Cosas que debemos evitar cuando defendemos la Trinidad
Existe un número ínfimo de cristianos que está interesado en conocer al Dios que los ha salvado. Por eso es que la doctrina de la Trinidad es clave para aquellos que buscan profundizar en la naturaleza del Dios que creó, sentenció, y luego redimió a los culpables de rebelarse contra él. Tal magna obra de salvación sólo pudo haberse llevado a cabo por un Dios trinitario.
La salvación del hombre demandaba la intervención de una trinidad. Algo menos que eso hubiera rendido a este Dios en una deidad absurda, insuficiente e inefectiva. ¿Qué derecho tendría un Dios justo de pedirnos sujeción si él mismo no hubiera demostrado el máximo estándar de sujeción universal dentro de su mismo Ser en el ejemplo sublime del Hijo sujeto al Padre? ¿Acaso un Dios no trinitario podría definir y transmitir a su creación el concepto de amor supremo ejemplarizado en su misma naturaleza?
¿Qué amor puede demostrar y enseñarnos un Dios arriano si nunca tomó naturaleza humana y fue como uno de nosotros hasta el punto de sufrir la muerte? ¿Acaso Juan 3:16 dice que de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a un ser creado para la salvación del mundo? ¿No es esto un amor muy extraño? ¿No es un amor degradado en lugar de ser la máxima expresión de amor?
De la misma manera, ¿qué ejemplo de amor y rectitud nos puede dar un Dios modalista que engaña a la humanidad al disfrazarse de Padre, Hijo y Espíritu Santo? Por ello es que la Biblia hace un esfuerzo supremo en establecer la igualdad entre las tres Personas de la Trinidad al mismo tiempo que establece la existencia de un solo Dios.
Evitemos decir que la Trinidad es un misterio
Recomiendo no decir que la Trinidad es una doctrina tan profunda o misteriosa que debe ser aceptada por fe, o en su defecto, el ya conocido: “La Biblia dice que hay cosas que no podemos entender.” Yo evito decir estas cosas. Creo, además, que son excusas para aquellos que no quieren profundizar o estudiar más.
En lugar de ello, yo digo que si bien la doctrina no puede ser entendida completamente o puesta en un pizarrón y dejar satisfecho a todo el mundo, existe clara evidencia en la Biblia para la doctrina de la Trinidad. El margen entre ambas verdades, lo lleno desarrollando la doctrina de la incomprensibilidad total de la naturaleza de Dios, la cual es bíblica. Pero la doctrina de la incomprensibilidad de Dios no puede servir de pretexto para decir que no podemos definir o describir razonablemente la doctrina de la Trinidad.
Evitemos el uso de las conjugaciones “manifestado” y “revelado.”
Lo primero que un cristiano comprometido con la verdad debe hacer en este tema, es memorizar la definición de la Trinidad:
Dentro de la unidad del ser de un único Dios, existen tres distintas personas, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Estos tres comparten la misma naturaleza y los mismos atributos, por lo tanto, estos tres son el único Dios.
Obsérvese que no hemos utilizado las clásicas definiciones, “un Dios manifestado en tres personas”, o “un Dios revelado en tres personas.” Personalmente pienso que el uso de los derivados de manifestaciones o revelaciones en la definición de la doctrina de la Trinidad:
1) Desdibuja el carácter personal de los tres centros de conciencia en la Trinidad.
2) Facilita que los modalistas tomen ventaja del significado de las palabras para concebir el mismo Dios (una sola persona en el monoteísmo modalista) apareciendo con diferentes disfraces durante diferentes períodos en la historia.
Es por ello que el Dr. Bernard, el más famoso apologista unicitario, dice que las manifestaciones de Dios no se reducen solamente a las tres de Padre, Hijo y Espíritu Santo; también Dios se manifestó como una nube, una roca, una columna de fuego, etc. De esta forma, este unicitario reduce al Padre, al Hijo y al Espíritu al nivel de una insignificancia. Jesús de Nazaret es una manifestación más, le llama una “manifestación visible” del Dios invisible, y si bien en un contexto ortodoxo la expresión es válida, cuando es transferida a un contexto modalista denota a un dios que ha entrado en el laberinto de los espejos deformantes.
Debido a la dualidad de los términos manifestaciones y revelaciones cuando hablamos de la doctrina de la Trinidad, no recomiendo su uso.
Evitemos usar malas ilustraciones.
A través de los siglos, muchos han tratado de crear ilustraciones simples para explicar la Trinidad.
El amor — San Agustín, por ejemplo, avanzó la ilustración del amor. Desde que Dios es amor (1Juan 4:16), decía Agustín, el amor requiere dos personas que se amen mutuamente, y un espíritu de amor entre los amantes. El Padre y el Hijo serían los dos que se aman y el Espíritu Santo sería el espíritu de amor entre ellos. La ilustración padece de varias fallas. Cuando la Biblia dice que Dios es amor no significa que Dios es un concepto abstracto (el amor) sino que en Dios encontramos la máxima y absoluta expresión de amor posible. El amor no es un ser, pero Dios sí es un ser. Si bien hay dos personas involucradas en la ilustración de Agustín, el espíritu de amor que él menciona no tiene atributos de persona. En la ilustración, los amantes y el espíritu de amor jamás se hacen uno. El intento de Agustín, por cierto un genio teológico, no da la medida, ya que terminaría apoyando la idea de un biteísmo, y en última instancia, la noción arriana de que el Espíritu es una fuerza o energía.
El agua — Alguien dijo que Dios es como el agua, la cual se puede encontrar en estado líquido, sólido y gaseoso. Esto es inexacto por dos razones claves: Dios es tres personas simultáneamente (al mismo tiempo), a diferencia del agua; segundo, no existe en el agua una distinción entre esencia y personas. Por lo tanto, la ilustración es errónea y en lugar de explicar la Trinidad explica la doctrina modalista (una herejía del segundo siglo).
El huevo — Otra ilustración popular dice que Dios es como un huevo, el cual es uno pero tiene yema, clara y cáscara. Esto es erróneo porque Dios no tiene partes. Dios es indivisible. Por lo tanto, estas dos últimas ilustr
aciones son también heréticas.
La multiplicación – Esta es otra ilustración que debe evitarse (admito que yo he usado en el pasado estas ilustraciones que hoy no recomiendo): Dios es 1 x 1 x 1 = 1 (en oposición a 1+1+1=1). La ilustración no es adecuada porque los multiplicandos (las personas) no son lo mismo que el resultado (una Esencia). Esta ilustración puede confundir a la gente y además, puede ser empleada fácilmente por los modalistas para demostrar su punto.
El triángulo — Alguien propuso que la Trinidad es como un triángulo. Los tres ángulos son inseparables e interdependientes entre sí, pero el triángulo sigue siendo uno. Los ángulos representarían los tres centros de conciencia y todo el triángulo sería la Deidad. Esta es quizá la analogía que más se acerca a la Trinidad, pero con todo sigue siendo una ilustración finita de un Dios infinito. Yo me imagino a Dios sonriendo bonachonamente ante los esfuerzos humanos por explicar su naturaleza trinitaria.
Conclusión:
Como vemos, ninguna ilustración acerca de Dios es adecuada, simplemente porque la Trinidad es única, no existe nada igual en el universo. Siempre debemos tener presente que:
- Dios no es tres Dioses (triteísmo o politeísmo)
- Dios no puede ser dividido en partes (porque hay una sola esencia en Dios)
- Dios no se “manifiesta” o “revela” sucesivamente en tres modos (modalismo).
- Dios es indivisible, inseparable e incuantificable.
Si recordamos estas cuatro cosas, tendremos una buena base para defender la doctrina de la Trinidad, y sobre todo, para no usar ningún tipo de ilustración. Los cristianos no estamos bajo la obligación de presentar ninguna ilustración para explicar la Trinidad. Si Dios no lo hizo en la Biblia, ¿por qué razón debemos hacerlo nosotros? Además, cualquier comparación concebida por los seres humanos será siempre muy distante de la realidad inconmensurable de un Dios ultradimensional. <>
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