Francamente, espero que no. No me imagino a Cristo en su Segunda Venida ofreciendo la otra mejilla a sus enemigos, desfilando pancarta en mano con un eslogan pacifista y practicando la resistencia pacífica sentándose en medio del camino delante de los tanques de guerra del enemigo. Tal posición doctrinal puesta en práctica por Jesucristo chocaría de frente con pasajes proféticos relacionados con la Segunda venida de Cristo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Pasajes tales como el de Isaías 63:1-6, donde Jehová hollará a los pueblos y derramará en tierra su sangre en el día de la venganza de Jehová, y los homónimos en Apocalipsis 14:19-20 y 19:11-16, que describen a Cristo masacrando a sus enemigos en el día del Juicio, no tendrían ningún sentido si Jesucristo fuera un pacifista. Estos pasajes son tan gráficos que es imposible interpretarlos como que Jesús está en contra de la violencia para efectuar justicia. Este es un tremendo problema para los cristianos pacifistas, los que para neutralizar la fuerza de estos pasajes han intentado de todo, sólo les ha faltado bailar un paso doble alrededor del texto.
¿Era Jesús un pacifista? Muchos son los que durante la historia han formado una imagen femenizada de Jesucristo. Lejos de presentarlo como el hombre por excelencia que fue, directo, confrontacional, intolerante para con los transgresores, magnánimo para con los arrepentidos, la misma encarnación de la verdad y el amor de Dios, estos románticos neutralizaron la persona de Jesucristo. Es por ello que muchos lo conciben con la apariencia de un gurú de túnica estilo Hare Krishna, florecillas entrelazadas en su cabello, caminado en punta de pie entre los tulipanes y soplando besitos a la multitud. Y por supuesto, un Jesús así, no podía ser otra cosa más que un pacifista que no mata ni una mosca, una especie de Gandhi sin los elegantes pañales ni la chiva surtidora de leche que lo acompañaba (con la aclaración de que Gandhi sí mató a su esposa cuando no permitió que se le dieran antibióticos que pudieron salvarle la vida, pero cuando se trató de salvar su propia vida no tuvo problemas en tomar medicamentos y aceptar una cirugía de la “corrupta medicina occidental.” [1]).
Más de un líder pacifista ha reclamado ser un seguidor de Jesucristo, y en la actualidad muchos se sorprenderían de saber cuán alto porcentaje de cristianos defienden el pacifismo desde un punto de vista bíblico. No me refiero a denominaciones que han practicado el pacifismo por siglos, tales como menonitas, moravos, cuáqueros, etc., sino al gran número de cristianos que se declaran pacifistas en forma individual dentro de las iglesias de corte evangélico-protestante. ¿Tendrán razón? Si Jesucristo predicó el pacifismo y considerando que los cristianos somos llamados a ser imitadores de Cristo (1 Cor. 11:1; 1 Tes. 1:6), es obvio que todos los que creemos en Cristo deberíamos declararnos contra todo tipo de guerra, no participar en actividades o empleos que tengan que ver con las fuerzas armadas y la industria armamentista, y practicar una militancia pro-pacifista activa contra el gobierno, sobre todo hoy que se libra una guerra contra el terrorismo en varios frentes y tropas estadounidenses libran combates en territorio extranjero.
Al leer los evangelios y la Biblia en general, nuestros ojos puestos en Cristo, de quien debemos seguir sus pisadas (1 Pe. 22:21), a primera vista notaremos que ni Jesús ni sus apóstoles trataron directamente con temas abstractos modernos tal como el aspecto moral de la guerra, armas nucleares, desarme unilateral, política internacional y nacional, contaminación ambiental, calentamiento global, etc.
¿Nos dejó el Espíritu Santo, Biblia mediante, sin una guía en estos tópicos? Si fuera así, las Escrituras no podrían reclamar ser una norma de fe y práctica para todas las cosas de la vida (2 Tim. 3:16; 2 Pe. 1:3) y los cristianos no seríamos completos en Cristo (Col. 2:9).
En ningún pasaje hay respuestas directas a preguntas tales como, ¿Cuál es nuestra responsabilidad frente a una guerra? ¿Debe una nación ir a la guerra? ¿Es justificado el uso de la fuerza? Es obvio que la única forma de obtener respuestas a algunos de estos temas, es hacer deducciones por inferencia lógica. Esto consiste en deducir qué hubiera dicho Jesucristo si estas preguntas le hubieren sido formuladas. Por lo tanto, procedamos a extraer las inferencias lógicas de sus sermones y de la forma en que él resolvió los problemas durante sus días acá en la tierra.
1) ¿Acaso Jesús, en algún momento de su ministerio propuso a los gobiernos de Roma o Israel el desarme? ¿Alguna vez condenó el justo uso de la fuerza enseñado en el Antiguo Testamento? El Señor nunca condenó a las fuerzas del orden por usar la fuerza para castigar a los criminales. Jamás predicó contra el hecho de que las naciones tuvieran un ejército o una fuerza policíaca. ¿Qué podemos inferir de este silencio de Jesús? Por si alguien reclama que esto es un argumento desde el silencio, debemos aclarar que no es así, ya que el Antiguo Testamento enseña y aprueba claramente el uso justo de la fuerza. La única inferencia extraíble de lo anterior, es que el silencio de Jesús aprueba el uso de la fuerza establecido en el Antiguo Testamento.
2) Cuando Jesús trató con los soldados romanos o judíos, nunca les ordenó dejar el servicio militar o les indicó que era contra la moral el ser soldados (Mat. 8:5-13; Luc. 6:15). Si Jesús hubiera sido un pacifista y se hubiera opuesto al uso de la violencia totalmente, jamás se hubiera abstenido de reprender a los militares, y créanme, Jesús nunca dejó pasar por alto los pecados en las vidas de aquellos que estuvieron frente a El. Siempre denunció el pecado en cualquier lugar y en cualquier persona que tuvo frente a sí.
3) En Mateo 24:6-7, Jesús claramente declaró que las guerras continuarían siendo parte de la experiencia humana hasta el fin de los tiempos. Esta hubiera sido una excelente oportunidad, de ser Cristo un pacifista, para condenar todas las guerras. Jesús no lo hizo.
4) Jesús habló con aprobación del señor (rey o magistrado) que hizo guerra (justa) contra los labradores malvados y los mató, en Mateo 21: 33-41. Si bien Jesús no estaba tratando con el tema de la guerra per sé, el uso del modelo de guerra justa en esta parábola, se justifica solamente si Jesús aprobaba el concepto antiguo testamentario del uso justo de la fuerza.
5) Algo similar podemos notar en Lucas 14, cuando en el contexto del discipulado y sus connotaciones, Cristo usa la ilustración del rey que marcha a la guerra contra otro rey pero primero se detiene a considerar si puede enfrentarse contra un rival que lo dobla en número de combatientes. ¿Por qué razón un Jesucristo pacifista usaría una ilustración de dos ejércitos a punto de entrar en batalla y más aún cuando está enseñando en el tema de llevar la cruz? Un Jesucristo pacifista hubiera evitado por todos los medios usar ilustraciones relacionadas con la guerra.
6) Dicen algunos: “Si Jesucristo no fue un pacifista, ¿por qué no incitó a los judíos a levantarse en rebelión contra el poder romano? Jesús nunca llamó a los judíos a derrocar a las fuerzas de ocupación de Roma. ¿No infiere esto que Cristo fue un pacifista?” Respuesta: La deducción es incorrecta. Una cosa es ir a la guerra y otra cometer suicidio. Teniendo en cuenta la balanza del poder inclinada tan marcadamente en favor de las fuerzas de ocupación de Roma, incitar a los judíos a rebelarse hubiera sido equivalente a llamarlos al suicidio. No, Cristo no llamó a los jud
íos a resistir a Roma, como tampoco hubiera favorecido la resistencia fanática de los zelotes en Masada. Pero esto no significa que Jesucristo predicó el pacifismo, simplemente significa que siguiendo el sentido común, el uso de la fuerza en el contexto de la resistencia justa sólo se debe hacer cuando las condiciones políticas y militares son apropiadas.
7) ¿Recuerda el lector cuando Jesús estuvo frente a Pilato (Luc. 23:1-5)? ¿No fue acusado Cristo de conspirar instigando al pueblo judío a levantarse contra los romanos? ¡Por supuesto que sí fue acusado de eso! Claro que la acusación fue falsa, pero mi punto es que si Jesucristo hubiera predicado el pacifismo, tal acusación jamás pudo haber sido formulada.
8) “El que tiene bolsa, tómela, y también la alforja, y el que no tiene espada, venda su capa y compre una (Luke 22:36).” Estas palabras de Jesucristo a sus discípulos nunca podrían haber sido dichas por un Jesús que predicaba el pacifismo. El famoso comentarista bíblico James Vernon McGee escribió sobre este pasaje:
“Si en el día de hoy ustedes van a salir por el Señor y dar su evangelio, será mejor que preparen sus valijas y lleven sus travelers cheques. También les conviene prepararse para protegerse uds. y sus seres queridos. Vivimos en días difíciles. El Señor también dio el mandamiento de comprar una espada. ¿Para qué? Para autoprotección, por supuesto. Ellos vivían en días que la espada era necesaria. Nosotros hoy debemos reconocer esta verdad también. Si no resistimos la maldad hoy, toda clase de maldad caerá sobre nosotros. Podríamos terminar en un hospital o viendo como matan a un ser querido.” Y a continuación comenta en el siguiente verso (Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta [es suficiente]). En otras palabras: No necesitan exagerar en esto y convertir sus casas en cuarteles, pero sí necesitan estar preparados para defenderse.”
Mathew Henry, el legendario comentarista bíblico, escribió: “Los galileos generalmente viajaban con espadas. Cristo no cargaba una, pero no estuvo en contra de que sus discípulos las llevaran.”
Es obvio que un Jesús predicador del pacifismo jamás hubiera permitido a sus discípulos cargar espada. Los pacifistas argumentan, además, que el hecho de que Jesús ordenó a Pedro guardar su espada en la vaina (Jn. 18:11) luego que éste cortó la oreja del siervo llamado Malco (Jn. 18:10), es prueba de que Jesús predicaba el pacifismo. Respuesta: Jesucristo ordenó a Pedro guardar su espada, no deshacerse de ella. Es obvio que continuar en posesión de ella fue permitido por Jesús.
El objetivo de Jesús al detener a Pedro fue permitir que el plan de salvación continuara sin ser obstaculizado (Mat. 26:54; Jn. 18:11b). Cuando la fuerza es usada para interrumpir o demorar el plan o la revelación de Dios, la violencia es injustificada. No sólo es injustificada sino que conducirá a mayor violencia. Por ello es que Jesús dijo a Pedro: “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán (Mat.26:52).” Este no es en ninguna manera un pasaje “pacifista”; lo sabemos porque en el verso siguiente, Jesús expresa que si él quisiera, legiones de ángeles vendrían a defenderlo. Esto implica que el uso de la fuerza puede ser legítimo en ciertos casos. Si el uso de la fuerza en defensa propia es algo inherentemente malo, Jesús jamás podría haber dicho eso.
La misma respuesta es válida para algunos pacifistas que enarbolan las palabras de Jesucristo en Juan 18:36: “Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de este mundo.” Es claro que Jesús aquí explica que si su iglesia fuera un reino terrenal, sería perfectamente válido que Sus discípulos pelearan por El. En otras palabras, si bien Jesús prohibe a la iglesia como institución usar la fuerza física en su disciplina o defensa, es obvio que Jesús entiende que un reino terrenal puede y debe usar fuerza cuando es necesaria.
9) Cuando sus enemigos trataban de capturarlo, Jesús hizo uso de la fuerza para demostrar que nadie podía quitarle la vida (Juan 10:17,18). El Señor empleó su poder en forma física cuando tiró por tierra a los que venían a apresarlo (Juan 18:1-6). El hecho de que la fuerza aplicada tuvo un origen sobrenatural no disminuye la verdad de que su efecto fue de naturaleza física. Si el Hijo de Dios usó fuerza para su defensa personal, deducimos que la guerra defensiva y preventiva, lo que San Agustín llamó Guerra Justa, no puede ser inherentemente mala.
10) Al igual que Juan el Bautista, quien entre las instrucciones a los soldados que vinieron a bautizarse no incluyó el mandamiento de abandonar el ejército, Jesús tampoco recriminó al centurión romano por ser un soldado. Al contrario, exaltó su fe y sanó a su siervo (Mat. 8:5-13; Luc. 7:1-10). Si la guerra justa y todo lo que tiene que ver con los militares son cosas tan inmorales y anticristianas, tanto Jesús como Juan el Bautista, al callar, fueron culpables de inmoralidad. Lo que hicieron fue equivalente a no instruir a las prostitutas a que no vendan más sus cuerpos o no decirle al ladrón que no robe más. La analogía demuestra que las actividades militares legítimas, la defensa propia o de una nación, las guerras justas y la participación de los cristianos individuales en estas cosas, no son prohibidas.
Jesucristo no fue el pacifista por excelencia que reclaman algunos cristianos. Por el contrario, las inferencias bíblicas tienden a presentar a Jesucristo apoyando la legitimidad de la guerra justa.
EL ARGUMENTO PACIFISTA DEL SERMON DEL MONTE
Habiendo participado en varios debates con pacifistas cristianos (una contradicción en términos si lo pensamos bien), ya conozco sus argumentos. Sinceramente, nos asombramos de que los desvaríos de esta gente hayan tenido que ser tomados en serio. En otra época, cuando el cristiano estaba mejor preparado, el pacifista cristiano hubiera sido considerado, como mínimo, inmaduro. Hoy en día, cuando la iglesia cristiana está superpoblada de pigmeos doctrinales, es natural que se le ponga atención a estos divagues pro-pacifistas. Es esta ignorancia crónica en nuestras filas que obliga a algunos a preparar refutaciones como la que nos ocupa.
Confrontado con los argumentos anteriores, el pacifista cristiano invariablemente va a tratar de refutar cualquier presentación bíblica bien razonada con el Sermón del Monte. El pacifista piensa que las palabras de Jesucristo en este sermón son claras instrucciones para jamás empuñar un arma, apoyar o participar en una guerra. Esto es doblemente extraño considerando que Jesús jamás menciona el tema de la guerra en ninguna parte del sermón. Es por ello que usar el Sermón del Monte para condenar todo tipo de guerra y promover pacifismo total, nacional o internacional, es un claro error exegético. Aquí tendría que terminar todo el problema, pero la ignorancia bíblica es el peor enemigo del cristiano, no Satanás.
¿De que está hablando Jesucristo en el Sermón del Monte? De cuál deben ser las normas éticas para el cristiano en el aspecto personal. De la forma en que un genuino hombre o mujer de Dios debe de responder o reaccionar ante las actitudes y acciones del prójimo, cuando el prójimo se convierte en problemático. Es por ello que Jesús habla de volver la otra mejilla, dar la túnica y la capa, bendecir en lugar de maldecir, etc. —- Este es lenguaje que sólo puede aplicarse en el contexto de las relaciones personales. Es un error infantil el querer aplicar la ética personal al terreno de la justicia criminal, la política y las relaciones internacionales.
Para ilustrar lo que vengo diciendo veamos un breve intercambio de un debate que un servidor sostuvo recientemente con un pacifista, Claudio Cruces, Profesor de Cui
dado y Consejo Pastoral en el Instituto Associated Mennonite de Argentina. Pastorea en la Iglesia Evangélica Bautista de San Fernando, Argentina, y es ardiente promotor de la Teología de la Liberación. A juzgar por las creencias de Claudio, deducimos que la iglesia que pastorea no es realmente ni evangélica ni bautista, pero la incógnita aun mayor es descifrar cómo se pueden armonizar la Teología de la Liberación, de clara inclinación izquierdista, con el pacifismo. He aquí parte del debate, Claudio Cruces es representado por las iniciales C.C., y un servidor, por las iniciales P.S. Si bien el tema central es la pena de muerte, los argumentos son válidos y se ramificaron durante el intercambio hacia al tópico guerra-pacifismo:
C.C.: “Me llama mucho la atención esta propuesta de fragmentar la ética en privada y pública.”
P.S.: “Bueno, nunca es tarde para aprender. Imagínese un gobierno poniendo la otra mejilla ante la agresión de otra nación. Claramente existen las categorías en cuanto a ética se refiere.”
C.C.: “En primer lugar, me llama la atención en un defensor del capitalismo ya que para ellos la sociedad es un amontonamiento de individuos, por tanto, como consecuencia lógica, la sociedad debe tener la misma ética que el individuo.”
P.S.: “Totalmente vil el comentario. No merece respuesta que lo dignifique.”
C.C.: “Pensar que hay una ética para el individuo de amor y hermandad y una totalmente opuesta para los dirigentes de la sociedad ¿será buena exégesis o será esquisoide? A mi me parece que más que exégesis es darle un barniz teológico a una idea política que implanta la pena de muerte como argumento de vida.”
P.S.: “Su pensamiento está mal planteado. Usted contrapone individuos con individuos. Lea bien lo que escribió y va a notar su error. Yo contrapongo la ética individual con la ética del estado o del gobierno. Ambas se rigen por diferentes parámetros bíblicos. Además, no soy exégeta, para ello se debe estudiar largo y tendido.”
C.C.: “Pablo asevera que Jesús está hablando al individuo y no a la sociedad organizada, veamos: cuando Jesús dice: Oísteis decir no cometerás adulterio… Pablo no tendrá inconvenientes en asegurar que esa ética es para el individuo y para la sociedad toda.”
P.S.: “Está equivocado. Francamente, nunca he visto a un gobierno adulterar, a menos que se refiera a los gobiernos de Francia y Alemania noviando con Saddam, el triángulo del amor.”
C.C.: “Cuando Jesús dice: Oísteis decir no jurarás en falso… Pablo no tendrá inconvenientes en asegurar que esa ética es para el individuo y para la sociedad toda.”
P.S.: “Por supuesto que tengo problemas. Nunca he visto una sociedad jurar ¿la ha visto usted? Y no me venga con la jura de la independencia. Tampoco podemos imponer esta ética personal (o mandamiento para el cristiano) en todos los integrantes de la sociedad. Nada en el sermón del monte va dirigido a los que no son discípulos de Cristo. Punto invalidado.”
C.C.: “Cuando Jesús dice: oisteis que fue dicho ojo por ojo… (venganza) Pablo no tendrá inconvenientes en asegurar que esa ética en contra de la venganza es para el individuo y para la sociedad toda.”
P.S.: “Lo que usted llama “venganza” es un mandamiento de Dios. Lo siento, no quiero dejar en evidencia el calibre de su conocimiento bíblico, pero le pido que lea Ex.21:24; Lev. 24:20; Dt. 19:21. Ojo por ojo y diente por diente es la medida exacta de justicia prescrita por Dios, no una venganza. Punto invalidado.”
C.C.: “Pero cuando Jesús, en el mismo texto dice “No matarás”, a Pablo se le ocurre que es buena exégesis dividir la ética en social e individual. Todos sabemos que una ley del buen exégeta es no aplicar dos métodos exegéticos a un mismo texto. Si todas las palabras se pueden aplicar al individuo y la sociedad, también éstas. Lo que pasa es que hay una exégesis de “Arbol de navidad” que consiste en tener una idea a – priori y luego adornarla con versículos.”
P.S.: “Como usted ve no aplico dos métodos hermenéuticos diferentes como pensó usted. Mucho menos soy culpable de practicar eiségesis, algo que la gente de su tendencia sabe hacer muy bien para distorsionar las Escrituras. Yo podría haber refutado su primer intervención haciendo alusión directa a la falta de observación suya sobre cuál es el contexto de los versículos que citó. Sólo con observar todo el contexto del sermón del monte hubiera bastado para anular su seudo-argumento. Es obvio que Jesucristo no está hablando de la pena de muerte ni de las guerras. A decir verdad, en ninguna parte de la Biblia se condena la pena de muerte, más bien se apoya. Usted debería refutar nuestros argumentos en lugar de saltar a otra cosa.”
Hasta aquí parte del debate. Ahora veamos de cerca algunos de los pasajes que el pacifista usa como textos “prueba” en apoyo del pacifismo:
1. “Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad.” Mateo 5:5
Nunca pensemos que mansedumbre significa debilidad. Teniendo en cuenta que Moisés fue “muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” (Núm. 12:3), y considerando que fue un líder fuerte y agresivo, que participó en guerras, deducimos que ser “manso” no tiene nada que ver en absoluto con practicar actitudes pasivas ante la maldad y los enemigos de Dios.
2. “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” Mateo 5:9
La palabra “pacificadores” en griego (eirenopoios) era uno de los títulos del César [2]. Fue llamado “el pacificador” porque logró y mantuvo la paz por medio del uso de la fuerza. La palabra no significa “pacifista”, “apacible”, “pasivo” o “paz a cualquier costo.” Significa “paz sostenida mediante fuerza.” La mayoría de los comentaristas interpretan que el verso describe a aquellos que han hecho la paz con Dios, quienes en última instancia son conocidos como los hijos de Dios. No existe en el verso ni en el contexto inmediato la más mínima sugerencia de pacifismo como se entiende hoy.
3. “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.” Mateo 5:39
¿Apoya esto la posición pacifista? ¿Estaba Cristo instruyendo a los oyentes sobre qué hacer cuando la vida de uno o la de su familia está en peligro? ¡Por supuesto que no! Y mucho menos sobre lo que debe hacer una nación cuando es atacada. Además, en la cultura judía, el golpe de la mano en la mejilla derecha era un insulto personal, no un acto de violencia, algo así como escupir a alguien en el rostro. Jesús está dando un principio general de cómo tratar con el prójimo cuando somos representantes del evangelio. No debemos ser rápidos en devolver mal por mal a nuestro prójimo y debemos estar dispuestos a soportar insultos a los efectos de ser un buen testimonio y ganar a nuestro prójimo para Cristo. Pero la idea de que Jesús nos dejó instrucciones de no resistir la maldad, fuere del grado que fuere, es absurda. Aun los pacifistas más extremistas resisten lo que ellos consideran malo con manifestaciones, huelgas de hambre, incumplimiento de pago de impuestos, negarse al servicio militar obligatorio, etc. – Resistencia pacífica sigue siendo resistencia. El significado de “poner la otra mejilla”, como se dice popularmente, puede ser captado mejor si observamos a Jesucristo mismo en Juan 18:23. Cuando uno de los alguaciles le dio una bofetada por considerar que estaba siendo irrespetuoso con el sumo sacerdote, Jesús responde: “Si he hablado mal, testifica en qué está mal; y si bien, ¿por qué me golpeas?” —- ¿Puso Jesús la otra mejilla? No, contestó firmemente al vituperio.
CONCLUSION:
Reiterativa de nuestra conclusión en la primera sección del trabajo, ésta también
afirma que luego de examinar rigurosamente los Evangelios, vemos que Jesús apoyó el uso de la fuerza en la defensa personal o nacional. No existe en los evangelios la menor sugerencia de que Jesús enseñó pacifismo o no resistencia. El uso del modelo de la guerra justa como ilustración en sus parábolas, así como su descripción del Día del Juicio, revela que Jesús aceptaba las enseñanzas del Antiguo Testamento al respecto.
Notas:
1. The Gandhi Nobody Knows, Richard Grenier [From the magazine, “Commentary,” March 1983
http://eserver.org/history/ghandi-nobody-knows.txt
2. Christian Attitudes Toward War and Peace, Roland H. Bainton (New York: Abingdon, 1960), p. 64.
Obra de referencia
When is it Right to Fight, Robert A. Morey, Presbyterian and Reformed Publishing Co., Phillipsburg, New Jersey, 1985.
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