El Proceso de Hacer Discípulos
Primera Parte: Ser un Aprendiz
Por el Dr. Lloyd Mann
Primera – de cuatro partes . . . .
Hoy en día es muy popular hablar de “hacer discípulos”, pero si uno examina el significado de lo que los diferentes autores u oradores quieren decir con “hacer discípulos” uno se da cuenta de que diferentes personas dan al término muy distintos significados. Según la persona que lo ocupe, puede referirse al programa educativo de una iglesia, o a una clase para nuevos miembros, o a casi cualquier actividad de una iglesia. No es raro encontrar a líderes de iglesias que digan, “Toda mi vida he estado haciendo discípulos”, pero sin tener ejemplos en sus iglesias de personas cuyas vidas se asemejan a las de los discípulos de Jesús en el Nuevo Testamento.
Por su mucho uso, me parece que el término ha perdido su significado original. Dado la diversidad de significados que diferentes personas dan a “hacer discípulos”, quiero aclarar qué es lo que yo, en lo personal, quiero decir cuando hablo de “hacer discípulos”.
Sería bueno reconocer que en el Nuevo Testamento encontramos por lo menos dos diferentes usos de la palabra “discípulo” o de “ser un discípulo”.
- Primero es la idea de “ser un seguidor de alguien”. El Nuevo Testamento reconoce que hasta los fariseos tenían discípulos y se esforzaban por “hacer discípulos” (Marcos 2:18, Mateo 23:15). En este mismo sentido Juan el Bautista tenía discípulos, y hasta Jesús tenía discípulos, es decir, seguidores.
- Pero hay muchos pasajes en los Evangelios donde Jesús parece verter un significado mucho más profundo que “un simple seguidor” en su uso de la palabra “discípulo”. Todos los pasajes donde Jesús dice cosas como “el que hace tal cosa será mi discípulo” o “el que no hace tal cosa no podrá ser mi discípulo” o “si alguien quiere ser mi discípulo . . .” parecen indicar que Jesús buscaba características más allá de simples seguidores en las personas que serían sus discípulos.
Durante los siguientes días quiero escribir sobre la característica fundamental de ser un discípulo de Jesús y luego sobre el proceso de hacer discípulos. El significado básico de ser un discípulo es ser uno que está aprendiendo.
Ser un discípulo es ser un aprendiz
Mateo 10:24-25 (Biblia en Lenguaje Sencillo–BLS) dice, “El discípulo no es más importante que su maestro, ni el esclavo es más importante que su amo. Lo más que puede hacer el discípulo es ser igual a su maestro, y el esclavo igual a su amo.”
Un discípulo es una persona que es aprendiz, que va aprendiendo a ser como su maestro. Es ser una persona abierta a la enseñanza y a la corrección. Ser un discípulo de Jesús es estar siempre aprendiendo a conformar su vida a las enseñanzas de Jesús. Si vamos a hacer discípulos, las personas a quienes estamos discipulando tienen que estar abiertas a que les enseñemos, a que les señalemos cosas en sus vidas que no cuadran con la vida y enseñanzas de Jesús.
Me acuerdo de Pablo, un estudiante universitario que me pidió que le discipulara. Al poco tiempo de estar trabajando con él, empecé a notar que tenía un problema serio con las muchachas. Parecía que no aguantaba estar sin una novia. En una ocasión se enamoró locamente de una joven a quien mi esposa estaba discipulando. A raíz de su trabajo con esa joven, mi esposa se enteró de problemas morales muy serios en su vida. Había aspectos de su carácter que rehusaba conformar a las enseñanzas de Jesús.
Pablo, a pesar de su debilidad para las chicas, se perfilaba como un líder, una persona que con el tiempo podría llegar a ser un gran hombre de Dios. Viendo ese potencial, decidí que sería necesario llevarlo a evaluar la relación amorosa con la joven, cuya rebelión la iba alejando de toda posibilidad de ser usada por Dios. Después de mucha oración, lo invité a acompañarme en un viaje de tres días para dar conferencias en otra ciudad.
Durante el viaje hablamos del tipo de persona a quien Dios puede usar. Le dije que me parecía que no le convenía cultivar la relación con la joven. No le podía decir por qué, ya que la relación entre la joven y mi esposa era algo muy privada, algo que yo no tenía libertad de compartir con nadie. El choque fue enorme para Pablo. Se resistía. Insistía en que le dijera por qué yo pensaba así. Le dolió profundamente que le dijera eso, especialmente sin decirle por qué. Durante unas semanas mi esposa y yo no sabíamos cuál sería el resultado del consejo que le había dado. Pero seguimos orando mucho por él y por la joven.
Sin embargo, después de un tiempo notamos que Pablo terminó su relación con la joven. Después nos comentó que él le había explicado que se había dado cuenta que una relación amorosa con ella no era conveniente. Pero no fue hasta quizá un año después que nos explicó exactamente qué fue lo que le llevó a terminar con la joven.
Pablo nos contó que un día cuando estuvo en nuestro hogar notó la agenda de oración de mi esposa sobre la mesa en la sala. Se dio cuenta de que ella oraba por él todos los martes. Nos dijo, “Me hice la pregunta, ¿Cómo podré desatender el consejo de dos personas que pasan tanto tiempo orando por mí y que están invirtiendo tanto tiempo y amor en mi vida? Así que decidí terminar con ella.” Pablo resultó ser un joven abierto a la enseñanza y corrección.
La primera – de cuadro partes. . .
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