¿Ha dudado alguna vez de su salvación en Cristo? ¿Le ha sucedido que al pecar, a pesar de haberse arrepentido se siente inseguro de la certeza de su salvación? Quizá a usted se le ha enseñado que la Salvación puede perderse. Si su respuesta a alguna de las tres posibilidades es “sí”, he aquí las buenas noticias:
Es alentador saber que nuestra salvación está fundamentada en las promesas de Dios y no en nuestros sentimientos o sistemas teológicos. La Biblia es clara en cuanto a la seguridad de la Salvación. Cristo dijo: “El que cree en mí, tiene vida eterna (Juan 6:47).” Obsérvese que Jesús no dijo “tendrá, quizá tenga, o puede tener”, sino “tiene” vida eterna (tiempo presente), indicando que ésta comienza en el momento que creemos en él. Vida eterna es precisamente eso, eterna; la palabra acarrea consigo la indiscutible noción de continuidad. Si se interrumpe, ya no es eterna. El concepto de vida eterna intermitente es una contradicción en términos, no existe tal cosa.
Consideremos las palabras de Cristo en Juan 10:28-29 refiriéndose a los creyentes: “… les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
Vemos aquí lo siguiente:
- Jesús les llama “mis ovejas”, significa que son de él. Si llegara a perder alguna, su prestigio como pastor se derrumbaría.
- Sus ovejas no perecerán jamás. ¿Dijo Jesús la verdad?
- Al decir que nadie las puede arrebatar de su mano o de la mano del Padre, Jesús nos da doble seguridad y protección.
- La palabra nadie significa ninguno, eso lo incluye a usted mismo. No hay nada que usted pueda hacer que resulte en la pérdida de su salvación.
Desde la perspectiva de Cristo Jesús la vida eterna comienza en el momento de la conversión (Juan 17:3) y continúa en esta vida y en la eternidad, sin interrupciones.
Más sobre la seguridad de la Salvación
El apóstol Pablo escribió que el creyente es sellado por el Espíritu Santo (2 Cor.1:22; Efe. 1:13). Esto significa que somos propiedad de Dios y el Espíritu es garantía de nuestra herencia, la vida eterna. Pedro usa palabras muy poderosas para describir esa herencia, tales como “incorruptible”, “incontaminada” e “inmarcesible” (1 Pe. 1:4), y agrega que la salvación descrita con estos adjetivos está “reservada en los cielos para vosotros [nosotros].” Clara forma de comunicar la seguridad eterna de los salvos.
La seguridad de nuestra salvación, además, está cimentada en la obra y la persona de Jesucristo, “el autor de la salvación” (He. 2:10; 5:9) y el “autor y consumador de la fe” (He. 12:12). Es por ello que Pablo puede decir con absoluta autoridad que aquel que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Fil. 1:6).
¿Qué sucede si no perseveramos?
Ahora bien, ¿qué hay de aquellos versículos que dicen que hay que “vencer” o “perseverar” hasta el fin para ser salvo? La Biblia, en contexto, enseña que la persona que en realidad es salva perseverará y vencerá como consecuencia natural de su salvación. He aquí algunos pasajes que corroboran esto:
“Porque todo el que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Jn. 5: 4-5).
“Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo” (2 Jn. 9).
Entonces, ¿qué sucedió con aquellos que luego de un tiempo, tal vez años, volvieron al mundo abandonando completamente la fe? De acuerdo con la Biblia es muy posible que nunca fueran salvos. Podrán haber estado vinculados estrechamente con el cristianismo, pero en realidad nunca creyeron (1 Juan 2:19). Hay una diferencia entre reformación temporaria y regeneración permanente. Nosotros podemos ver sólo las apariencias, pero Dios conoce el corazón (1 Sam. 16:7). Desde el punto de vista de Dios, la persona una vez salva es siempre salva.
Salvación segura: ¿Permiso para pecar?
¿Quiere decir esto que si usted es salvo, puede entonces vivir la vida que quiera y practicar el pecado sin temor de ninguna consecuencia? En ninguna manera. Atendamos a las palabras de Pablo: “Porque vosotros hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne…” (Gá. 5:13)<
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En verdad, si la persona es un verdadero hijo o hija de Dios, al volver a una vida de pecado se arriesga en gran medida a la disciplina de Dios. Hebreos 12:8 dice lo siguiente: “Pero si os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.” Cuando la persona vuelve a una vida de pecado luego de haber estado asociada con las cosas de Dios, y permanece un largo tiempo en su rebelión aparentemente sin mayores problemas, razones hay para pensar que nunca fue salvo en primer lugar.
Primera de Corintios 11 nos muestra que ciertos cristianos que vivían en pecado estaban enfermos y debilitados, y otros ya habían muerto a causa de ello (vv. 28-30). El capítulo 5 de la misma epístola habla de un cristiano viviendo en serio pecado. Pablo expresa lo siguiente con respecto a éste: “El tal sea entregado a Satanás para la destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús“ (1 Co. 5:5).
Examinando los frutos de una vida
“Todo aquel que es nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” Estas son palabras del apóstol Juan en su primera carta (3:19). Esto no significa que el cristiano no pueda pecar, sino que no hará del pecado un estilo de vida. Si un cordero y un cerdo caen en el lodo, las actitudes de ambos serán muy diferentes. El cordero va a querer salir y eventualmente lo hará, pero el cerdo permanecerá allí muy cómodo. Lo mismo es con la persona que realmente ha sido regenerada por el Espíritu de Dios y la que sólo presentó la apariencia de ser cristiana pero nunca fue salva.
¿Puede el creyente perder su salvación?
Gracias a Dios la salvación no depende de lo que nosotros creamos al respecto. El debate de si es posible o no perder la salvación continúa a través de los siglos. Hay y hubo grandes hombres de Dios en ambos bandos. Lo importante es que usted estudie la Palabra de Dios y decida (Ro. 14:5). Usted es el que necesita presentarse a Dios aprobado (2 Ti. 2:15).
¿Puede ser quitado el don de la Salvación de una persona? La Escritura no sólo dice que la Salvación es un don de Dios (Ef. 2: 8-10; Rom. 6:23) sino también que los dones de Dios no pueden ser quitados (Ro. 11:29). Por éstas y muchas más razones, llegamos a la conclusión de que el verdadero cristiano no puede perder su salvación. <>
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