¿Es verdad que Mateo 28:19-20 aun
no ha sido cumplido?
(reflexiones sobre la ventana 10-40)
Pregunta:
He escuchado a muchos decir que el mandato de ir y hacer discípulos a todas las naciones aun no se completado. Esta declaración viene de aquellos que promueven la necesidad de evangelizar a los pueblos “no alcanzados” de la ventana 10-40. ¿Es correcto esto?
Respuesta:
En realidad nosotros no vemos en Mateo 28:19-20 (la Gran Comisión) ningún mandato específico de alcanzar a todo individuo sobre toda la faz de la tierra y en todo momento histórico. Es exegéticamente erróneo ver en el pasaje un mandamiento de tal naturaleza. A lo sumo, el mandato es de proclamar el evangelio en todas la naciones y hacer discípulos, y eso ya se viene haciendo. Aquellos que enseñan que todo individuo debe oír el evangelio hacen la conexión con Mateo 24:14, “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Pero este pasaje debe interpretarse a la luz de Apocalipsis 14:6, donde Juan anuncia que durante la tribulación un ángel predicará “el evangelio eterno a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo”. Claro que los que dicen que la Gran Comisión aun no se ha cumplido no creen en una tribulación antes de la Venida de Cristo, sino que sostienen que Cristo vendrá una vez que la Iglesia haya logrado tener poder sobre las naciones. En otras palabras, todo el mundo debe ser cristianizado. A esta tesitura se le conoce como la Teología del Dominio o Dominionismo, y es proclamada por diferentes grupos, algunos de ellos ya infiltrados inteligentemente dentro del evangelicalismo y con gran influencia en el movimiento misionero relacionado con la ventana 10-40.
La ventana 10-40, para beneficio del lector ya que mi respuesta la haré pública sin mencionar su nombre, es el rectángulo geográfico comprendido entre los paralelos 10 y 40 al norte de la línea ecuatorial, abarcando unos 60 países en Africa y Asia con un total de 4,000 millones de habitantes. Las religiones dominantes en estas áreas son el Islam, el Budismo y el Hinduísmo. Se argumenta que esos son los países “inalcanzados” por el evangelio.
En realidad el apelativo de “inalcanzados” o “no evangelizados” es erróneo. Un gran número de países y etnias en el marco de la ventana 10-40 han sido vigorosamente evangelizados en algún momento de la historia, comenzando con la experiencia de Pentecostés. En Hechos 2 se reporta que había en Jerusalén habitantes de muchas naciones, entre ellos, partos, medos, elamitas, y habitantes de Mesopotamia (territorio que hoy comprende a Irak, Irán, parte de Turkmenistán, los Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Afganistán, Pakistán, y Uzbekistán), Egipto y de las regiones de Libia cercanas a Cirene (norte de Africa). Recordemos que estos visitantes convertidos volvieron a sus regiones de residencia y con toda seguridad comenzaron a predicar a Cristo. Un ejemplo de esto lo encontramos en la iglesia de Roma. Ningún apóstol fundó la iglesia de Roma, por lo que es lógico pensar que los habitantes de Roma que asistieron a la fiesta de Pentecostés comenzaron la iglesia. Entre los que escucharon el evangelio en sus propias lenguas también había árabes (territorio: Arabia Saudí, Yemen y Omán).
Turquía es también incluido como un país inalcanzado. Antiguamente era conocido como Asia y fue energéticamente evangelizado en el siglo primero gracias al apóstol Pablo. Las siete iglesias de Apocalipsis estaban el territorio turco moderno. La evidencia de la tradición habla de Tomás yendo a la India a predicar el evangelio para luego morir atravesado por una lanza. El apóstol Andrés, hermano de Pedro, predicó en muchos países asiáticos, según la tradición. Más allá del siglo primero, sabemos que muchos teólogos destacados surgieron de ciudades del norte de Africa en los primeros siglos. ¿Podrá creer usted que Grecia está dentro de la ventana 10-40? ¿No fue Grecia arrasada por el evangelio en el primer siglo y fue cuna de grandes Padres de la Iglesia?
Los habitantes de estos países, con excepción de unos pocos, han rechazado el evangelio de Cristo y han preferido las falsas religiones como el Islam, el Budismo y el Hinduísmo. Para colmo de males persiguen brutalmente a los pocos cristianos en su medio con cárcel, destrucción y muerte. De eso podemos leer en las noticias todos los días.
Mi punto es que llamar “inalcanzados” a estos pueblos es erróneo. Es más, me parece que ellos mismos se han cerrado al evangelio en algún momento de la historia y Dios los ha entregado al error de sus propios caminos. Rechazaron la luz para preferir las tinieblas.
Clarifico que yo soy partidario de enviar misioneros adonde sea posible, pero no apruebo la manipulación de organizaciones misioneras para embarcar financieramente a la iglesia de Cristo. Lo que más me preocupa es la agenda escondida de cierta gente del movimiento misiológico. Hoy, organizaciones misioneras que en el pasado tenían como objetivo presentar el evangelio de Cristo tal como la Biblia manda, han sido infiltrados por movimientos siniestros que persiguen sus propios fines y sostienen teologías aberrantes, sino heréticas.
Me refiero, entre otros, a aquellos que promueven el Dominionismo, teología que podemos sintetizar en tres puntos: 1) Satanás usurpó el dominio del hombre sobre la tierra cuando tentó a Adán. 2) La iglesia es el instrumento de Dios para recuperar el dominio arrebatándolo de las manos de Satanás. 3) Jesús no puede volver hasta que la iglesia tome control (o dominio) de las estructuras sociales, económicas y gubernamentales del planeta. Sus proponentes son astutos y han sabido disfrazar su vocabulario para que se asemeje al de los cristianos bíblicos.
El fallecido Bill Bright, fundador de Campus Crusade for Christ International, y Ralph Winter, fundador del U.S. Center for World Mission, pueden ser contados entre los arquitectos principales del Dominionismo. Enseñaron la teología del Dominio a millares de misioneros que hoy están activos. Entre los líderes contemporáneos encontramos a Peter Wagner, Rick Warren, Cindy Jacobs, algunos personajes de TBN y otros, y aunque todos tienen su diferente ángulo y acercamiento, todos le tiran a lo mismo. Llevar a cabo su plan significa mover mucho dinero. Después de todo no se puede tomar control de las naciones sin poseer un capital considerable. Es por ello que de una forma u otra, estos líderes manejan imperios financieros alimentados por las chequeras de cristianos que no disciernen lo que está detrás de bambalinas. No podemos dejar de mencionar a Luis Bush, quien por alguna razón ha escapado el escrutinio de la ingenua colectividad evangélica (¡oh! creo que el adjetivo despeja la incógnita). Bush sigue siendo parte de la estructura de poder del movimiento. El señor Bush fue quien acuñó la frase publicitaria “Ventana 10/40” para denominar la zona geográfica y diseñar una estrategia misionera con el fin de evangelizar a los pueblos “inalcanzados”. Así fue que vendió su caballo muerto a los evangélicos que firmaron el Manifiesto de Lausana.
Cuando usted escucha términos o títulos como “Nueva Reforma Apostólica”, “Guerra espiritual territorial”, “Joel’s Army”, “Transformational Covenant”, “Transform World”, “señales y milagros”, etc., puede estar seguro de que hay gato encerrado. Gracias a un proceso de ósmosis, términos como “avivamiento”, “reino de Dios” y “evangelio del reino”, acarrean hoy significados contaminados por el Dominionismo.
El movimiento misionero mundial no sólo ha sido infiltrado por la teología del Dominio. Los líderes de la izquierda evangélica (Tom Sine, Ron Sider, Jim Wallis y otros) vienen coqueteando con las fuerzas misioneras por un largo tiempo. Su agenda es erradicar la pobreza del mundo. Su influencia puede ser detectada en la promoción de la ventana 10-40, la cual expresa que una de las razones para evangelizar a estas naciones es que el índice de pobreza es alarmante comparado con otras naciones. La verdad es que no entendemos cómo la pobreza puede ser citada como una razón para resaltar la urgencia de la evangelización. Entiendo que existe una relación proporcional, en algunos casos, entre la religión predominante y la situación económica de una nación, pero la prioridad del evangelista debe ser predicar el arrepentimiento y la sangre de Cristo. Erradicar la pobreza puede ser un fin altruísta en sí, pero cuando rascamos la superficie encontramos la teología liberal y su abortivo, la teología de la liberación, tratando de avanzar su agenda socialista. En el caso de Rick Warren y Co., la caridad es una fachada promocional que sirve para dotar al dominionismo de la mejor publicidad internacional posible.
A estas alturas ya duele ver cómo el movimiento misionero internacional ha sido influenciado “por algunos hombres que han entrado encubiertamente” (Jud. 4), ya sean dominionistas, liberales, u hombres que se mueven en el campo misionero para buscar sustento y ganancias personales, desde los simples misioneros que aprovechan la oportunidad para escapar de su propia inseguridad económica hasta ciertos líderes que parasitan en el campo de la misiología. Cansa también ver a sus teólogos competir y criticar sus propios modelos entre ellos, cuando el evangelio es tan sencillo.
La palabra de Dios nunca habla de propagar el reino de Dios mediante alianzas con gobiernos, bancos y organizaciones de caridad (al estilo Rick Warren), ni mediante la cristianización de todo el mundo por medio de apóstoles y profetas que tomarán control de las naciones para que así Cristo pueda regresar. ¡Qué arrogancia más blasfema! El Evangelio de la Salvación es por fe en Jesucristo y su sangre vertida en la cruz. El énfasis está en el arrepentimiento y la conversión individual de las almas. El reino de Dios en esta era es espiritual y crece por medio de los esfuerzos evangelísticos basados en la Biblia. El Reino de Dios físico sera plasmado luego del retorno de Cristo, cuando el reinará sobre toda la tierra (Lc. 17:20-24).
Mi estimado hermano, quizá me haya extendido más allá del alcance de su pregunta, pero consideré necesario puntualizar estas cosas que pueden ayudarle a comprender el cuadro grande. La crisis del movimiento misionero no es más que una de las facetas de la crisis general que sufre el evangelicalismo moderno.
Dios le bendiga.
Pablo Santomauro
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