¿Puede un anti-trinitario llamarse cristiano?
Una respuesta al unitario-sociniano Mario Olcese
Es bueno comenzar el año en tono positivo y optimista, siempre y cuando esta actitud se ajuste a la realidad. La cosa es diferente cuando esas esperanzas son fundadas en las arenas movedizas de nuestra fantasía, y peor aun cuando engañándonos a nosotros mismos también llevamos a otros por el camino del error. Tal parece ser el caso del señor Mario Olcese, un apologista sectario quien el 1ro. de Enero acaba de publicar en su blog un artículo titulado Usted no necesita ser trinitario para ser un cristiano [1]. El diminuto ensayo se basa solamente en el discurso del apóstol Pablo frente al rey Agripa en Hechos 26. Olcese dice que “cuando uno examina cuidadosamente el encuentro personal que tuvo Pablo con Agripa, verá que el apóstol no le presenta al rey en ningún momento la necesidad de creer en un Dios Trino para ser un cristiano”. Sin embargo, señala Olcese, sobre el final de la defensa de Pablo, Agripa expresa “Por poco me persuades a ser cristiano”. Esto parece ser para Olcese, prueba irrefutable de que no es necesario creer en la Trinidad para ser cristiano.
Corresponde señalar que la teología del señor Olcese es Sociniana [2] y se caracteriza por rechazar la definición ortodoxa de la Trinidad. En esta teología, Dios es unipersonal y la existencia de otras dos personas en su esencia es una imposibilidad. Dios es uno, no sólo en esencia sino también numéricamente. De acuerdo con los socinianos, Jesús, a pesar de ser sólo un hombre durante su estadía en la tierra, puede ser llamado “Dios” en el sentido de que ha recibido de Dios “toda potestad en el cielo y en la tierra”, lo que lo transforma en una especie de hombre deificado. Los socinianos creen que no existe una proporción entre lo infinito y lo finito, por lo tanto la encarnación de lo divino no es posible, i.e., ninguna persona divina puede unirse a una persona humana porque la unidad entre dos individualidades no es posible. En otras palabras, Jesús no pudo poseer dos naturalezas, la humana y la divina juntas. Tampoco existió en ninguna forma antes de su nacimiento.
Luego de esta breve introducción al sistema doctrinal sociniano, podemos volver al pueril argumento de Olcese, o sea, “el apóstol Pablo no presentó a ningún Dios trinitario como condición para ser cristiano”. Si con esta afirmación Olcese quiere decir que Pablo no usó específicamente una fraseología directa implicando la existencia de tres personas en Dios, Olcese tiene razón. Pero si Pablo realmente no necesitaba ahondar en el particular porque la existencia de más de una persona en la Deidad ya era inherente en el pensamiento judío, entonces Olcese está equivocado. La llave para entender esto está en el verso anterior a las palabras de Agripa. Cuando Agripa dijo “Por poco me persuades a ser cristiano”, estaba dando respuesta a una pregunta del apóstol formulada en el verso anterior: “¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees” (Hch. 26:27). ¿Qué creían los profetas acerca de la persona de Jesús? ¿Qué naturaleza poseería el tan ansiado Mesías que esperaba Israel? ¿Sería sólo un hombre ungido con autoridad delegada por Dios? ¿Un hombre deificado? ¿O poseería la misma naturaleza divina de Dios exactamente con todos los atributos de Deidad? ¿Sería una persona con dos naturalezas, la divina y la humana al mismo tiempo? ¿Sería preexistente o no? Estas preguntas son respondidas con claridad en el Antiguo Testamento.
Si el hijo es divino en la misma y exacta forma que el Padre, es lógico esperar que los autores del AT le atribuyan nombres, títulos y atributos divinos igual a los del Padre. Las pruebas por la perfecta deidad del Hijo, (proporcional y correspondiente con la del Padre) deben ser las mismas pruebas que demuestran la deidad del Padre. El que niega la validez por la deidad total de Jesús (como en el caso de Olcese), debe por proceso lógico negar la validez de las pruebas por la deidad del Padre. Lo que es válido para UNO, es igualmente válido para el OTRO. Destacamos esto porque los Unitarios aceptan las evidencias de los nombres y títulos divinos cuando se trata del Padre, pero cuando la misma evidencia es presentada para probar la deidad del Hijo, la rechazan. Esto es indicativo de que contrario a lo que ellos reclaman, sus enseñanzas son irracionales.
¿Habla el Antiguo Testamento del Hijo?
“¿Crees a los profetas? Yo sé que sí crees”, afirmó Pablo frente a Agripa. ¿Dijeron los profetas que existía una segunda Persona llamada “el Hijo” en la Deidad y que era exactamente de la misma naturaleza y atributos que el Padre? El profeta Agur contesta la pregunta en el afirmativo:
¿Quién ha subido a los cielos y descendido de ellos? ¿Quién puede atrapar el viento en su puño o envolver el mar en su manto? ¿Quién ha establecido los límites de la tierra? ¿Quién conoce su nombre o el de su hijo? Proverbios 30:4 (NVI)
El texto describe a Dios como soberano del universo y además dice que tiene un Hijo. Este Hijo es una persona, no una metáfora, no un plan en la mente de Dios, ni una fuerza o poder impersonal, ni tampoco es la nación de Israel. El paralelismo del texto hebreo revela que lo que es verdad relativo al Padre, es igualmente verdad relativo al Hijo. Agur pregunta si alguien conoce el nombre del Padre y del Hijo. La pregunta es retórica; la obvia respuesta es: “No, nadie comprende la naturaleza del Padre, ni la del Hijo”. Ambos son descritos como incomprensibles en su naturaleza, debido a que en el idioma hebreo conocer el nombre de alguien es conocer su naturaleza. El profeta Agur declara que nosotros no podemos conocer el divino e inescrutable nombre de Dios o de su Hijo, por lo que la deidad del Hijo de Dios queda establecida en este texto. El Hijo es tan incomprensible como el Padre. Negar la deidad del hijo en este texto, requiere por lógica necesidad negar también la deidad del Padre. Tampoco existe en el texto ningún indicio de que estemos ante una profecía de alguien que iba a nacer en el futuro. Ese Hijo es una persona real en el momento que Agur escribe. Agur no pudo haber acuñado estas palabras a menos que conociera de alguna forma la naturaleza multipersonal de Dios. Es obvio que los antiguos judíos tenían una idea, aunque no completamente desarrollada, de la pluralidad en la Unidad divina.
El Hijo de Dios es presentado también en el Salmo 2 y su naturaleza divina igual a la del Padre salta a la vista del lector imparcial. El espacio designado para este trabajo no nos permite extendernos en el comentario de este Salmo, pero ba
ste decir que si bien existe una profecía en el Salmo, en los los tres últimos versos se habla del Hijo de Dios claramente en tiempo presente, i.e., como existente en el momento que el Salmo es compuesto.
El libro de Isaías es considerado por muchos eruditos judíos como el adalid en materia de profecía mesiánica en toda la Biblia. Si en algún lugar de la Biblia podemos encontrar referencias a la deidad de Cristo correspondiente al uno por uno con la deidad del Padre, su eternidad (preexistencia), su naturaleza o sustancia divina, poder y autoridad, etc., ese lugar es el libro de Isaías. Es en este libro donde se anuncia que “un niño no es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Is. 9:6). ¿Quién es este niño? El Targum de Isaías inserta la palabra “Mesías” en el versículo para que la identidad del “Hijo” quede clara:
Porque un niño no es nacido, un hijo nos es dado …. y su nombre será Admirable Consejero, el Dios Fuerte, el que siempre vive, “El Mesías en cuyos días la paz abundará sobre nosotros”. (The Isaiah Targum [Wilmington: Glazier, 1988], 21)
Este “Hijo” de Isaías 9:6 es el mismo “Hijo” de Proverbios 30:4 y Salmo 2. Por medio del paralelismo hebreo se nos dice que el Hijo que será nacido es el mismo Hijo que será dado, y que es visto desde dos perspectivas. Por un lado, este Hijo nacerá como hijo de David, y por el otro, es un Hijo que será dado por el Padre. Este es el tipo de lenguaje que originó el desarrollo de la doctrina de las dos naturalezas de Cristo (algo que es negado por los socinianos como Mario Olcese).
Los nombres adjudicados a este Hijo en Isaías 9:6 son títulos divinos que revelan su absoluta Deidad, no una divinidad adquirida por decreto de Dios como dicen los unitarios socinianos (recordemos que para ellos Jesucristo no tenía una naturaleza o sustancia divina durante su vida en este mundo – era solamente humano). Citemos a Isaías una vez más:
“….el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. (Is. 9:6)
Analicemos esto por un momento. Primero, el nacimiento de este Hijo será una “señal”, algo fuera de lo común, i.e., un milagro. De esta forma se daba a
entender que este nacimiento sería un acontecimiento sobrenatural, un acto de Dios no totalmente comprensible a los sentidos humanos. Segundo, el niño debe nacer de una joven virgen y no de una mujer casada. La esposa de un profeta o cualquier otra mujer casada no califican para el evento. Tercero, la madre debe considerar al niño como “Emanuel”, “Dios con nosotros”, nombre que implica la deidad del niño. Calvino correctamente sostuvo que el nombre Emanuel no puede ser aplicado a nadie que no sea Dios. Nadie más en el AT lleva ese nombre. La única razón por la cual los unitarios se rehúsan a interpretar el nombre Emanuel como “Dios es ahora con nosotros en este niño”, es que ellos han decidido a priori que la deidad del niño es una imposibilidad. Su negativa a aceptar el significado natural de la Escritura se debe a sus ideas preconcebidas de lo que Dios puede y no puede hacer.
Como vemos, la anunciación revela que el nacimiento humano de la persona de Jesús es una operación llevada a cabo donde participan la Deidad y la humanidad. Ambas naturalezas, la humana y la divina se iban a encontrar presente en la Persona de este Mesías, Dios encarnado. Esto es lo que anunciaron los profetas. El rey Agripa creía lo que los judíos de la época creían, que el Mesías sería divino, y eso es lo que Pablo le mostró en la persona de Jesucristo. El concepto mesiánico de los judíos incluía por inferencia lógica la multipersonalidad de Dios. No hubo necesidad de que Pablo lo codificara para Agripa. Es por ello que el rey dijo, “Por poco me persuades a ser cristiano”. Pablo demostró que Jesús era ese Mesías tan esperado por Israel, el mismo que anunciaron los profetas.
Señor Olcese, ¿por qué no cree a los profetas? Usted no puede llamarse cristiano, no tiene derecho a hacerlo. <>
fuentes:
1. http://apologista.wordpress.com/2009/01/01/usted-no-necesita-ser-un-trinitario-para-ser-un-cristiano/
2. Socinianismo: Una seria desviación de la verdad bíblica. Niega la Deidad plena de Criso, la predestinación, el pecado original, la incapacidad total del hombre para lograr salvación, el sacrificio sustitucional de Cristo y la justificación por fe. La salvación es lograda por obras, algo similar al catolicismo romano.
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