¿Son todos los judíos responsables de la muerte de Cristo?
…
“Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.”
Mateo 27:25b
Cuando Pilato entendió que sus esfuerzos por conservar a Jesús con vida estaban destinados al fracaso, “tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo, allá vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.” (Mateo 27: 24-25)
Es esta última declaración por parte de la turba presente en Jerusalén, la que ha generado controversia a través de los siglos. La más antigua y más usada interpretación dice que los judíos, como pueblo, son permanentemente culpables ante los ojos de Dios por la muerte de Jesucristo. En otras palabras, la maldición de Dios está sobre ellos, generación tras generación, hasta el fin de los tiempos.
Esta interpretación del pasaje se originó con los padres de la Iglesia en el segundo siglo, y vino a ser aceptada universalmente en la edad media. La consecuencia lógica es que los judíos son llamados “asesinos de Cristo” o “asesinos de Dios”. Esto se convirtió, entre otras cosas, en la excusa ideal para perseguir y tratar de exterminar al pueblo judío.
Sin duda alguna, la interpretación errónea de Mateo 27:25 ha alimentado las llamas del antisemitismo y ha sido usada como excusa para derramar sangre judía por parte de la iglesia católica y para la persecución de los judíos a través de la historia, historia que alcanza su parangón con el holocausto llevado a cabo por Hitler.
Es natural, entonces, que ciertas organizaciones judías estén preocupadas por la presentación en pantallas de la película de Gibson, “La Pasión.” Obviando el hecho de que en el plano espiritual Cristo crucificado sigue siendo tropezadero para los judíos (1 Cor. 1:23), en vista del registro histórico, la protesta judía es justificada. Mel Gibson así pareció entenderlo cuando eliminó de la película, no las palabras pronunciadas, sino los subtítulos.
¿Cuál es el verdadero significado de Mateo 27:25? De todos los principios de interpretación bíblica, hay uno que sigue siendo el príncipe de todos ellos, y es el contexto.
Mathew Todd, señala en su artículo “His blood be upon us”, que el contexto muestra claramente que la responsabilidad de la muerte de Cristo no recae sobre toda la raza judía [1]. Todd dice que la lectura de Mateo 26 y 27 revela que la responsabilidad por la muerte del Mesías en la dimensión terrenal, recae en un individuo y tres grupos de gente:
- Judas Iscariote, el discípulo que traicionó a Cristo entregándolo a las autoridades judías (Mat. 26:14-16; 47-50). [2]
- Los líderes judíos. Este grupo estaba formado por Caifás, el sumo sacerdote, los principales sacerdotes, los ancianos del pueblo, y los escribas. Estos fueron los que formaban el Sanhedrín de Jerusalén y los que acusaron a Cristo de blasfemia (Mat. 26:47, 57-67; 27:1-2, 5, 18, 25). [3]
- Los romanos, encabezados por el procurador Poncio Pilato, quien entregó a Jesús para ser crucificado, y los soldados romanos, que fueron los que llevaron a cabo la crucifixión (Mat. 27:11-37). [4]
- La turba de Jerusalén. Si bien el rol de esta turba parece se pasivo y subordinado bajo el control de los líderes religiosos y los ancianos, la culpa de este grupo en la muerte de Cristo no puede ser soslayada. Tuvieron la oportunidad que les dio Pilato para soltar a Jesús, pero escogieron un criminal, Barrabás (Mat. 27:17, 20-26). [5]
Es evidente que el contexto de Mateo 26 y 27 no acusa de la muerte de Cristo a toda la raza judía y sus generaciones, sino a individuos en particular, ya sea actuando solos o como parte de un grupo.
¿Fue la declaración de la turba transformada en una maldición sobre la raza judía?
De ninguna manera. El aceptar la frase “Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos” como algo que Dios transforma en una maldición permanente, es darle el sello de aprobación de Dios al sistema de creencias supersticiosas de los judíos de la época. Más aún, es ignorar hasta que punto los judíos habían distorsionado la ley de Dios. La declaración de los amotinados judíos estaba basada en la idea errónea de que Dios castiga a los hijos por los pecados de los padres. Esta falsa suposición estuvo entre ellos por siglos. Ya Ezequiel la había refutado en Ezequiel 18, y Jesucristo volvió a negarla en Juan 9:2, cuando los discípulos le preguntaron si el hombre ciego de nacimiento lo era debido al pecado de sus padres.
Aun en estos tiempos modernos, hay líderes cristianos que victimizan para su propia ganancia, a un número no pequeño de creyentes, enseñándoles que existen tales cosas como las maldiciones generacionales. Conviene recordar que la ley de Dios establece que: “Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado.” Deuteronomio 24:16
A la luz de la revelación bíblica, la interpretación tradicional de Mateo 27:25, significa que Dios ha violado su propia ley, por lo tanto, se refuta a sí misma. La Escritura enseña que, al igual que todos en esta era de la Gracia, los judíos no serán juzgados corporativamente sino individualmente, en base a la aceptación o el rechazo de Jesucristo como Mesías y Señor (Juan 3:36).
Entonces, ¿por qué los judíos han sido tan perseguidos?
Los judíos, en general, sufren las consecuencias establecidas por Dios como resultado de su desobediencia proverbial. La historia del pueblo judío es un rosario (sin alusión religiosa) de persecuciones y tragedias desde tiempos bíblicos hasta el presente.
Los judíos fueron el pueblo que Dios escogió para revelarse a la humanidad, se les confió la Palabra de Vida, y el Salvador del Mundo es de la simiente de Abraham. Es aquí donde pesa el principio de Lucas 12:48: “… a quien se ha dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.”
Un simple repaso de la Escritura y de la historia deja en evidencia que con una regularidad asombrosa, los judíos han vivido en rebelión y rechazando la voluntad de Dios. Aún hoy en día, a pesar de sus tradiciones, muchos judíos siguen rechazando a Dios e integran la vanguardia del liberalismo secular en el campo de la política, artes, leyes, ciencia, educación, y virtualmente todo campo de nuestra sociedad. El Israel moderno es, según las estadísticas, una nación mayormente atea.
Es por todo lo anterior que la mano disciplinaria de Dios está sobre ellos: “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor no se preparó ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.”
Conclusión
La sangre de Jesús, la cual los judíos en Jerusalén pidieron que fuera sobre ellos, no trajo sobre los judíos ninguna condenación eterna. Esa sangre fue, por el contrario, el conducto divino por el cual Dios ofrece, ayer y hoy, el perdón de pecados y la salvación eterna. La oración de Jesús, estando en la cruz, fue que no sólo los romanos sino también los judíos que exigieron su muerte, fueran perdonados. Prueba de que la oración de Jesús fue contestada por el Padre, es que muchos conspiradores de la muerte de Jesús tuvieron la oportunidad de conocer la salvación de Cristo desde el primer discurso de Pedro en adelante, y muchos fueron salvos (Hech. 6:7b).
La inferencia es que si Cristo extendió la oferta del perdón a los presentes y participantes en el proceso que culminó con su crucifixión, y a sus hijos, arrepentimiento de por medio (Hch. 2:22-39; 3:13-26; 4:4-15), con más razón Dios puede salvar y perdonar a sus descendientes, los cuales no jugaron ningún papel activo en la crucifixión del Mesías.
La desafortunada interpretación que enseña que la raza judía, en su totalidad, es culpable de la muerte de Cristo y ha sido condenada eternamente (según algunas versiones extremas), denota un racismo reprochable. ¿Acaso los que enseñan esto, enseñan también que los italianos descendientes de los antiguos romanos han sido condenados eternamente por clavar a Cristo en la cruz? Si fueran coherentes con su interpretación del pasaje, deberían enseñar que los italianos están bajo la maldición de Dios desde ese entonces. Pero no lo hacen porque conciente o inconscientemente son prejuiciosos contra el pueblo judío [6].
También es patente que la interpretación tradicional es falsa, como vimos antes, debido a que contradice la enseñanza general de la Escritura, e ignora la promesa hecha al pueblo judío (Ro. 9–11). Este tipo de enseñanza continúa siendo peligrosa porque estimula un antisemitismo aun dentro de filas cristianas, de lo cual la historia es testigo [7].
Los cristianos que no comparten este tipo de doctrina racista, deben ser vanguardia a los efectos de que grupos enteros dentro del cristianismo procedan al arrepentimiento y lo hagan manifiesto ante la comunidad judía. El primer paso sería renunciar y denunciar la interpretación popular y antijudía de Mateo 27:25 [8]. El segundo paso sería predicarles a Cristo crucificado para perdón de los pecados. Si se ofenden, allá ellos, o como dijo Pilato, “allá vosotros”. <>
Notas
-
Todd Baker, Th. M.,”His blood be upon us …”, Levitt Letter, Junio 2002, Volumen 24, no. 6, p. 10.
-
Ibid.
-
Ibid.
-
Ibid.
-
Ibid.
-
Todd Baker, Th. M., , “His blood be upon us …”, Part 2, Levitt Letter, July 2002, Volumen 24, no. 7.
-
Ibid.
-
Ibid.
Deja un comentario