Zambúllete sin miedo
No puedo negar que estoy sumergido en la cultura de querer ver respuestas inmediatas a mis peticiones. Me incomoda el tener que esperar varios minutos por la oferta que pedí en el mostrador del “fast food”. Me impacienta que el semáforo no cambie de rojo a verde. Ni hablar cuando la conexión de Internet de la casa se tranca para imposibilitar el acceso al “e-mail” o el “facebook”. Es frustrante admitirlo, pero es cierto. Vivimos al desespero total en medio de una tentación que cada vez más nos aleja del sacrificio y el esfuerzo de dedicar tiempo a las cosas. En el ministerio juvenil hacemos muchas cosas con el fin de tenerles entusiasmados con cada actividad y embeleco que se nos ocurra. Sin embargo, me salta a la mente una pregunta de manera sutil y hasta veces un tanto silenciosa; ¿será que preferimos ser superficiales en vez de profundizar? Será que es mejor que nos den la clave y/o la fórmula sin pasar el mayor tipo de esfuerzo y sacrificio de poder conocer mis limitaciones y necesidades. Creo que en general, no nos gusta sacar espacios de reflexión que nos inviten a autoevaluarnos en temor a percatarnos de nuestra realidad que podemos ser demasiado llanos en nuestro trabajo ministerial. Les hablo con la humildad de reconocer que he sido parte de ese grupo que no desea ser confrontado con la realidad de tener que ser repensarse en como hago el trabajo ministerial con cada joven que se acerca a nuestras reuniones. Además es más desafiante aún cuando ese chico tiene expectativas de un trato real más allá de verles como un número más de un “resultado exitoso” de nuestros ministerios juveniles.
En un momento dado, Jesús se encontraba junto a sus discípulos en el Lago de Genesaret enseñándoles, mientras ellos ya habían lavado las redes luego de un día de pesca. Ese proceso era el que se hacía luego de terminar con las tareas del día. Sin embargo, Jesús le dijo a Simón: “Boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar.” (Lc 5:4). Lo que me llama la atención es la palabra del griego que se utiliza para boga. La misma responde a badsós que quiere decir profundidad, extensión y misterio. Es genial como luego de un tiempo de enseñanza, el Maestro invita a sus seguidores a rehacer lo que se había intentado toda la mañana con el interés a que fueran más allá de lo inmediato y evidente. Era una invitación a extender su campo de trabajo y no reducirlo a un solo espacio. Se trataba de llevarlos al desafío de enfrentar lo misterioso que no es observado a simple vista y que requiere que nos sumerjamos en las profundidades de lo que hemos intentado de manera superficial o ligera. De la misma manera, me parece de igual importancia la respuesta de Simón cuando le comenta “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado, pero en tu palabra echaré la red”. A pesar que pareciera que Simón se estuviese quejando, me es maravilloso saber como responde con sinceridad la frustración de no haber podido pescar. Entiendo que esto nos lleva a mirarnos en el espejo de la realidad de nuestros temores. Hay ocasiones que simplemente estamos a punto de colgar los guantes por que no hemos podido pescar.
No podemos olvidar que detrás de todo este pasaje, hay un sentido directo de hablar sobre el discipulado cristiano. El autor de Lucas nos invita a que es importante a buscar otra vez en lo profundo para encontrar aquello que tanto hemos estado añorando. Nuestro objetivo como líderes de jóvenes debe responder a que los que participan de nuestras actividades y reuniones se encuentren con un espacio de aceptación que les lleve a una reflexión sobre quienes son, como pueden servir y para qué somos iglesia. Eso no se puede hacer en una actividad. Cada una de estas cosas requiere tiempo y pensamiento. No pretendo decir cual es la forma exacta en como hacer las cosas. Sin embargo, entiendo que es necesario que hagamos un esfuerzo de sumergirnos a las profundidades de aquello que nos ha atemorizado por que nos sentimos inseguros ante nuestra fragilidad y tanto misterio por descubrir. Creo que el móvil que más nos debe allegarnos a cada punto de planificación del ministerio juvenil es el amor y la pasión por verles crecer. Para ello, también tenemos que reconocer que nosotros de la misma forma, debemos crecer. En 1Jn 4:18 podemos ver que “en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”. Es ese sentido de amor por los chicos lo que nos lleva a repensarnos juntos sin temor a ser confrontados con nuestras áreas de necesidad.
Hay por lo menos cuatro aspectos que me parecen importantes cuando vamos a considerar el trabajo ministerial con los adolescentes y jóvenes de nuestros grupos. Se que en la mente de cada uno de los chicos hay todo un mar de posibilidades y para eso pareciera que debamos convertirnos en buzos y adentrarnos en las profundidades de sus corazones para ver de primera mano sus necesidades. Entiendo que para profundizar en nuestro trabajo con ellos debemos reflexionar en lo que recomiendan los conocedores del buceo. Estos señalan que debemos tener lo siguiente: conocimientos apropiados, destrezas adecuadas, equipo de calidad y experiencia. Veámoslo de la siguiente manera:
1. Conocimientos Apropiados – Creemos que es necesario un tiempo donde aquellos que colaboremos en la experiencia ministerial con los adolescentes, partamos a tener un tiempo de investigación que enriquezca la formación ministerial de cada espacio que tengamos. Sin embargo, en ocasiones rayamos en la improvisación y nuestra maña sin darle espacio al conocimiento y al aprendizaje. Como participantes del discipulado cristiano, debemos reconocer que aprender nunca está de más. La educación siempre trae excelentes resultados. Es una inversión en uno mismo. Cuando aprendes algo, lo llevas contigo para toda tu vida. Es importante hacernos como meta como líderes juveniles que siempre debemos aprender y buscar espacios en donde expandir nuestros conocimientos. En la capacitación podemos encontrar a Dios. Recordemos que las preguntas son tan importantes como las respuestas y de esa forma podemos desarrollar nuestro marco de referencia y de esa manera podemos desarrollar propuestas más pertinentes para el trabajo ministerial.
2. Destrezas Adecuadas – No es necesario ser el más gracioso y “cool” para trabajar con chicos y chicas. Necesitamos identificar que tengamos las habilidades idóneas que ayuden en la práctica del ministerio. Es triste cuando pensamos que el ser extrovertido es la cualidad idónea para trabajar con jóvenes. Todos tenemos habilidades especiales, pero necesitamos identificar cuales de ellas son cónsonas con las cosas que queremos hacer. En ocasiones queremos hacer actividades para las cuales no poseemos las destrezas necesarias. Es imposible competir en una carrera de natación de 100 metros si no sabemos nadar. De lo contrario, nos ahogaríamos en el afán de llegar al otro lado. Identifiquemos que habilidades nos pueden ayudar en las gestiones que intentamos desarrollar. No debemos ahogar el ministerio por nuestros caprichos personales. Recordemos que los jóvenes siempre son más importantes que los programas.
3. Equipo de Calidad – Me asombra siempre ver gente que tiene el mejor equipo disponible. Si es muy cierto que a veces no poseemos las mejores destrezas para algunas cosas, eso no quiere decir que hayan otras personas cerca de nosotros que sí las tengan. Es maravilloso poder contar con un gran equipo d
e gente para hacer las cosas. Cuando hay un gran equipo de líderes se pude desarrollar lo que en la física llaman la sinergía. La sinergía es la suma de dos o más causas que cuando se integran su esfuerzo es mayor al de las causas individuales. La suma de gente de calidad siempre dará buenos resultados si podemos conjuntar adecuadamente sus capacidades. No me refiero a que tienen que ser muchos. La idea es calibrar las capacidades y habilidades para un mejor desempeño. Ya hemos oído en varias ocasiones el dicho: “Es mejor tener calidad, que tener cantidad”. Procuremos la calidad por encima de lo que es visible. El crecimiento espiritual no es matemático.
4. Experiencia – Creo que lamentablemente hay una tendencia es desacreditar aquellos que ya han pasado por el camino que intentamos dirigirnos. Debemos comprender que la experiencia de otros en la vida nos puede enseñar mucho con relación a los esfuerzos que intentamos hacer. Al contar con personas “experimentadas” podemos dar pasos seguros y no dar “palos a ciegas”. Es importante reconocer que los consejos de los que ya han transitado por el ministerio juvenil puede aportar muchísimo a nuestro desarrollo y trabajo ministerial. Si no escuchamos de los “viejos” sus experiencias y siempre nos movemos en lo “nuevo” puede que hagamos mucho ruido pero perdamos la esencia del llamado que Dios nos ha hecho. Esas experiencias nos pueden ayudar a ver lados de la moneda que no hemos visto y nos pueden ayudar a considerar los espacios que quizás estemos olvidando. Entiendo que en la voz de los experimentados hay voz de Dios. Recordemos que experimentar a Dios es más importante que enseñar acerca de Él.
La verdad es que es increíble lo que puede suceder cuando entre nuestra prioridad está el “bogar mar adentro”. En ese pasaje, se culmina con la petición de Simón de que otras barcas le ayudaran con la pesca que había logrado. Si algo nos enseña esta porción es que no somos indispensables en esta gestión. Dios nos llama juntos y juntas a ser ministerios de bendición para otros. En el caso de Simon, al ver esto, reconoció de rodillas que era pecador y Jesús le dijo: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres” (Lc 5:10). Reconozcamos nuestras limitaciones y arrodillemos nuestro ego delante del Señor. El fin de nuestra tarea es que los chicos sean discípulos de Él. No tengamos miedo. Zambullámonos como el cuerpo de Cristo que somos. A fin de cuentas, hemos sido llamados a ser pescadores de hombres y mujeres en nuestras calles, escuelas y comunidades. Sé que descubriremos lo que antes no habíamos visto, pero que nos ayudará a entender que hay muchas cosas que podemos repensar en nuestros ministerios juveniles. Echemos el miedo a un lado y atrevámoslo a desarrollar corazones en el temor de Dios. Para eso, es importante profundizar. Ahora… pal’ agua. Nos vemos abajo.
Eliezer Ronda, director de Especialidades Juveniles Puerto Rico
Usado con permiso: http://www.especialidadesjuveniles.com/articulo.asp?id=558&nombre=Articulos
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