La Iglesia de Jesucristo
Quisiera comenzar manifestando lo que he llegado a desarrollar como mi concepto de lo que debe ser la iglesia de Jesucristo. Tomando como guía los ejemplos de iglesias mencionadas en la Palabra de Dios, y también lo que he aprendido en mi experiencia personal dentro de la vida cristiana y de otros libros acerca de este tema, la iglesia es:
La manifestación presente del Reino de los cielos (no en su total plenitud pero sí como una realidad ya palpable y actual) mediante el grupo o comunidad de creyentes unidos bajo el mismo Espíritu Santo de Dios por la fe en la obra redentora de Cristo en la cruz, quien es su Cabeza; y que forman un solo cuerpo universal a la vez presentado también como varios grupos locales en cada comunidad de la Tierra.
¿Qué significa esto? Significa que: Todo aquel que llega al pleno conocimiento de Dios, habiéndose arrepentido de sus pecados, y reconociendo el sacrificio redentor de Jesucristo en la cruz y su resurrección de entre los muertos, y lo recibe y acepta como el Señor de su vida, es salvo y de manera automática pasa a formar parte de esta familia espiritual de Dios.
Esta familia es universal; es decir, el nuevo creyente es miembro, coheredero y hermano de toda persona que ha sido, es y será parte de la Iglesia del Señor en la historia de la Humanidad.
Esta familia también forma un solo cuerpo cuya cabeza única es su Fundador y Redentor: El Señor Jesús. Bajo su señorío y autoridad (expresados por y en la Biblia y el Espíritu Santo) funciona como una sola unidad.
Ésta es una familia representada en un solo cuerpo. Sin embargo, tiene variedad de dones y talentos que desempeñan diferentes funciones, que son (o deben ser) puestos al servicio de Dios y por consecuencia a los creyentes.
Esta familia es universal pero también se presenta como varios grupos locales (sin ser aparte de la comunión universal de creyentes) en cada rincón del planeta donde llegue el mensaje del evangelio.
Es firme mi postura en que esta familia es universal; sin embargo, Dios es un Dios de variedad y por ende existe variedad de denominaciones y grupos locales de creyentes. Esto no los hace diferentes del hecho de tener un mismo y único Dios, un solo Señor y Salvador, y un mismo y único Espíritu, sin importar los pequeños detalles doctrinales que, mientras no afecten la esencia pura, santa y verdadera del Mensaje de Dios y su Santa Palabra, no son más que eso, detalles.
En cuanto a la misión y propósito de la Iglesia en el mundo, baso mi apreciación en lo que he aprendido de libros como “Iglesia con Propósito” de Rick Warren y lo he adoptado como una filosofía personal.
Hay muchos pasajes bíblicos que hablan de la descripción de la Iglesia y su propósito en la Tierra. De estos pasajes hay dos porciones que resumen el propósito o propósitos. De manera personal y, debido a que la palabra “propósito” junto con el libro se los ha llegado a relacionar o catalogar solamente como una “estrategia” más para iglecrecimiento, cuando en realidad no es así, prefiero llamarlos “Principios Fundamentales de la vida como iglesia” y que, por supuesto, conciernen también a la del creyente como individuo. Las porciones bíblicas son:
Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”.
Mateo 22:37-40
Y Jesús se acercó y les habló diciendo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Amén.
Mateo 28:18-20
De esto se puede concluir que hay cinco principios fundamentales para la Iglesia, a saber:
- Adoración: El corazón de la vida de Iglesia es y debe ser la adoración a Dios. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con todas tus fuerzas …” enfatiza cómo debe desarrollarse este principio. La Iglesia existe para ADORAR a Dios, dándole la gloria solo a Él en todo lo que haga y toda labor que desempeñe mientras esté en este mundo. Hay que cambiar el paradigma que relaciona la palabra adoración con estilos de música o formas de alabanza (arrodillarse, alzar las manos, cantar, danzar, etc.) y darle el lugar que debe tener en la vida de la iglesia. La adoración es un estilo de vida, es todo lo que la Iglesia
hace es para agradar a Dios, es por obediencia a Dios, es por amor a Dios, es para cumplir con los designios de Dios y es para glorificar a Dios. El fin de todo siempre es Adoración. Como consecuencia de una iglesia adoradora se complementarán todos los demás ámbitos en que ésta se desenvuelva.
- Ministerio: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” va encadenado con la adoración. Si amo a Dios con todo mi corazón, en consecuencia tengo amor por mi prójimo. La iglesia existe para ministrar (en el verdadero y correcto sentido de la palabra que es SERVIR) a otros. Es decir, la iglesia debe servir en amor unos a otros en la familia de Dios. Este servicio es en todo aspecto, no sólo en el ámbito de ministerio eclesiástico (como pastor, director de ministerio, maestro, músico, etc.) sino también de manera práctica. Todos los creyentes son Santos, son Real Sacerdocio y son Linaje Escogido; es decir, son ministros de Dios y siervos unos de otros.
- Evangelismo: De esto nos habla el “Id y haced discípulos”. Es mandato del Señor que la Iglesia debe ir a todo el mundo y anunciar el evangelio de Cristo. Este “ir” debe hacerse con pasión y entereza, por amor a Cristo y por amor a los no creyentes. Se relaciona con servir, pero este servicio ya no sólo es “casa adentro” sino también para los de afuera en el aspecto de alcanzarlos para salvación en Dios. El evangelismo no sólo debe verse relacionado con grandes campañas o reuniones especiales, así como tampoco sólo debe relacionarse con misiones transculturales. El evangelismo es algo que se realiza primeramente por una vida que refleje a Cristo y de allí cuando hay la oportunidad se lo hace por la boca. La Iglesia debe ser evangelista y por lógica también misionera.
- Discipulado: El evangelismo es incompleto si no se discípula al nuevo creyente. La Iglesia existe para que el hijo de Dios crezca espiritualmente y no quede como niño espiritual. “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” implica la obligación de la Iglesia de desarrollar un buen programa de crecimiento espiritual a fin de que la Iglesia llegue a alcanzar la madurez espiritual en Cristo.
- Compañerismo: Al hablar de “bautizar” a más del significado simbólico que tiene de un testimonio público de morir al viejo hombre y resucitar a una nueva vida en Cristo, también implica una “incorporación” a la nueva familia, la familia de Dios. La Iglesia debe practicar el compañerismo como una consecuencia del amor a Dios y al prójimo. El compañerismo implica verdadera amistad, verdadera hermandad y comunión unos con otros, donde el amor de Dios fluya libremente y, en lo posible, se mantenga la armonía y el vínculo de la paz entre todos. La Iglesia existe para dar un lugar donde se viva el compañerismo fraternal unos con otros y donde la gente siempre se cuida unos a otros.
Hay mucho material para desarrollar en cada uno de estos aspectos, pero he querido destacar lo más importante de lo que he aprendido. Nuestra realidad es que la Iglesia ha descuidado estos principios y ha puesto su atención en otras cosas (como el exceso de programas o actividades, por ejemplo). En otros casos las iglesias se han enfocado solamente en uno o dos cosas: son iglesias que sólo son misioneras pero han descuidado el discipulado, o sólo se enfocan en la adoración (y sus ramas musicales) y dejan de lado el evangelismo. En otros casos sólo hay enseñanza pero no hay compañerismo; no hay amistad ni comunión entre la familia de creyentes.
En mi opinión, ésta es la razón por la cual muchas iglesias en nuestro medio están estancadas y no crecen (principalmente en lo espiritual). Es también la razón por la que existen tantos casos de pleitos, rumores, envidias y divisiones que llevan a mal testimonio ante la comunidad.
La Iglesia existe para cumplir estos propósitos o principios de vida: la Adoración, el Evangelismo, el Ministerio, el Discipulado y el Compañerismo. Cada uno de estos aspectos se relaciona uno a otro y no deben desarrollarse por separado.
Es cuestión de un buen equilibrio que el liderazgo de la Iglesia (guiado por Dios, la oración y la Palabra) debe preocuparse de lograr para que la misión general de la Iglesia Universal de Cristo en el mundo se cumpla: Glorificar a Dios por sobre todo, causando un impacto poderoso, siendo una influencia bienhechora para una sociedad hundida en el egoísmo, la delincuencia y el mal, haciendo que la vida abundante del Reino de Dios sea una realidad palpable en cada corazón humano a través de estos cinco principios básicos.
Es mi perspectiva que las estrategias y métodos que desarrolle la Iglesia para lograr cumplir su Misión en el mundo son siempre libres de poderse variar. Las estrategias dependerán del contexto y de la situación histórica da cada iglesia. Dependerán también del momento que se esté viviendo en la comunidad, ciudad, pueblo o país en que se desenvuelva.
Sin embargo, los principios deben ser invariables: no se deben cambiar, no se deben desequilibrar y no se deben olvidar. Se pueden y se deben adaptar a cada contexto social y cultural de cada iglesia. Logrando un buen equilibrio, la Iglesia logrará un cambio poderoso e impactante para su comunidad y el mundo.
En el pensar de algunos, ciertos aspectos de esta perspectiva parecen ser utópicos, pero yo creo firmemente que no es así. Sí se puede lograr un cambio reemplazando viejos paradigmas (léase tradiciones) que la iglesia actual tiene y que son causas de su estancamiento espiritual. Hay que ponerlo en oración, dejarse guiar por la voluntad del Espíritu Santo, tener visión de Dios y desarrollar un buen liderazgo en servicio y amor.
Sucedió con la Reforma que la Iglesia estaba estancada en tradiciones viejas que llegaron a reemplazar los principios del Reino. Lutero fue contra-corriente y logró cambios que remecieron las viejas estructuras eclesiásticas de la época, cambios que todavía influyen en la iglesia actualmente.
Así mismo, sin tener intenciones de sonar a revolucionario, es mi deseo que la Iglesia de Cristo viva plenamente los principios y valores del Reino de los cielos. Y, cuando sea necesario, renovar estrategias y métodos, pero enseñando a la iglesia a rescatar estos principios no solamente para la iglesia en general sino también para el individuo. Si cada creyente desarrolla y profundiza estos principios eternos, el cambio individual se hará colectivo y como consecuencia será de impacto. El accionar de la Iglesia en cada comunidad debe ser como el de un terremoto donde la iglesia local es el epicentro: Empieza como un temblor sólo en su comunidad que luego puede convertirse en las “ondas telúricas” que causen impacto a la ciudad, al país y al mundo entero.
Quiero ser parte de esos cambios ayudando a enseñar estos principios mediante el ministerio que Dios me ha dado dentro de su Iglesia. Amén.
Seminario Teológico: “El Camino” (SETEC)
Materia: Teología IV (Eclesiología)
Profesor: Mgs. Carlos Miranda
Alumno: Pablo Pazmiño Yencón
Fecha: 08-25-2004
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