Testimonio Anónimo; 5 de Julio 2008
Estuve casi 2 meses enteros sin alimentarme de la Palabra y caí sin darme cuenta en el juego del enemigo, pensando que mi esposo era el culpable de lo que me estaba pasando. Moralmente como madre me sentía que no servía y que el causante de esto era mi esposo.
Decidí ir a retiro con un propósito. Sí sabía que necesitaba recibir lo que me esperaba en el retiro, pero mis pensamientos eran que cuando regresara iba a abandonar a mi esposo y no saber nunca nada más de él. Porque en vez de amarlo, el enemigo me metía en la cabeza que lo aborrecía, que no lo necesitaba para nada, que él no iba a ser un buen padre. Que cuando a mí me ha demostrado todo lo contrario con hijos que no son su sangre. Pero yo baje la guardia, deje de orar y platicar con Dios como lo hacía antes.
Bueno cuando yo estuve en el retiro, la primera noche que yo estuve allí, apenas y nos dieron la introducción yo entendí que era una hija de Dios y que “NOSOTRAS NO DEBEMOS BAJAR LA GUARDIA” en ningún momento, ni tirar la toalla contra el enemigo. Necesitamos estar en oración en todo momento, no en la noche, no en el día, pero a todas horas.
Regrese gracias a Dios y a todas las personas que se dejan usar por El, que dan su tiempo para la obra de Él, a mis líderes de DAMAS, a sus ayudantes del Señor, ustedes saben quiénes son y a todas mis hermanas de sangre. Y compartimos un bonito y agradable momento en ese fin de semana dedicada a Dios. Yo sé para el propósito que seamos mejores esposas, madres, hijas, hermanas, etc.
Cuando regrese, esa misma tarde le explique a mi esposo mis sentimientos, mi dolor, y le pedí perdón por todo lo que había pensado de él. Nunca se lo había dicho pero con mis hechos él sabía o se imaginaba lo que sentía antes y no me había dado cuenta cuanto yo había herido a ese hombre, el varón de mi casa, a la cabeza de mi familia, hasta cuando lo vi llorar como un niño desgarrado, quebrantado ahí mismo. No me dio su perdón pero en mi corazón y en el de él sé que sí porque en mi casa se respira paz ahora y rencores ni reproches o reclamos. Gracias al retiro que me cambio en esa manera de pensar y que hubo un cambio en mí. Yo sé que yo tenía que cambiar y no otra persona o personas.
También sé que algún día él va a dar testimonio de esto y de todo lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, y que algún día toda mi familia le va a servir a Dios lo declaro en el nombre del Señor Jesucristo.
Gracias y que Dios los bendiga a todos.
– Anónimo