¿Qué podemos esperar de aquellos que dicen conocer a Dios y con sus hechos lo niegan? (Tito 1:16)
Leyendo Tito 1:16, el pastor John MacArthur hace el siguiente comentario:
“Las vidas rebeldes ponen en evidencia una fe en Dios que solo es de profesión. Los impíos continúan su recorrido “siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Ef. 2:2). Debido a que tratan de “engañar [al pueblo de Dios] con palabras vanas,… viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia” (Ef. 5:6; cp. Col. 3:6). Además, como Jeremías había proclamado muchos siglos antes, “ningún provecho hicieron a este pueblo” (Jer. 23:32). Son reprobados en cuanto a toda buena obra. El término para reprobados es adokimos, que significa “descalificado o rechazado” (cp. 2 Tim. 3:8).
“… de la abundancia del corazón habla la boca ” (Mt. 12:34).
Nada bueno puede salir de la boca de esta clase de personas, ¿por que?, porque su corazón es malo. Y de toda calumnia que sale de sus bocas tendrán que rendir cuentas delante de Dios en el día del juicio.
El apóstol Santiago dice (haciendo referencia a la lengua); “¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? (Stg. 3:11). Evidentemente que no. Entonces me pregunto nuevamente acerca de los reprobados, ¿qué puede originarse en sus corazones y salir de sus bocas?, la única respuesta es, ¡PECADO!
Notemos como el Señor Jesucristo deja muy claro que, el problema básico del hombre, no se encuentra en lo que está fuera de él sino en aquello que tiene en su interior: “lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Mr. 7:20-23).
Otro texto que habla con absoluta claridad está en la segunda Epístola de Pedro: “Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2:22). Los perros y los cerdos pueden lavarse e incluso perfumarse, pero con toda seguridad que no van a permanecer mucho tiempo limpios, pues su naturaleza los lleva nuevamente a vivir a un estado de suciedad. Lo mismo ocurre con los reprobados, pueden tener apariencia de piedad, pero la realidad es que están hundidos en la suciedad.
Y algo que es realmente detestable y suelen hacer esta clase de personas, es que, tratan de encontrar justificación a sus abominables hechos tergiversando la Palabra de Dios.
Aquellos que realmente os hemos conocido, damos testimonio de vuestra fe, amor, honradez y entrega incondicional al Señor y Su obra. Así mismo, deseo manifestaros que, en nuestros corazones, guardamos momentos y experiencias realmente maravillosas e inolvidables que pasamos durante vuestra estancia en nuestro país. Y todo esto, avala vuestras vidas delante del Señor y de los hombres.
Los reprobados, es decir, personas sin Cristo, lo único que desean es causar daño. Creo honestamente que no merece la pena que entres en su juego. Recuerda que, Satanás es padre de mentira. Y todos aquellos que practican el pecado son sus hijos (1 Juan 3:8). Por lo tanto, no te quepa la menor duda de que Satanás está detrás de todo esto. Él sabe cómo y cuándo causar daño y seguirá intentándolo.
(Parte del contenido de una carta escrita por Antonio Gisbert) 31/Oct/07
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