El “arrepentimiento G12”
vs. el arrepentimiento bíblico
“Es necesario que el nuevo creyente entienda que el arrepentimiento genuino significa sentir dolor por las cosas erróneas que se han hecho …”
(César Castellanos, La Escalera del Exito, p. 46)
César Castellanos, el líder absoluto del G-12, pone especial énfasis en el hecho de que el cristiano debe sentir lo que él ha denominado el “verdadero arrepentimiento”. Tan central es este principio en el esquema doctrinal de Castellanos, que él considera obligatorio que sus seguidores participen de los conocidos Encuentros para ser confrontados con sus pecados, las causas y sus consecuencias[1]. ¿La forma de alcanzar el verdadero arrepentimiento? Una vez en el Encuentro, la persona debe crear una lista de pecados, algo que el movimiento llama “la Clínica”. Cada concurrente debe de cargar consigo esa lista por los tres días que dura el Encuentro, incluir su nombre y el de la iglesia a que pertenece, e ir marcando los pecados que ha cometido a medida que los va recordando[2]. En algunos casos la lista contiene pecados tan grotescos y pervertidos que al encuentrista nunca le han pasado por la mente hasta el momento de leerlos[3].
El objetivo del procedimiento es, definitivamente, hacer que el creyente se sienta impuro y miserable por sus pecados. Existen reportes de que algunos dirigentes de los Encuentros han llegado a usar corazones vacunos a los que el participante debe acuchillar representando lo que la persona que peca hace con el corazón de Cristo, pintura roja simbolizando cómo éste sangra a causa de nuestros pecados, excremento que se debe oler para concientizar cómo hiede el pecado delante de Dios, etc., etc.[4]. Todo esto, combinado con otras técnicas de persuasión y manipulación psicológica, conducen a la persona a desmoronarse emocionalmente y prorrumpir en llanto debido a los sentimientos de culpabilidad. Se supone que este despliegue emocional es el verdadero arrepentimiento. ¿Lo será? ¿Se diferencia esto del arrepentimiento que la persona experimentó cuando vino a Cristo? ¿Significa esto que la persona no es salva hasta que no pasa por el “verdadero arrepentimiento”?
Entendiendo la salvación por gracia y el arrepentimiento bíblico
Salvación por gracia significa que Dios es el que salva al pecador, nadie más. El pecador no juega parte ninguna en la salvación por gracia (Ef. 2:8-9). Esto no significa que el hombre no es responsable de arrepentirse y creer en el Evangelio. A menos que usted se arrepienta y venga a Cristo en fe, de cierto perecerá (se perderá por la eternidad).
A los hombres y mujeres se nos da mandamiento de arrepentirnos y creer en el Evangelio (Hch. 17:30; Mt. 11:28-30; Hch. 16:30-31). Esta verdad ineludible complementa la realidad de la soberanía divina, no la contradice.
Soberanía de Dios:
“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y el que a mí viene, no le echo afuera” (Jn. 6:37).
Responsabilidad Humana:
“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna”.
Soberanía de Dios y responsabilidad humana armonizadas:
“Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica los mandamientos de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis” (Jn. 6:28-29).
El hecho de que los hombres en su estado natural estén espiritualmente muertos (Ef. 2:1) no niega ni reduce su responsabilidad de creer en el Evangelio y arrepentirse de sus pecados.
Incapacidad Humana:
“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere…” (Jn. 6:44).
Responsabilidad Humana:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna…” (Jn. 6:40).
Basados en lo anterior deducimos que en lo que respecta a los seres humanos, elección e incapacidad humana son cuestiones que están en la jurisdicción de Dios, NO la nuestra. Cuando ya somos cristianos no nos preocupamos acerca de si fuimos elegidos o no, ni de nuestra incapacidad de venir a Dios. Simplemente confiamos en Cristo.
¿Cuál es nuestra responsabilidad desde el punto de vista humano?
Respuesta: Recibir a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador personal. Este paso o compromiso involucra todo nuestro ser:
Intelectualmente debemos: 1) Entender e internalizar el Evangelio (Jn. 8:32; Ro. 10:17); 2) Aceptar el Evangelio como la Verdad (Mt. 16:13-18).
Emocionalmente sentiremos: 1) Dolor por nuestros pecados (2 Co. 7:9-11); 2) La urgencia o necesidad de restituir o reparar (Lc. 19:8-9).
Volitivamente: 1) Recibiremos a Jesús como Señor y Salvador (Jn. 1:12); 2) Rechazaremos el pecado y tomaremos otra dirección (Lc. 3:8; Ef. 4:17-20; 1 Co. 6:9-11).
Las emociones
Lo que Castellanos enseña respecto al arrepentimiento es una mezcla de verdad y error. Cuando Castellanos dice que el verdadero arrepentimiento debe ser acompañado de dolor, está diciendo algo que es bíblico. El dolor debe manifestarse aun antes que el arrepentimiento en el sentido de que el d
olor es un factor que conduce al arrepentimiento. La experiencia de la salvación de Dios incluye verdadero dolor y quebranto de corazón por nuestros pecados (lo que incluye el mal infligido a otros seres).
Excepciones: Hay casos en que la conversión antecede al arrepentimiento (no es el dolor el que conduce al arrepentimiento y por ende a la conversión). Ejemplo: La conversión de Pablo en el camino a Damasco. Pablo no sentía ningún dolor o culpabilidad antes de caer a tierra y convertirse a Cristo, aunque estoy seguro que lo sintió después.
Es importante distinguir entre el dolor genuino o verdadero, y el dolor falso o insincero (2 Co. 7:10). Hay un dolor que es dirigido hacia Dios y que consiste en angustia mental y sufrimiento interior, causado por el cargo de conciencia abrumante por nuestro pecado contra Dios y los que herimos o perjudicamos. La verdad es que nuestros pecados causan angustia, remordimiento y dolor (Sal. 32:3-4; Lc. 15:17-19). Por supuesto que existen varios grados de dolor debido a las diferentes personalidades.
El verdadero dolor conducirá al arrepentimiento, y arrepentimiento es el cambio intelectual y volitivo en el cual nos apartamos del pecado para andar en el camino de la justicia (2 Co. 7:9-11). En este sentido, Castellanos, como dije antes, entiende la secuencia del proceso espiritual correctamente. Pero veamos ahora su distorsionada y nociva aproximación al tema.
Los errores y peligros
en el “verdadero arrepentimiento” del G12
La técnica de Castellanos para conducir a la persona al “verdadero arrepentimiento”:
1) Suplanta al Espíritu Santo — En el momento de la conversión, uno puede que no sea consciente de la magnitud de los pecados cometidos. Todo lo que algunos sabemos es que somos pecadores sin remedio y por ello venimos a Cristo en arrepentimiento y fe. Se dice que cuanto más cerca estamos de Dios, más rechazo hacia el pecado vamos sintiendo. A medida que avanzamos en nuestra vida cristiana, el Espíritu Santo nos conduce en el proceso introspectivo por el cual recordamos y reconocemos la gravedad de nuestras ofensas pasadas (Sal. 51:7), y sin lugar a dudas el dolor es un componente de la ecuación (Sal. 38:17-18). Pero es el Espíritu Santo el que iluminándonos a través de la Palabra de Dios nos guía en este proceso, el cual no sucede de la noche a la mañana, ni se puede fabricar en un encuentro de tres días. Ningún hombre o método puede sustituir al Espíritu y su soberanía en todo el proceso, incluido el tiempo. La pretensión de Castellanos de hacer de los Encuentros una especie de catalizador para acelerar el proceso de concientización del pecado y de madurez en el cristiano, equivale a querer asumir el rol del Espíritu Santo, lo que raya en blasfemia.
2) Planta dudas en los cristianos — Según ciertos reportes, es obvio que entre los “encuentristas” sometidos a la clínica y el verdadero arrepentimiento encontramos nuevos creyentes, fieles de otras iglesias (nuevos y de años), y aun pastores y líderes. Todos ellos son sometidos al mismo tratamiento y método operacional, lo que es consecuente con las ideas de Castellanos. La inferencia lógica es que a todos ellos les faltó algo en su experiencia de conversión, o aun peor, que nunca tuvieron una experiencia de conversión. Paradójicamente, uno de los lemas del movimiento es afirmar a sus miembros en la seguridad de la salvación, pero el método de Castellanos parece hacer exactamente lo contrario. El “verdadero arrepentimiento” puede tener consecuencias desvastadoras en aquellos creyentes que por una u otra razón carecen de la certidumbre de la salvación. Un caso muy real es que la persona finja todos sus manifestaciones (llanto, gemidos, etc.) a los efectos de ser aceptada en el grupo. Puede tratarse de una persona que ya es salva y que al no poder manifestar emociones efusivas como los demás, comience a dudar su salvación.
3) Reduce el arrepentimiento a una mera manifestación emocional externa, no teniendo en cuenta que diferentes personalidades reaccionan de manera diferente ante el dolor. Tampoco toma en cuenta que ciertas personas llegan a Cristo con diferente grado de deterioración moral y acumulación de pecados. Para algunos el arrepentimiento puede reducirse a solamente la convicción de haber vivido separados de Dios a pesar de llevar una vida medianamente decente. En estas personas es raro ver un despliegue emocional externo ya que lo que los condujo al arrepentimiento es sentirse avergonzados delante de Dios por su negativa a reconocerlo como Señor de sus vidas. Lo mismo sucede con la persona que llega a Cristo en su adolescencia o juventud. No esperemos que estas personas derramen lágrimas a raudales.
4) Mal interpreta la naturaleza del arrepentimiento — El título de un artículo en una página pro visión G12 dice: El Arrepentimiento, Clave para el Avivamiento. Veamos un corto párrafo del escrito:
“Cuando no hay un genuino arrepentimiento, todo esfuerzo que se intente para desarrollar un liderazgo victorioso y ganar las almas para Cristo es en vano. Podemos preguntar: ¿Hay creyentes que no han confesado su pecado? Claro que sí, han reconocido a Jesús como el Señor de sus vidas pero no han dejado que Él procese sus vidas y han dejado cosas ocultas”. [5]
Tal afirmación nos confirma que el “arrepentimiento verdadero” al que se refiere César Castellanos es uno que tiene que darse, por inferencia, en los cristianos. ¿Puede haber creyentes que no han confesado su pecado? Castellanos afirma que alguien puede reconocer a Jesús como Señor de su vida sin dejar que “él procese su vida”. ¡Vaya declaración más contradictoria! Yo sí creo que las iglesias evangélicas, en gran medida, asedian y arrinconan a la gente invitada o que simplemente aparece por la iglesia para que “acepten a Cristo”. El resultado de esto son numerosas conversiones falsas, lo que permite al inconverso convivir con el resto de la iglesia con sólo adquirir patrones de conducta similares a los del cristiano genuino. No se trata, como dice el artículo, de creyentes que reconocen a Jesús como Señor pero no lo dejan actuar en sus vidas – esta idea es un oxímoron (es como describir a “un demonio bastante bueno”).
5) Maneja una noción equivocada de avivamiento — El mismo artículo expresa:
“El avivamiento es el despertar espiritual que sólo es posible mediante un arrepentimiento genuino. Muchos líderes se han arrepentido de sus iniquidades y pecados, han confesado su fe en Jesucristo pero no crecen. Vale la pena diferenciar entre arrepentirnos de nuestras malas acciones y entrar en la dimensión del genuino arrepentimiento”. [6]
Un avivamiento es prerrogativa absoluta y soberana de Dios. La necesidad por un avivamiento de proporciones mayores en todo el mundo es crítica. Todo seguidor de Cristo que se precie de serlo estará de acuerdo con esto. ¿Qué es un avivamiento? A continuación, veamos la diferencia entre el verdadero y el falso avivamiento:
a. Verdadero
avivamiento. Es un acto soberano de Dios en una comunidad o una nación donde repentinamente aparecen: (1) convicción intensa y general de pecado y el subsecuente juicio de Dios; (2) un giro masivo hacia el evangelio de salvación bíblico; (3) un sobrecogedor sentido de Dios, de su gloria, poder, amor, gracia, verdad, y presencia; y por último, (4) las iglesias bíblicas locales se agrandan y fortalecen.
b. Falso avivamiento. Es una explosión emocional, por lo general resultante de métodos sensacionalistas y/o extremos usados por el hombre para despertar las emociones de la gente. La mente no es confrontada con la verdad bíblica, sino que las emociones son manipuladas mediante técnicas psicológicas. El falso avivamiento se centra en manifestaciones físicas y experiencias místicas, y es de duración temporaria. Al final, termina con iglesias desgastadas, divididas, debilitadas numéricamente y disminuídas en cuanto a su influencia. Un falso avivamiento resulta en muerte, no en vida. El “verdadero arrepentimiento” del G12 conduce a un falso avivamiento.
Conclusión
Castellanos secuestra el mandato bíblico de arrepentirse, crea una mutación nociva, y lo incorpora dentro del montaje especial de los Encuentros como un instrumento de manipulación de las emociones humanas. La confesión prácticamente pública de los pecados de los encuentristas encierra en sí otro peligro para la vida cristiana. La revelación de los pecados en una lista agrega un posible elemento de extorsión. Si bien no tenemos prueba conclusiva de que los líderes puedan tener acceso a esa lista, es posible que de tenerlo, puedan ejercer dominio sobre aquellos que han revelado sus pecados abiertamente en los Encuentros. Los frutos del G12 en general y las técnicas usadas en las Encuentros en particular, son: Iglesias divididas o simplemente aniquiladas, testimonios de personas quebrantadas, falsas conversiones por medio de métodos de presión manipulativos, y cristianos inmaduros desilusionados con Cristo. Esto es indicativo de que el “avivamiento” y el “arrepentimiento” promocionados por el G12 traen muerte en lugar de vida. <>
Notas:
1. Ricardo Becerra, Un Encuentro con los Encuentros del G12, Apología Cristiana, Enero- Abril 2008.
2. Ibid.
3. Ricardo Becerra, adaptación al inglés por Paul Carden, EncounterinG12 (M.C.O.I. Journal, Spring 2007, p. 10).
4. Ricardo Becerra, Un Encuentro con los Encuentros del G12, Apología Cristiana, Enero- Abril 2008.
5. http://www.visiong12.com/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=68
6. Ibid.
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