Ella me dice papi…
Reflexiones en torno a la relación de las hijas y sus padres
Cuando el padre, al saber que espera a una niña, se desentiende de su crianza, está dejando a su hija sin un referente muy importante: el de las relaciones con el sexo opuesto. Algunos cometen este error porque creen que la niña ya tiene a su madre, que al ser la figura de su mismo sexo, será el único modelo que necesitará a lo largo de su vida.
La familia como lugar de desarrollo y crecimiento
La familia constituye el lugar donde la cotidianeidad y la convivencia van determinando la identidad de cada uno, aspectos afectivos, de relaciones interpersonales, donde se aprende a asumir roles, pero también donde se fomentan mitos y estereotipos.
La familia es el referente al que acudimos toda la vida. Si ha ofrecido al individuo afecto, seguridad y amor, esa persona tenderá a repetir el modelo, porque a partir de sus vivencias, al interior de su familia, habrá conformado su esquema de lo que significa “la familia”.
En otros espacios se ha tratado el tema de la importancia de la figura del mismo sexo en la crianza de niños y niñas, ya que les permite tener un modelo a partir del cual van conformando su identidad sexual, es decir, el reconocerse como hombre o mujer e ir asumiendo la conducta propia de cada género según lo que establece la cultura, la sociedad, la religión y otros entes socializadores; sin embargo, la figura del sexo contrario es igualmente importante, en tanto le presenta al niño o niña un modelo de cómo interactuar con el sexo opuesto a partir de su propia postura como niño o niña.
Independientemente de si se está criando a un niño o a una niña, se debe favorecer la expresión de sentimientos en unos y otras por igual. De esta forma, la igualdad entre géneros comenzará a darse desde lo afectivo, lo que permitirá que trascienda a otras áreas de igual importancia.
El padre y su hija
En el caso de la niña, futura mujer, la relación padre e hija marca a esa joven para lo que habrá de construir en el futuro con su pareja. Es un marco de referencia sobre las relaciones hombres y mujeres. Además, la imagen del padre también es decisiva para la definición sexual de su hija y el sano desarrollo de su sexualidad.
El padre necesita participar en la vida de la hija; es importante que le ofrezca tiempo para realizar diversas actividades juntas: comprar su uniforme escolar, salir a comer, practicar j algún deporte o disfrutar una película. La convivencia y el compartir gustos e intereses constituyen una base invaluable y apropiada para las futuras relaciones de la hija con el sexo opuesto.
Ya que el padre es un modelo de lo que significa ser hombre y ser pareja, debe existir coherencia entre lo que él predica a su hija y el trato que le da a la madre. Ambas son mujeres sujeto de su afecto y atención, por lo que el trato con respeto y equidad debe darse para las dos.
La niña tiene necesidad de tener un modelo masculino en su vida, por esto, si el padre es una figura ausente es importante que se busque uno varios sustitutos adecuados para llenar esa necesidad, tíos o abuelos, por ejemplo. Lo más importante es que la niña desarrolle la capacidad de demostrar sus emociones, ser afectuosa y resolver conflictos con los hombres significativos de su vida, así como tener otras figuras de autoridad diferentes a la madre.
Tanto los niños como las niñas necesitan establecer buenas relacione
s con personas de su mismo sexo, con el fin de que tomen conciencia y logren ir conformando su propia identidad sexual; pero, al mismo tiempo, necesitan establecer relaciones sanas con personas del sexo opuesto, para aprender y practicar formas alternativas de relación.
¿Qué implica ser padre de una niña?
A lo largo de la historia hemos sido testigos de cómo el hombre en términos generales, se ha impuesto sobre la mujer, la ha obligado a someterse a su voluntad, y ha establecido leyes que determinan que esa mujer, sea su pareja, su hija o su hermana, es de su propiedad. En otras culturas aún hoy día, se cree que es una desventaja tener una hija. Mujeres sometidas a la violación de sus derechos como seres humanos incluso llegan a sacrificar a su recién nacida con tal de que no sufra “las consecuencias” de ser mujer.
En medio de muchas luchas por los derechos de equidad entre hombres y mujeres, las que han cambiado favorablemente la visión de ambos géneros, se mantienen ciertos conceptos erróneos acerca del poder del padre sobre las hijas.
El padre debe ejercer el poder con un criterio amplio que incluye la participación de todos los miembros de la familia, en donde la niña tenga evidencia de que su condición como mujer no implica desvalorización o menosprecio. Este ejemplo lo da el padre cuando mantiene y promueve actitudes interpersonales y sexuales saludables con su pareja y en su vida en general.
Ningún padre estaría orgulloso de ver a su hija formar una familia con un agresor, con un alcohólico o con un mujeriego; por lo tanto, el ser un modelo masculino apropiado y sano previene de alguna manera que la niña, ya mujer, se involucre en relaciones disfuncionales.
Ser afectuoso con su hija va más allá de un beso o una caricia…
Los estereotipos acerca de lo que implica ser hombre le han limitado a ellos especialmente la posibilidad de demostrar afecto, por lo que establecer vínculos a veces es difícil.
A la mujer se le ha favorecido para la expresión del afecto, pero no necesariamente en términos de libertad, sino como una característica asociada a su debilidad “natural”. Debido a esto, el hombre que demuestra afecto ha sido visto como débil.
Independientemente de su género, el ser humano debe aprender a comunicar sus emociones y afecto, ya que es una necesidad humana y vincular.
En la Declaración de los Derechos del Niño y de la Niña se promulga “el niño (a) necesita amor y comprensión para su desarrollo pleno y armonioso”. En ningún apartado se especifica si este afecto debe provenir del padre o de la madre, porque de alguna manera todos sabemos que ambos son necesarios para el desarrollo socio-afectivo del ser humano.
Los estereotipos que durante muchos siglos influyeron significativamente en el pensamiento, el afecto y la conducta de los seres humanos, podrían experimentar modificaciones significativas, partir del hecho de que en cada hogar se comiencen a practicar relaciones más saludables y expresivas, entre todos y todas por igual. Esto marcaría la diferencia entre crecer con un esquema de familia limitante y que frustra al individuo; y crecer y desarrollar un esquema de familia que favorece la igualdad y el respeto por cada ser humano, independientemente de su sexo.
Ya sea que esté criando a un niño o a una niña, usted como padre o madre de familia, sólo o en pareja, podrá ayudarle a convertirse en un ser humano seguro de sí mismo, responsable y con alta estima si estos elementos conforman su propia vida.
“Enfoque a la Familia”. Usado con permiso.
Yalile Quirós S.,
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