La Disciplina en la Iglesia
La disciplina bíblica es una dolorosa necesidad de la iglesia de Dios. Su ejercicio supone una obediencia humilde a la palabra del Señor, y jamás debe realizarse con un espíritu venganza o una actitud de superioridad, sino siempre en oración, amor y una búsqueda compasiva de los propósitos bíblicos para la misma, que siempre son para nuestro bien.
Hebreos 12.11
11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
1. Los tres propósitos de la disciplina bíblica
a. Restaurar y reconciliar
El pecado impide la comunión con otros cristianos y con Dios. El principal propósito de la disciplina eclesial es alcanzar el doble objetivo de la restauración: llevar al pecador al comportamiento correcto; y la reconciliación: entre los cristianos y con Dios.
Mateo 18:15
15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.
b. Impedir la extensión del pecado
Un segundo propósito, haya o no haya posibilidad de restauración y reconciliación, debe ser el de impedir que el pecado acabe afectando a otros miembros de la iglesia:
Hebreos 12:15
15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;
Si falta la disciplina, los efectos del pecado pueden extenderse causando divisiones o haciendo con que otros imiten la conducta pecaminosa, al ver que la iglesia no presta atención a ese tipo de comportamientos:
1 Corintios 5:2,6-7
2 Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? 6 No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?7 Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.
Los miembros más débiles pueden llegar a pensar que un determinado tipo de comportamiento no tiene importancia y sentirse tentados a cometer pecados semejantes. Además, si no se toma en serio la disciplina de un pecado específico, será mucho más difícil ejercer la disciplina cuando ese mismo tipo de pecado sea cometido por otra persona en el futuro.
c. Proteger la pureza de la iglesia y la honra de Cristo
El tercer propósito de la disciplina debe ser proteger la pureza de la iglesia para que el nombre de Cristo no sea deshonrado. Cuando un miembro de la iglesia permanece en un pecado indudablemente obvio delante de los demás miembros o delante de los no creyentes, Cristo resulta deshonrado:
1 Corintios 5:2
2 Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?
Romanos 2:24
24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.
1 Corintios 6:6
6 sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos?
En contraste con estas cosas, en la Escritura se nos incentiva a que nuestro comportamiento honre nuestra condición de miembros del cuerpo de Cristo:
2 Pedro 3:14
14 Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.
Efesios 5:27
27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
Esta es una cuestión muy seria. Siendo Cristo el cabeza de la iglesia, el comportamiento deshonroso de la misma le trae descrédito a Él, y siendo el Señor celoso de su propia gloria, si la iglesia no ejerce la disciplina, Él mismo puede encargarse de ejercerla:
1 Corintios 11:31-32
31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; 32 mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
Apocalipsis 2:14-16
14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.
Apocalipsis 2:20-23
20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.
2. ¿Cuáles son los pecados por los que debe ejercerse la disciplina?
Al examinar los casos que se citan en las Escrituras parecen deducirse algunos principios que pueden servirnos para saber cuando debemos iniciar un proceso bíblico de disciplina: tienen que ser pecados obvios, conocidos públicamente y que persistan durante cierto tiempo:
Romanos 16:17
17 Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.
Tito 3:10
10 Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo,
1 Corintios 5:1
1 De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.
2 Timoteo 3:6-9
6 Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias.7 Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.8 Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe.9 Mas no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquellos.
2 Tesalonicenses 3:14-15
14 Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence.15 Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano.
El hecho de que sean pecados obvios, notorios para la iglesia y que persisten después de un tiempo es lo que hace que la salud del resto de la iglesia se vea comprometida, así como la honra de Cristo. Sin embargo, hay que juzgar cada situación con madurez y mucho cuidado, pues, aunque todos los cristianos somos posicionalmente santos, ninguno de nosotros vive una vida de santidad completa. Ejercer la disciplina contra una persona que es consciente de su pecado y está luchando por vencerlo puede hacer mucho daño a esa persona. Tampoco debemos olvidar que hay cuestiones de conducta en que los cristianos pueden no estar de acuerdo legítimamente, razón por la que Pablo nos recomienda cierto grado de tolerancia:
Romanos 14:1-4
1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres.3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.
3. ¿Cómo debe ejercerse la disciplina?
a. La persona ofendida debe tomar la iniciativa
Si un cristiano piensa que ha ofendido a alguien o que le han ofendido, en ambos casos debemos ir a la persona que cometió la ofensa o que se siente ofendida y tratar de solucionarlo. Siempre es nuestra responsabilidad tomar la iniciativa e ir a hablar con la otra persona, no podemos esperar a que vengan a hablar con nosotros:
Mateo 5:23-24
23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
Mateo 18:15-20
15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has
ganado a tu hermano.16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
b. El conocimiento del pecado debe preservarse dentro de un grupo lo más pequeño posible
Ese parece ser el propósito de los pasos de disciplina de Mateo 18:15-17. Cuantas menos personas sepan acerca de un pecado más fácil será la reconciliación con la iglesia, la reputación del hermano que haya caído no sufrirá tanto y tampoco sufrirá más de lo necesario la honra de Cristo y de su iglesia.
c. Las medidas de advertencia deben ser cada vez más severas
Si una amonestación privada no trae resultados, debemos acudir a una reunión en que haya testigos, para que pueda quedar claro qué fue exactamente lo que se hizo y dijo. Puede ser bueno que a esa reunión acudan uno o más líderes de la iglesia o personas reconocidamente maduras, para que puedan discernir con su experiencia exactamente qué es lo que está sucediendo.
1 Tesalonicenses 5:12
12 Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan;
2 Timoteo 4:2
2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Tito 1:13; 2:15; 3:10
13 Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, 15 Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.
10 Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo,
Finalmente, si la situación no se resuelve, el Señor ordena “dilo a la iglesia”
Mateo 18:17
17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.
El hecho de que se especifique la posibilidad de que no oiga a la iglesia, parece dar a entender que la iglesia debe hacerle una amonestación final con la advertencia expresa de que caso de que esta última amonestación no sea atendida el resultado será la excomunión del miembro en situación de pecado impenitente.
Cuando Jesús le da este tipo de orientaciones a la iglesia sobre cómo proceder en casos de disciplina, aprovecha para recordarle a la iglesia que su propia presencia personal y poder estarán detrás de las decisiones que tome la congregación:
Mateo 18:19-20
19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Es importante no olvidar que estas palabras, aunque puedan tener un valor general, fueron pronunciadas pensando en el contexto de una iglesia reunida para tomar medidas disciplinarias.
La persona excomulgada debe saber, junto con el resto de la iglesia para que sirva de advertencia y ejemplo, que esa persona ya no será considerada miembro de la iglesia del Señor y que no podrá participar de la Santa Cena, ya que ésta es símbolo de participar en la comunión del cuerpo:
1 Corintios 10:17
17 Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.
1 Corintios 5:11
11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis.
2 Tesalonicenses 3:6
6 Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.
2 Tesalonicenses 3:14-15
14 Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence.15 Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano.
2 Juan 10-11
10 Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!11 Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.
El objetivo de estas cosas es quebrantar al hermano impenitente por si aún hubiera posibilidad de arrepentimi
ento y no darle ni a él ni a la iglesia la impresión de que aprobamos su conducta desobediente. El hermano que por un falso sentido de la tolerancia o el amor, trata a la persona disciplinada con la misma familiaridad y comunión que tenían antes de la disciplina, desobedece al Señor, privando al disciplinado de su última oportunidad de sentir la vergüenza que lleva al arrepentimiento, contrayendo así una grave responsabilidad delante del Señor por el alma del disciplinado.
La persona disciplinada no debe sentirse odiada o despreciada, pero debe recibir claramente el mensaje de que desaprobamos su conducta, no estamos dispuestos a tolerarla en el seno de la iglesia y mientras dure la excomunión no podemos considerarla como parte del cuerpo de Cristo, al mismo tiempo que mantenemos los brazos abiertos en amor para la posibilidad de que la persona se arrepienta.
d. Siempre debe mantenerse una actitud bíblica por parte de los que disciplinan
Recordemos siempre que es importante realizar la disciplina con humildad, conscientes de nuestra propia debilidad, sabiendo que nosotros mismos podríamos caer en un pecado semejante, y sin comportarnos con la persona disciplinada de forma orgullosa o arrogante:
Gálatas 6:1
1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Cuando una iglesia sustituye el comportamiento bíblico de amor y humildad, por una actitud de superioridad farisaica, aleja al pecador del arrepentimiento y vuelve el juicio de Dios sobre sí misma.
e. ¿Qué pasa si la disciplinada es aceptada y la persona se arrepiente públicamente?
Tan pronto como haya arrepentimiento público la iglesia debe recibir de corazón al arrepentido a la comunión de la iglesia:
2 Corintios 2:7-8
7 así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza.8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él.
2 Corintios 7:8-11
8 Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó.9 Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte.10 Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.11 Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto.
Mateo 18:21-22
21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
Este último pasaje viene justo a continuación del proceso de disciplina, y precede a la parábola de los dos deudores en la que también se enfatiza la necesidad de perdonar. Estas enseñanzas son complementarias, debemos perdonar como individuos de todo corazón, sin guardar rencor, pero al mismo tiempo, con mucha prudencia, siempre que la situación lo demande, podemos ejercer la disciplina eclesiástica, por el bien de la persona que está en pecado, por el bien de la iglesia, por la honra de Cristo y porque la Palabra del Señor así nos lo ordena.
f. ¿Y si, por el contrario, la disciplina es rechazada y no llega a producir ningún resultado?
Finalmente, recordemos con temor santo, que una persona que ha estado congregándose con nosotros, ha disfrutado de la comunión de la iglesia en el Espíritu Santo, ha recibido el conocimiento de la verdad y experimentado el poder de Dios en la vida de sus santos, y a pesar de todo persiste en el pecado dando la espalda a la cruz de Cristo, se coloca a sí misma en una situación mil veces peor que la de un incrédulo que nunca ha tenido oportunidad de recibir el mensaje del evangelio:
Hebreos 6.4-8
4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio. 7 Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; 8 pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.
Hebreos 10.26-31
26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
Fuente: http://www.ibao.es/
Usado con permiso, 2009
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