Las oraciones de Cristo
“explicadas” por los unicitarios
Como parte de su negación de la Trinidad, los unicitarios (o modalistas) enseñan que Jesucristo es el Padre “manifestado en carne”. Puesto en sus propias palabras: “El [Padre] se puso carne como un hombre se pone un abrigo” [1]. “El Hijo de Dios no es una persona aparte en la Deidad, sino la expresión física del Dios único” [2]. “Hijo de Dios” es una referencia a la naturaleza humana de Cristo: “Hijo de Dios se refiere a la humanidad de Jesucristo” [3]. No importa de cuantas formas lo expresen, una vez que se despeja la cortina de humo semántica de nuestros amigos unicitarios, terminamos en que Jesucristo es la misma persona del Padre.
Los pasajes del Nuevo Testamento donde Jesús ora al Padre son desvastadores para la doctrina unicitaria de Dios. Confundidos en la encrucijada de su propia teología y perfectamente conscientes de ello, tienen que recurrir a respuestas estrafalarias tales como decir que la naturaleza humana le estaba orando a la naturaleza divina. La respuesta no es buena, las naturalezas no hablan, sólo las personas lo hacen. ¿Cómo intentan evadir este obstáculo insalvable? Con otra respuesta descabellada: “Lo que sería absurdo e imposible para con un hombre común, no es tan extraño en el caso de Jesús” [4].
Tácita y subconscientemente, el autor de la frase admite que lo que proponen los unicitarios es un absurdo e imposible. Los trinitarios recibimos con beneplácito tan cándida admisión involuntaria, pero por otra parte, esta explicación acerca de las oraciones de Cristo evade el tema totalmente. Cuando Cristo oró lo hizo como una persona dirigiéndose a otra persona. Esta otra persona fue llamada “Padre” por Cristo; “Padre” es un término relacional, “mi deidad” (o mi divinidad) no lo es. David Bernard, de la Iglesia Pentecostal Unida, expresa:
“¿Indican las oraciones de Cristo una distinción de personas entre Jesús y el Padre? No. Por el contrario, sus oraciones indican una distinción entre el Hijo de Dios y Dios. Jesús oró desde Su humanidad, no desde Su deidad …. ¿Cuál es, entonces, la explicación para las oraciones de Cristo? Sólo puede ser que la naturaleza humana de Jesús oró al eterno Espíritu de Dios …. Algunos pueden objetar esta explicación contendiendo que significa que Jesús se oró a sí mismo. Sin embargo, debemos entender que a diferencia de cualquier otro ser humano, Jesús tuvo dos naturalezas perfectas y completas – humanidad y divinidad. Lo que sería absurdo o imposible con un hombre común, no es tan extraño con Jesús…. La naturaleza humana de Jesús oró al divino Espíritu de Jesús que moraba en el hombre”. (subrayado nuestro) [5]
En declaraciones como éstas es donde la herejía unicitaria se hace más evidente. Decir que Jesús oró en su humanidad y no en su deidad obviamente divide a Jesús en dos partes, una humana y otra divina. Si bien es cierto que Jesús tuvo dos naturalezas, la humana y la divina, en ninguna manera estas dos actuaban independientes de la otra, sino que ambas conformaban una sola sustancia. Conviene ver lo que dice Bernard acerca de la naturaleza dual de Cristo:
“Hay una verdadera dualidad [en Jesús, pero es una distinción entre el Espíritu y la carne, y no una distinción de personas de Dios. Cuando leemos un pasaje difícil en relación con Jesús, debemos preguntar si le describe en Su papel como Dios o en Su papel como hombre, o ambos. ¿Habla El como Dios o como hombre en este caso? Recuerde que Jesús tiene una naturaleza dual como ningún otro ha tenido”. [6]
La mente no entrenada puede que entienda estas palabras como perfectamente ortodoxas, pero cuando analizamos cuidadosamente el discurso de Bernard, nos damos cuenta de que está hablando de dos personas en un cuerpo: la persona humana (el Hijo) y la persona divina del Padre (el Espíritu) viviendo en el cuerpo de Jesucristo. Puesto de otra forma, Jesús poseía un espíritu humano junto con un espíritu divino pero ambos separados, dos personas habitando en un cuerpo, no de la forma que el Espíritu Santo habita hoy en el creyente, sino dos personas distintas bien definidas. Es aquí donde las doctrinas del modalismo y el nestorianismo se unen por el vértice. La doctrina nestoriana fue una herejía del 5to. Siglo propulsada por Nestorio, patriarca de Constantinopla. Avanzaba la idea de que en Jesucristo existían dos personas distintas, la divina y la humana.
Observemos que en su cita, Bernard dice que la distinción es entre “Espíritu” y “carne.” Lo que Bernard dice en realidad es que cuando Jesús oraba, era su carne la que oraba a su Espíritu. ¿Puede una naturaleza orar a otra naturaleza? ¿No se requieren dos personas en una oración?
Es este tipo de lenguaje, al que yo llamo hablar por ambos costados de la boca, lo que le permite a los unicitarios presentar a un Jesucristo con doble personalidad. Un Jesucristo que cuando habla alguna cosa que pone en dificultades o contradice la doctrina modalista (lo que es la norma en los evangelios), se le puede acallar con la idea de que algunas veces hablaba como humano y otras como Dios. Hacen trampas como los niños.
Los trinitarios también creemos en una naturaleza dual en Cristo, pero estas dos naturalezas confluyen en una sola persona y una sola sustancia, al contrario de la naturaleza dual presentada por Bernard, la cual a los efectos prácticos, degenera en dos personas o personalidades dentro de Cristo. Por más que los unicitarios reclamen que Jesucristo era una sola persona, lo que dan con la mano derecha lo quitan con la izquierda cuando consideramos todas sus declaraciones doctri
nales en conjunto.
La Biblia enseña que Jesucristo era Dios y humano al mismo tiempo. Los unicitarios enseñan lo mismo en la superficie, pero cuando se examinan los conceptos detrás de los términos, la conclusión inevitable es que ellos enseñan otro Jesús y otro Padre, en otro Espíritu.
Los trinitarios no enseñamos que “Hijo de Dios” es una referencia sólo a la humanidad de Cristo, tal como los unicitarios lo hacen, sino que “Hijo de Dios” es una nomenclatura que comprende a ambas (a partir de Belén), la humanidad y la deidad en la persona de Jesús, “uno y el mismo, Cristo, Hijo, Señor, Unigénito … reconocido en dos naturalezas, inconfundibles, incambiables, indivisibles, inseparables; porque ningún medio de distinción de naturalezas desaparece por la unión, más bien es preservada la propiedad de cada naturaleza y concurrentes en una Persona y una Sustancia, no partida ni dividida en dos personas, sino uno y el mismo Hijo, y Unigénito, Dios, la Palabra, el Señor” (Credo de Calcedonia).<>
Notas:
1] David Bernard, La Unicidad de Dios, p. 62.
2] Ibid,, p. 99.
3] Ibid., p. 100.
4] David Bernard, La Unicidad de Dios, capítulo 8.
http://ourworld.compuserve.com/homepages/pentecostal/One-Ch8.htm
5] Ibid.
6] Bernard, La Unicidad de Dios, p. 168.
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