El origen de la raza negra
– por Pablo Santomauro
Elena de White fue la mujer cuyos escritos la Iglesia Adventista del Séptimo Día [IASD en adelante] considera “inspirados” de la misma forma que los libros de la Biblia fueron inspirados. Ella no fue simplemente un líder espiritual convencional que cuenta con el respeto de la organización del mismo modo que los evangélicos respetamos a Lutero, Calvino, Wesley y otros. No, Elena de White es considerada “profeta” y su título de profetiza sigue siendo defendido en publicaciones modernas de la IASD [1]. No hay diferencia entre la inspiración que ella recibió de Dios y la inspiración que recibieron los autores de la Biblia, según la Iglesia Adventista.
En Junio del 2000, la Conferencia General votó a favor de afirmar y apoyar aun más agresivamente el Espíritu de Profecía a través del ministerio de Elena de White [2]. Disentir con ella, o poner en duda su inspiración divina, equivale a ser expulsado de la IASD. Se le reverencia como el Espíritu de Profecía, ella misma reclamó que sus escritos venían directamente de Dios, y es lo que se afirma aún hoy en día.
Sin embargo, la realidad muestra algo muy diferente, no sólo esta señora fue conocida por sus falsas profecías y sus doctrinas anti y extrabíblicas, sino también por sus enseñanzas extravagantes y disparatadas.
¿Qué es la doctrina de la amalgamación?
Entre las cosas más vergonzosas que esta mujer enseñó encontramos la doctrina de la “amalgamación”. Tremenda situación embarazosa para los adventistas, por ello la mantienen en secreto y ni sus propios integrantes la conocen. He aquí las citas:
“Si hubo un pecado por encima de los otros que causó la destrucción de la raza en el diluvio, ese fue el vil delito de la amalgamación del hombre con la bestia, el cual denigró la imagen de Dios y causó confusión total.” Spiritual Gifts, Tomo 3, p. 64 [traducción nuestra]
“Todas las especies de animales que Dios había creado fueron preservadas en el arca. La especies confusas que Dios no creó, que fueron el resultado de la amalgama, fueron destruidas en el diluvio. Luego del diluvio ha habido amalgama de hombre con bestia, como puede verse en las casi innumerables especies de animales y en ciertas razas de hombres.” Spiritual Gifts, Tomo 3, p. 75 [traducción nuestra]
Así como lo leen, la señora White dijo que la unión sexual de hombres con animales trajo aparejada el juicio de Dios sobre los humanos, y aun hoy, luego del diluvio, la evidencia de que la práctica continuó está en “ciertas razas de hombres.”
¿Podría ser que “ciertas razas de hombres” sea una referencia a las razas de piel oscura? Veamos. En el siglo 19 existía, entre las masas sin educación, el mito de que la unión sexual de hombres con bestias había originado el surgimiento de criaturas-animales, mitad humanas/mitad bestias, y la raza negra. Esto no sólo es tomado de una publicación de ciencia ficción publicada en 1840, el Libro de Jaser 4:18, sino que además concuerda con los criterios de la época.
Todos estos líderes del siglo 19 eran “good ol’boys”. La frase en inglés es un eufemismo americano para describir a personas “racistas”. En la secta fundada por José Smith, los negros no pudieron ser sacerdotes mormones hasta 1978, cuando luego de una intensa crítica los mormones deciden abolir la práctica de aparteid [3]. ¿Y los Testigos de Jehová? Veamos dos ejemplos de lo que dijeron en sus publicaciones:
“La maldición que pronunció Noé fue el origen de la raza negra… Ellos fueron y son una raza de sirvientes… No existe sirviente en el mundo tan bueno como el sirviente de color, y el gozo que él siente al prestar un servicio fiel es uno de los gozos más puros que hay en el mundo.” [4]
“Los españoles” y “otras razas atrasadas ” vinieron a colonizar América bajo la influencia de Roma.” [5]
Estas son unas pocas muestras de la mentalidad racista y sectaria de estos elementos que surgieron en el siglo 19, entre ellos, doña Elena de White. La señora White no sólo plagió pasajes del libro de Jaser, según muestra la evidencia, sino que además creyó en ello como revelación de Dios.
Más adelante, los adventistas intentaron defender este disparate diciendo que lo dicho por White era una referencia al “bushman de australia” (el aborigen australiano). Evidentemente fue peor el remedio que la enfermedad. Con el tiempo surgieron otras explicaciones que adjudicaron las palabras de White a la mezcla de razas pero dentro del género humano, al casamiento entre personas de diferentes religiones, o definiéndolas como un enunciado profético en referencia a la ingeniería genética. En realidad, es obvio que se trata más bien de cuentos para dormir a los niños, no de serios intentos de excusar a la “profetiza.” La claridad de sus comentarios es tan obvia que es imposible defender a la matrona del movimiento adventista con burdos juegos de palabras. Más imposible se torna (aunque no hay grados de “imposible”) la tarea de defenderla cuando tomamos en cuenta sus palabras en la obra Testimonios para la Iglesia:
“La gente de color no debe exigir que se le ponga en un nivel de igualdad con los blancos… La obra de proclamar la verdad para estos tiempos no debe ser estorbada por el esfuerzo de querer ajustar la posición de la raza negra.” [6]
Creemos que esto está más allá de todo comentario. ¡Estaba bien ir a evangelizar a la raza negra, pero de ninguna manera tratar de mejor su nivel social!
¿Puede ser alguien que plasmó para la historia este tipo de pensamientos una verdadera profetiza de Dios? ¿Puede Dios haber comunicado estas ideas racistas extremas y repugnantes a un profeta bajo inspiración divina? Es obvio que no.
Mensaje a los adventistas.
A estas alturas, alguien puede preguntarse cuál es el objetivo de exponer estas cosas. ¿Cuál es la finalidad de denunciar estas extravagancias de la señora White? ¿Es quizá el deseo de confrontar al adventista sólo para irritarlo? En absoluto. Si usted es un adventista y ha puesto fe en el sacrificio sustitucional de Jesucristo en la cruz, y nada más que en ello, yo le extiendo mi diestra en fraternidad cristiana.
Pero le recuerdo que esta mujer es la responsable de que usted viva su vida cristiana sumergido en una estructura legalista digna del fariseísmo de los tiempos bíblicos. Fue esta mujer la que puso las pesadas cargas del sábado ritualístico, las dietas del antiguo pacto, las prohibiciones de usar joyas y un sin número de regulaciones sobre los hombros de los adventistas. No sólo es culpable (junto con el liderazgo de la IASD) de que el adventista no se pueda desarrollar libremente en el crecimiento cristiano al imponer un espíritu de esclavitud que obstaculiza la labor del Espíritu Santo en su vida, sino también de producir en el adventista personalmente, y en toda la denominación, un orgullo enfermizo que los hace sentir superiores al resto de la cristiandad.
Es sabido que un gran número de adventistas son dedicados, pero esa dedicación los desvía y los convierte en individuos celosos y agresivos, siempre tratando de ganar adeptos dentro de las filas de otras denominaciones cristianas. Desde que parte del “paquete” para pertenecer a la IASD es creer que Elena de White fue una profetiza inspirada por Dios, mediante este breve artículo quisimos 1. refutar la legitimidad de tal reclamo más allá de toda duda; 2. cuestionar la honestidad intelectual de aquellos que sostienen tal proposición; y 3. alertar a los cristianos sobre este grupo aberrante y los peligros que encierra una vida cristiana sin la libertad en Cristo que El nos concedió al morir.
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1). <>
Notas:
- Review and Herald, Octubre 4, 1928, p. 11; Source of
Final Appeal, Adventist Review, Junio 3, 1971, pp. 4-6; G. A. Irwin, Mark of the Beast, p.1; “The Inspiration and Authority of the EGW Writings”, Adventist Review, Julio 15, 1982, p.3; Ministry, Octubre 1981, p. 8; Judged by the Gospel, pp. 125-30. - Adventist Today, online July 2000
- “Profeta” de la ISUD, Spencer Kimball, Deseret News, June 9, 1978
- The Golden Age, Julio 24, 1929: p. 702.
- The Golden Age, 30 de noviembre de 1927, p. 141.
- Testimonios para la Iglesia, Tomo 9, p. 21.
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Pablo Santomauro fue subdirector de CIR. “Apología Cristiana”.