¿Dónde van las Almas de los Niños que Mueren?
La pregunta retoma vigencia hoy que la Iglesia Católica hace preparativos para abandonar la creencia que sostuvo por siete siglos, la doctrina del Limbo. Esta doctrina enseña que los niños que mueren antes de ser bautizados por la Iglesia Católica no van ni al cielo ni al infierno, ni al purgatorio [1], sino que quedan suspendidos para siempre en una dimensión llamada Limbo. En ese lugar, especulaba Tomás de Aquino en el siglo 13, las almas de estos inocentes pasaban la eternidad en un estado de “felicidad natural”, aunque separados de la presencia de Dios [2].
Por más descabellada y extrabíblica que sea la doctrina, debemos reconocer que parece haber surgido de un giro compasivo ante la dura enseñanza previa de la Iglesia promovida por San Agustín en el siglo cuarto, la que aseguraba que los niños que morían sin ser bautizados iban al infierno debido a que aun retenían el Pecado Original [3].
Curiosamente, ciertos cristianos fundamentalistas, más de la cuenta lamentablemente, promueven la idea de que sólo los infantes electos o predestinados por Dios son los que van al cielo. Esta posición es sostenida por grupos hipercalvinistas. Carentes de base bíblica sólida para apoyar su conclusión, recurren a la doctrina de la predestinación delineada mayormente en el capítulo 1 de Efesios. Si bien ésta es una doctrina bíblica, los hipercalvinistas cometen la falacia de la “evidencia selectiva”, la cual consiste en no tomar en cuenta otros pasajes donde la Escritura habla del carácter de Dios y Su gracia aplicada sobre aquellos que no están en condición de tomar decisiones de carácter moral por una razón u otra. Algunos de estos pasajes los veremos más adelante.
Otros cristianos de tendencia arminiana sostienen que sólo los infantes que hubieran creído al llegar a la edad de responsabilidad moral van al cielo en el momento de su muerte prematura. La base de esta posición es la doctrina de la omnisciencia de Dios. Al conocer el futuro, Dios sabe cuáles infantes hubieran creído en Cristo, y eso determina su destino eterno. La objeción más obvia a esta posición es que en última instancia, la salvación del hombre dependería de si es lo suficientemente bueno para creer, lo que socava la doctrina de la Salvación por Gracia solamente.
Como no existe posición sin objeción y toda objeción nace de una posición (lo siento por el trabalenguas), nosotros instamos a los lectores a hacer su propia investigación y llegar a una conclusión en el tema.
La tercera posición, a la cual un servidor se inclina, es que todos los infantes que no han alcanzado la condición de responsabilidad moral, van al cielo. Es en nuestra opinión, la que más fielmente representa el testimonio de las Escrituras y el carácter de Dios. Veamos los pasajes que se usan para apoyarla:
Y vuestros niños, de los cuales dijisteis que servirían de botín, y vuestros hijos que no saben hoy lo bueno de lo malo, ellos entrarán allá; anímale, porque él la hará heredar a Israel. Deuteronomio 1:39
Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y se llamará su nombre Emmanuel. Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada. Isaías 7: 14-16
Estos pasajes dejan en claro que existe un tiempo durante el cual los infantes carecen de la capacidad de conocer entre lo bueno y lo malo, o sea, responsabilidad moral. Esto es congruente con las palabras de Cristo:
Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; más ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece. Juan 9:41
Es obvio que Jesús usa sus palabras metafóricamente en referencia a los ciegos en el sentido moral. A los que son ignorantes de lo que es pecado, como los niños pequeños, aun cuando puedan pecar, no son concientes de ello, por lo tanto no se les puede inculpar. Esto no significa que no tengan una naturaleza pecaminosa recibida de Adán, ya que todos nacemos con ella (Sal. 51:5). Significa que los niños pequeños aun no entienden el concepto de pecado. Es por lo anterior que Jesucristo puede decir en Marcos 10:14:
Dejad a los niños (paidion) venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
La afirmación de Jesucristo no tendría ningún sentido si los niños que mueren prematuramente no pueden alcanzar el cielo. Claro que los que no están de acuerdo con esta conclusión, se aprestan a señalar que los “pequeños” de Mateo 18:6 son vulnerables a tropezar, por lo tanto no son inocentes. El argumento se desvanece completamente cuando notamos que la palabra usada en Marcos 10:14 es paidion, que describe a un bebé recién nacido o en su defecto a un niño medianamente crecido [4]; mientras que la palabra usada en Mateo 18:6 es mikros, o sea, menor en importancia-jerarquía-estima, insignificante [5].
Otro pasaje indicativo de que los niños al morir pasan de inmediato a la presencia de Dios es el que narra la muerte del hijo de David y Betsabé. David, ante la muerte de su hijo expresa:
Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí. 2 Samuel 12:23
Es evidente que David, gran teólogo entre otras cosas, creyente en la vida después de la muerte (Sal. 16: 10-11), implica en su pregunta la realidad de que los niños van al cielo. En este caso, la referencia es probablemente al concepto antiguo testamentario del Seol, pero recordemos que el Seol contenía dos compartimientos, el Hades y el Seno de Abraham (Luc. 16), siendo éste último el lugar de los justos o salvos. Aun si la referencia es al Seol, sabemos que Jesucristo en su ascensión llevó consigo los ocupantes del Seno de Abraham a la presencia de Dios (Efe. 4:8-10). El resultado final es que David, a quien Dios mismo llamó “varón conforme a mi corazón” (Hch. 13:22), está en el cielo hoy junto a su hijo.
Conclusión:
Todo parece indicar que la Iglesia Católica está pronta a reemplazar su Limbo con la idea de que los niños fallecidos en una edad temprana pasan a vivir en el cielo directamente. Si hubieran dado más crédito a la Escritura ya hubieran cambiado esta doctrina, así como muchas otras, hace ya mucho tiempo. El católico prevenido debe tomar en cuenta al ver estos cambios de dirección, que si su iglesia se equivocó respecto a este tema, podría estar equivocada respecto a otros, especialmente en el concepto de la salvación y la idea misma de lo que significa ser un cristiano, i.e., tener la certeza de que nuestra eternidad será junto a Dios.
Hemos examinado la evidencia bíblica por la posición que consideramos es la que más tiene afinidad con la persona de Dios. El Dr. Ron Rhodes se expresa magistralmente cuando escribe:
“El propósito primario de Dios en la salvación de los seres humanos es desplegar su gracia maravillosa. Uno debe preguntarse, ¿podrían todas las “riquezas de la gracia de Dios” ser manifestadas en “toda sabiduría e inteligencia” (Efe. 1:7-8) en enviar los niños al infierno? No lo creo. Constituiría una burla por parte de Dios requerir que los pequeños hicieran algo — y considerarlos responsables por hacer — lo que ellos no podrían hacer. A tan corta edad, los niños simplemente no tienen la capacidad de ejercer fe salifica en Cristo.” [6] <>
Notas:
- El Catecismo adoptado por Pío V entre 1903 a 1914 define Limbo como un lugar donde los muertos “no experimentan el gozo de Dios pero tampoco sufren … ellos no merecen el Paraíso, pero tampoco merecen el Infierno o el Purgatorio.”
- De Malo, V, 3.
- La Iglesia Católica enseña que el bautismo de infantes libera a la persona de su pecado original y la regenera como hijo de Dios, Catecismo de la Iglesia Católica, Segunda Parte, Artículo 1, El Sacramento del Bautismo, p. 350.
- Vine’s Expository Dictionary of Biblical Words.
- Ibid.
- Ron Rhodes, The Complete Book of Bible Answers, p. 268.
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