“Christianity Today” y su estilo periodístico
La revista Christianity Today ha publicado recientemente un artículo llamado “God in Gaza” (Dios en Gaza) donde líderes evangélicos se expresan acerca del conflicto bélico actual en la Franja de Gaza [1].
Hanna Massad, el pastor en exilio de la Iglesia Bautista de Gaza, la única congregación evangélica en la Franja, ha declarado: “Como cristianos palestinos estamos muy tristes de ver morir gente en ambos lados por medio de bombas y misiles lanzados de un lado a otro”. “Lamentamos por los israelíes que han muerto, pero el sufrimiento es mucho mayor para los de Gaza”.
Salim J. Munir, director de Musalaha, una organización en Jerusalén cuyo objetivo es la reconciliación entre israelíes y palestinos (¿Alguien dijo Misión Imposible?) expresa que “la gente se da cuenta más y más que el ciclo de violencia no debe continuar”. Christianity Today coopera en el artículo diciendo que “el número de bajas de guerra desproporcionado del lado de Gaza puede atrasar los esfuerzos de Musalaha en años”.
Analicemos la falacia inherente en la expresión “respuesta desproporcionada”. Me permito, para beneficio del lector, poner la situación en contexto. Israel se retiró de Gaza en 2005, es por ello que ya nadie habla de la “ocupación de Gaza”. Antes de este último conflicto sólo un soldado israelí estaba “ocupando” Gaza, Gilad Shalit, quien fue secuestrado en territorio israelí por Hamás en 2006. Ya no se supo más de él.
Gaza es hoy una tierra de nadie controlada por un grupo islámico terrorista cuya Carta Magna propugna la destrucción de Israel. La nación de Israel no está obligada a tener ningún contacto o negociación con el grupo criminal Hamás, ni por qué preocuparse de la población de Gaza que en elecciones libres dio la victoria a Hamás. A pesar de ello, Israel continúa supliendo a la zona con servicios esenciales, pasando por alto que el liderazgo y la población en general son abiertamente hostiles a Israel.
En los últimos tres años, Hamás ha lanzado más de 6.000 misiles dirigidos a la población civil de Israel. El gobierno israelí tiene la obligación y el derecho inalienable de proteger a sus ciudadanos de estos ataques. En el ejercicio de ese mandato y derecho, Israel se enfrenta a una organización o gobierno que no tiene un ejército oficial. Sus combatientes son civiles armados que operan en medio de la población civil. Sus cohetes son producidos y almacenados en áreas civiles y en lugares públicos, y son lanzados muy a menudo desde hospitales, escuelas, edificios de apartamentos, oficinas de “gobierno” y servicios públicos, edificios de prensa, de la ONU, etc.
Es obvio que cuando Israel responde al fuego enemigo habrá, lamentablemente, víctimas civiles (aunque muchos de esos civiles son combatientes). Yo personalmente, pongo en duda el alto número de víctimas civiles reportado por las agencias de noticias y por muchas organizaciones de ayuda, civiles o cristianas, debido a que todas han mostrado un claro favoritismo hacia los palestinos. El artículo en cuestión reporta 1300 víctimas en el lado palestino y 13 por parte de Israel. No existe forma de comprobar los mil trescientos.
Ahora vayamos a la popular frase “reacción desproporcionada de Israel”. “Proporcionalidad” es un término que nunca debe ser definido en base a los resultados sino en base a la intención. Cada cohete o misil lanzado contra Israel lleva como misión el causar víctimas entre la población civil. Los ataques aéreos y terrestres de las fuerzas israelíes son calculados (en lo posible) para que no haya víctimas entre los civiles, y al mismo tiempo para causar el máximo daño entre los terroristas. El éxito total del propósito por parte de Israel se lograría si las víctimas de sus ataques fueran en un 100 % terroristas. El éxito total en el propósito de Hamás se alcanzaría si las víctimas causadas por sus misiles fueran en un 100 % civiles. ¿Gran diferencia, verdad?
Seamos sinceros, la respuesta de Israel fue desproporcionada. Para que haya sido proporcional, Israel debió de haber lanzado más de 6.000 misiles sin ninguna dirección específica, simplemente apuntados hacia las áreas pobladas. En lugar de ello, Israel atacó centros oficiales de Hamás y lugares desde donde se lanzaban misiles, es decir, blancos estrictamente militares.
Otro cliché usado en el artículo de Christianity Today es “ciclo de violencia”. Muchos enemigos de Israel procedentes de la esfera religiosa se esconden detrás de definiciones y clichés de aparente connotación neutral. No existe tal cosa como un “ciclo de violencia” en el conflicto de Israel con los palestinos. Si bien podríamos retroceder varias décadas para encontrar el origen del problema, mejor escogemos comenzar en el año 2005, cuando Israel se retiró completamente de la Franja de Gaza. El mismo día que terminó el retiro, los palestinos procedieron a lanzar misiles a los pueblos israelíes del otro lado del borde, cosa que persiste hasta el presente. ¿Inusitada conducta, verdad? ¿Por qué lo hacen? En lugar de comenzar a construir un estado independiente, escuelas, caminos, hospitales, fomentar la industria, etc., se pusieron a lanzar misiles y a construir un túnel de 300 metros por debajo de la frontera con Israel para atacar soldados y secuestrar un rehén.
La explicación se halla en el plan trazado a partir de 1974 durante el Concilio Nacional Palestino en Cairo, en cual se decidió que la estrategia para aniquilar a Israel debía de ser gradual. Como saben que no pueden derrotar a los judíos en un solo intento, resolvieron aceptar cualquier territorio que Israel concediera y luego usarlo como santuario para continuar la guerra hasta destruir a Israel. En otras palabras, tiempo al tiempo.
La situación presente no es un ciclo de violencia, es un tren cargado de violencia, maldad y odio, que partió de los andenes árabe-palestinos y que no se detendrá hasta que, en el pensamiento árabe y musulmán, Israel y los judíos desaparezcan de la faz de la tierra.
Mientras que los evangélicos continúen en su tesitura de no reconocer culpables en este conflicto (felizmente no son todos), no se pueden quejar de que los judíos no confían en ellos. Yo tampoco les confío. Confundir o equiparar la violencia del terrorismo palestino con las acciones de defensa de una nación reconocida por la ONU, es muestra de ignorancia culpable y un corazón alejado de Dios. <>
fuente:
1] http://www.christianitytoday.com/ct/2009/march/1.13.html?start=2
Deja un comentario