El G-12 y la Sanidad Interior
“La sanidad interior y la liberación constituyen etapas por las que todo cristiano comprometido debe pasar …” (Sueña y ganarás el mundo, César Castellanos, p. 105).
¿Practica la iglesia a la que usted asiste la “Sanidad Interior”? Si nunca ha escuchado este concepto, es necesario que esté advertido. También se le conoce por Sanidad de los Recuerdos, Sanidad Integral, o Sanidad del Alma. Los proponentes de esta técnica de consejería “cristiana” enseñan que el cristiano continúa arrastrando traumas y dolores del pasado (algo que puede ser cierto en algunos, pero no en todos) que deben ser tratados con una regresión al pasado hecha en grupo o individualmente bajo la dirección de un “consejero”.
Las procedimientos a seguir en la sanidad interior varían ligeramente dependiendo de quién la dirija. En el método usado en los Encuentros del G12, por ejemplo, se estimula al creyente a revivir escenas del pasado en diferentes situaciones y con personas que de alguna forma le hicieron mal, o con las cuales tuvo serios conflictos. Un vistazo a la lista de traumas que el guía sugiere al encuentrista, muestra que la mayoría de estos pudieron haber ocurrido en la etapa del embarazo de su madre y en la niñez. En otras palabras, fueron nuestros padres los que dañaron nuestra pristina inocencia infantil (algo que niega la doctrina bíblica de la naturaleza pecaminosa ya presente desde nuestra gestación).
El creyente es disuadido a “sentir” el dolor y agonía de esos momentos, describirlos públicamente y conectarlos con problemas en su conducta y carácter en el presente. En muchos casos se le dice al cristiano que imagine o visualize a Cristo para que su presencia ayude a sanar la herida del pasado y la cargue sobre él. De esta forma, el cristiano es libre de esa “opresión”. Una vez identificada la causa de los problemas, se sugiere a la persona que perdone y olvide. En el caso del G12, el perdón es concedido simbólicamente a otro encuentrista que representa a la persona del ofensor.
Es obvio que estamos frente a una peligrosa combinación de psicología freudiana con la implantación de ideas por sugestión y la visualización ocúltica. La razón por la cual la sanidad interior es atractiva es que los cristianos sabemos que Cristo sana nuestro interior en realidad. Como los proponentes de la doctrina la presentan con algunos términos bíblicos y dan participación a Cristo en sus sesiones, muchos piensan que se trata de algo bíblico o doctrinalmente correcto.
La vida en un mundo bajo la condenación de Dios
Primero que todo debemos reconocer que la creación cayó bajo la maldición del Creador luego del pecado de Adán. Desde entonces nadie vive sin ser afectado por el dolor de una u otra forma. Todos tenemos momentos traumáticos de diversa índole en el período de nuestras vidas. Al mismo tiempo, también causamos mal a otros en menor o mayor grado, o sea que todos somos víctimas y todos victimamos en algún momento.
La corriente humanista secular y religiosa ha inculcado en el hombre moderno la idea de que somos víctimas y nadie es responsable de sus actos. La psicología popularizó la técnica de la regresión al pasado de la persona para identificar los hechos traumáticos que aun influencian la conducta del presente. El atractivo de esta teoría es que los humanos tenemos tendencia a preferir ser “sanados” antes que aceptar nuestra responsabilidad y nuestros pecados.
Si bien existen factores externos en toda vida que afectan el desarrollo de nuestra personalidad, si fuéramos objetivos en nuestra apreciación tendríamos que aceptar que muchas de las situaciones en que nos encontramos tienen su origen en nosotros mismos. Hay casos en que sí, la persona ha sido dañada emocionalmente por circunstancias poco fortuitas y tiene necesidad de ser restaurada o sanada de sus traumas, pero ¿justifica esto el método de la Sanidad Interior? ¿No puede Dios tratar con nuestras heridas?
¿Cómo trata Cristo con nuestras heridas del pasado?
La pregunta nunca debe ser planteada sin antes preguntarnos primero cómo trata Jesucristo con nuestro pecado. Es obvio que cuando nos arrepentimos y ponemos nuestra fe en Jesucristo, nuestros pecados son judicialmente perdonados y somos vistos inocentes delante de Dios – somos salvos, justificados por gracia.
Una vez que ya formamos parte de la familia de Dios, comienza el proceso de santificación, de restauración y de sanidad interior, no la sanidad interior propuesta por la nueva corriente en la iglesia, sino la que consiste en la obra del Espíritu Santo y la Palabra de Dios.
La causa de que sistemas deficientes creados por el hombre invadan las iglesias, es la negligencia de los líderes en cuanto a enseñar en temas doctrinales como el ministerio del Espíritu Santo y el poder de la Palabra. Conceptos como la obra de santificación del Espíritu son completamente desconocidos por el cristiano moderno, es por ello que en lugar de buscar una vida llena del Espíritu y ser consolados por Cristo, buscamos ser santificados y sanados psicológica y místicamente..
El pasaje de Isaías 61: 1-4 describe un aspecto crucial en la misión de Cristo. Dice que Cristo fue enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, vendar a los quebrantados de corazón, publicar libertad a los cautivos y abrir la cárcel a los que están prisioneros, consolar a los enlutados y traer alegría y gozo a los afligidos. Este es el mismo pasaje que Cristo leyó en la sinagoga identificándose como el Mesías (Lc. 4:15). Este aspecto de la misión de Cristo muestra la forma en Dios opera; en otras palabras, esto es lo que el Evangelio hará por usted. ¿Cómo hace esto Cristo? A través de su Palabra en el poder del Espíritu Santo.
La Palabra de Dios es un poder activo en el alma del creyente. Es por ello que David en el Salmo 119 usa expresiones como: “vivifícame/susténtame según tu palabra, la exposición de tu palabra alumbra-hace entender a los simples, aflicción y angustia se han apoderado de mí – mas tus mandamientos fueron mi delicia (consolación en medio de los problemas), mucha paz tienen los que aman tu palabra”, etc. No dejan de descollar las palabras del verso 50 en el mismo Salmo 119: “Ella (la Palabra de Dios) es mi consuelo en mi aflicción.” La Palabra de Dios penetra a lugares que la psicología o los métodos de sanidad interior no pueden (He. 4:12-13).
El consuelo de Dios a los abatidos también se manifiesta a través de la comunión con nuestros hermanos en Cristo (2 Co. 1:4; Col. 4:11), y al recordar las promesas inalterables de Dios, en las cuales tenemos un “fortísimo consuelo al asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros” (He. 6:17-18).
A su vez, el Espíritu Santo, quien es llamado el Consolador, como el propio nombre lo dice, reconforta, consuela, y también intercede por nosotros (Ro. 8:26-27). El fruto del Espíritu Santo es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gá. 5:22-23). El fruto del Espíritu es el producto espontáneo de la presencia del Espíritu Santo en la vida del creyente. Estirando un poco la comparación con un fruto, digamos que no todos los gajos se desarrollan de la misma forma o estarán totalmente maduros, pero todos estarán presentes.
Si el Espíritu es el que trae estas características en el proceso de santificación,
¿cómo es que Castellanos y otros pretenden darle una ayudadita al Espíritu con sus métodos de visualización, sugestión y regresión al pasado? ¿Qué quiere decir Pablo cuando expresa que el hombre interior “se renueva de día en día” (2 Co. 4:16)? Si la Palabra dice que el creyente es una nueva criatura y que las cosas viejas pasaron (2 Co. 5:17), ¿por qué debemos volver al pasado para solucionar nuestros dolores del presente? ¿No es Dios el “Padre de misericordias y toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones” (2 Co. 1:3,4)?
Todas estos pasajes bíblicos son declaraciones proposicionales. Lo dicho es verdadero o falso, no hay una tercera alternativa. Cristo vino para aliviar al abatido y vendar a los quebrantados de corazón, o no. La Palabra de Dios es viva y eficaz y penetra el alma del hombre, o no. El Espíritu Santo da paz, o no. Somos nuevas criaturas, o no somos. Dios es el Dios de toda consolación, o no lo es. Los autores de la Escritura no participaban en juegos mentales en los que afirmaban y negaban la misma proposición, al mismo tiempo o por separado.
La obsesión por perdonar a toda costa
Los promotores de la sanidad interior consideran fundamental que el cristiano perdone a los que le hicieron daño en el pasado para poder crecer en su vida cristiana. Sin embargo, el perdonar no siempre es bíblico. De acuerdo con la Escritura solamente aquellos que se arrepienten pueden ser perdonados. Lucas 17:3-4 dice, “Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra tí, diciendo: Me arrepiento; perdónale”. Mateo 18:15-21 expresa el mismo concepto y aun más, establece que si la persona que comete una falta no se arrepiente luego de ser confrontado por el ofendido, los testigos y la iglesia sucesivamente, no debe ser perdonada. Estos pasajes bien pueden ser los que regulan o cualifican las condiciones bajo las cuales se debe perdonar. Es a la luz de estos pasajes que debemos interpretar aquellos pasajes que hablan del perdón sin mencionar el arrepentimiento. Conclusión: Dios no nos exige que perdonemos a todo individuo sin el requisito de arrepentimiento como condición.
En el contexto del G12, se le pide al encuentrista que le pida a Jesús en oración que tome sobre sí la ofensa o herida, a los efectos de que el cristiano quede “libre de esa opresión.” El error teológico aquí es que Cristo ha tomado sobre sí nuestros pecados, los de los cristianos, pero las ofensas y/o heridas que nos causaron otros sólo serán tomadas o llevadas por Cristo, si los ofensores se arrepienten y lo aceptan como Señor y Salvador. No tiene sentido que nosotros perdonemos a alguien sin ninguna condición previa, cuando Cristo mismo no lo hace.
Lo que sí podemos hacer, y la presencia del Espíritu Santo en nosotros nos habilita para hacerlo, es no conservar y alimentar sentimientos de amargura, rencor y venganza contra los que nos hicieron mal. La persona que no hace eso, se perjudica a sí misma mental, espiritual y físicamente ya que vive esclavizada perpetuamente al pasado. La nueva vida en Cristo nos permite mirar hacia adelante en la vida cristiana, sin fermentar interiormente resentimiento y odio, y esto es algo muy diferente a perdonar.
El ingrediente fundamental en la sanidad del alma no es el perdón, sino la gracia de Dios que nos transforma de ser víctimas resentidas en hombres y mujeres victoriosos en Cristo. Pablo dijo, “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil 3:13-14), y ésta debe ser la consigna de todo cristiano.
Por qué debemos rechazar la Sanidad Interior practicada por el G12 y otros “consejeros”
1) No es bíblica – No hay un solo pasaje en la Escritura que ni siquiera mencione algo similar a lo que hoy constituyen las prácticas de Sanidad Interior o Sanidad de los Recuerdos. No encontramos ningún ejemplo de los profetas, Jesús o los apóstoles practicando o sugiriendo la técnica o algo parecido. Los pasajes que los promotores de la Sanidad Interior citan, no tienen ni la más remota conexión con ella. Si la Sanidad Interior fuera una solución efectiva para sanar el alma, no tenemos más remedio que concluir que Dios privó a los cristianos por los últimos veinte siglos de una herramienta importante para el crecimiento espiritual. Esto no es congruente con el carácter de Dios.
2) Es una burla al poder de Dios – Como ya hemos visto, la Sanidad Interior con su fundamento en la psicología pone al hombre en control prescindiendo del poder que Dios provee al cristiano. Es un método creado por el ser humano y desconectado totalmente de la instrucción bíblica. Es la negación total de la verdad bíblica que dice “que el comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).
3) Tiene connotaciones ocúlticas – La práctica de imaginar o visualizar a Jesús y darle participación en la recreación mental de los hechos del pasado, es definitivamente de raíces ocúlticas. La Nueva Era popularizó hace algunos años la técnica ocúltica de visualizar objetos o personas para suspender el flujo normal de los pensamientos y lograr un estado de conciencia alterado. La técnica es un caldo de cultivo para todo tipo de actividad mística y ocúltica. Esta afirmación es válida también para el uso de la imaginación, ya sea por iniciativa propia o con la ayuda de un “guía” o instructor. Si bien el contexto de la visualización en la Sanidad Interior es supuestamente cristiano, la práctica hace al cristiano vulnerable al abrir la puerta a la dimensión ocúltica.
4) Siempre viene acompañada con otras aberraciones – La Sanidad Interior es siempre parte del paquete completo que viene con la liberación de demonios y la cancelación de maldiciones hereditarias o generacionales, doctrinas éstas que atemorizan y esclavizan a los cristianos privándolos de gozar la plena libertad de la vida en Cristo. En el caso específico del G12, se agrega al paquete un liderazgo con aspiraciones mesiánicas y matices sectarios, y un sistema de crecimiento de iglesia que ha dividido congregaciones alrededor del mundo. <>
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