Domingo de Resurrección: no gran cosa para los Adventistas
Es triste comprobar como el legalismo esclaviza y roba el gozo a los creyentes de diversas maneras. Una página oficial de los Adventistas del Séptimo Día (1) nos recuerda que si bien la resurrección fue de enorme importancia para la iglesia apostólica, ningún esfuerzo fue hecho para marcar la fecha exacta, con excepción de que ocurrió el primer día de la semana. El artículo señala que en los escritos apostólicos no existe ninguna sugerencia de que esto hubiera creado un nuevo día sagrado. Por supuesto que en la diatriba adventista no podía faltar la consabida afirmación de que la Biblia sólo menciona un día sagrado, el sábado, el cual nunca fue suspendido. Es por esta razón, dice el artículo, que los adventistas observan únicamente el sábado como día santo.
El artículo continúa machacando la idea de que la iglesia apostólica nunca puso atención ni al nacimiento de Cristo ni a su resurrección. Ninguno de estos días fue celebrado por los cristianos primitivos, afirma el comunicado, por lo tanto si deseamos seguir el modelo de los primeros cristianos debemos seguir el reporte del Nuevo Testamento. El artículo lee textualmente:
“De acuerdo con la información, no obstante la resurrección de Jesús es un evento histórico de gran importancia, no tenemos ningún precedente bíblico para hacer de este día una celebración especial. Esto vino siglos después en la historia cristiana. Por esta razón los Adventistas del Séptimo Día nunca han prestado a la Pascua la atención que otras iglesias le dan. Nuestro interés es retornar a las prácticas de fe de la iglesia primitiva”.
En realidad es triste ver como los Adventistas y otros cristianos mal orientados se inclinan a no celebrar el Domingo de Resurrección. Ríos de tinta han sido derramados para justificar esta posición. Nuestra respuesta es : ¡Vergüenza debería darles sepultar el evento mayor del cristianismo bajo toneladas de excusas sin valor! Hasta llegan a decir que el Domingo de Gloria deriva de una celebración pagana y que tuvo su origen en el Concilio de Nicea (325 d.C.).
La verdad es que la celebración del Domingo Santo fue una costumbre anterior a Nicea. Al menos doce autores cristianos mencionaron la necesidad de observar el magno día antes del cuarto siglo, entre ellos Teófilo de Cesarea, Melito de Sardis, Irineo, Tertuliano, Polícrates de Efeso, Hipólito obispo de Portus, y muchos otros. Por más nombres y fechas, ver (2). La fecha exacta fue motivo de controversia, pero ésta fue resuelta permitiendo que las iglesias de occidente y oriente observaran cada una sus correspondientes fechas. Es significativo, además, que no exista un solo documento de los padres apostólicos que hable contra la celebración del Día de Resurrección o que le reste importancia.
En el análisis final, es inconcebible que gente que se llaman a sí mismos cristianos, por cuya salvación Cristo murió y resucitó, socaven la importancia de la Resurrección de Cristo por motivos absurdos, y en el caso de los Adventistas aun peor, porque ésta no ocurrió un sábado. Estamos ante el peor caso de obstinación doctrinal jamás visto. Estas cosas suceden cuando denominaciones enteras caen bajo el dominio de hombres que imponen el temor sobre sus miembros, junto con el yugo de esclavitud que es contrario a la fe cristiana.
Para estos dictadores que se enseñorean de los fieles, nuestra fe cristiana es peligrosa porque trae libertad. Al decir de Alexander Brooks, la resurrección roba a la muerte de la última palabra. La muerte ya no es el final. Los poderes de esta tierra y las potestades del aire son desnudados y denunciados como lo que son, débiles instrumentos de intimidación. La fórmula liberadora de la resurrección convierte toda amenaza de esta vida en un tigre de papel:
1. Si hay resurrección, la muerte no es el final.
2. Si la muerte no es el final, el miedo a morir no puede coaccionar nuestra conciencia en las cosas esenciales de la vida.
3. Si nuestra conciencia no puede ser coaccionada por el miedo a la muerte,
4. El yugo del sistema mundial y de la maldición sobre la raza se rompe, y la verdad nos ha hecho libres.
Celebremos, hermanos, con más gozo e ímpetu que nunca, a viva voz, la Resurrección de nuestro gran Dios y Salvador, el mismo que dijo: Porque yo vivo, vosotros también viviréis. <>
fuentes:
1) http://biblicalresearch.gc.adventist.org/documents/easter.htm
2) http://www.biblequery.org/Experience/Holidays/ChristiansAndEaster.htm
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