hombre, Dios lo fue alguna vez: Como Dios es, el hombre puede llegar a ser” (Lorenzo Snow, antiguo presidente de la Iglesia Mormona, Millenial Star, Vol. 54).
- “Cada uno de estos Dioses, incluyendo a Jesucristo y Su Padre, estando en posesión, no meramente de un espíritu organizado, sino de un cuerpo inmortal de carne
- y hueso. . .” (Clave para la Ciencia de la Teología, ed. 1965, Parley Pratt, página 44).
- “Y luego el Señor dijo: Descendamos. Y descendieron en el principio, y ellos, o sea, los Dioses, organizaron y formaron los cielos y la tierra” (Perla de Gran Precio, Abraham 4:1).
- “Recordad que Dios, nuestro Padre celestial, alguna vez quizá fue un niño, y mortal así como nosotros, y fue escalando hacia arriba escalón por escalón en la escalera del progreso, en la escuela del avance; y se ha movido hacia adelante y ha vencido, hasta llegar al punto donde está ahora” Orson Hyde, Journal of Discourses, Vol. I, página 123). “Los profetas mormones continuamente han enseñado la verdad sublime que Dios, el Eterno Padre fue alguna vez un hombre mortal que pasó por la escuela de la vida de la tierra, similar a la por la que estamos nosotros pasando. Él se convirtió en Dios –un ser exaltado– por la obediencia a las mismas verdades del evangelio eterno que son dadas a nosotros en la actualidad para que las obedezcamos” (El Evangelio por las Edades, Milton R. Hunter, página 104).
- “. . .Cristo era el Dios, el Padre de todas las cosas. . . ¡He aquí, Yo soy Cristo Jesús, el Padre y el Hijo!” (Mosíah 7:27 y Eter 3:14 — Libro del Mormón).
- “Cuando nuestro padre Adán vino al huerto del Edén, entró a él con un cuerpo celestial, y trajo a Eva, una de sus esposas, con él. Ayudó a hacer y organizar este mundo. Él es MIGUEL, el arcángel, el ANCIANO DE DAS de quien los santos hombres han escrito y hablado. Él es nuestro PADRE y nuestro DIOS, y el único Dios a quien tenemos que dar cuenta” (Journal of Discourses, Vol. I, página 50). “Históricamente, esta doctrina de Adán-Dios fue difícil de creer hasta para los mormones. Como resultado, el 8 de junio de 1873, Brigham Young declaró: ‘¡Cuánta incredulidad existe en las mentes de los Santos de los Últimos Días en relación a una doctrina particular que yo les he revelado, y que Dios me la reveló a mí; que Adán es nuestro padre y nuestro Dios. . .!
- “‘Bueno’ alguno dirá, ‘¿por qué Adán fue llamado Adán? Él fue el primer hombre en la tierra, y el organizador y creador. Él, con la ayuda de sus hermanos, hizo que existiera. Luego dijo él: ‘Quiero que mis hijos que están en el mundo espiritual vengan a vivir aquí. Yo alguna vez viví en un mundo parecido a éste, en estado mortal. Fui fiel, recibí mi corona y exaltación'” (Deseret News, Junio 18 de 1873, página 308).
La teología mormona, es evidentemente, politeísta, aunque al principio, José Smith era unitario. No solamente creen que todos nosotros vivimos anteriormente en forma espiritual, que necesitamos de cuerpo para venir a este planeta a probar que merecemos la inmortalidad y la divinidad; sino que los diferentes dioses en el mundo espiritual se visten también de cuerpos mortales para habitar otros planetas. Jesucristo creó este mundo y todo lo que en él hay. También creó muchos otros mundos. Lo hizo a través del poder del sacerdocio, bajo la dirección de nuestro Padre Celestial. Dios el Padre dijo: “. . .He creado mundos sin número. . . y por medio del hijo, quien es mi Unigénito, los he creado” (Moisés 1:33). Tenemos más testimonios de esta verdad.
José Smith y Sidney Rigdon vieron a Jesucristo en una visión. Testificaron que “por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios” (D. y C. 76:24) (Principios del Evangelio. Salt Lake City, Utah, 1978, página 23).
El politeísmo está claramente condenado en las Escrituras, al mismo tiempo que se declara consistentemente la unicidad de Dios.
- “Oye Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.” (Deuteronomio 6:4).
- “Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.” (Isaías 44:6).
- “Yo Jehová, este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.” (Isaías 42:8).
- “Porque grande es Jehová, y digno de se suprema alabanza; temible sobre todos los dioses. Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los cielos.” (Salmo 96:4,5)
Además, la idea de habitantes en otros mundos es completamente ajena a las Escrituras, porque éstas guardan un absoluto silencio sobre ese asunto. No hay evidencia de que existan habitantes en otros mundos. Y que Cristo siempre ha sido el mismo, que nunca ha cambiado ni de naturaleza, ni de personalidad, o ni siquiera de nombre, y que era uno con el Padre, claramente está declarado en los siguientes pasajes:
- “Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos.” (Hebreos 13:8).
- “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. (Juan 1:1,2).
- “Yo y el Padre uno somos.” (Juan 10:30)
La obra del “Jesús” mormón por nosotros, resulta entonces inútil; puesto que nosotros, por nuestra fidelidad y obediencia podemos alcanzar la divinidad como Él lo hizo, y llegar a ser como Él es. La doctrina mormona sí reconoce y predica que Cristo murió por nosotros, por nuestros pecados, y lo llaman el Salvador; pero al mismo tiempo que proclaman esto, lo anulan al decir que la salvación provista por Cristo solo nos coloca en la posición de poder probar con nuestras obras que somos dignos de probar que merecemos intentar ser hechos semejantes a “nuestro Padre Celestial.” Vemos, pues, que este “Cristo”, no es el Cristo de la Biblia, y por lo tanto, a nosotros no nos sirve para nada. En realidad, no le sirve a nadie, ni a los mormones; pero triste es pensar en las consecuencias que a ellos les espera por no confiar en el Cristo de la Biblia, y solamente en Él para su salvación.
El “Otro Jesús” de la Ciencia Cristiana
La así llamada “Ciencia Cristiana” ni es ciencia, ni mucho menos cristiana; y el “Cristo” en el que ellos creen, no es el Cristo de la Biblia, sino una resurrección del “Cristo” gnóstico del primer siglo. La profetisa y teóloga de la Ciencia Cristiana, la señora Eddy describe en forma llana, cómo es el Cristo en que ellos creen, de modo que no puede haber lugar para representaciones equivocadas, o malos entendidos. El cristiano que cree en el primer mandamiento es monoteísta. Esto prácticamente lo iguala a la creencia judía en un Dios y reconoce que Cristo Jesús no es Dios, como Jesús mismo lo declaró, sino que es el hijo de Dios. (Ciencia y Salud, página 61, ed. 1914) y El Cristo espiritual era infalible; Jesús, como humanidad material, no era Cristo. (Escritos Misceláneos, página 84). La Sra. Eddy negaba la realidad del universo físico, por lo tanto, era una conclusión inevitable que afirmara que ningún ser humano, y sobre todo, Cristo Jesús, pudiera poseer carne y huesos como los tenemos realmente. Más explícita declaración de que Jesucristo ha venido en carne, difícilmente se podrá encontrar en cualquier otro lugar. De ahí que la mencionada enemiga del cristianismo negara el nacimiento virginal: Ninguna porción de Dios podía haber entrado en un hombre mortal corporal; ni podía haberse reflejado sus sentimientos por Él, de lo contrario, Dios hubiera sido evidentemente finito, y perdido su carácter divino, y se hubiese convertido en algo menos que Dios. (Ciencia y Salud, página 231). Jesús, el profeta Galileo, nació de los pensamientos de vida y su manifestación de la virgen María. (La Primera Iglesia de Cristo Científico y Misceláneo, página 261). El gnosticismo (viene de gnosis, conocimiento) condenado en los primeros siglos del cristianismo, buscaba reconciliar las enseñanzas del cristianismo, con los de la filosofía griega pagana, utilizando los métodos racionalistas de ésta última. Era inconcebible, para la mente gnóstica, que la divinidad y la humanidad (lo material) pudieran coexistir en una sola persona; de ahí que buscaran “racionalizar” la persona de Cristo.
Ya en los libros del Nuevo Testamento todo este concepto gnóstico había sido refutado por los apóstoles. Juan, por ejemplo, por inspiración divina, declaró enfáticamente que el Logos (Verbo), que en la mente gnóstica no era más que un pensamiento fuente de todo conocimiento, “fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14).
Pablo le advierte a su hijo Timoteo, en 1 Timoteo 6:20, que se guarde de la falsamente llamada ciencia (gnosis); y nuevamente el apóstol Juan condena a los que niegan que Cristo ha venido en carne diciendo: En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. (1 Juan 4:2,3)
Pablo declaró también que: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4), estableciendo así que la naturaleza divina se vistió de la humana, y que Cristo no solamente fue el resultado de los pensamientos de vida de María, sino que nació de ella; o sea, que de ella tomó su humanidad.
Este “otro Jesús” de la Ciencia Cristiana, como se ve, no es más que el intento de resucitar al “Jesús” gnóstico del primer siglo, el cual, además de ser completamente extraño a las Escrituras, y estar condenado por ellas, es impotente para salvar a los que por él se acercan a Dios. De la Sra. Eddy, como sucesora de los antiguos gnósticos, y los seguidores de sus doctrinas, la Biblia declara:
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús sea el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. (1 Juan 2:22,23).
El “Otro Jesús” de la Iglesia Católica Romana
Quizá sea la cristología católica la más difícil de exponer, entender, y por ello, de explicar. Como es del conocimiento popular, Jesús es proclamado oficialmente por la Iglesia Católica como la Segunda Persona de la Trinidad, consubstancial con el Padre, quien teniendo dos naturalezas en una sola persona, la divina y la humana, no se fusionan dichas naturalezas para formar una tercera; sino que propiamente se puede hablar de Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre. No se puede encontrar una declaración más ortodoxa que ésta; sin embargo, encontramos otras declaraciones oficiales de los Concilios que revelan solo la punta del “iceberg” de lo que realmente cree la Iglesia Católica respecto a la persona y obra del Señor Jesucristo. Roberto Masi, en su Cristo, La Iglesia, Los Sacramentos (Ediciones Paulinas, S.A. México, D.F., páginas 65 y 66), cita las palabras del Concilio Constantinopolitano III (680 D.C.), que resume las de otros concilios previos a éste: Cristo, consubstancial con el Padre, según la divinidad, consubstancial con nosotros según la humanidad, semejante a nosotros en todo menos en l pecado; nacido del Padre antes de los siglos, según la divinidad, nacido en los últimos días según la humanidad. . . Y en Hacia un Encuentro con Dios – Catecismo para Adultos, Celestino Barradas explica quién es Jesucristo en las siguientes palabras: Jesús es el más grande misterio que une a Dios con el hombre. Nacido como Dios del Padre antes del tiempo, en la eternidad, igual al Padre por su naturaleza, distinto del Padre como persona, al llegar el tiempo prefijado entra en nuestra historia al asumir la naturaleza humana del hombre Jesús. (Ediciones San José. Xalapa, Ver. México, 1981, página 82) Las palabras enfatizadas por nosotros en las citas anteriores reflejan, en realidad, la desviación católica de la doctrina bíblica de la esencia de Cristo. La Biblia, aunque lo llama “Unigénito del Padre”, dice que Jesús no tuvo principio ni fin. Sino que Él mismo es el “Alfa y la Omega, el principio y el fin” (Apoc. 1:8,11). El término “unigénito” (monogenes) no es más que una de tantas expresiones antropomórficas, que ayudan a entender a la mente humana, lo que existe en la relación entre el Padre y el Hijo en la Trinidad, pero no quiere decir que el Padre lo haya jamás engendrado. En ninguna parte de la Biblia se enseña eso. La Iglesia Católica estrecha la mano de amistad con otras sectas en esta doctrina, al creer que Jesucristo tuvo principio, aunque sea en su divinidad. Si esto fuera así, entonces Jesús no fuera Dios, pues Dios no puede tener principio, por definición.
No es de extrañar que a Cristo se le presente como creado, aunque sea mucho antes de la eternidad, y que se hable de Él como distinto al Padre, en persona, pero no en naturaleza, pues el objeto es más bien resaltar a la persona de la Virgen María. Aquí está, más bien la causa de lo defectuoso de la cristología católica; a saber: que al exaltar a María, Cristo es minimizado.
La mariolatría católica no nació de la noche a la mañana, es el proceso largo de ajustes de la doctrina católica, tal como es expuesta por el magistrado católico a través de los siglos. Quizá se pueda señalar como su origen en el Concilio de Éfeso (431) donde se la llama a María la “Madre de Dios”, y más tarde, en el Credo de Calcedonia (451) vuelve a ser mencionado este concepto.
En honor a la verdad, este credo buscaba hacer justicia a la doctrina de la naturaleza de Cristo que era divina y humana en una sola persona, en respuesta a la herejía nestoriana que la negaba. No obstante, esto puso las bases para el desarrollo de la doctrina extrabíblica de la exaltación de María, hasta llegar a ser lo que es en la actualidad. Dicha doctrina establece que María fue concebida diferente a cualquier otro ser humano, que fue conservada siempre virgen, y recientemente se ha afirmado que fue ascendida al cielo, sin pasar por la muerte. No es el pro pósito de este artículo hacer una exposición exhaustiva de la doctrina bíblica de la persona de María. Eso se hará en otra edición, y se demostrará que la Biblia jamás utiliza el término “Madre de Dios” para referirse a María pues es completamente ilógico, ya que Dios no tiene principio, y la naturaleza humana de María jamás podía originar la naturaleza humana de Dios, o aun la de Cristo. Ella fue el canal por el cual Dios quiso que Jesús tomara su humanidad. Cabe señalar que Jesús, al menos en el registro bíblico jamás la llamó ni siquiera “madre”, que los discípulos nunca oraron a ella, ni promovieron su adoración, ni aun su veneración. Por más que la Iglesia Católica se esfuerce por negar que hagan de María otra divinidad, y por ende, se convierte en una religión politeísta, la manera de tratar, de orar, y de referirse a María no deja lugar a dudas que así es. Se le llama;
“Reina del Cielo”, “Madre de Misericordia”, “Dulzura”, “Reina de los Ángeles, “Puerta del Paraíso”, “La Puerta del Cielo”, “Nuestra Vida”, etc., etc.
La Biblia nunca se refiere a María en estos términos; más bien, algunos de éstos se le atribuyen a Jesucristo.
Para la salvación del hombre, el sistema católico tiene una lista interminable de requisitos que llenar, que se reduce a salvación por obras, y que por lo tanto, al igual que los mormones, aunque hablan de Cristo como nuestro Salvador, cada ser humano aplica su fe en Cristo observando y guardando todas las prescripciones de su iglesia para poder ser así merecedores de la salvación. Esto, a pesar, de que María es colocada como co-redentora y mediatriz para la salvación de la humanidad. La doctrina católica hasta asegura que María, frente a la cruz, sufrió agonía indecible que completó los sufrimientos que faltaron a Jesús por la humanidad. Por demás está decir que dichos conceptos son extraños completamente a la enseñanza bíblica:
- Y en ninguna otra salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4:12).
- Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6) Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. (1 Timoteo 2:5).
- Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad (Colosenses 2:10)
El “Jesús” de la Iglesia Católica, aunque muy similar al de la Biblia, queda opacado por su Madre, y su obra de salvación no es suficiente.
El “Otro Jesús” de la Iglesia Unificación
Los “Pioneros de una Nueva Era”, o “Asociación para la Unificación del Cristianismo Mundial”, o “Iglesia Unificación”, es una secta relativamente nueva traída a América por el reverendo coreano Sun Myung Moon en 1950, por lo que también a sus seguidores se les conoce como “moonis”, o “moonistas”. Moon huyó de su tierra natal, Corea del Sur, por conflictos con las autoridades por adulterios, bigamia y otros motivos. Ingeniero de profesión, y educado en la fe presbiteriana, afirma haber tenido una revelación en 1936 por Dios, el Domingo de Resurrección, en el sentido de que él es el nuevo Mesías que debe completar la obra inconclusa de Cristo, de salvar a la humanidad.
Sus métodos no ortodoxos de reclutar adeptos, han sido criticados severamente por ser auténticos “lavados de cerebro”, en países como Francia y Estados Unidos, porque justifica el “fraude (o engaño) celestial” para atraer a los jóvenes, para, según él, arrancarlos de la soberanía del mal. Utiliza el sexo como medio de purificación, pues ya que él es un hombre puro, copular con él (“limpieza de la sangre”) supone la purificación del cuerpo y el alma. Él y su actual cuarta esposa son considerados como los verdaderos padres de la humanidad por sus seguidores.
Con el objeto de ser Moon aceptado como el Mesías actual, ha tenido cuidado de hacer de Cristo una falsa representación por medio de una hábil manipulación de las Escrituras, utilizando el método alegórico de interpretación bíblica. Quienes interpretamos literalmente las Escrituras, somos esclavos y ciegos, y no hemos podido entender el verdadero sentido de las mismas, según Moon. Dice que la causa del fracaso de la obra de Cristo se debió a que Cristo no consiguió una mujer, una “Eva regenerada”, para procrear la nueva generación de la raza humana sin pecado. De haberlo hecho, hubiera podido salvar a la humanidad y establecido su reino desde ese tiempo. Por lo tanto, Dios escogió a Moon para corregir eso.
Jesús puede salvar solamente las almas de los que creen en él, pero los cuerpos de los cristianos, según Moon, todavía siguen impuros, pecadores, y necesitan más ayuda. Dice que si la obra de Cristo hubiera sido perfecta, Judas sería un héroe, y en vez de clamar en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, hubiera gritado: “¡Dios mío, qué honor! ¡Regocíjate, Padre, pues he salido victorioso!” La dualidad de las profecías del Antiguo Testamento, en las que el Mesías aparece como un Rey triunfante, pero en otras como un Humilde Siervo, según Moon, se ha cumplido en parte. Las del Siervo se cumplieron en Cristo en su primera venida, pero las del Rey triunfante se cumplirán cuando venga por segunda vez de entre la multitud, no literalmente en las nubes como creen muchos cristianos literalitas; sino de entre un pueblo numeroso (Corea), ya que el agua (las nubes en este caso) en las Escrituras representan multitudes. (Toda esta información, ha sido resumida del libro El Espíritu De Sun Myung Moon, por Zola Levitt. Editorial Clie, Barcelona, España, 1978). El método de interpretación alegórica de las Escrituras tiempo ha que fue desacreditado y dejado de lado por los estudiantes serios, ortodoxos, de la Biblia. Es un método que puede utilizarse para probar casi cualquier cosa con la Biblia que uno quiera, y es por eso, que las sectas como la de los “moonistas” la han utilizado con eficacia; al igual que las iglesias liberales pseudo-cristianas. La Biblia enseña claramente que Cristo cumplió la voluntad de Su Padre en la tierra (Juan 4:34; 5:30; 6:38,39), y que la cruz era el plan perfecto del Padre para la redención de la humanidad. Pablo dijo que:
La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios . . .
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura. (1 Corintios 1:18,23)
Respecto a la Segunda Venida de Cristo, claramente la Biblia enseña que será una venida literal, corporal, visible:
Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. (Hechos 1:9-11)
Y advierte que:
. . .Si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profeta s, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. (Mateo 24:23,24)
De manera que el “Cristo”, el mismo Moon, de la Iglesia Unificación, no es el Cristo de la Biblia.
Conclusión
Dada la proliferación constante de nuevas sectas, sería imposible enumerar aquí a todas las que existen, y su cristología, para refutarlas. Lo que sí se puede advertir es que de las cuatro posibles maneras en que se puede mal interpretar la persona de Cristo (visto en la introducción de este artículo), todas las sectas caerán en alguna de ellas. La Biblia claramente advierte que “En los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1); pero, ¿cómo identificar a los espíritus engañadores?, Juan instruye que: En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. (1 Juan 4:2,3)
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús sea el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. (1 Juan 2:22,23)
Cualquiera que no cree en el Jesús de la Biblia, no tiene el Espíritu de Dios; no debe ser creído, porque no tiene ni al Padre ni al Hijo. Está condenado, y los que los sigan, estarán igualmente condenados; ya sea la Iglesia Mormona, la Ciencia Cristiana, los Testigos de Jehová, la Iglesia Católica, La Iglesia Unificación, o cualquier otra secta que no predique al verdadero Cristo.
Amado lector: Escudriñe las Escrituras, porque en ellas está el plan de salvación y el verdadero Evangelio (Juan 5:39). No base sus creencias en lo que enseña el hombre, no importa que tan preparado esté, o que tan piadoso parezca ser. Base sus creencias en lo que la Biblia dice, pues de ello depende su salvación.
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:9,10)
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