¿Conversiones de Evangélicos al Romanismo?
Primera parte
Una reconocida página católica especializada en apologética exhibe un artículo de última hora encabezado por la frase: “Si tienes amigos evangélicos compárteles esta noticia”. ¿Cuál es la noticia? El título del escrito lee “Pastores evangélicos regresan a la Iglesia Católica” [1]. El artículo lista una serie de nombres de personas que, efectivamente, militaban en filas evangélicas y que en determinado momento se entregaron en los apasionados brazos de Roma una vez que fueron “sorprendidos por la verdad”.
Entre los tránsfugas que el artículo exalta como ejemplos de conversiones al romanismo, tenemos a Scott Hahn, un individuo cuyo trasfondo académico fue preñado de anomalías tales como el liberalismo, la filosofía de Tomás Aquino[2], el evidencialismo[3] y el reconstruccionismo[4]. ¡Con razón abrazó el catolicismo! Sumado a esto, tanto Hahn como su esposa fueron “ayudados” en su peregrinar hacia Roma por “impresiones”, “sentimientos”, “sensaciones de paz”, “llamados”, y sobre todo por mensajes de parte de Dios y su madre, María. El señor Hahn ora a María todos los días [5]. Es obvio que este hombre nunca experimentó el nuevo nacimiento en Cristo, por tanto, su “peregrinación espiritual” difícilmente puede llamarse una conversión de evangélico a católico.
Otro supuesto desertor en la lista es Peter Kreeft, un académico psicológicamente alterado cuya agenda es destrozar el protestantismo. Nació en una familia protestante pero terminó siendo adorador del Papa. Sus desvaríos alcanzan su cumbre cuando afirma que Confucio, Buda, Mahoma, etc., están hoy en el cielo. Según él, Martín Lutero fue un hereje. Además, argumenta que no es necesario creer o escuchar de Cristo para ir al cielo. Paganos como el homosexual Sócrates llegaron al cielo sin “arrepentimiento y fe en Jesucristo” [6]. En el sentido espiritual, Kreeft es un apóstata que predica una salvación por obras, y como todo un moderno judaizante, es un “falso hermano” según el apóstol Pablo. Nunca fue un auténtico evangélico.
Bob Sungenis, otro en la insigne lista del artículo, antes de ser católico fue un canguro que saltaba de iglesia a iglesia evangélica hasta que finalmente “cruzó el río Tíber” para caer a los pies del Papa [7]. No se necesita ser pastor para saber que una persona que cambia de iglesia muy seguido es espiritualmente inmadura, y en muchos casos, no ha nacido de nuevo. En Surprised by the Truth se nos dice que el señor Sungenis se graduó del Westminster Theological Seminary, un “bastión” del Pensamiento Reformado. Sin embargo, se nos revela también que se unió a la Iglesia Internacional de Cristo de Boston, un movimiento claramente reconocido como una secta. Es difícil imaginar un salto de la teología reformada al seno de una secta tiránica y nociva. Vemos así que Sungenis nunca fue un protestante verdadero. Su “conversión” a Roma demuestra que realmente nunca se convirtió a Cristo.
Paul Thigpen es otro nombre en la galería de trofeos que la página católica exhibe para que los evangélicos no podamos dormir por la preocupación. En sus propias palabras, el señor Thigpen también confiesa su vocación de saltamonte, la cual lo llevó a vagar de denominación en denominación protestante antes de llegar finalmente a “casa” (Roma) [8]. Su supuesta profesión evangélica queda seriamente en duda, no sólo por su “conversión” a Roma, sino también por sus propias palabras al narrar su bautismo en el Espíritu: “… El bautismo del Espíritu Santo fue para mí un bautismo en risas; me reí como un idiota por días de esta dulce broma de Dios” [9]. Es evidente que el pasado “evangélico” de Thigpen es más bien cosa risible.
Habiendo leído las historias de estos convertidos a Roma y otros, hemos llegado a la conclusión de que estos individuos nunca fueron genuinos evangélicos, es decir, gente salva. En sus testimonios sólo escuchamos los repetidos argumentos apoyando la supremacía de Roma, i.e., la negación de la suficiencia de la Escritura, las múltiples fracciones en el protestantismo comparadas con la “unidad” de Roma, etc., pero nunca leemos de cómo llegaron a la conscientización de su irremediable pecaminosidad y la absoluta necesidad de depender solamente de Cristo para su total salvación.
No existe en absoluto la posibilidad de que una persona que ha experimentado el nuevo nacimiento, que mantiene una relación con Cristo y está convencido de que ha sido justificada por la fe, y que goza de la libertad del evangelio de la gracia, pueda dar marcha atrás para abrazar conceptos como el purgatorio, las indulgencias, el sacrificio de Cristo en la misa, y las oraciones a María y los santos. ¡Imposible! Mucho menos ingresar a una organización que bien puede ser catalogada a estas alturas como una pornocracia.
A aquellos que contemplan “cruzar el Tíber” les recordamos que el río está sumamente contaminado. Los que han salido del sistema de la Iglesia Católica para ingresar a los rangos de los salvos por la gracia, pueden seguir cantando a viva voz:
Veladoras, agua bendita, incienso y penitencias,
Méritos, sacramentos, rosarios e indulgencias,
Curas, monjas y Papas dignos del infierno.
Todas estas cosas me importan un cuerno,
La Gracia soberana me ha hecho libre.
Cristo pagó con su sangre todo el precio,
Esclavizarme de nuevo a Roma sería de necio. <>
Referencias:
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Martin Zavala, http://www.defiendetufe.org/pastores_evangelicos.htm.
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Fue por medio de las obras de Tomás Aquino que la iglesia católica medieval cayó presa de la filosofía humanista y la teología de Aristóteles.
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El Evidencialismo afirma que existen evidencias racio
nales para probar la existencia de Dios. A veces se le llama, “Apologética Clásica”, porque muchas de las evidencias fueron desarrolladas durante épocas pasadas. Fundamental a este acercamiento es la suposición acerca de la capacidad del razonamiento humano. Se presupone que la capacidad del razonamiento humano no ha sido tan dañada por la caída como para imposibilitarle al hombre deducir la existencia de Dios. -
Reconstruccionismo: teología que sostiene que la ley dada a Israel para el orden político y legal tiene validez para todo el mundo y toda la historia, por lo tanto los cristianos tienen la obligación de establecer un sistema político basado enteramente en la Ley bíblica.
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Handbook of Christian Apologetics, (IVP, 1994), pp 323-335.
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Surprised by the Truth, p. 110.
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Ibíd.
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