¿Qué es una iglesia?
En la actualidad muchas personas creen que la iglesia es un edificio. Pero según la palabra griega en la Biblia para “iglesia” es “Ekklesia” que significa “una asamblea” o “una convocatoria”. Viene de “Ek” = fuera de y “klēsia” = un llamamiento. Se usaba entre los griegos de un cuerpo de ciudadanos reunidos para considerar asuntos de Estado (Hechos 19:39. (1) La palabra realmente quiere decir que la “iglesia” no es un edificio sino es “la gente”. Romanos 16:5 dice, “Saludad también a la iglesia de su casa….” Es un cuerpo de creyentes.
Históricamente la Iglesia Cristiana tiene sus raíces en el grupo de discípulos que, encabezado por los apóstoles, siguió a Jesús hasta el momento de su ascensión. Discípulos eran los que el día de Pentecostés se hallaban en el aposento alto cuando la venida del Espíritu Santo hizo nacer al nuevo pueblo de Dios. Y discípulos habrían de ser cuantos creyentes creyeran en Cristo después.
Actualmente la Iglesia ha de seguir siendo una escuela en la que se impartan los conocimientos bíblicos, y sus miembros han de continuar siendo discípulos si quieren “crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 3:18) y no caer en los nefastos errores a que conducen muchas de las corrientes de pensamiento contemporáneas.
La iglesia es el cuerpo de Cristo. Efesios 1:22-23 dice, “Y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.”
El cuerpo de Cristo forma parte de dos entidades:
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La Iglesia Universal: 1 Corintios 12:13-14, ““Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos”.La iglesia universal consiste de todos aquellos que han recibido la salvación a través de la fe en Jesucristo. (1 Corintios 12:28; 15:9; Mateo 6:18; Efesios 1:22-23; Colosenses 1:18).
La Iglesia Universal expresa el conjunto de los creyentes en Cristo en todo tiempo y lugar. Está sujeta a Cristo y un día será presentada ante Él. (Efesios 5:24, 27).
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La Iglesia Local: Gálatas 1:1-2, “Pablo, apóstol ….. y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia:” Aquí vemos que en la provincia de Galacia había muchas iglesias – lo que llamamos una iglesia local. Los miembros de la iglesia universal deben buscar compañerismo y edificación en una iglesia local. (1 Tesalonicenses 1:1; 1 Corintios 4:17; 2 Corintios 11:8). (2)
Hoy las comunidades cristianas locales no son sino la manifestación parcial, visible, en un lugar determinado, de la Iglesia universal.
En resumen, la iglesia no es un edifici
o, o denominación sino es el Cuerpo de Cristo – todos aquellos que han depositado su fe en Jesucristo para salvación (Juan 3:16; 1 Corintios 12:13).
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Observaciones
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por José Mª Martínez y Daniel Gonzalez
1. Gobierno de la iglesia:
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La cabeza es Cristo y el Espíritu Santo. 1 Cor 3:11
La Iglesia tiene como fundamento y arquitecto a Jesucristo (Yo edificaré a mi Iglesia” (Mateo 16:18) y es formada, vitalizada y guiada por el Espíritu Santo desde su nacimiento el día de Pentecostés. Sin embargo, la Iglesia vive en el mundo; está compuesta por seres humanos y necesita agentes humanos que, en calidad de instrumentos, contribuyan a su dirección o gobierno. Esta contribución, no obstante, ha de estar siempre supeditada al señorío de Cristo, a la autoridad de su Palabra y al impulso del Espíritu Santo, vicario único de Cristo en la tierra.
En el pueblo de Dios “gobernar” es SERVIR. El gobierno en la Iglesia no es mando, es dirección.
Los ministerios y ministros en la Iglesia deben ser considerados como un don del Señor de la Iglesia, porque “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo…” (Efesios 4:11-12)
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Hay ancianos. Hc 14:22-23, 1 Tim 5. 17, 1 Pedro 5: 1-2 (para ellos), 1 Tes. 5: 12 para nosotros.
El anciano, (presbíteros), obispo (epískopos) o pastor (poimén), en el Nuevo Testamento los tres son sinónimos como se ve claramente en Hch.20:1, 28; Tito 1:5, 7), es el supervisor, guía y cuidador de la congregación. Ha de distinguirse por la madurez cristiana y por una conducta moral e irreprochable.
Los guías de la Iglesia tienen el deber de velar por la pureza de ésta, tanto en lo doctrinal como en lo moral, y, en caso necesario, proponer la adecuada disciplina. Pero siempre debe prevalecer el espíritu del pastor que busca la restauración más que la condenación, la recuperación más que la exclusión.
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Hay diáconos. Fil. 1: 1, 1 Tim 3: 8-12 (cf)=comparar) con Hc 6:1-3ff
El original diákonos, al igual que el verbo diakonéo y el sustantivo diakonía, expresa una idea muy amplia de servicio. Pablo emple el término aplicándolo a sí mismo y a sus colaboradores (1 Co.3:5; 2 Co.3:6; Efe.3:7; Col.1:23,25).
No hay en el Nuevo Testamento ninguna indicación concreta en cuanto a la función de los diáconos. Es creencia generalizada que atendían a tareas de tipo administrativo, especialmente a la tesorería y al socorro de los más necesitados (Hch.6:1-6).
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Cada miembro. 1 Cor 12, Ef. 4: 7-13, Rom. 12: 3-8
El cuadro que nos presenta el Nuevo Testamento es el de un conjunto armónico en el que líderes y congregación, guiados por el Espíritu Santo, deliberaban, tomaban decisiones y actuaban en conjunto. Sólo de ese modo podía hacerse visible la unidad del Espíritu. Por eso el grueso de la enseñanza y la exhortación en las cartas apostólicas va dirigido a la comunidad en su conjunto.
Los apóstoles, en todas las decisiones importantes, buscaron la presencia y participación de todos los hermanos. En el Concilio de Jerusalén,
Bernabé y Pablo se reunieron no solo con los apóstoles y los ancianos, sino con toda la iglesia (Hch.15:4, 22).
Es la iglesia en su conjunto la designada como “columna y baluarte de la verdad” (1 Ti.3:15) y es al conjunto de fieles que se exhorta a “contender ardientemente por la fe que ha sido transmitida a los santos de una vez por todas” (Judas 3).
2. Ordenanzas.
Cristo estableció dos ordenanzas para que perennemente se cumplieran en su Iglesia: el bautismo y la Santa Cena, rituales cuyos elementos materiales y modo de practicarlos tienen un hondo significado espiritual. Su propósito es representar y estimular la comunión del creyente con el Señor en su muerte y resurrección.
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Bautismo. No de infantes pero personas con conocimiento. El eunuco, en Hechos 8: 36-37, Pablo en Hc 9: 18, y otro caso en Hc 16: 30-34.
En palabras de Karl Barth este es el significado del bautismo: “El bautismo cristiano es en esencia la representación (abbild) de la renovación del hombre por su participación mediante el poder del Espíritu Santo en la muerte y resurrección de Jesucristo, y con eso la representación de la unión del hombre con Cristo, con el pacto de gracia que es concluido y realizado en él, y con la comunión de su Iglesia.”
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La Santa Cena. 1 Cor 11:26
Esta ordenanza de Cristo es conocida también con los nombres de “partimiento del pan”, “eucaristía” y “comunión”. Se interpreta como el medio de gracia que sostiene y enriquece de modo continuado la vida espiritual del creyente.
Es también un acto conmemorativo: “Haced esto en memoria de mi” (1 Co.11:24).
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Disciplina. 2 Tes. 3:6
La disciplina en la Iglesia es una necesidad porque en el seno de la comunidad siempre puede haber errores que han de ser corregidos y conductas que deben ser enmendadas. La disciplina es un medio de autodefensa de la Iglesia.
Las formas de disciplina han variado según la gravedad de los casos. De acuerdo con los principios bíblicos, lo normal es empezar con la admonición pastoral a quien se ha hecho acreedor de esa disciplina. Si el resultado es satisfactorio, este primer paso de la disciplina es suficiente. En caso contrario, es recomendable que el problema sea tratado en presencia del consejo de ancianos. Si la falta o pecado es muy grave, el consejo presbiterial puede privar a dicho hermano de participar en la Santa cena temporalmente.
Si a pesar de todos estos intentos se persiste en continuar con actitudes claramente intolerables a la luz de las Escrituras, los guías deberán presentar el caso a la congregación para excluir al rebelde (1 Co. 5:4 ss.)
3. Compromisos:
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Asistencia. Heb 10: 24-25, Col 3:16
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Vivencia. 1 Cor 12: 26-27
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Libertad para servir unos a otros. Gal 5: 1 y 13, 6: 2-6
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Acción Común. Rom 12: 5-8
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Sometimiento. Heb. 13: 17, 1 Tes 5: 12-13; Hc. 9:18
FINALIDAD SUPREMA DE LA IGLESIA
Estas son algunas de las finalidades de la Iglesia: instrucción, comunión, edificación, adoración, testimonio, obra social, todas de suma importancia.
En amplios sectores del protestantismo la prioridad se otorga a la evangelización. En otros, esa preeminencia se da
a benéficos ministerios de tipo social. Sin embargo, ni siquiera esta globalización expresa la suprema razón de ser de la Iglesia. Detrás y por encima de todo objetivo se halla el fundamento: la Iglesia existe y actúa “PARA GLORIA DE DIOS” Veamos algunos textos de Efesios:
“Habiéndonos predestinado para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia” (Efesios 1:5 ss.), “… a fin de que seamos para alabanza de su gloria” (Efe. 2:12, 14). “Dios… nos dio vida juntamente con Cristo… y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en lugares celestiales con Cristo Jesús para mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de su gracia en su benignidad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efe.2:4-7)
La existencia del pueblo de Dios siempre ha tenido como objetivo manifestar y ensalzar la gloria de su Señor. Así se hizo saber a Israel por Dios mismo: “Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.” (Isaías 43:7), “Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria” (Is.42:8). Por eso se convoca a todos los confines de la tierra a que “den gloria a Yahvéh y declaren su alabanza en las costas” (Is.42:12).
La iglesia cristiana esta regida por el mismo propósito (ver Efesios 3:20 y siguientes). Lo que Dios dijo a su antiguo pueblo tiene perfecta aplicación a la Iglesia hoy: “Así dice Yahvéh, el Creador tuyo, oh Jacob, y el Formador tuyo, oh Israel… yo te he rescatado” (Is.43:1). Como afirmara el profeta, “todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia” (Is.64:6). Aun después de haber sido redimidos, lo que hemos de confesar humillados excede en mucho a lo que pudiera inducirnos a la jactancia. La Iglesia solo puede decir: “Nos gloriamos en Dios” (Romanos 5:11).
En lo que la Iglesia es y en lo que hace sólo puede buscarse una cosa: la glorificación de Dios; en el culto, en la edificación de los creyentes, en la labor misionera, en la obra social, en la conformidad con la ética del Reino. Cualquier otra aspiración con miras al ensalzamiento de la propia iglesia o de sus líderes es usurpar lo que sólo a Dios corresponde.
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Fuentes:
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W . E. Vine, A-D, Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, Clie, 1984.
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http://www.gotquestions.org/espanol/iglesia-local-universal.html
Usado con permiso. José Mª Martínez, Fundamentos Teológicos de la Fe Cristiana, Adamio. Para más información: http://www.pensamientocristiano.com/ , http://www.publicacionesandamio.com/pdf/Catalogo_Andamio_11-12.pdf
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