¿Fue la doctrina de la Trinidad
inventada por
la Iglesia Católica?
Sin duda alguna usted habrá leído a los oponentes de la doctrina de la Trinidad exponiendo sus teorías al respecto de cómo ésta fue “formada” o “inventada”. La más popular de esas teorías dice que la Trinidad fue maquinada por la iglesia católica. El adagio popular dice que una mentira repetida muchas veces se transforma en una verdad, aunque en realidad debería ser más obvia la noción de que una mentira repetida muchas veces sólo demuestra que quien la repite es un mentiroso.
En líneas generales, el argumento expresa que la doctrina de la Trinidad fue formulada en el 4to. siglo, en el Concilio de Nicea (325 d.C.), bajo el patrocinio del emperador Constantino. Fue a partir de ese entonces que fue impuesta a las masas por la iglesia católico-romana (que para ese entonces era una iglesia apóstata, se nos dice).
Bien se ha dicho que no existe peor mentira que aquella que contiene algo de verdad. Digo esto porque este argumento antitrinitario es precisamente una mezcla de verdad y error. Tengamos presente una realidad inescapable: Ningún antitrinitario ha sido enfrentado con una exposición clara de la historia de la iglesia, y si algunos han tenido la oportunidad de estudiarla, es obvio que han negado el testimonio de la historia. No solamente son herejes, sino también revisionistas históricos.
Yo he llegado a la conclusión de que aquellos antitrinitarios en posiciones de liderazgo que señalan hacia la iglesia Católica y Constantino como los promotores de la Trinidad, han fabricado ex-profeso una defectuosa representación histórico-teológica porque les es más fácil batallar contra una mentira que contra la verdad.
Primero que nada, no existió una “Iglesia Católica Romana” con una estructura jerárquica, es decir, un obispo en Roma con jurisdicción sobre muchas iglesias en una amplia área geográfica, hasta finales del siglo sexto. En verdad, el obispo de Roma ni siquiera estuvo presente en el Concilio de Nicea, cuya concurrencia estuvo exclusivamente formada por obispos de las iglesias del este. Fue cientos de años después de Nicea que la historia reporta los primeros vestigios de una organización con alguien en Roma funcionando como cabeza de la Iglesia Católica, o sea, algo similar a lo que vemos hoy.
Segundo, la doctrina de la Trinidad como tal, o sea, producto de la cuidadosa examinación de la Biblia y con la terminología esencial que conocemos hoy, la encontramos mucho antes de Nicea. Los términos “tres personas – una sustancia – trinidad” fueron usados por Tertuliano, quien escribió entre el 200/220 al 240 d.C. Esbozos bastantes definidos de la Trinidad pueden ser encontrados también en los escritos de Teófilo de Antioquía (115-181 d.C.), Hipólito (170-235 d.C.) e Irineo (120-202 d.C.). Si bien el término Trinitas fue popularizado por Tertuliano en el contexto de su debate con el hereje modalista Praxeas, él no fue el primero en usar el vocablo. La primera mención de la palabra que tenemos en forma escrita data del 160 d.C., por mano de Teófilo en su epístola a Autólico.
Tercero, muchas de las doctrinas esenciales de la fe cristiana se formaron a través de un desarrollo histórico similar al de la Trinidad. Entiéndase bien, y aclaro porque el antitrinitario tiene usualmente dificultades de comprensión, que no estoy diciendo que tales doctrinas fueron “inventadas” en determinado momento de la historia. Más bien estoy diciendo que a medida que el tiempo avanzaba surgían nuevos ataques a la fe cristiana original, lo que llevaba a los defensores de la fe a codificar o formular estas doctrinas en sucesivos concilios y declaraciones.
Por ejemplo, los libros del Canon del Nuevo Testamento no fueron listados hasta recién el siglo cuarto. Hubo que hacer esto porque muchos herejes agregaban o sustraían libros de la Escritura. Del mismo modo, la Escritura no dice explícitamente que su contenido es inerrante en asuntos históricos y temas científicos. La inerrancia de la Escritura fue formulada recién en el siglo 19 como respuesta a aquellos teólogos liberales y escépticos que propusieron que la Biblia no era inspirada y contenía errores. Fue así como ciertas doctrinas que son enseñadas en la Escritura fueron finalmente “formuladas” (recibieron una estructura y definición formal u oficial) como respuesta a ciertas herejías.
Lo mismo sucedió con la Trinidad, la cual fue formulada para evitar o contrarrestar los errores del arrianismo y el modalismo. La próxima vez que un sectario le confronte con el clásico caballito de batalla “Constantino- Roma”, hágale saber la verdad con amor y firmeza. Quizá el Espíritu de Dios obre para que este amigo sea trasladado de las tinieblas al reino de su amado Hijo.
Hoy por hoy, la doctrina de la Trinidad sigue siendo salvaguarda contra las diferentes herejías, las antiguas y las modernas, y por ello persistimos diligentemente en enseñarla. <>
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