EL DECRETO DE MEMUCAN
Este decreto tiene que ver con la historia de la reina Vasti y el rey Asuero y viene relatada en el libro de Ester en el capítulo primero. Allí se cuenta de este rey que en su tercer año de reinado y cuando su trono estaba firme, hizo una gran fiesta por muchos días e invitó a muchas gentes importantes que estaban bajo su dominio; seguidamente hizo otra fiesta más breve, siete días en contraste con los 180 de la primera, y en un momento determinado y bajo los efectos del buen vino, mandó llamar a la reina Vasti para que todos pudieran contemplar su hermosura, pero ella se negó a acudir a su llamada, lo cual le enfureció. En ese punto aparece Memucán príncipe y consejero quien dicta el castigo que tal acto de la reina merece y que al rey le pareció bien. He aquí lo que Memucán dijo:
“ Si parece bien al rey, salga un decreto real de vuestra majestad y se escriba entre las leyes de Persia y de Media, para que no sea quebrantado: Que Vasti no venga más delante del rey Asuero; y el rey haga reina a otra que sea mejor que ella. Y el decreto que dicte el rey será oído en todo su reino, aunque es grande, y todas las mujeres darán honra a sus maridos, desde el mayor hasta el menor. Agradó esta palabra a los ojos del rey y de los príncipes, e hizo el rey conforme al dicho de Memucán;” Ester 1:19-21
Y así fue, el decreto fue enviado a todas las provincias y a todo el reino, leído en todos los idiomas y todos quedaron enterados de ello.
Entiendo que Dios tenía un plan para proteger a su pueblo sobre el que se cernía una terrible amenaza y que El iba a usar todas estas cosas en Su providencia para librarles del exterminio que les apremiaba y todo su pueblo y las generaciones venideras alabarían su sabiduría y cuidado para su ellos. Pero en este escrito deseo mirar esta historia desde otra perspectiva y es cómo afectó a las relaciones de hombres y mujeres, tal vez hasta hoy mismo.
En primer lugar me parece entender que Memucán era un hombre que odiaba a las mujeres y vio en todo esto la ocasión de vengarse de ellas. ¿Cuáles fueron los motivos? Podríamos especular y hasta hacer una novela con ello, pero no es esto lo que pretendo aquí, lo que si está claro es que podría haber apaciguado la ira del rey con otras palabras, disculpando a Vasti, pero no lo hizo, sino al contrario, con su decreto no sólo destituyó a la reina, si no que privó a todas las mujeres del más elemental derecho como personas: decir si o no.
A partir de ese momento todos los hombres se creyeron con derecho a tapar la boca de sus mujeres, silenciar sus protestas, a no escucharlas. Ellas vinieron a la condición de objetos, animales o esclavas, sin derecho a voz ni a voto. Cualquier marido podría golpear, maltratar y matar a su mujer y no le harían nada.
El diablo asestó un golpe mortal al propósito de Dios de que la mujer fuera “ayuda idónea” a partir de ahora venían a ser enemigos irreconciliables. El hombre tenía libertad para desfogar su orgullo, soberbia y brutalidad con la mujer. Si la mujer era más inteligente que el marido él podía impedirle mostrar esa inteligencia ¡solo él es inteligente! Así se privaba de una gran riqueza al varón: de su complemento. Nos hemos asustado de cómo trataban los talibanes a las mujeres, pero las mujeres del reino de Asuero no estaban en mejor situación.
En segundo lugar esto ha afectado tanto la mentalidad de los hombres que no vemos otra cosas que eso mismo, no sabemos valorar a la esposa, no la escuchamos, no tomamos en cuenta lo que nos dice, ni valoramos lo que hace porque no la consideramos como una persona igual, sino que sigue siendo la esclava, el animal de carga o el objeto que podemos usar a nuestro antojo. ¡No sabemos tratarla como una persona! Como lo que es al fin y al cabo. ¡Cuánto perdemos con esto!
Permíteme que vayamos al libro de Proverbios 31:10-31 y leamos ese cántico a la mujer virtuosa:
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida. Busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos. Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos. Se levanta aun de noche Y da comida a su familia y ración a sus criadas. Considera la heredad, y la compra, y planta viña del fruto de sus manos. Ciñe de fuerza sus lomos, y esfuerza sus brazos. Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche. Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca. Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso. No tiene temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles. Ella se hace tapices; De lino fino y púrpura es su vestido. Su marido es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra. Hace telas, y vende, y da cintas al mercader. Fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir. Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba: Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
Dadle del fruto de sus manos, y alábenla en las puertas sus hechos.
¿Qué hombre no ha soñado con una mujer así? ¿Pero no has pensado que tal vez si hubiéramos tenido una mujer así la hubiéramos impedido desarrollarse como tal? ¿Cuántas mujeres virtuosas habría en el reinado de Asuero que no llegaron a ser lo que pudieron haber sido por causa de aquel decreto? ¿Cuántas mujeres preparadas como médicos, profesoras y otras cosas no pudieron enriquecer a los Afganos por causa de los talibanes? Nosotros llevamos encima mucho del espíritu talibán aunque no lo digamos claramente ni queramos reconocerlo.
Pero ahora te hago otro ruego y es que veamos este texto desde otra perspectiva, como hicimos con el decreto de Memucán. Se suele decir que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer y en el caso de esta gran mujer podemos decir que detrás hay un gran hombre.
Nos dice en el vers. 11 que el corazón del marido está en ella confiado. ¡Qué importante es esto para las relaciones entre los esposos! ¡Cuánto daño hace la desconfianza! ¿Cuánto tiempo hace que no le hemos dicho a la esposa: “No te preocupes, yo confío en ti”? o “Tengo en ti confianza plena”. Sin embargo le mostramos desconfianza a todo lo que dice y hace y esto a pesar de que llevamos años juntos y siempre ha sido fiel y ha pensado en el bien nuestro y de la familia.
…
En los vers. 13 al 19 la vemos como una mujer de negocios, emprendedora, hoy diríamos “Una Empresaria” que “trabaja con sus manos” “es como nave de mercader” “trae su pan de lejos” “compra heredades” “ve que van bien sus negocios” etc, etc, ¿estaríamos nosotros de acuerdo en que nuestra esposa trabaje así? ¿Qué trajera el pan de lejos? ¿Qué ganara más que nosotros? ¿O tal vez trataríamos de impedírselo? ¿Tendríamos mil miedos a no se qué? El marido no era un explotador de su mujer, pero si la animaba en sus proyectos, ella se sentía apoyada por él.
En el vers. 26 nos dice de ella que abre su boca con sabiduría y hay una ley de clemencia en su lengua. Esto es muy fuerte, ella expresaba sabiduría, esto quiere decir que el marido la escuchaba y sabía valorar lo que ella decía, que muchas veces aceptaba su consejo y desechaba el suyo, que disfrutaba escuchándola y ella lo sabía, que podía compartir con ella y no la limitaba, ni la hacía callar bruscamente. Tampoco se sentía humillado en su amor propio porque ella tuviera razón y él no.
Y para acabar, aunque he pasado ligeramente sobre el texto y hay muchas cosas más de las que he comentado, vemos en los vers. 28 y 29 lo siguiente:
“Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba: Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas.”
El marido y los hijos la alaban, no se cohíben de decirle ¿piropos? Pero esto no es solo una vez cuando lo dicen, el hecho de que los hijos lo digan es que lo han aprendido en la casa, lo han oído decir al padre de una manera habitual, por eso ellos lo dicen. ¿No te has dado cuenta de que si tus hijos no alaban a tu esposa es porque no lo han oído decir a ti? ¡Cuanta falta nos hace este sano ejercicio! Reconocer su trabajo, decírselo, decirla que lo hace bien, que estamos contentos con ella, que es un regalo de Dios, que nos alivia su compañía, que nos hace bien.
Creo que todos hemos fallado en esto, que en lugar de crear un ambiente relajado en el hogar, hemos creado tensiones, desconfianzas, malos entendidos, barreras, hemos hecho daños ¿irreparables? Que muchas veces debimos pedirla perdón y no lo hicimos por orgullo, y así hemos agrandado la barrera, hemos hecho más ancha la brecha en las relaciones. ¿Podemos aprender aun? ¿Estamos a tiempo de recuperar algo de lo perdido? ¿Podemos juntar los pedazos del destrozo que hemos hecho? ¡Que el Señor nos ayude de alguna manera!
Feliciano Briones
CURSOS BIBLICOS
Apartado 2.459;
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