¿Necesita Uruguay que Rick Warren lo visite?
Acabo de leer la información de que Rick Warren se presentará en Uruguay el 27 de Julio del corriente (2008). La noticia llamó mi atención porque Uruguay es el querido país que me vio nacer. La pregunta inicial en mi mente fue: ¿Qué posible bien puede traer la presencia de Rick Warren a un pueblo que necesita desesperadamente escuchar el evangelio de Cristo? Esta pregunta se origina en el hecho de que Warren no predica el evangelio bíblico sino una versión muy diluida de éste. Algunos han llegado a afirmar que Warren promueve un falso evangelio.
Rick Warren pastorea una mega-iglesia cuyo estilo la ubica en la categoría de Seeker Sensitive Church (traducción libre: Iglesias Sensibles al Buscador). Tan sensibles son estas iglesias que al inconverso o incrédulo que aparentemente se siente atraído a la vida de iglesia, le llaman “buscador”.
Este tipo de iglesia procura que sus cultos y actividades sean más atractivos al mundo. El bienestar económico en los EEUU facilita que la iglesia pueda ofrecer calesitas, vueltas en caballito y juegos para los niños, clases de aeróbicos para las damas, café de Starbucks y hamburguesas de McDonald’s, y un amplio salón social para que los maridos que detestan la iglesia puedan dormir o ver fútbol americano en pantallas gigantes durante los cultos. En una de las pantallas siempre se puede ver al pastor dando su sermón de 15 minutos, cortito nomás, no sea cosa que la gente se aburra. No necesita traer su pesada Biblia, hay “PowerPoint” para poder leer los pasajes de las paráfrasis preferidas del pastor.
No faltan tampoco las películas ni la consabida sobredosis de música contemporánea con los artistas favoritos de la congregación, juegos de luces y pirotecnia. No hay mención de pecado, arrepentimiento ni juicio, no se predica de la santidad de Dios ni la importancia de la obediencia en la vida cristiana, y mucho menos de tomar la cruz y seguir a Cristo. Hasta las cruces son quitadas para no ofender a los “buscadores”.
Los sermones se enfocan en el individuo y no en Cristo, en la autoestima del oyente y no en la Palabra de Dios. Rick Warren es un típico representante de este nuevo estilo. En su iglesia no se enseña doctrina, no se predica exposicionalmente, no se equipa a la gente para confrontar los ataques a los valores cristianos por parte de la corriente progresista secular, y sus miembros son alentados a envolverse en ministerios extra-bíblicos como la militancia contra el calentamiento global, salvar las ballenas, abrazar los árboles y combatir el SIDA. Esto equivale a la negación del liderazgo y señorío de Cristo como consecuencia de la omisión de la Palabra de Dios, el único medio por el cual él gobierna, expresa su voluntad, y nos hace crecer espiritualmente.
El fruto de todo esto son congregaciones que sirven de refugio a falsos convertidos y cristianos desnutridos en la Palabra. Una vez que renunciamos a la misión de predicar la Palabra de Dios, la única fuente de vida espiritual, y la suplantamos con métodos de mercadotecnia para llenar las bancas, la iglesia se despoja de poder divino y pierde su efectividad para salvar almas en el mundo. Como el negocio anda bien en la Money Driven Church (La Iglesia Financieramente Orientada), luego se buscan formas de emplear el tiempo en cosas que sean aceptables al consenso general. Es así que se termina llevando a cabo cruzadas que tienen cero poderes transformadores en las vidas, al igual que una campaña de Bono, Brad Pitt/Angelina Jolie o Madonna.
A fines del 2006, como parte de su campaña contra el SIDA, Rick Warren recibió con un abrazo caluroso al actual candidato presidencial Barack Obama, un hombre que es la antítesis personificada de los valores cristianos, comenzando por su entusiasta apoyo hacia el aborto al por mayor. Warren le concedió el púlpito. ¿La solución de Obama? Más condones. Rick Warren desdeñó los pedidos de muchos líderes evangélicos que prácticamente le rogaron no invitar a Obama al evento.
Es este hombre el que se presentará en Uruguay y es anunciado con bombos y platillos por los medios de propaganda cristianos en la nación. Uruguay, conocido como la “Suiza de Sudamérica” durante la primera mitad del siglo 20, comenzó a declinar económicamente a finales del decenio de 1950 hasta llegar al punto del golpe de estado que puso a los militares en control entre 1973 y 1985. Esta fue la época más siniestra en la historia del país, muchos fueron apresados, torturados o “desaparecidos”. El 10 % de la población emigró hacia otros países.
La democracia retornó a la nación en 1985. La situación económica al presente es difícil en extremo para la familia uruguaya. Los salarios no alcanzan, los empleos escasean, la salud pública está en crisis, la inmoralidad avanza y la delincuencia campea. Eso sí, las leyes de amparo al trabador son excelentes. El Uruguay sería el paraíso de los trabadores si en realidad hubiera trabajos, alguien escribió una vez en el magazine Forbes.
En materia religiosa el uruguayo promedio es, en la práctica, ateo o agnóstico, producto de un largo proceso de secularización del país que comenzó en la segunda mitad del siglo 19, y vio su punto más alto durante la presidencia de José Batlle y Ordóñez a principios del siglo 20. El móvil del proceso fue justificado, evitar que la iglesia católica con sus tentáculos controlara la sociedad como lo hizo en otras naciones.
Batlle introdujo el país a una era de modernización y avances inusuales para un país latino. Grandes logros se alcanzaron gracias a él en materia de industrialización, economía, educación, bienestar social y aspectos viales. Junto con el progreso, Batlle instituyó la separación Iglesia-Estado con tal énfasis que lo crucifijos fueron prohibidos en los hospitales en 1906, y eliminó toda referencia a Dios y el evangelio en los juramentos y declaratorias patrias en 1907. El sentimiento anticlerical llevó al gobierno a renombrar los feriados religiosos. Semana Santa pasó a ser Semana de Turismo, Navidad fue bautizado como el Día de la Familia, y el día de los Santos Reyes como el Día de los Niños.
Quizá el más desafiante acto de Batlle y Ordóñez fue la decisión de escribir “Dios” con “d” minúscula en el periódico que él mismo fundó. Este ya no existe y el edificio que un día alojara la redacción y rotativa del periódico, es hoy un casino. Yo siempre dije que el agnosticismo es una apuesta arriesgada.
Hoy, muchos uruguayos que otrora no tenían inquietudes espirituales comienzan a hacerse preguntas y poner atención al mercado de opciones religiosas. Lamentablemente, y como expresa el dicho, aquel que no cree en nada termina creyendo en cualquier cosa. Este es el caso de muchos uruguayos que hoy son seducidos por movimientos evangélicos aberrantes con tácticas engañosas como las de la Iglesia Universal del Reino de Dios (pare de sufrir) y doctrinas falsas predicadas por evangélicos tales como el evangelio de la Prosperidad y la Salud, la promesa de milagros y la existencia de apóstoles y profetas modernos.
No faltan las disciplinas ocúlticas traídas por los grupos espiritistas brasileños y las ideas originadas en la Nueva Era, que han llenado el vacío dejado por el agnosticismo a través de los años. La gente está confundida y necesita escuchar el verdadero evangelio de Cristo. No dudo que hay cristianos que están haciendo precisamente eso, pero no entiendo cómo Rick Warren puede ser visto como un exponente auténtico en ese sentido. ¿Es su mensaje el que necesita escuchar el pueblo uruguayo y el cristiano uruguayo en particular?
La última vez que lo escuché predicar fue en una Navidad. El mensaje de Warren se centró en el nacimiento de Cristo, como es propio en esa época. Su énfasis estuvo en el amor de Dios, quien envió a su Hijo para traer salvación a la humanidad. Rick Warren explicó que Jesús vino a salvarnos. “Desde que Dios no hace nada en vano o simplemente por hacerlo, es obvio que los humanos necesitamos un Salvador. Si la humanidad necesitara estabilidad política, Dios hubiera enviado un político. Si guía financiera, un economista, si más conocimiento, un educador, etc. etc.”, continuó diciendo Warren.
“Nosotros necesitamos ser salvados, ¿salvados de qué? Del pecado”, explicó Warren. “¿Qué es pecado? Pecado es vivir una vida centrados en nosotros mismos, ser nosotros nuestro propio Dios, decidir por nuestra cuenta qué es lo mejor para nosotros”. A riesgo de ser criticado, debo decir que nunca había yo escuchado una definición de pecado tan ambigua y limitada. Claro que continué escuchando para ver si Warren progresaba hacia un plano más específico, todo para enterarme un poco más adelante que los humanos necesitamos también salvación “de nuestro pasado”.
Obviamente, mis expectativas no fueron colmadas. Es evidente que a estas alturas, Warren había decidido dejar la definición correcta de “pecado” y la existencia del infierno completamente fuera de su discurso. La Biblia enseña que Cristo no sólo nos salva de nuestros pecados, pero también de la condenación eterna en el infierno. Pensamos que Warren ya sabe que ésta es una de las críticas más notorias que se le hacen, y es por ello que señaló en determinado momento que así como Cristo no vino a condenar al mundo, él tampoco habla de condenación. Nadie pareció inmutarse ante tal uso distorsionado de la Escritura para justificar su posición. Se sabe que cuando Jesús dijo que no vino a condenar al mundo sino a traer salvación, la frase implicaba que el mundo ya estaba condenado. Esto, Warren no lo dice, puede hacer sentir mal a los concurrentes.
Durante el resto de su sermón escuché la clásica letanía de cuánto nos amó Dios. No que no sea verdad, pero la realidad muestra que ésta no es una buena herramienta evangelística. El incrédulo es hermético al amor de Dios, no lo cree, no lo entiende y le importa poco. Uno espera más de tan “grande nombre” como el de Rick Warren. Warren expresó que Dios nos creó para amarnos, en otras palabras, somos tan amorosos que Dios no pudo resistir la tentación de crearnos. No pudo faltar el gastado cliché de “¿Cuánto te ama Jesucristo? Te ama así de grande”, expresó Warren haciendo el clásico gesto de los brazos abiertos en la posición de Cristo en la cruz. “A decir verdad”, agregó, “Jesús nos amó tanto que dijo: ‘Prefiero morir, a vivir sin ustedes'”. Warren es dado a este tipo de clichés. No pudo faltar tampoco el consabido, “cristianismo no es una religión, sino una relación”. Dos veces, Warren dijo que los seres humanos tenemos que procurar una relación con Cristo, no importa que usted sea mormón, Testigo de Jehová, musulmán, hindú, budista, etc. No explicó más nada, dejando la impresión de que usted puede seguir practicando su religión aun luego de “invitar a Cristo a entrar en su corazón”.
Sobre el gran fínale, Warren nos regaló su magno llamado al arrepentimiento pidiendo que repitamos, más o menos, estas palabras: “Estoy asustado. Sé que necesito un Salvador. Esa es la lógica de Navidad. Obviamente, necesito que seas el jefe de mi vida y necesito experimentar tu paz. Entra en mi vida y cambia mi corazón. Te pongo a cargo, eres mi nuevo gerente”. Así de sencillo, no mención de arrepentimiento, ni sombra de la cruz, más allá del gesto de los brazos extendidos usado por Warren.
La verdad es que todo esto no me tomó de sorpresa. Ya en su libro Una Vida con Propósito, donde expone su errónea teoría de la vida cristiana, Warren deja entrever su timidez para predicar sobre el pecado y su solución, arrepentimiento y fe en la muerte de Cristo en la cruz. Esta forma de operar no es exclusiva de Warren. Son muchos los que para que el evangelio sea más atractivo, enfatizan y agrandan las partes fáciles y atemperan o ignoran las partes duras. El libro hace exactamente eso. Es cierto que contiene muchas verdades bíblicas pero omite muchas verdades necesarias y clave. Es cierto que Warren reconoce la existencia del infierno (p.37), pero lo hace sin mención de la ira de Dios, la sangre de Cristo, y la necesidad de arrepentimiento (en el contexto del evangelio).
La médula de su discurso parece ser “amar y confiar en Cristo”, y si bien esto es verdad, ésta no es la forma en que Jesús y los apóstoles presentaron el evangelio. El énfasis de ellos fue siempre en la necesidad de arrepentimiento como condición para entrar en el reino de Dios. Warren, sin embargo, recién menciona el arrepentimiento en un capítulo del libro titulado “Cómo crecemos”. Se nos hace significativo que Warren mencione el arrepentimiento en un mensaje dirigido a los cristianos y no hacia el incrédulo, algo contrario a la lógica del evangelio. “Aprender a amar a Jesús” (cuya persona y obra nunca son explicadas claramente por Warren) se escucha atractivo. Arrepentirse a los efectos de escapar la ira de Dios por el pecado, es poco vendible en el mercado moderno de ideas religiosas, y Warren nunca lo dirá o escribirá.
Veamos una invitación del libro para creer en el evangelio. Está en la página 58 y dice:
“En este momento, Dios está invitándote a vivir para su gloria cumpliendo los propósitos que él tiene para ti… todo lo que necesitas es recibir y creer… ¿Aceptarás la oferta de Dios?”
La oración que traerá salvación a aquellos que la repitan está en la siguiente página (59):
“Te invito a inclinar tu rostro y decir en voz baja la oración que cambiará tu eternidad, ‘Jesús, yo creo en ti y te recibo'”.
Finalmente, Warren termina con una promesa: “Si has dicho esta oración sinceramente, ¡felicitaciones! Bienvenido a la familia de Dios”. En otras palabras, dí una breve oración y cree en Jesús, de quien su persona y obra no han sido claramente explicados en el libro, y serás salvo.
Escuchar esto lleva a la gente a concluir que es fácil ser cristiano. Una breve oración y abracadabra, ya somos socios del club. ¿Qué pasó con el camino angosto, negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Cristo? A lo mejor Warren se lo dice al público que lo escuche en Uruguay – pero lo dudamos.
¿Qué clase de mensaje necesita escuchar el pueblo uruguayo? Un pueblo que ha sido desensibilizado en cuanto a las cosas de Dios necesita ser confrontado con la realidad de su propio destino. Necesita altas dosis de franqueza. No sólo se le debe dar el verdadero evangelio sino que también debe escuchar material apologético contundente por la autenticidad de la Biblia, la existencia de Dios, las contradicciones internas de las religiones del mundo y la superioridad del cristianismo. El pueblo uruguayo necesita ser desafiado en los cimientos de su materialismo recalcitrante, su agnosticismo y su independencia de Dios. Necesita escuchar que el ateísmo es fundamentado en su mayor parte en emociones, subjetividad y superficialidad al tratar con realidades que demandan un razonamiento profundo y un criterio amplio. Necesita que se le “pinche el globo” de la historias infantiles llamadas Evolución y teoría del Big Bang. Necesita ver que el ateísmo ha producido más muertos que cualquier otra corriente de pensamiento en la historia y enterarse de la absurdidad del relativismo moral imperante en su sociedad. En otras palabras, el pueblo uruguayo necesita apologética cristiana carente de timidez, desafiante en su cosmología bíblica, mordaz en las incoherencias internas de las religiones mundiales, denunciante de los falsos maestros/comerciantes/cuentamusas dentro las filas evangélicas y necesita cristianos preparados para actuar en todos los niveles de la sociedad, siempre poniendo prioridad en las cosas del reino pero participando en la dinámica del país. De lo contrario, el único Dios que la calle uruguaya permitirá en su medio seguirá siendo el dios Momo de los carnavales de febrero.
Rick Warren no puede hacer esto, no da la medida. Las pocas veces que fue desafiado a defender su fe hizo un papel lamentable, sino pregúntele al ateo Sam Harris, uno de los nuevos sacerdotes del ateísmo en los EEUU, quien a pesar de su mediocridad argumentativa, derrotó a Warren al trotecito nomás.
Uruguay ¡Despertad! <>
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