primera parte
Por Pablo Santomauro
Es una hermosa mañana a fines de Julio, pleno verano en la ciudad de Los Angeles. Sintonizo Almavisión en la pantalla de mi televisor. La cadena hispana está en época de teletón. Se sugiere a los oyentes que “siembren” 153, 553, 1153, 3153, o 5153 dólares. ¿Por qué estas sumas? Más adelante explicaremos.
Los conductores del teletón son Bruno Caamaño, el presidente de la red, y un “profeta y apóstol” cuyo nombre no alcanzo a escuchar. El objetivo del teletón es recaudar fondos para “la causa de Cristo” (un cliché de Caamaño), o sea sostener y propagar la red que según ellos hace “televisión a la manera de Dios”. Se me ocurre que si la existencia de Almavisión es la voluntad de Dios, no habría necesidad de hacer teletones, pero puedo estar equivocado.
Durante el programa se invita a los oyentes a “sembrar”, “hacer pactos con Dios”, “creerle a la voz profética”, y creerle a Dios para que él abra “las ventanas de los cielos”. Esta última frase es un clásico caballito de batalla tomado de Malaquías para quitarles dinero a los cristianos. La promesa a los televidentes es que al enviar dinero para la obra de Almavisión, Dios automáticamente les solucionará su problema sea cual fuere, aunque el énfasis por supuesto está en los problemas financieros. El mensaje claro es: déle a Dios dinero, que él se lo multiplicará.
Bruno Caamaño lee las donaciones que vienen llegando. Cuando la donación es grande, es acompañada por un “gloria a Dios” seguido por un sonido de aplausos pre-grabados. Junto con la donación la gente pide por sus necesidades. Estas son de todo tipo: sanidad, reconciliación con esposo o esposa, hijos drogadictos, no perder el empleo o negocio, conversión de seres queridos, que el marido deje de tomar, etc., etc.
De pronto el profeta nos anuncia que “siente” algo en su corazón. Hay una persona, dice, que en este momento va a salir para comparecer frente a un juez. Y agrega, “Si tú llamas ahora y siembras 10.000 dólares, el Señor te pondrá un abogado y tendrás victoria”. Si la situación es verdad, no lo sé. Si al “profeta” le pasaron el dato y está usando la información para hacer creer que tuvo una revelación, no lo sé. Lo que sí sé es que este hombre es un farsante y si el caso es cierto, el profeta está lucrando con la necesidad y situación de un hombre a fin de despojarlo de 10.000 dólares. Esta es la forma en que operan esos proxenetas del evangelio.
Caamaño sigue leyendo las donaciones. Una dama envió 153 dólares y pidió oración por sanidad de su alta presión sanguínea. Caamaño agradece la ofrenda y ora con el clásico “declaramos sanidad y sujetamos todo espíritu de enfermedad”. Yo oro por que la señora no tire a la basura las pastillas para la alta presión. Un caballero donante pide por un empleo. El pobre no tiene empleo pero envía dinero por medio de su tarjeta de crédito. Caamaño, como buena sanguijuela, no tiene reparos en aceptar la donación y le asegura que el Dios en que él cree no da empleos, sino negocios. La ocasión sirve para que Caamaño aproveche para usar una de sus triquiñuelas bíblicas. Don Bruno menciona que antes del cruce del Jordán Dios le dijo a Josué, “esfuérzate y sé valiente”. Acto seguido Caamaño añade, “Hay gente que no quiere pasar el Jordán”, que traducido a la teología de don Bruno significa, “hay gente que no quiere sembrar su ofrenda”. “Son gente conformista”, agrega, “gente que se conformó a pagar un alquiler, a vivir de un empleo, a que sus hijos continúen en una pandilla”. El mensaje subliminal, y no tan subliminal, es que están como están porque no desembolsan una buena cantidad para que los “apóstoles y profetas” de Almavisión sigan predicando el evangelio de Dios. Hay un solo problema, estos hombres predican otro evangelio, no el de Dios. Y por supuesto, el pasaje de Josué y el Jordán no tienen relación ninguna con el tema de las ofrendas. Se trata de un retorcimiento atrevido de las Escrituras, común en los predicadores de la prosperidad, para obtener una ganancia financiera.
Llega ahora un momento emocionante en el teletón, “glorias” a Dios, “aleluyas” y los aplausos pre-grabados abren paso al anuncio que Caamaño va a dar: la señora María acaba de donar 5.000 dólares para que Dios le devuelva su casa que ha perdido. ¡Tremendo! exclama Caamaño. Pienso para mí, tremendo es el descaro y la crueldad de estos hombres de Almavisión al aceptar el dinero de esta pobre mujer. La crisis inmobiliaria en los EEUU fue causada por un fraude de los bancos prestamistas que luego de un plazo requirieron de los compradores una amortización adelantada altísima (cuota balón). Esto trajo aparejado la pérdida de las viviendas. Es obvio que esta señora es uno de esos compradores perjudicados, pero lo inconcebible es que estos señores de Almavisión no dudan de aceptar dinero de una persona que lo necesita desesperadamente.
Acto seguido Caamaño nos explica que esta mujer está haciendo un pacto con Dios de la misma forma que Ana hizo un pacto para que Dios le diera un hijo (1 S. 1:11). “Primero hay que dar para que Dios nos dé”, afirma Caamaño. Una vez que vamos al pasaje nos damos cuenta de que el contexto no tiene nada que ver con dinero. Ana, por otra parte, hizo un voto (promesa). Si Dios le daba un hijo varón ella lo dedicaría a Dios. ¿Estaba Dios en la obligación de darle un hijo? No, el pasaje dice que Dios simplemente contestó su oración. Es Dios el que da primero, no Ana – en Almavisión es la persona la que tiene que dar primero. El contexto sólo muestra una oración a Dios. Por último, el hecho de Dios haya contestado la oración de Ana, no significa que tenga que hacerlo siempre. Eso es tratar a Dios como una ley universal, no como Dios. Tal parece que ningún pasaje de la Biblia se escapa cuando se trata de llenar los bolsillos.
Un detalle más en la historia de Ana, ella no pidió con motivos egoístas. Estuvo dispuesta a entregar lo recibido (el hijo) y renunciar al gozo de criar un hijo ofrendándolo a Dios. Las mujeres que son madres saben de lo que hablo. ¿Se escucha esto como la motivación detrás del evangelio de la prosperidad predicado por estos lobos? Claro que no. Dios premió su entrega y sacrificio dándole más hijos luego; ésta es la actitud de corazón que Dios bendice, no el “dame-dame-dame” de los que siguen “el evangelio del éxito financiero”.
Continúo narrando el desarrollo del programa. Caamaño ahora se levanta de su asiento para presentar a un hombre que acaba de visitar los estudios trayendo una ofrenda. La persona va a someterse a una operación de hernia umbilical en un par de horas y seducido por la diatriba de los conductores del programa, decidió llegar para pedir oración. Técnicamente compró una oración de Caamaño, quien invita al profeta para que le secunde poniendo la mano sobre el área a ser operada. Estoy seguro que el profeta agradeció que no se trataba de una hernia un poco más abajo. Caamaño entonces procede a “cancelar” toda preocupación y espíritu de temor para luego despedir al hombre en medio de los aplausos pre-grabados.
¿Qué extraña incapacidad o inmadurez espiritual no le permitió a este hombre ir a los líderes de su iglesia para que oren por él? Esa es la instrucción bíblica. ¿Que le hizo pensar que la oración de Caamaño era superior a la de otros hermanos en Cristo? La respuesta está en que Caamaño, al igual que la mayoría de los predicadores de Almavisión, han creado una imagen y una autoridad ficticia para ellos mismos. Cuando Caamaño habla de la “voz profética” habla de una casta especial de individuos que tienen una relación especial con Dios que nadie más tiene. Ellos reciben revelación de Dios que nos está vedada al resto de los cristianos. Por ello se denominan apóstoles y profetas, creando así una especie de “papismo” sobre los ingenuos cristianos que los siguen. La Biblia, por el contrario, enseña que todos los creyentes somos sacerdotes, es decir, tenemos acceso directo al trono de la gracia. No necesitamos sacerdotes ni una clase especial de profetas y apóstoles para intermediar porque Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, nos abrió el camino directo hacia Dios. Esto no significa que no busquemos la oración de otros hermanos en nuestras peticiones, ya que debemos orar unos por otros. Simplemente recordemos, a modo de advertencia, que las oraciones de falsos maestros no llegan a Dios.
A estas alturas ya estoy cansado de ver tanto latrocinio. No menos frustrante es la manipulación de textos bíblicos así como de las emociones y necesidades de la gente, y estoy a punto de apagar el televisor, pero algo me detiene. Una televidente acaba de llamar, su nombre es Susana Larios. La dama ha expresado que viendo el programa tuvo la impresión de que los donantes estaban comprando milagros. Esto encendió la ira de Caamaño, quien procedió a amenazar a la televidente severamente. Acusó a la dama de no creerle a los “profetas”, lo que equivale a no creerle a Dios. Le dijo que estaba en serio peligro, que estaba blasfemando contra el Espíritu Santo y otras cosas no muy agradables. Creo que lo único que le faltó fue echarle la maldición de Jefté.
Lobos como Caamaño no pueden mantener la calma cuando son desafiados. La ira los domina y es ahí donde muestran su verdadera naturaleza. Esto es típico de esta casta de “profetas” y “apóstoles” (falsos maestros es un término más apropiado) que se ha infiltrado en filas del evangelicalismo moderno. Entre otras aberraciones, ellos todos enseñan el evangelio de la prosperidad, también llamado “dígalo y reclámelo” y “evangelio de la salud y riqueza”. Se lo venden a la gente de esta manera: Dios quiere que usted sea rico (y tenga salud) pero no lo puede bendecir a menos que usted envíe dinero primero (la siembra o semilla de fe) al predicador de turno, o en este caso, a Almavisión. Si un creyente no vive en la abundancia es porque está viviendo fuera de la voluntad de Dios. La doctrina es parte de una gitanería mayor llamada “confesión positiva”, “palabra de fe” o “movimiento de la fe”.
El reclamo de los falsos maestros de la prosperidad se autorefuta porque si en realidad cuando le enviamos dinero a uno de ellos, Dios nos lo multiplica varias veces, ¿por qué ellos no envían el dinero que reciben en sus teletones a otros ministerios para recibir aun más? <>
Pablo Santomauro es subdirector de CIR. “Apología Cristiana”, CIR, P.O.Box 846, Montebello, Cal. 90640-EE.UU. URL de CIR: (en español). El Centro de Investigaciones Religiosas (CIR) es una organización interdenominacional especializada en la apologética de sectas. Es pastor ordenado, autor profuso de artículos relacionados con la disciplina de la apologética cristiana y conferencista especializado en sectas y religiones comparada.