El estado del alma entre la muerte y la resurrección
– una discusión doctrinal
Un amable lector nos ha escrito para plantear su desacuerdo con nuestra posición doctrinal sobre el estado del alma entre la muerte y la resurrección. Sobre el final de su misiva, el lector expresa su deseo de que su opinión sea aceptada, y efectivamente, creemos que así debe ser. Hemos considerado que el contenido de su escrito es lo suficientemente interesante como para responder a sus proposiciones en este artículo por separado. A continuación presentamos las partes más importantes de su misiva.
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Hola a todos..!!
Sr. Pablo, quiero aclarar lo que mi punto de vista dice con respecto a ese versículo que Ud. cita:
“Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.” (2 Co.5:6-8). Si uno lee bien, el versículo dice: “entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor”, lo dice literalmente, es decir, “no estamos ahora con el Señor”, “todavía”; no veo que el apóstol Pablo quiera hablar de la condición de la naturaleza humana ….
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Estimado Hermano:
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Estamos de acuerdo que en este versículo Pablo no está hablando de la naturaleza humana, aunque en versículos anteriores, incluyendo el capítulo 4, sí habla del aspecto perecedero de nuestro cuerpo terrenal. De acuerdo con nuestra interpretación, además, el traslado del alma o espíritu al cielo implica un perfeccionamiento de este componente del ser humano. Más adelante lo explico.
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… sino de la realidad del presente: que al estar vivos (“entre tanto que estamos en el cuerpo”) no estamos con el Señor, es decir, en su presencia (porque “estamos ausentes del Señor”), ya que Cristo, al morir y resucitar, lo hizo en forma humana (en carne y hueso: Mt. 28:9 “abrazaron sus pies” -lo tocaron, por esto espíritu no era-; Hch. 1:3 “se prensentó vivo con muchas pruebas indubitables”; Jn. 20:20, 24-28 “les mostró las manos y el costado”, “él (Tomás) les dijo: si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré”, “luego dijo (Jesús) a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”; Lc. 24:36-43 “espantados y atemorizados, pensaban que veían un espíritu”, “entonces le dieron parte de un pez asado, y un panel de miel. Y él lo tomó y comió delante de ellos”, “Mirad mis manos y mis pies, que yo soy; palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.”
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No vemos aquí ninguna relación con el tema del estado del alma inmediatamente después de la muerte. Los versos que usted provee (los anteriores y los que siguen) son los mismos que nosotros citamos para demostrar que Jesucristo resucitó en su propio cuerpo, no hay desacuerdo en ello. Pero vuelvo a indicar que en ninguna manera pueden ser usados para enseñar que el hombre pasa a dormir en el momento de la muerte y queda suspendido en un estado inconsciente hasta la venida de Cristo. Su esfuerzo por enfatizar la resurrección corporal de Jesús en ninguna forma prueba que no existe un estado intermedio entre la muerte y la resurrección. Los cristianos de doctrina ortodoxa vemos la resurrección de los que murieron en Cristo como la unión de un alma perfeccionada ya presente en los cielos y un cuerpo material que Dios levanta de la tumba o donde se encuentre. A decir verdad, el mismo pasaje que usted cita más adelante, 1 Tes. 4:13-17, expresa que “traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él”. La frase no tendría ningún sentido si la doctrina adventista que equipara “alma” con “ser humano” fuera correcta. La preguntas indicadas aquí serían: ¿A quienes traerá Jesús? ¿De donde los traerá”. Es obvio que el pasaje habla de las almas (el componente inmaterial del hombre) que están “presentes al Señor” en los cielos.
Por estos textos podemos ver que a lo que Pablo se refiere con “más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” se está refiriendo al momento de estar con Cristo y no a su condición o naturaleza humana; es decir, Pablo tiene tantos deseos de estar con Cristo, que preferiría “llegar a ese momento, quizás sin ver la muerte” (estar ausentes del cuerpo -ya que él sabe que hasta que no regrese Cristo no seremos transformados) para estar con Jesús, es decir, literalmente en su presencia (lo que no me dice este texto es “cuándo”, por lo que si uno mira el contexto de la Biblia, de todos los versículos que hemos leído recién, Pablo se refiere al momento del regreso de Jesús, ya que sólo en ese momento seremos transformados y resucitados para poder estar con él en persona, pues sólo en ése momento Cristo se presentará en persona (He. 9:28 dice literalmente: “aparecerá por segunda vez”, este texto me muestra que Cristo vino sólo una vez a la tierra y se fue y volverá!).
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Lo suyo es especulación. Decir que Pablo está deseando llegar al momento de estar en la presencia de Cristo “quizá sin ver la muerte” es una violación flagrante del pensamiento de Pablo, quien expresa en otro pasaje que la disyuntiva es entre morir y seguir viviendo (Fil. 1:20-21). Debido a que su capacidad de análisis está confinada entre los límites de la doctrina adventista del sueño del alma, usted no puede ver que la transformación de nuestro ser comienza en el momento de la muerte. La primera etapa toma lugar cuando el alma, no el cuerpo, es perfeccionada:
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Hebreos 12:22-24
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“sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.
La selección de los tiempos de conjugación del autor y su uso de nombres sin los artículos definidos muestra que, según los gramáticos, el autor de Hebreos es un experto en el idioma griego. El uso del tiempo presente perfecto indica que los creyentes ya son ciudadanos celestiales y gozan del compañerismo de las almas que ya están en el cielo. El tiempo de conjugación no deja dudas de que es en el momento de la conversión cuando los creyentes son hechos ciudadanos celestiales. No hay forma posible de distorsionar este pasaje para hacerlo decir que se refiere al momento luego de la resurrección.
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En esta gloriosa descripción, vemos que las almas de los creyentes no necesitan esperar al día de la resurrección para ser perfeccionadas. Ya son perfectas desde que están en la presencia de Dios en la Nueva Jerusalén. La escena es la siguiente: los santos de la tierra se unen en adoración con los millares de ángeles y los espíritus sin cuerpo de los santos que han partido. Este pasaje es prueba indisputable de que las almas de los creyentes fallecidos no están durmiendo ni inconcientes, sino que son perfectas. Sólo están esperando por la perfección del cue
rpo.
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Ahora quiero presentar Bibliografía que muestra claramente una interpretación más clara de los versículos bíblicos en su contexto general del capítulo de 2 Co. 5 y del contexto general de la Biblia:
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“Vestidos, desnudos, revestidos, presentes y ausentes:
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a) Vestidos, desnudos y revestidos: 2 Co. 5:1-4: El apóstol se refiere figuradamente a la vida actual (el vestido), a la muerte (desnudo), y a la transformación final o glorificación (revestido). Dice que no quisiera ser desnudo (morir) sino revestido directamente (glorificado) sin pasar por la muerte, “para que lo mortal sea absorbido por la vida” (ver. 4).
b) Presentes, ausentes del Señor: ver. 6-8: “…entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor… pero confiamos, y más quiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”.
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– La expresión “estar en el cuerpo” se refiere a la vida actual. Estar “ausente del cuerpo, y presente al Señor significa pasar de la vida terrenal o actual a la vida celestial sin experimentar la muerte, y es equivalente a la expresión “no ser desnudos, sino revestidos” ver. 4.
– En ocasión de la segunda venida de Cristo seremos “revestidos” (1 Co. 15:52-54), y desde entonces viviremos para siempre “presente al Señor”.” (“Preparados para dar respuesta”, José Córdoba. Buenos Aires: Unión Austral, 1987. pág. 56).
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Ya que habla de contexto general, mencionemos que el capítulo 5 comienza con “Porque sabemos”, lo que indica que debemos empezar a considerar el contexto desde el capítulo 4. En los vs. 11, 12 y 16 es obvio que el apóstol se refiere a la muerte y no a la Segunda Venida. En el v.16 Pablo describe al hombre en un sentido dualístico, o sea, que tiene dos componentes, uno el cuerpo perecedero (hombre exterior) y el otro el alma trascendente (hombre interior), el cual continúa en existencia luego de la muerte. En 5:1, el lugar de la morada es algo que el creyente posee ahora en los cielos. Bien, en ningún lugar de la Escritura se nos dice que el cuerpo de la resurrección ya ha sido creado y está esperándonos en el cielo. La única explicación racional es que Pablo está hablando del alma viviendo en el cielo. En consecuencia, 5:1 describe al cuerpo como el lugar donde el hombre interior (el alma) reside. La muerte es descrita como la salida del alma para residir en otro lugar. El paralelismo no está en la palabra “cuerpo” sino en la palabra “morada” (v.1) o “habitación” (v.2), i.e., el lugar de residencia. El lugar de residencia mientras estamos vivos es la tierra, mientras que luego de la muerte será el cielo. En las Escrituras, el cielo es descrito como una ciudad, casa o mansión; por lo tanto, la metáfora (casa no hecha de manos, eterna, en los cielos) es perfectamente apropiada.
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En contraste con lo anterior, cuando Cristo venga, los santos no irán a vivir en el cielo. En lugar de ello, Cristo viene del cielo “con ellos” a vivir en la nueva tierra (1 Tes. 4:14; Ap. 21:10). En ningún lugar de la Biblia la resurrección es explicada como un evento en el cual los santos reciben su cuerpo en el cielo. Los cuerpos de la resurrección son siempre reseñados NO como algo que recibimos del cielo, sino como saliendo de las tumbas (Jn. 5:28).
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Pablo se está refiriendo al estado intermedio. Esto es ratificado por 5:4, donde usa “desnudos” a manera de metáfora, lo cual no es una referencia a la muerte como José Córdoba escribe, sino al alma. Esta metáfora bien conocida era usada por Platón y otros escritores griegos, y siempre se usaba en referencia al estado incorpóreo, no a la resurrección.
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Por ultimo, digamos que Pablo describe la morada después de la muerte en los cielos (v.1), donde Cristo está presente (v.8). En la Segunda Venida, Cristo estará en la tierra y ya no más en el cielo (Mt. 25:31), y los que murieron en Cristo recibirán sus cuerpos desde la tumba, no desde el cielo.
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En vista de la información que hemos visto, 2 Corintios 5:6 sólo puede significar que mientras estamos en el cuerpo, estamos ausentes de la presencia inmediata de Cristo en los cielos. Pero en el momento que estemos ausentes del cuerpo, estaremos en la presencia de Cristo en el cielo. Por lo tanto, debemos serle agradable, estemos ausentes o presentes (v.9)
Espero que podamos estar más despiertos al leer la Biblia; no centrarnos sólamente en los versículos sin leer sus contextos históricos, literarios y contextuales (es decir: a quién habla el autor, por qué dice eso, para qué lo dice, qué dice el contexto del párrafo, del capítulo, hasta del libro mismo y de la Biblia en sí, etc.). La Biblia habla por sí misma y no creo que debiéramos hacer una doctrina por lo que un versículo “sólo” dice, sino en el contexto general de la Biblia.
Permítame señalar que yo encuentro su comentario acerca de “estar más despiertos al leer la Biblia” bastante irrespetuoso, pero deseo pensar que su insolencia se debe a su juventud. Se agradece la última parte del párrafo, en la que usted magnánimamente tiene la gentileza de instruirnos en cómo interpretar la Biblia. Me permito aclarar, además, que la doctrina ortodoxa del estado intermedio no se apoya en un “solo versículo”, sino que hay otros textos que hablan del estado conciente del alma luego de la muerte.
Bendiciones.
Pablo Santomauro
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