Joel Osteen: Lo Negativo del Pensamiento Positivo
Enseñar una clase de Biblia en mitad de semana tiene sus riesgos para el maestro. Uno de ellos surge del hecho de que la clase tiene menos asistentes que un culto dominical, el ambiente es más relajado y nunca falta quien levante la mano para hacer una pregunta durante el estudio, a pesar de que se ha anunciado que las preguntas deben hacerse al final. Es aun peor cuando la pregunta o la interrupción viene en forma de desafío. Este fue el caso que me ocurrió a principios de año. Yo advertí acerca del peligro en las enseñanzas de Joel Osteen y una dama interrumpió para decir que ella estaba leyendo el libro de Osteen “Su Mejor Vida Ahora”, el cual le venía pareciendo maravilloso porque le ayudaba a ver la vida en forma positiva y optimista.
Aclaro que no tengo nada contra la idea de ser optimista. Mi problema es con la persona que predica o promueve optimismo y nada más. Ese es el caso de Joel Osteen, cuyo cristianismo es conocido como “liviano” o “light”. Su mensaje puede resumirse en cinco palabras: “No te preocupes, sé feliz”. Osteen deja de lado muchísima enseñanza bíblica que nos habla del aspecto triste y negativo de la vida en este mundo. El mensaje de Osteen nos puede parecer bien cuando somos jóvenes, tenemos salud y todo marcha bien. La dama del estudio bíblico se encontró con una respuesta nuestra que no esperaba. La semana anterior se había quejado en público de su situación en el trabajo. Su supervisora la trataba mal, sus compañeras la acosaban, no le daban los fines de semana libre y la paga era mediocre. A través de su letanía había mostrado que ella no estaba preparada para lidiar con el lado negativo de la vida, y yo no pude más que recordárselo. Este es el lado negativo del pensamiento positivo de predicadores como Osteen. No preparan a la persona para confrontarse con las vicisitudes de la vida.
Mi respuesta fue sencilla, aunque reconozco que algo irónica. Le dije que aplicara las propias enseñanzas de Osteen para solucionar su problema, i.e., que pensara pensamientos positivos acerca de su trabajo y sus problemas. Después de todo, el mismo Osteen ha declarado que este tipo de pensamientos le ha servido hasta para encontrar estacionamiento, asientos de preferencia en los aviones y ubicación rápida y conveniente en restaurantes llenos de gente. Sus libros promueven lo mismo, pensar cosas felices y positivas para obtener lo que deseamos en la vida.
Acabo de escribir estas líneas cuando para mi sorpresa recibo otra crítica, bastante agria esta vez, acerca de un artículo sobre Osteen publicado en el blog del Pastor Daniel Brito:
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El vitriólico comentario proviene de una dama en Colombia, ofendida porque le tocaron al hombre cuyos sermones “han sido de bendición en su vida”. Aparentemente a nuestra dama se le acabaron los pensamientos positivos cuando comenzó a escribir su crítica.
Yo he encontrado que los seguidores de Joel Osteen, ya sea sus televidentes o los lectores de sus libros, son gente cuya actitud puede ser marcadamente agresiva cuando alguien les pincha la burbuja de su idea de que pueden crear su propia realidad con pensamientos positivos. Por lo general se trata de gente tremendamente ignorante de la Biblia.
La ignorancia bíblica de los admiradores de Osteen, y por qué no de Rick Warren, Robert Schuller y los falsos maestros de TBN, no es más que una consecuencia de lo que están recibiendo. Osteen, por ejemplo, si menciona dos versos bíblicos en sus sermones es mucho. En sus libros podremos encontrar uno cada 25 páginas, y generalmente citados de versiones bíblicas sospechosas, cortados por la mitad porque por lo general la otra mitad enseña exactamente lo opuesto de lo que Osteen expondrá a continuación, y si no es así, por lo regular el verso es interpretado como se le da la gana. Curiosamente, nunca lo hemos escuchado hacer una oración pidiendo por la guía de Espíritu Santo antes de sus charlas (por llamarlas de alguna manera). Osteen comienza sus predicaciones con un mantra que todo el estadio parlotea junto con él mientras levanta una Biblia que nunca abrirá. Este es el mantra:
“Esta es mi Biblia. Yo soy lo que ella dice que soy. Yo tengo lo que dice que yo tengo, yo puedo hacer lo que ella dice que puedo hacer. Hoy se me enseñará la Palabra de Dios. Yo osadamente confieso: mi mente está alerta y mi corazón receptivo. Nunca seré el mismo. Voy a recibir la incorruptible, indestructible, siempre viva semilla de la Palabra de Dios, Yo nunca seré el mismo – ¡nunca, nunca, nunca! Nunca volveré a ser el mismo, en el nombre de Jesús, Amén”.
Si esto es una oración cuesta discernirlo. Más bien parece un mantra motivacional de los recitados en las conferencias de la Nueva Era para ejecutivos y empleados de los grandes consorcios. Y si es una oración, es condenada por Cristo mismo como una oración repetitiva digna de los hipócritas (Mt. 6:7). Pero lo irónico es, reitero, que la Biblia no se abre en sus cultos. De ahí la ignorancia doctrinal de sus seguidores, quienes han creído en la falsa noción de que sonriendo todo el tiempo y pensado positivamente van a crear su propia realidad.
Lo negativo de todo esto es que:
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Las grandes masas que siguen a Osteen no tienen el fundamento doctrinal y el conocimiento de Dios sumamente necesario para tratar con los reveses de la vida, un cáncer, la pérdida de un ser querido, un revés económico, etc.
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Son lo que popularmente se conoce como “calienta bancas”. Usted nunca los verá envueltos en el servicio a Cristo en una iglesia de sana doctrina.
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Estos seguidores no pueden ser ni la sal de la tierra ni la luz del mundo porque no conocen el verdadero evangelio de Cristo, y por ende, no pueden articularlo frente al incrédulo. Son nubes sin agua y sin un potencial evangelizador efectivo.
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Son totalmente inútiles en el aspecto apologético. Ante un desafío a la fe cristiana no tienen respuestas racionales para ofrecer.
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Son, por lo tanto, siervos inútiles cuya profesión de fe es altamente cuestionable.
Por un tiempo me resistí a creer lo que otros han dicho, o sea que predicadores como Osteen, Rick Warren y los lobos de TBN son seguidos por muchos pero no porque estos sean instrumentos de Dios, sino que en realidad son instrumentos del juicio de Dios sobre su pueblo por haber abandonado sus caminos. Confieso que hoy me inclino a esa posición. Comúnmente tenemos la tendencia a asociar el juicio de Dios con catástrofes sin reparar que también es una catástrofe cuando Dios entrega a la gente a sus propios caminos (Ro. 1:24,26). Jeremías lo puso de esta forma:
“Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. (Jer. 2:12-13)”.
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