Una pregunta fundamental en el campo cristiano es: ¿Cuánto debemos conocer para ser salvos? Puesto de otro modo: ¿Cuál es el conocimiento mínimo irreducible que un pecador debe entender y aceptar para ser salvo?
Las Escrituras no nos dan una lista completa de las doctrinas que debemos creer antes de que podamos ser salvos. Sin embargo, existen pasajes que señalan algunas de las verdades esenciales que se deben creer para recibir la salvación.
1) Hebreos 11:6 dice que la verdadera fe salvífica tiene que ser una fe que acepta un teísmo bíblico general.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
El texto expresa que debemos creer en:
a) La existencia del Dios infinito y personal de la Biblia.
b) Que Dios es el juez del universo, ya que es un Dios que otorga recompensas. Esto significa que debe existir un entendimiento básico del carácter moral de Dios, así como de su existencia.
Esto elimina automáticamente a ateos, agnósticos, marxistas, humanistas seculares, así como a humanistas religiosos, existencialistas cristianos (modernistas teológicos), hindúes, taoístas, budistas, jainistas, shintoístas, confusionistas, nueva eristas, paganos animistas, santeros, musulmanes, etc., en otras palabras, a los que aun llamándose religiosos rechazan al Dios bíblico.
Sin embargo, el primer requerimiento (a) parecería incluir a grupos como los Testigos de Jehová, mormones, unicitarios, sectas seudo cristianas en general, los cuales en apariencia aceptan que Dios es el Juez de todo el universo. La duda queda despejada cuando comparamos las creencias de estos grupos con lo que la Biblia enseña y analizamos cual es el concepto que ellos vierten dentro del término “Dios.” Recordemos que el punto “a” es que la persona debe creer en el Dios de la Biblia para ser salva. Consecuentemente, los adeptos de estos grupos, de creer las doctrinas que estos grupos enseñan, no pueden ser considerados salvos.
2) Otro requerimiento bíblico para la salvación es que la persona debe buscar a Dios con un corazón sincero:
Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Jeremías 29:13
De acuerdo con este pasaje y otros, Dios no puede ser encontrado por personas hipócritas o insinceras. De este tipo de gente hallamos en todas las denominaciones cristianas, y entre aquellos que sin congregarse reclaman ser cristianos.
3) En Romanos 10, tenemos otras verdades que deben ser aceptadas (creídas) para recibir la salvación:
a. La Deidad de Cristo y Su resurrección corporal son creencias indispensables.
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeses en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Romanos 10:9
¿Quién es el “Señor” de este versículo? Romanos 10:13, paralelo con Joel 2:32, indica que este Señor es Jehová. Por lo tanto, es innegable que el Señor de Romanos 10:13 es el mismo de Romanos 10:9. Obviamente, Pablo está afirmando la Deidad de Cristo en el versículo 9.
b. En relación con la resurrección de Jesús y la doctrina de la salvación, queremos analizar para el lector otro aspecto de Romanos 10:9: Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
De este pasaje se pueden desgranar varias proposiciones, pero a los efectos del punto que queremos establecer, sólo digamos que:
1. Jesús es el Señor
2. Dios le levantó de los muertos
En estas dos proposiciones, lo dicho es verdadero o falso, no hay una tercera alternativa. Jesús es el Señor, o no es el Señor. Jesús fue resucitado corporalmente o sigue muerto. Los autores de la Escritura no participaban en juegos mentales en los que afirmaban y negaban la misma proposición, al mismo tiempo o por separado.
Hay una segunda persona claramente mencionada en el pasaje, es Dios (en contexto, el Padre). Los autores de la Biblia creían firmemente que lo que escribieron era verdad. Cualquier intento de explicar que no existe una segunda persona en el pasaje, raya en el delirio. Como dijo un amigo mío, para darse cuenta que el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son tres personas distintas, sólo hace falta saber leer.
Lamentablemente, si no creemos en la segunda proposición, o sea, que Dios (el Padre, segunda Persona en la proposición) levantó de los muertos a Jesús (primera Persona de la proposición), por deducción lógica, la salvación de la persona es más que discutible.
Promover el modalismo es negar las verdades proposicionales dadas por Dios en la Escritura, es predicar otro Jesús, otro evangelio en otro “espíritu” (2 Co. 11:4), y por ende perder la vida eterna, ya que un falso Jesús no puede salvar. La Biblia nos habla de un Dios personal, infinito y triuno. Este Dios nos habla en la Biblia con el singular “Yo” y el plural “Nosotros”, sin caer en los errores del unicitario o del politeísta.
Esta es la razón por lo cual la teología trinitaria expresada en la Escritura es de crucial importancia. Trasciende y nos libera de la dicotomía pagana de lo infinito versus lo personal y el Uno versus muchos.
La Trinidad no es el producto de la mente del hombre, las experiencias o las emociones. No es una preferencia subjetiva, sino que tiene sus raíces en la revelación especial y es única en la historia y el mundo de las ideas. Esto es prueba de que viene de Dios. Es cierto que para ser salvo no es necesario un conocimiento exacto de la doctrina de la Trinidad, pero es aun más cierto, valga la hipérbole, que negar la doctrina resulta en separación de Dios en estado conciente de por la eternidad.
c. Romanos 10:13, dice: Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Es evidente que si no conocemos o creemos en el Cristo bíblico, es imposible para una persona poder invocar el nombre del Señor. Si no invocamos su nombre, la salvación es imposible.
d. En los versículos siguientes, Pablo indica que la fe salvífica sólo puede existir dentro del contexto de la Palabra de Dios.
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no hay oído? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuál hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos 10:14-17
Resumen parcial: Un conocimiento teístico general y bíblico, un corazón sincero, el contexto de la Palabra de Dios, y un conocimiento básico de la persona y la obra de Cristo son necesarios para la salvación.
4) ¿Qué tanto de la persona y la obra de Cristo debe ser entendido y recibido?
Un estudio del capítulo 3 del Evangelio de Juan nos llevará a concluir que un pecador debe entender que Cristo es el Salvador de los pecadores y que esa salvación es recibida de El por medio de la fe. Esto es indisputable.
A estas alturas, es esencial marcar la distinción entre la ignorancia y el rechazo conciente. Un pecador puede ser
sincero, pero ignorante al mismo tiempo. Puede que no sepa del nacimiento virginal, la Trinidad, la dinámica de la Encarnación, el rol del Espíritu Santo, la Segunda Venida, etc. Todo lo que puede saber es que él es un pecador sin remedio y que Jesús es un maravilloso Salvador. Una vez que acepta eso por fe, aceptará luego todas las verdades y doctrinas bíblicas cuando se le expliquen, ya que está sinceramente dispuesto a recibir toda la Palabra de Dios. Pero en un principio, él no conoce ni ha recibido ciertas doctrinas porque simplemente no se le han enseñado.
Por otro lado, alguien puede saber o conocer del nacimiento virginal y muchas más verdades de la Biblia, pero rechazarlas concientemente. Un ejemplo claro sería el cristiano liberal que niega el nacimiento virginal, los milagros, la inspiración verbal y plenaria de la Biblia, etc. Esta persona rechaza la luz que ha recibido, por lo tanto no puede ser ubicado en la misma categoría del pecador sin instrucción bíblica que humildemente recibe la poca luz que le ha sido dada. El que rechaza intelectualmente las verdades bíblicas no debe ser considerado como una persona salva, ya que Cristo dijo en Juan 10: 26-27:
Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.
Conclusión.
Si bien hemos visto que un conocimiento básico del teísmo general de la Biblia y de la persona y obra de Cristo es necesario e imprescindible para la salvación, es imposible determinar el conocimiento mínimo irreducible. Lo que debe evitarse a toda costa, es determinar el mínimo irreducible desde nuestra torre de marfil y de esa forma juzgar la madurez espiritual de los cristianos. Lo que debemos poner en práctica es una actitud comprensiva y dispuesta a edificar a nuestros hermanos sin instrucción doctrinal. En otras palabras, recibir al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones, y soportar las flaquezas de los débiles (Ro. 14:1; 15:1). Por supuesto que cuando la tiranía del débil se transforma en tropiezo dentro de la iglesia, deber ser confrontada. Es lo que se llama amor firme. <>
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PARA MÁS: Proceso de Conversión
Obras de apoyo:
Studies on the Atonement, Robert Morey.
Orthodoxy and Heresy, Robert Bowman.
Elemental Theology, Bancroft.
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