Cremación
¿Compatible con el cristianismo?
La pregunta del título me fue planteada recientemente en una amigable conversación. Yo contesté que había suficiente información en la red acerca del tema, pero la persona insistió en conocer mi opinión. Es cierto, en cierta forma rehúyo tocar el tema porque mi posición respecto a la manera de disponer del cuerpo de un ser querido puede conflictuar con el pensamiento moderno que se ha filtrado en nuestras iglesias. Existe una especie de liberalismo aun en las iglesias evangélicas. Me refiero a la tendencia a trivializar ciertos temas. Es muy popular en círculos cristianos decir que no importa si luego de la muerte somos incinerados o sepultados, ya que Dios no tendrá problemas en recrear nuestros cuerpos el día de la resurrección. Esto es cierto, pero lamentablemente, este razonamiento crea un equivalente ético entre ambos procedimientos, lo que no es correcto, desvaloriza el decoro atribuido por Dios al cuerpo humano, y además erra el punto en discusión.
Esta liviandad respecto a este tema relacionado con la muerte es producto del razonamiento humanístico y la permisividad de la sociedad moderna ante el avance de otras culturas caracterizadas por una oposición, pasiva o activa, a los valores y tradiciones en el mundo occidental . En las iglesias evangélicas ha prosperado debido a una pobre comprensión de los principios bíblicos y el desconocimiento de la historia de la Iglesia, así como la ignorancia del simbolismo detrás del método funerario.
Si somos honestos reconoceremos que la cremación, i.e., la reducción a cenizas de un cuerpo humano, es la excepción y no la regla en el registro bíblico. Las veces que la Biblia reporta instancias donde la cremación sucede, se recomienda, o es producto de un mandato, siempre es cualificada por circunstancias especiales. Ejemplos:
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Saúl y sus tres hijos: los cuerpos fueron incinerados por los israelitas para evitar que fuesen profanados por los filisteos (1 S. 31:12)
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Suicidio de Zimri, quien prendió fuego a su casa y se quemó junto con ella (1 R. 16:18)
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El rey Manasés pasó a su hijo por fuego como los paganos (2 R. 21:6)
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El rey Josías mata a los sacerdotes paganos y quema sus huesos sobre los altares paganos como parte de su campaña contra la idolatría (2 R. 23:1620)
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Mandamientos de pasar a la gente por fuego como muestra del juicio de Dios sobre la vileza: Levítico 20:14; 21:9; Josué 7:15; etc. La quema de los cuerpos era señal de la ira y el juicio de Dios sobre los transgresores. En el libro de Amós 2:1-2, Dios considera la quema de huesos como una transgresión.
Sumado a lo anterior, es obvio para el que lee la Escritura que, salvo circunstancias especiales, la tumba es el destino final del cuerpo de los que mueren (hasta el día de la resurrección). Los ejemplos bíblicos abundan y no es nuestra intención adentrarlos en un bosque de versículos.
La sepultura del cuerpo, además, tiene un simbolismo significativo en la Biblia, especialmente relacionado con el nuevo nacimiento, el bautismo y la resurrección (Ro. 6:4; Col. 2:12; Mt. 27:52-53, Jn: 5:28; 1 Co. 15:35-38).
La Iglesia a través de la historia siempre estuvo en contra de la cremación y enseñó que la sepultura era el método cristiano, en claro rechazo al método de cremación predominante en el imperio romano. Es por demás sugestivo que la cremación ha sido históricamente relacionada con las creencias paganas que rechazaban la resurrection del cuerpo.
Las naciones paganas siempre han usado el fuego para quemar los cuerpos de sus occisos. Algunos pensaban que mediante la cremación el espíritu del muerto era liberado. Otros usaban el método como parte su adoración al fuego, y otros como los hindúes, lo usan como una ayuda para la reencarnación, culminando con la dispersión de las cenizas en el Ganges.
En el mundo occidental civilizado la cremación fue introducida por primera vez en el siglo 19, y precisamente por individuos con un marcado sesgo anticristiano que promovían las ideas y creencias orientales, principalmente la filosofía hindú.
Luego de analizar la información relacionada con el contexto bíblico, la historia de la Iglesia, y las costumbres y creencias paganas, yo creo que la inferencia es que existe entre ambos métodos funerarios una línea de demarcación que separa el pensamiento cristiano del pagano.
Podré parecer dogmático en el tema, pero creo que mi posición, i.e., recomendar el sepulcro antes que el horno de fuego, es la que más se ajusta a la honorabilidad que la Biblia le adjudica al cuerpo. En el cristiano, esa dignidad es aumentada porque el cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y si bien éste se ausenta en el momento de la muerte, la cremación es una profanación de ex-templo. Desde el punto de vista secular, suponiendo que yo no fuera cristiano, igual consideraría la cremación como una falta de respeto hacia mis seres queridos. <>
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