En el artículo anterior vimos las dos primeras fases del ciclo de la respuesta sexual: la fase de excitación o deseo y la fase de meseta. En esta entrega nos toca analizar las otras dos fases del ciclo de la respuesta sexual: la fase del orgasmo y la fase de la resolución.
Las palabras claves en la Biblia que describen el modelo de matrimonio de Dios y que indican claramente que Dios tenia en mente desde el principio que los esposos disfrutaran del sexo y de la sexualidad, incluyendo el excitarse y el tener orgasmos de manera mutua, son las siguientes: “Por tanto dejara el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer (esposa) y los dos serán una sola carne” (Génesis 2: 24). Fíjense que hay tres verbos en ese pasaje: “dejar”, “unirse” y “ser”. Los que saben hebreo, el idioma en que se escribió el AT., dicen que las palabras “una sola” son las mismas que se usan en Deuteronomio 6: 4: “Jehová nuestro Dios…Uno es”. Jesús confirma que los esposos son “una sola carne” en el modelo de matrimonio de Dios (Mateo 19: 5-6). Y San Pablo dice claramente que los esposos “No pueden negarse (sexualmente) el uno al otro” (1 Corintios 7: 5). De hecho, San Pablo usa unas palabras mas fuertes todavía, al señalar que “El cuerpo de la esposa (la ideal en el original griego es su vagina) no pertenece a ella, sino a su esposo, y el cuerpo del esposo (la idea en el original griego es su pene) no le pertenece, sino a su esposa” (1 Corintios 7: 4). “Una sola carne” tiene otras implicaciones, pero la indicación primaria es sexual, erótica. Los esposos tienen la facultad y la responsabilidad de disfrutarse sexualmente, y entre otras cosas, esta expresión significa darse y provocarse placer erótico o sexual de manera mutua. El pináculo, cima o punto máximo de ese placer erótico o sexual que legítimamente se producen los esposos, es el orgasmo. Dios le concede a los esposos en el matrimonio el privilegio de disfrutar mutuamente del placer del orgasmo. Y en su infinita sabiduría y amor, Dios puso esta capacidad de provocarse y darse placer en los cuerpos físicos de los hombres y de las mujeres.
El orgasmo es la tercera fase en el ciclo de la respuesta sexual. Y los esposos no deben apresurarse a llegar al orgasmo, porque entre otras cosas, los orgasmos duran poco tiempo. Los orgasmos de los humanos solamente duran entre 3 y 8 segundos. La intimidad sexual de los esposos es mucho más disfrutable, cuando ellos le dedican tiempo a las primeras dos fases del ciclo sexual: la excitación y la meseta. La elevación o subida del placer sexual de los orgasmos desciende con rapidez. Los esposos sabios e inteligentes, y con una adecuada salud sexual, dedican más tiempo a sus preámbulos eróticos o sexuales, que a la obsesión posesiva de llegar a la tercera fase del ciclo de su respuesta sexual: el orgasmo. La vida sexual de las parejas en matrimonio contiene mucho más valor e importancia que los 3 a 8 segundos que duran sus orgasmos.
Sabemos que la cultura erotizada donde vivimos sobre-enfatiza la tercera fase del ciclo de la respuesta sexual: el orgasmo. Para empezar debemos decir, que el orgasmo solamente dura de 3 a 8 segundos, aunque algunas mujeres alargan sus orgasmos algunos segundos mas. El componente físico del orgasmo del esposo es su eyaculación o expulsión del semen, con los billones de espermas que contiene cada gota de semen expulsado. Algunos hombres pueden expulsar el semen sin tener o disfrutar la experiencia orgásmica. Esta es una situación en la que los hombres que la tengan deben consultar a su medico para que la corrija. Durante esos 3 a 8 segundos que dura el orgasmo, tanto la esposa como el esposo pierden la noción del tiempo y del espacio. Hay una “descarga eléctrica” emanada de los centros placenteros del cerebro, que invade todo el cuerpo, pero especialmente las regiones pélvicas. La tensión sexual se eleva a su máxima capacidad, aumentan las pulsaciones del corazón y por tanto la respiración. Al liberarse la tensión sexual en el pináculo del orgasmo, los esposos sienten en sus cuerpos una sensación de profundo placer. El orgasmo es una experiencia espiritual y psico-física productora de placer. La esposa experimenta su orgasmo como “contracciones y pulsaciones” placenteras en sus áreas pélvicas. La experiencia placentera en el área espiritual, emocional y psico-física del orgasmo contiene la misma cualidad tanto en el esposo como en la esposa, con la excepción de la eyaculación en el hombre.
La cuarta fase del ciclo de la respuesta sexual es la resolución. Al producirse el orgasmo, los cuerpos del esposo y la esposa retornan a sus estados normales de tensión y estrés. Todo hombre, al eyacular, es decir, al tener sus orgasmos y liberar su tensión sexual, entra en un periodo “refractario” de descanso o caída sexual. En otras palabras, el pene pierde rigidez, y la erección se “cae” hasta el punto que el hombre no es capaz de penetrar la vagina de la esposa (tener coito) inmediatamente. Para que el hombre pueda tener otros orgasmos plenos, tiene que empezar de nuevo las fases del ciclo de la respuesta sexual por la primera: la fase de excitación o deseo. A un hombre joven y saludable, le toma menos tiempo recuperar la caída normal y natural de su pene, que a un hombre de edad o con problemas de salud. El periodo “refractario” de los varones adolescentes y hasta los 25 años de edad es breve.
Biológicamente, la mujer tiene la capacidad dada por Dios para ser multi-orgásmica. Las esposas tienen las condiciones físicas, si las condiciones espirituales, mentales y emocionales están presentes, para mantenerse en la fase de meseta después de tener varios orgasmos. En un mismo acto sexual, a diferencia de su esposo, la esposa no tiene que empezar por la primera fase del ciclo de la respuesta sexual para disfrutar de varios orgasmos. Por lo contrario, ella tiene la capacidad biológica de seguir en la fase de meseta mientras disfruta de varios orgasmos en un mismo acto sexual con su esposo. Eso es lo que significa que la mujer es multi-orgásmica.
El componente principal en el modelo del matrimonio de Dios es que los esposos llegan “ser una sola carne”. Y el momento cumbre de la esposa y el esposo al “ser una sola carne” es cuando tienen sus orgasmos. Como tanto la esposa como el esposo tienen la capacidad dada por Dios para tener orgasmos, y los orgasmos no son absolutamente necesarios para procrear, es claro que Dios nos dio la capacidad de orgasmos para disfrutar del placer que estos producen. Es un placer que dura poco: de 3 a 8 segundos, pero es un placer bueno y que los esposos deben disfrutar. Además, el placer del orgasmo sexual tiene un contenido espiritual, no meramente físico. El esposo y la esposa pierden la noción del tiempo y del espacio durante sus orgasmos. Y Dios, el creador de la capacidad orgásmica, existe fuera del tiempo y del espacio. Entonces, cuando los esposos disfrutan de sus orgasmos están bien cerca de su Dios. Las palabras que los esposos digan en estos momentos orgásmicos, cuando ellos están fuera del tiempo y del espacio, deben ser palabras de gratitud al creador de sus orgasmos: Dios.
Créditos: Héctor y Clemencia Zorrilla son esposos, padres, pastores, psicólogos, conferencistas y escritores. Su seminario mas solicitado es: “Seminario Como Disfrutar la Sexualidad en el Matrimonio”. Ellos producen el programa radial y de TV “Que vivan los matrimonios”, y viajan con frecuencia invitados para dar charlas, seminarios, talleres, conferencias, retiros, sobre temas matrimoniales, familiares y de liderazgo. El último libro de su autoría publicado por Editorial Excelencia es “Recetas para Enriquecer tu Matrimonio: Cómo mantener las llamas del Amor”.
Pueden ser contactados a través de su página en Internet: www.MisionParaVivir.org
o este sitio: http://www.semanahispanadelmatrimonio.com/
o por email: hector.zorrilla@misionparavivir.org
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